"Esta Historia Participa En El I Fest Del Foro La Noble Y Ancestral Casa De Los Black"

Prompt#80

Pair: Sirius Black/ Draco Malfoy

Disclaimer: Nada de esto me pertenece, todo es de J.K. Rowling y la Warner Bros.

Advertencia: Es un WI (que pasaría si Voldemort no hubiera existido), con contenido SLASH (relación Chico /chico), lenguaje subido de tono, Shota y Lemon, estáis advertidos.

Titilo: "Tenías Que Ser Tu"

Notas de la autora: Espero que este fic sea de su agrado! es la primera vez que escribo sobre esta parejita linda~


Capítulo 1

-¿Es enserio Sirius? ¿Ese es tu regalo?- dijo Lily colocando sus manos sobre su cadera mostrando un ceño bastante más fruncido del que cualquiera esperaría.

-Por supuesto Lily, que Harry se merece lo mejor- dijo jovial mirando a su querido ahijado volando emocionado sobre su nueva escoba de juguete, única en su tipo, mandada a hacer basándose en el prototipo que el mismo hizo, era bastante aerodinámica y con una velocidad mucho mayor de las permitidas para un niño de 6 años; ideal para su cachorro.

Harry reía de lo lindo, mientras James lo vitoreaba a viva voz, siendo reprendido por una extremadamente preocupada Lily Potter que temía que se elevaba demasiado alto.

-¡Pero si es sólo un niño, esa cosa es peligrosa!- Dijo sintiéndose segura solo cuando Harry volvió al suelo. A veces no entendía cómo podía ser tan irresponsable, ni como ella seguía tolerando al mejor amigo de su marido.

-¡Gracias padrino!- exclamó Harry saltando a su regazo- ¡eres el mejor!-

-De nada cachorro- dijo estrechándolo mientras le daba vueltas.

-Esta vez te lucirse Paddy- exaltó James palmeando su hombro, pero cuando los ojos verdes de Lily se clavaron en su espalda, detuvo su exclamación al instante -aunque... creo que debiste de comprar algo más seguro...- dijo como que no quiere la cosa pues para él, si fue el regalo perfecto.

-Oh por favor Prongs que Harry es mi ahijado y tengo todo el derecho a mimarlo y malcriarlo como se me dé la gana- dijo alborotando los cabellos del chiquillo que reía ante las múltiples caras y gestos que le hacía.

-Pero no a tal extremo- Remus trataba con mucho esfuerzo de amenizar el tenso ambiente –feliz cumpleaños Harry- dijo extendiéndole un pequeño regalo envuelto en colorido papel rojo y azul. Como parecía que el ánimo de Lily no regresaba a "estado amistoso", decidió una manobra evasiva para salvar el trasero de Sirius que corría peligro por varios crucius de Lily -Bueno, creo que es hora de irnos Sirius…- dijo señalándole la salida.

El de ojos como la tormenta hizo un puchero, pero accedió a obedecer despidiéndose de todos con una firme promesa que regresaría para ver volar a Harry.

-Espero que me manden pastel ¿eh?-

-¡Claro que sí!- exclamó Harry sonriendo -y gracias Moony por el libro de dragones-

Ambos despidiéndose con la mano, salieron del Valle de Godric.


-Sirius… ¿puedes explicarme porque no me dijiste que le regalarías esa escoba costosa a Harry?-

-Porque era una sorpresa Moony, tan simple como eso- dijo colocando sus manos tras su cabeza.

-Pero fue excesivo… lo cual me recuerda otra cosa- el animago arqueó una ceja -¿Puedes explicarme que es esta cosa?- dijo mostrando su muñeca en la que traía un costoso reloj y Sirius sonrió.

-Obviamente es un reloj Moony ¿no me digas que te faltan lentes? porque tendré que decirle al buen Prongs que te dé un par ya que, aquí entre nos, se de buena fuente que tiene todo un cajón con repuestos- le guiñó el ojo pero el otro hombre no le contestó.

-Ya te he dicho que dejes de derrochar el dinero a diestra y siniestra…- conocía ese tono y solo rodó los ojos. Y ahí iba la cantaleta regañona.

-Pero si es ti o alguien a quien quiero ¿qué tiene de malo?- dijo sin comprender ya que ¿de qué le servía haber heredado toda su fortuna si no la podría gastar como le viniera en gana?

