Descargo de responsabilidad: Akatsuki no Yona pertenece a la maravillosa Kusanagi sensei.

Este fic participa en la actividad Refranero de madres del foro "El feliz grupo de hambrientos".

Refrán nº 42: Cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta (propuesto por Demonocracy).


¿FIESTA?

Es una verdad universal que cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta.

Pero entonces, ¿tal afirmación le convertía a él en un gato? ¿Y a los dragones en ratones? ¿Y Ao? ¿En qué convertía eso a Ao?

Yoon cierra los ojos, sacude vigorosamente la cabeza y vuelve a mirar, deseando que lo que ve haya sido un engaño de sus sentidos…

Pero no, no lo es. Es bien real.

La garra de Kija asomaba de lo que hace tan solo unas horas había sido una tienda de campaña y ahora era un montón informe y retorcido de lona.

Jae-Ha dormía espatarrado abrazado a su erhu como si fuera una amante, con el arco de cuerda oscilando en precario equilibrio sobre el puente de su nariz.

Un hilillo de baba salía de la boca de Zeno, que lucía una sonrisa feliz. Las llamas bajas de la hoguera lamían su pierna, cubierta de escamas doradas, y la pernera del pantalón se veía carbonizada hace ya tiempo.

Desde la cacerola volcada —con el que iba a ser su almuerzo—, partía un riachuelo húmedo de sopa —su sopa— que terminaba justo en una ardillita adorable con la barriguita a punto de reventar…

Shin-Ah dormía en un ángulo extraño y antinatural. Tenía la cara enterrada en su piel blanca y el trasero alzado en pompa, como si se hubiera caído sobre ella, y así mismo se quedó.

Y los otros dos… Hak dormía apoyado en el tronco de un árbol con Yona en su regazo. Ella apoyaba la cabeza en su pecho, y la mano de él descansaba en su cintura. La verdad, la imagen resultaría tierna, dulce incluso, sino fuera porque tenían el cabello lleno de hierba y hojas secas, como si se hubieran estado revolcando en el suelo, como dos niños pequeños. O quizás como dos adultos haciendo cosas de adultos… Yoon apostaría a que se trata de esto último…

Y finalmente, ronquidos, ronquidos por doquier. Un desconcertante concierto de ronquidos largos y vibrantes, ronquidos silbantes y entrecortados, arpegios y más de un stacatto, con algún allegro ma non troppo, en una sinfonía verdaderamente cacofónica…

¿Cómo pueden armar tremendo desastre en el campamento en solo un rato de ausencia? Lo que tardó en acercarse al pueblo, vender sus medicinas y volver. Media mañana, quizás un poco más…

Un gato, sí… Esta panda de andrajosos habían convertido a un chico lindo como él en un gato…

Bueh, ratones, bestias, Raijus, dragones, ardillas o reencarnaciones varias… Daba igual…

¿Una fiesta sin él? Hatajo de bestias desagradecidas… ¿No podían haberse esperado a que él regresara? Y no solo eso, no… Encima iba a ser él el que tuviera que pasarse la tarde atendiendo resacas y dolores de barriga y cosiendo ropas nuevas.

¿No querían fiesta?

Pues Yoon iba a ofrecerles el mejor concierto de cacerola y cucharón que hubieran escuchado en sus vidas.

Dedicado con cariño a todos sus ratones…