Libum
Le acarició la cabeza, pensando en su madre flemática, inclinada sobre el solitario o el tablero de ajedrez, jugando consigo misma, cubierta por joyas y sombreros con flores. Jamás mirándolo.
-No dejes solos a los gatitos jamás, Bo, ¿vale?-Le dijo colocando los dedos índice y corazón sobre su cuello.-Eres ahora como su…-"mamá" hubiera querido decir, pero sus mejillas se hubiesen teñido de rojo y sería toda una vergüenza que El señor de los Ladrones actuara con el sentimentalismo de una niña de kinder garden-…hermano mayor.
-Próspero siempre me cuidó bien.-Comentó el más niño de los dos, que no eran adolescentes aún siquiera. El aguijón de culpa le llegó a Escipión, al recordar al otro muchacho que recogió de la calle, más que nada porque sugerir quedarse solamente con el más pequeño que llevaba de la mano probablemente le hubiese valido un golpe que le habría costado esquivar.