-Porque no es algo útil-

-Claro que sí, te da la hora-

-¿Puedes ser serio por una sola vez?- dijo cruzándose de brazos. Era discusión de nunca acabar y por mas gastado que estuviera el tema, siempre regresaban a él sin falta.

-Siempre soy Sirius- Remus torció la boca y lo miró con una advertencia en sus ojos -ok, está bien, seriedad absoluta, Aunque no entiendo porque te molesta tanto que gaste el dinero...-

-Porque no es tuyo, es de tu familia-

Sirius abrió la boca pero la cerró al instante. Siempre le repateaba que le remarcara aquello, ya que bien había cobrado cada galeón con la madre que le tocó.

-Ya deja de ser amargado Remsie. Si te arrugas no sé cómo lidiarás con los celos indescriptibles que tendrás por que se me lanzarán como fieras- dijo seriamente, cambiando de tema drásticamente.

Remus abatido suspiró.

-¿Cómo es posible si tú también te arrugarás?- contestó siguiéndole el juego.

-Claro que no, los Black no nos arrugamos- dijo campante besando su nariz -entonces ¿me perdonas por gastar mi dinero en ti?- dijo rodeando sus brazos alrededor de su cintura.

-Tal vez… pero no quiero mucha extravagancia Sirius, lo digo enserio... algo sencillo- dijo casi suplicante. Como ansiaba darle entender que él no necesitaba tanto ostentosidad ni lujo en exceso, un carro último modelo o un yate como el que compró el mes anterior… simplemente con buen trato y su refrescante sonrisa era suficiente.

-Muy bien- dijo besándolo. Pareciera que la discusión había finalizado y menos mal porque ya no tenía ganas de lidiar con un Remus gruñón -¡ahora, vamos a una fiesta!- dijo tirando del brazo del castaño, quien sintiendo que Sirius no había aprendido nada, rodó los ojos dejándose llevar.

-OoO-6 años después -OoO-

Siempre había estado con Remus desde que tenía memoria. Siempre su confiable y leal compañero, tan dulce y astuto, con tanta delicadeza que era imposible no pensar en protegerle.

Desde los once años juntos, desde los quince como pareja, para que en lo que pareciera que fue un instante, Remus simplemente le dijera adiós. Adiós a sus besos, a sus caricias, a las largas tarde que pasaban abrazados viendo una película muggle o simplemente charlando durante horas cuando coincidían en el descanso del trabajo.

"Pareciera que fue apenas ayer que pasó…" pensó descorchando una botella de whisky mientras se paseaba por los desiertos pasillos del 12 de Grimmauld Place.

"Eres un gran hombre" fue lo que le dijo "pero no has madurado a pesar de los años y ya no puedo más…"

Si realmente era un gran hombre entonces ¿porque lo dejó ir? Si todo lo que no es, Remus lo era por los dos, completándolo perfectamente.

-Maldición Sirius esto es una pocilga- exclamó Lily cubriendo su nariz. Ni los había escuchado entrar.

James miraba a su amigo horrorizado como si no lo reconociera. Sabía que no estaba llevando bien las cosas desde que hacía casi 2 meses que Remus se había ido, pero, pensó que tal vez dejándole solo para asimilarlo le ayudaría… pero se había equivocado.

-Bienvenidos al Sirius Inn, siéntense como en casa- dijo a modo de burla haciendo una reverencia – aunque si vienes a sermonearme, allá está la salida…-

-¿Estas borracho?- pronunció cuando lo vio que se iba de lado.

-No… pero creo que con esta si- dijo dándole un trago a su whisky de fuego.

- Harry y nosotros estamos preocupados por ti Sirius… no puedes seguir así-

-No deberían, estoy súper bien ¿no se nota?- dijo dejándose caer en su sillón mientras encendía su televisor adaptado. Estaba casi seguro que su madre Walburga se estaba retorciendo en su tumba ante tal aparato muggle invadiendo su preciada casa y eso extrañamente le daba un placer insano.

-La verdad no... Parece que hubiera un animal muerto por ahí… ¿desde cuándo no te bañas?- dijo Lily levantando del suelo lo que parecía una ¿cascara de plátano? No tenía idea, pero con un movimiento de varita acomodó lo que pudo.

