Prologo
Año 2032
Solo podía oír gritos desde la parte de arriba de mi casa. Las peleas eran ya cosa de cada día. Me encontraba en el sótano. Bueno, yo le llamaba así, pero en realidad era un laboratorio con muchos experimentos por doquier. Miré todo con repulsión. Aquellos inventos fueron los que me llevaron a esto: sentirme la chica más miserable de la tierra… Aunque en realidad fue sólo uno de aquellos inventos…

Con miles de lágrimas corriendo por mi rostro fui llevada por la menudita mujer hacia aquella cosa. Su brazo era pequeño en comparación con el mío, pero ahora estaba sujetándolo firmemente. Su cabello se movía suavemente haciendo que las pequeñas puntas en diferentes direcciones saltaran de vez en cuando. Me hizo ingresar en la cosa cerrando la extraña puerta de cristal en mis narices. La mire extrañada.

- ¿Qué haces? – Susurré sollozando – No planearás…

- Sí… es exactamente lo que planeo – me interrumpió con su aguda voz en un tono demasiado serio. Comenzó a apretar ciertos botones con números y letras a una gran velocidad – No tenemos tiempo y tú eres la única capaz de remediar todo.

-¿P-pero…P-por q-qué yo? – Tartamudeé completamente aterrada – No sabré como hacerlo…

La pequeña mujer dejó de hacer lo que sea que estaba haciendo para mirarme con un deje de ternura y confianza.

- Eres la más indicada para hacerlo… Después de todo la que esta en peligro eres tú – dijo esto un poco acongojada haciendo que mi estómago se retorciera siquiera de pensarlo. Entonces su tono se suavizó y agregó – Además, tú los conoces mejor que nadie…

Eso último me hizo mostrar una pequeña sonrisa en mis labios. Era cierto. Yo los conocía mejor que nadie. Cada uno de sus gustos, sus gestos, lo que detestaban, lo que anhelaban… lo que amaban. Los gritos de arriba me hicieron volver a la realidad.

- Pero… ¡ellos no sabrán quien soy! – casi grité mientras ella volvía a lo suyo con los botones. Se manejaba bien en esto. Mis padres le habia explicado todo en caso de tener que usarlo alguna vez. Luego se acercó a una palanca y la empujó hacia abajo haciendo que un ruido ensordecedor se escuchara por todo el lugar.

- Técnicamente – comenzó ella mientras se alejaba un poco hacia una de las mesas para tomar algo muy parecido a un reloj – ellos ya no te recuerdan… - agregó mirándome con cierta compasión. Más lágrimas salieron de mis ojos. De nuevo estaba en lo cierto. Ellos no me recordaban, ninguno de ellos me recordaba y eso me era difícil de soportar...Todo por esa estúpida mujer… La chica me miró con una triste comprensión mientras decía algo parecido a "yo y mi bocota". Puso la mano desocupada frente a la puerta de vidrio frente a nosotras y con una sonrisa que claramente no llegaba a sus ojos me dijo:

- Ya verás que todo se va a solucionar pequeña – y con eso abrió una pequeña ventanita que había en el lado derecho de esa enorme estructura de cristal y por ella me pasó el pequeño aparato para que me lo colocara. Me lo puse lentamente y luego la miré otra vez.

- Tengo miedo - susurré sintiéndome pequeña. Me miró con cierta dulzura.

- Yo también pequeña – dijo ella dando un suspiro – no sabes cuanto me preocupa el pensar que lo que ocurrió hace años esta ocurriendo ahora…

Bajé la mirada tristemente. Sabía perfectamente a qué se refería. Ellos ya me habían contado esa historia. El cómo una persona había interferido en sus vidas para separarlos y que por un milagro habían logrado solucionarlo y ser felices.

La máquina comenzó a sonar otra vez y mi susto comenzó a aumentar. La muchacha cerró la ventanita y luego se alejó de ella.

- Ya es hora – me dijo con algo de tristeza – todos confiamos en ti pequeña…

Tragué fuertemente y asentí sin poder articular palabra.

- Encuéntrala – dijo con sus ojos un poco oscurecidos al pensar en esa malvada mujer – y tráela de vuelta… cambia las cosas como siempre debieron estar… tienes solo un mes para hacerlo…

- ¡¿Qué? – Chillé sin poder evitarlo - ¡Es muy poco tiempo! ¡Jamás lo lograré!

- Podrás hacerlo linda – dijo con convicción – Pero si te cuesta un poco… pide algo de ayuda – y con esto me guiñó un ojo. Una diminuta sonrisa se me asomó por mis labios y con un suspiro de resignación dije:

- Deséame suerte

- Suerte pequeña – dijo con una sonrisa – si sabes bien la historia, sabrás donde encontrarnos…

Asentí sin pasar por desapercibido el "nos".

- Cuídalos – dije mientras la máquina comenzaba a hacer lo suyo y mi cuerpo comenzaba a desaparecer lentamente.

- Siempre – dijo ella con su sonrisa de duendecillo.

- Adiós… tía Alice - susurré. Pude ver como una lágrima caía de sus verdes ojos.

- Nos vemos pronto… Renesme – y con eso desaparecí ante sus ojos.