Disclaimer.- Final Fantasy y sus personajes pertenecen a Square Enix.
Notas.- Sólo quiero decirte unas cuantas cosas antes que empieces a leer: Este fanfic es un proyecto al que le tengo mucho cariño, es algo muy personal y que me ayudó a darme cuenta de cosas que no sabía sobre mí. Ha tardado mucho en ver la luz, bastante tiempo pasó antes de que comenzara a transcribir y a animarme a ponerlo ante tus ojos; así que quiero que disfrutes leyendo tal como yo lo hice dándole vida, mi querido lector. Espero haber puesto en él el esfuerzo que te mereces y de antemano te agradezco por haber dado clic ahí donde decía:
"La Vida luego de una Vida"
Por Galdor Ciryatan
Capítulo 1.- Cicatrices vivas
Sentía que el miedo le azotaba implacable cada fibra de su ser, como un sueño recurrente, como una pesadilla más bien… Y esa noche, así como muchas otras en la vida de Kadaj, el sueño intranquilo tenía el nombre de un ángel: Sephiroth. Para no variar, en esa ocasión estaba solo —o al menos se sentía solo en la habitación a oscuras— y se removía entre las mantas de su cama al tiempo que el sudor frío le arañaba la espina. Sentía y pensaba que la pesadilla era completamente real, creía que en verdad las piernas le temblaban y los músculos le punzaban horriblemente por el dolor de una batalla perdida. Pero eso era solamente lo que alcanzaba a percibir en el instante, y es que no comprendía. De verdad que no lo hacía.
Estaba consiente y al tanto de lo que, en su sueño, estaba pasando, mas parte de su memoria se había esfumado desde aquel día de la batalla contra Cloud y eso le privaba de entender la razón y el por qué de sus pesadillas. A decir verdad, Kadaj había llegado a acostumbrarse a ellas dentro de la medida de lo posible mas no terminaba de entender por qué las sombras de Sephiroth y Jenova continuaban inquietándolo.
Un jadeo afloró de sus labios en plena pesadilla, justo en el momento en que todo el letargo se hacía más confuso y agonizante, y entonces…
Una cuerda se reventó… En la realidad, una cuerda de guitarra se reventó.
— Cielo Santo— masculló quien compartía el cuarto con Kadaj. Ya era la segunda vez que una cuerda se rompía.
El joven de cabello plateado abrió los ojos de golpe ante el sonido poco armonioso que lo rescató del sueño; sus pupilas se dilataron y la oscuridad se hizo más amena.
— ¿E… Estás ahí? — balbuceó Kadaj todavía un tanto aturdido por la pesadilla.
— Sí. Aquí— le respondió y reconfortó una voz familiar.
Kadaj giró medio cuerpo y, ahí, a sus espaldas, estaba él, sentado sobre la cama y con la guitarra entre sus brazos.
— ¿Otra pesadilla? — le preguntó.
El joven suspiró y se dejó caer en la almohada. La respuesta era más que obvia.
— Sí— y el sonido de la palabra tembló en su garganta y terminó por ahogarse en la noche. Todavía le sudaba el cuerpo y tenía el cabello revuelto… ¿Por qué, después de tanto tiempo, seguía soñando con Sephiroth y Jenova? Había iniciado una nueva forma de llevar su vida pero ese ángel y esa ingrata madre no se iban de sus maltrechos e incompletos recuerdos. ¿Por qué? Bah…
Kadaj se giró hacia su derecha y se cubrió con la manta hasta el cuello.
— Hasta mañana— le dijo el joven a su acompañante. Se disponía a dormir tranquilo ahora porque, generalmente, las pesadillas no eran tan recurrentes en sus noches, no eran los animales parlantes en las fábulas; no solía pensar en Sephiroth o en Jenova dos veces por noche, de eso nada, trataba de olvidar y seguir adelante porque así se lo había enseñado quien esa noche se quejaba de la cuerda rota.
— Duerme bien— habló él y le revolvió aún más el cabello luego de dejar la guitarra a un lado—. Mañana será un día mejor, ya lo verás… Y mañana tendré que comprar otra guitarra— murmuró.