-Hace un par de días… tal vez era un lunes...- no consideraba que hubiera problema alguno, pues estaba seguro que nadie se moría de suciedad, Además no saldría a pasear por ahí y no había peligro que alguien lo viera en ese estado, así que ¿qué importaba?

-Hoy es sábado, Sirius…- dijo James sentándose a su lado.

-Creo que ya es hora de que aceptes que Remus no volverá... te dio muchos ultimátum y no quisiste hacer nada...- dijo secamente Lily, sabía que si lo sacudía de una forma brusca tendría que reaccionar y salir del hoyo que había cavado alrededor suyo.

-La plática motivacional fue la semana pasada, lo siento Lily, pero llegas tarde-

Nada podría ayudarle en ese punto. Así que cualquier esfuerzo, estaba de más.

-OoO—2 años después -OoO-

Tras perfumarse y arreglarse el cuello de su camisa nueva, acomodó su rizado cabello de esa alborotada manera que lo hacía lucir de un elegante desorden que siempre conseguía darle el aire rebelde que tanto le gustaba y que en los buenos días le conseguía compañía agradable.

En definitiva todo se veía mejor cuando el sol se ocultaba.

Puede que James estuviera en contra de esos lugares de mala muerte en los que se metía, ponerse como una cuba y despertar en lugares extraños que jamás en su vida vio; puede que el alcohol no fuera la mejor manera de aliviar un corazón herido, pero al menos acallaban un poco el dolor constante.

-Jamás seré lo suficientemente bueno… já- le dijo a su reflejo.

Tal vez estaba siendo demasiado infantil, mucho más de lo que Remus insinuó tiempo atrás; pero estaba vivo, incluso después de esa bola curva que le lanzó el hombre que siempre pensó que sería con el cual compartiría el resto de su vida… pero, en fin, así era la vida.

-Parece que simplemente lo haces para vengarte de alguna forma de él Sirius, Esto debe parar- dijo James tratando de evitar que saliera a tirarse a perder.

-¿Venganza? Si Remus se hizo un coctel con mis sentimientos y lo aderezó con mi alma y corazón. No entiendo porque me vengaría…- dijo saliendo sin mirar atrás.

¿Estaba jodido? Probablemente. 2 años y seguía arrastrándose de la misma manera lamentable, aunque a ratos parecía seguir siendo el hombre divertido y alegre de siempre, por dentro siempre se sentía morir.

-OoO-1 año después -OoO-

-Ya me tengo que ir- le dijo James a su lado hablando por encima de la estruendosa música thrash que envolvía el oscuro ambiente. En las últimas semanas, siempre que podía acompañaba a Sirius para que no hiciera algo de lo que después de arrepentiría.

Aunque parecía que lento, pero seguro se iba recuperando, el problema con la bebida iba en una carrera loca y temía seriamente por su salud y su empleo que pendía de un hilo. Dándole un último trago a su bebida se levantó del banquillo.

-Tantas oportunidades, mi buen amigo- dijo palmeando su hombro con jovialidad –tantas oportunidad que se perderán- dijo inclinando su codo hasta el fondo.

-Por supuesto, pero tendré que pasar, Harry está de regreso y tenemos planeado para mañana ir a ver a los aburridos muggle, digo a la hermana de Lily y su familia- Sirius hizo una mueca -Así que no me puedo desvelar contigo-

-Bueno, que te diviertas- dijo jocoso sabiendo cuanto le repateaba la familia Dursley con su apatía y horror hacia las cosas mágicas -Dile a Harry que cuando regresen lo llevó a donde él quiera que el padrino del siglo invita-

-Considéralo hecho, a Harry le encantará- se despidieron y Sirius decidió quedarse un rato más. Aunque no estaba lo suficientemente perdido y faltaban mínimo 3 botellas para eso, no veía alguien con quien tontear en divertidas pláticas, así que con un leve mareo se dirigió al bartender.

-Dame otro igual- el hombre enseguida se acomidió.

Recargando su cabeza sobre la mesa fijo su vista hacia la puerta. Una pareja joven entró, parecían muy alegres riendo a carcajadas, sosteniéndose el uno del otro como si fuese lo más divertido del mundo no caer y casi sintió envidia pues parecía que en los últimos años por más bebida que eligiera el éxtasis no llegaba.

