Bueno, aquí algo decente -digo yo- de esta pareja que tanto me encanta, me lo dedico a mi misma :B, ahaha, es que desde hace algunos años que quería escribir algo de este estilo y justamente hoy, en menos de dos minutos, he escrito esto, espero les guste y dejen comentarios, de verdad los aprecio.


Infantil

Él era una persona segura de sí mismo. Pocas veces en su vida había dudado de su propia capacidad y en esas contadas, casi inexistentes, inseguridades que pudo haber tenido muchos años atrás ya habían quedado en el pasado; enterradas y olvidadas.

Miró una vez más de forma amenazadora a aquel traidor, aquel ser vivo que le hubiera jurado fidelidad anteriormente y ahora, con todo descaro y frente a él, restregaba su rostro contra las suaves y tersas piernas femeninas de su novia. Mascullo entre dientes, maldiciendo en el proceso a la chica esta vez, traidores ambos, traidores y mil veces traidores.

- Ryoma-kun -parpadeó confundida al ver a su novio como estatua, parado ahí sin hacer nada- ¿Qué sucede? Siéntate a mi lado.

Claro, ahora le sonreía de aquella forma tierna, provocando sentimientos en él que solo ella podía causar.

- No sé, Ryuuzaki -ignoró la mirada confundida de la chica, al ver que era llamada como tiempos anteriores; por su apellido- Pareces mas cómoda con él en tus piernas.

Los segundos pasaron, las mejillas de Sakuno se tornaron de aquel característico en ella tono rosado, el chico no pudo evitar sentirse realmente estúpido y malhumorado cuando la fresca risa de la joven alcanzó sus oídos.

- Ryoma-kun, acaso estás... -trató de contener la carcajada tapando ligeramente sus labios con una de sus manos al ver el entrecejo fruncido del chico- ¿Celoso de Karupin?

De nuevo las risas escaparon de los labios femeninos y el joven Echizen se dio la vuelta, no dispuesto a soportar tanto descaro y humillación.

- Oh, por favor, no seas infantil -se levantó del cómodo sofá y abrazo al chico por la espalda, como solía hacer cuando este se molestaba-

- Hum... -monosílabos, siempre buena escapatoria cuando no quería humillarse más-

- Yo no sería capaz de serte... infiel -no pudo evitar hacer una ligera pausa ante las ocurrencias de su novio- Y muchos menos con un gato.

Bueno, si lo ponía así, tenía mucho sentido.

Un maullido captó la atención de la castaña haciéndola mirar hacia el sonido. Ryoma soltó un gruñido de descontento girándose en el acto para tomar posesión de los suaves y carnosos labios, sacándole un gemido de sorpresa y gusto. Él sonrió contra los labios femeninos, lanzándole una mirada victoriosa al felino que aún descansaba en aquel sofá y le devolvía una mirada indiferente a cambio...

La batalla sólo había comenzado.