Bruce vuelve a ver a su hijo seis meses después, lleva ese traje verde y oro, demasiado parecido al de Ra's para su gusto, pero está demasiado gastado, lleno de cortes y sucio, él está sentado en una silla antigua con su típica posición de hombrecito aristocrático, un hombre europeo y otro de aspecto oriental se mueven a su alrededor como moscas, ambos con diferentes idiomas y el muchacho responde a todas sus preguntas con facilidad.

El gran Batman recalca en la palabra muchacho, ya que el niño que salió de su casa meses atrás no está en la silla, el que está frente a él es un jovencito, uno agraciado, de mirada dura pero con un aire infantil que se niega a abandonarlo.

Su pelo está más largo, casi cubre sus orejas y le acaricia el cuello, un flequillo cubre su frente, está más alto, mucho más alto, aunque este sentado bruce puede jurar que ahora es unos pocos centímetro más bajo que Tim.

Inconscientemente apretó los puños por los meses en los que su hijo estuvo lejos y no pudo estar a su lado, verlo crecer.

-Damian.

Damian levanta la cabeza, su cabello revolotea un poco. Los ojos de Talía lo miran, y bruce descubre que mientras estén en la cara de su hijo él siempre va a amarlos.

-Es hora.