No pasó mucho tiempo para cuando el letargo volvió a adueñarse de Kadaj, y más que nada era porque tenía la certeza de que no se hallaba solo en la habitación y de que no volvería a ser molestado en la tierra de Morfeo… Al menos por esa noche.
oOo
Al día siguiente, con la mente despejada y un bostezo largo, Kadaj se levantó de la cama; miró en derredor y constató que se hallaba en la más pura (pero no incómoda) soledad. Sus cosas no estaban, tampoco la guitarra vieja ni la maleta que él siempre llevaba… De hecho, ni siquiera él mismo estaba, aunque había tenido la gentileza de dejarle a Kadaj un par de prendas de vestir y una nota que rezaba algo así:
"Kadaj,
'Me he llevado nuestras cosas, pero te he dejado algo de ropa. Tuve que salir temprano a entregar una mercancía.
'La deuda por la habitación ya está liquidada pero sal de ahí antes de que te echen a patadas; luego buscaremos otro lugar para quedarnos o nos iremos a otra ciudad. Todo depende.
'Búscame luego del mediodía, más o menos. Hasta pronto…"
Y debajo la firma.
Kadaj miró por la ventana luego de leer la nota. El Sol ya estaba bastante alto.
— Me ha vuelto a dejar dormir hasta tarde— supuso el joven hablando en voz alta para sí mismo, pero luego recapacitó con pasajera indignación—… ¡Me ha vuelto a dejar solo!
oOo En otro lugar oOo
Cloud ya iba por la séptima entrega del día. Con el Sol acercándose a su cenit y el cielo despejado le daba la impresión de que ése sería un lindo día. Además, el negocio de mensajería estaba excelente y últimamente él se encontraba de mejor humor que nunca, las cosas en su vida parecían estar en orden, se respiraba tranquilidad en el aire, tenía una ocupación, vivía bien y, lo más importante, se sentía en paz consigo mismo.
No había nada que le molestara y tenía una familia y trabajo agradables. De medio tiempo (durante el día) era mensajero y a veces la otra mitad (de noche) servía tragos en el bar de Tifa. Y luego estaban sus dos párvulos favoritos, a los cuales a veces desearía poder tener tiempo completo para dedicarles, aunque no siempre le alcanzaban las horas del día (¿24? ¿Qué tanto es eso? ¡Una nimiedad!). En realidad a veces era un poco desgastante todo el trabajo y responsabilidades que tenía, pero, ¿qué podía hacer? ¿Cambiar de profesión y familia y regresar a lo de antes? Nah, de eso nada, mejor se quedaba a preparar margaritas, a entregar mensajes y a jugar con Denzel y Marlene.
De verdad, tenía la franca impresión de que el día sería encantador.
oOo De vuelta con Kadaj oOo
No es que su vida se hubiese vuelto monótona, pero caminar solo por las calles de una ciudad (conocida o no) le era ya algo muy familiar a Kadaj. Él siempre le decía "Búscame a tales horas"pero rara vez le indicaba dónde, por lo que el joven de ojos verdes solía vagar un buen rato hasta encontrarle, y terminaba haciéndolo porque era inteligente y conocía el tipo de lugares que frecuentaba él. De todas formas, se suponía que estar solo y despejar la mente con una buena caminata le hacía bien de vez en cuando. No se quejaba, sólo caminaba.
Andaba sin rumbo hacia el mediodía.
Pasó junto a una pequeña plaza y su mirada distraída fue a dar hasta la fuente de piedra en la que un par de niños jugaban. Aminoró el paso inconscientemente y los escrutó por momentos, apreciando su infantil juego, sus gestos alegres, la forma en que él le hablaba a ella, sus facciones tan parecidas…
"Son hermanos" se dijo. Saber si aquel pensamiento era verdad o no, se encontraba fuera de su alcance. Quizás fuese fruto de su frustración, mas, a sus ojos, parecían hermanos de verdad.
Y es que ahora Kadaj se sentía un tanto nostálgico y con el pecho oprimido; estaban en Edge —hacía tiempo que no pasaban por esa ciudad— y no lograba arrancar el doloroso recuerdo de sus hermanos de su mente. A ellos los podía rememorar casi perfectamente bien, tenía las memorias sobre Loz y Yazoo intactas hasta cierto punto; lo que hacía que los extrañara todavía más.
Siempre habían estado juntos para todo, por todo, y nunca se hallaban indispuestos a ayudarse. Yazoo y Loz había sido una verdadera familia para Kadaj, y cuando despertó aquél día en un lugar que no era precisamente la Corriente Vital ni el Cielo o el Infierno y no vio a sus hermanos ahí, se sintió…incompleto.
Los echaba de menos y no entendía por qué él seguía vivo después de lo ocurrido y ellos estaban perdidos en algún punto del mundo. Nunca supo qué había sido de ellos, lo cual no evitaba que siguiera extrañándolos triste y patéticamente. Los quería de vuelta, demonios, pero estaba por completo atado a la pared a este respecto.
Frunció el seño y aceleró la marcha dejando atrás a los niños que jugaban. Qué rabia, ¡cuánto extrañaba a sus hermanos! Pero viendo el lado amable, la dulce y huidiza cara de la vida, al menos tenía alguien que tomara cuidados por él, que había sido el primer rosto que vio luego de despertar desconcertado y solo, que viajaba con él cada día de su existencia, que le había enseñado que podía tener una nueva vida si se lo proponía y que, igual de importante, le había puesto una guitarra en las manos.
Él opinaba que Kadaj podía (y debía) seguir adelante y que, además, no podía estar sin oficio ni beneficio, por lo que además de arrastrarlo en su errante marcha por el mundo le enseñaba a tocar la guitarra.
— "Digamos que, de momento, enseñarte guitarra nos ayudará a que ocupes tu tiempo en algo" — le había dicho en una ocasión a Kadaj. Pero el susodicho "momento" se había extendido meses y meses al punto de que a la fecha el joven continuaba siendo enseñado en el instrumento. No es que fuese un fracaso y no pudiera aprender en tanto tiempo, pero había encontrado en la guitarra la manera de matar sanamente el tiempo y mantenerse ocupado. Claro que cuando las cuerdas se rompían… Bueno, eso era punto y aparte.
Sonrió imperceptiblemente al recordar la primera vez que acarició las cuerdas frías mientras él le decía cómo sostener el instrumento. No todo había sido tan malo desde que despertó a su nueva vida; había pesadillas y dolor en la misma cantidad que risas y satisfacción. Era un equilibrio precario, pero se mantenía.
Siguió caminando varias cuadras sin rumbo fijo hasta llegar a una calle en la que más gente se movía sobre las aceras; iban y venían, caminaban y trotaban. Entonces él prefirió dar media vuelta y buscar otro camino menos concurrido. Siempre cuidaba de mantenerse lejos de lugares con mucha gente, sobre todo siendo el lugar Edge ya que no le convenía en sobremanera que alguien lo reconociera y (una de dos fabulosas opciones): a) El pánico surgiera como loco; b) apareciera espontáneamente la brillante idea colectiva de que sería bonito linchar a la Marioneta de Jenova…
¡Cielo Santo! ¡Cómo odiaba que lo llamaran así! En alguna ocasión había escuchado que se referían a él de esa forma y la sangre le hirvió en las venas hasta que llegó el invierno.
Igualmente por eso caminaba con la mirada algo abajo, para que no lo reconocieran —aunque con el paso del tiempo aprendería a hacerse descuidado en ese aspecto— y todo mundo lo señalara como el individuo frustrado en busca de su madre que algún día fue. También llevaba el cuello de una gabardina negra arriba y una boina de igual color bajo la cual ocultaba la mayor parte de su cabello. Precauciones que nunca estaban de más.
En fin, lo único que quizás podría delatar su identidad (o al menos lo peculiar que era como persona) eran sus ojos, pero trataba de ocultarlos de la mirada de quienes pasaban a su lado en la acera. Aún los tenía ambiguos, atemorizantes a ratos (cuando se enfadaba) o que reflejaban su total desconcierto ante situaciones nuevas con una claridad vertiginosa… Y quizás eso nunca cambiaría. Era él, era Kadaj, era la Marioneta de Jenova. Y no podía arrancarse la piel y conseguir una nueva.
Como sea, se olvidó un poco de sí mismo y volvió a pensar en sus dos hermanos mientras el tiempo seguía caminando con parsimonia.
oOo Servicio de Mensajería Strife oOo
Si bien Cloud hacía todas las entregas, Tifa también tenía su trabajo, a veces demasiado (a su humilde parecer), porque entre administrar la mensajería y el bar, lavar caballitos y copas por montones y cuidar de Marlene y Denzel el tiempo se le iba. Estaba considerando la opción de contratar un empleado, ¿por qué no? Un saca-borrachos no le haría mal al negocio, tal vez hasta una persona que hiciera las entregas con de Cloud, quizás alguien que ayudara a cuidar de los niños… Lo que fuera pero que contribuyera a que su tiempo no estuviese completamente lleno de margaritas o vampiritos, de mensajes y paquetes, de "Denzel, cepíllate los dientes" o "Marlene, recoge tus crayones"…
Mientras pensaba en ello un cliente entró, venía a dejar dos paquetes; era un hombre alto, de cabello bermejo, corto en la nuca y largo al frente que dejaba caer sobre su rostro, tenía una expresión serena y, allende, traía gafas oscuras. Le dedicó una amplia sonrisa a Tifa y le dijo "Buenos días".
Al tiempo que ella lo atendía, Cloud llegó. El rubio portaba ropa oscura que realzaba la palidez de su piel y al mismo tiempo el agradable color de su cabello. Ese día, una expresión un tanto seria pero también amena colgaba de sus labios.
— Terminé mis entregas— declaró. Al decir "mis" en verdad quería decir "las" porque indudablemente era el único repartidor—, ¿tienes más?
Tifa dudó un momento, miró el reloj y luego el par de paquetes del cliente que acababa de llegar.
— No. Creo que sólo estos dos…y además ya casi es la una— luego se dirigió al hombre de cabello bermejo: — Cerramos al mediodía— le explicó.
— Entiendo— y volvió a sonreírle de una manera que parecía, francamente, encantadora, lo cual animaba mucho a Tifa. Por regla general, le ponía de muy buen humor ver gestos de alegría en la gente; se le contagiaban—. La verdad no es nada urgente. Podría entregarlos yo pero tengo otras cosas que hacer.
Tifa asintió y volvió la mirada hacia Cloud.
— Entrégalos más tarde y quédate a comer. Le dije a Marlene que tal vez hoy sí estaríamos todos juntos…
Cloud y Tifa cruzaron algunas palabras más entretanto el hombre observaba con curiosidad al rubio; le resultaba ajenamente familiar, como cuando ves algún famoso en la TV y luego te lo topas en vivo y en directo pero sin reconocerlo del todo. Si la mujer hubiese llamado a Cloud por su nombre o el bermejo se hubiese fijado en el nombre del establecimiento ("Servicio de Mensajería Strife") lo habría reconocido de inmediato como el hombre que tenía el record de derrotas hacia Sephiroth. Mas no lo hizo.
— Está bien— acordó Cloud con Tifa—, sólo salgo a estacionar la motocicleta, la dejé sobre la acera frente a la puerta.
Y salió.
No parecía el preludio de una gran conmoción.
oOo De vuelta con Kadaj oOo
Otra cosa que también extrañaba mucho eran las peleas —en el buen sentido de la palabra, si es que lo tiene—. Solía pelear mucho con sus hermanos, pero para ellos era un juego, una actividad más en la larga lista de cosas que hacían juntos. Lamentablemente para Kadaj, gran parte de las veces perdía. Yazoo y Loz tenían la odiosa costumbre de aliarse en su contra para molestarlo; sin mencionar el hecho de que era el menor de los tres. No obstante, eso le había hecho ser más fuerte… Una cosa más que agradecerle a sus hermanos… Una cosa más para extrañarlos.
Pero debía dejar de pensar en el pasado con tristeza. Ya pasaba de mediodía y tenía que buscar a alguien. Se arregló la boina y los mechones que de ella escapaban como luz de Luna, apretó el paso y en su mente empezó a tararear una canción, la primera que había aprendido a tocar y que todavía recordaba.
Tal vez y ése iba a ser un día mejor que ayer… Tal vez y no.
Tendría que vivirlo para saber.
oOo Continuará oOo
Notas.- Sí, bueno, hay algunas cuestiones que quizás es conveniente puntualizar: Kadaj ha perdido parte de su memoria; Marlene vive con Tifa, Cloud y Denzel (¿Por qué? Digamos que ha sido culpa mía por completo; no conocía bien FF cuando ya me había puesto a escribir como poseso. Suprimamos a Barret, ¿vale? Y digamos que esto es como una especie de AU); y un personaje del que no sabes mucho, ni siquiera su nombre, acompaña a la Marioneta. Para el próximo capítulo quizás averigües más cosas, por el momento, me despido.
Oh, una última cuestión, pido disculpas si este capítulo parece algo disperso. Ahora que lo pienso, luce más bien como un vago prólogo, he he.
En fin, nos veremos luego.
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Galdor