Un hombre casi tan solitario como él, de unos treinta y tantos que casi cubría toda la puerta entró directamente hacia una de las mesas desocupadas del lugar, dejando ver casi al instante algo que captó su atención.

Un chiquillo con paso distinguido y espalda erguida que era imposible que pasara desapercibido. Su cabello lacio caía desordenado sobre su frente, dejando ver unos brillantes ojos grises que eran resaltados con un oscuro delineado bajo de ellos, miraba a todos lados, como analizando lo que había frente a él.

Aunque se veía relajado, se notaba que no pisaba lugares de mala vida como aquel.

Como si aquello no fuera suficiente, la entallada ropa negra dejaba entrever una alabastrina piel que parecía surreal, como la tela lo envolvía en su tan estrecha cintura, esas piernas largas, ese respingón trasero y demás puntos tan estratégicos que tragar saliva simplemente era imposible.

Al parecer no era el único que estaba devorando con la mirada a aquel peculiar chico, que era demasiado joven para andar por esos rumbos, por ende una rara gema en ese recinto de depredadores.

Cuando menos lo pensó ya estaba en su dirección.

-¿Se te perdió algo, bonito?- preguntó recargándose contra la pared evitando que siguiera avanzando y que alguien de los espectadores hiciera un movimiento en falso.

Los ojos grises de abrieron y parpadeó varias veces mirándole de arriba a abajo. Como si tuviera sus reservas, mordió nerviosamente su labio inferior.

Ese bendito gesto que lo hacía lucir tan inocente e indefenso, lo volvió loco.

-No se… tal vez… y creo que podrías ayudarme…-

Probablemente la desinhibición del alcohol fue la que instó a hacer lo que hizo a continuación y el libido encerrado en su jaula de oro durante esos años encontró la llave de su condena obligándolo a prácticamente abalanzarse sobre ese tierno cuerpo que tembló cuando sus labios se tocaron.

Ese agresivo ósculo que lo encendió al instante, con caricias fieras se aferró sin separarse ni medio centímetro. Sus deliciosos labios se movían acompasados a los suyos, entregándose en el acto con su mismo ahínco.

Sirius no creía posible que un chiquillo pudiera besar así ni mucho menos con tanta determinación que se aferraba de su cuello mientras suspiraba bebiéndose su aliento y metía su lengua en su boca.

Pudo sentir como se enrollaba con la suya y él tampoco pensaba darle tregua, mucho menos ahora que sintió un piercing que rosaba toda su humedad.

-Oh Merlín…- murmuró contra sus labios cuando se separaron.

Las pálidas mejillas estaban teñidas de carmesí y los ojos brillantes solamente lo miraban a él.

El rubio jugueteó con su lengua repasando su labio inferior y sonrió de lado.

-¿Qué es lo que quieres hacer?- y ahí estaba la pregunta del millón.

-Por Circe que podría hacerte infinidad de cosas…- dijo 100% seguro de ello, pero, también en una parte de su cerebro, con una vocecita casi siempre ignorada, se levantaba un dilema con su bandera de moralidad.

"¿Qué hacer?" se preguntó viendo al tan apetecible chico, probablemente de 18 años o menos si se ponía a analizarlo… y el problema no es que dudará si estaba haciendo algo incorrecto, si no que ¿sería capaz de recorrer todo el camino sin arrepentimientos?

-Entonces…- siseó en voz baja pasándole lentamente sus delgados brazos por el cuello -¿Qué te detiene?-


Como solía pasarle a las personas en ciertas encrucijadas de la vida, decidió arriesgarse en esa oportunidad que sabía que solamente sucedía uno o tal vez dos en tu vida y mandó todo al carajo de mano del chico de ojos grises que aunque se notaba a leguas que no sabía lo que hacía pues con torpes movimientos trataba de desvestirle entre besos y caricias mientras se dirigían en dirección de la salida.

Agradecía que los moteles de la zona estuviera a cada esquina esperando constantes que algo bueno pasará; aunque la verdad, no supo a ciencia cierta cono llegaron a la habitación, porque el chiquillo prácticamente se pegó a su boca en el lobby, rodeándolo con esas Oh tan largas piernas.

Su cuerpo vibró cuando exploró el interior de su entallada camisa, rasgándola por la excitación y la desesperación que sentía por sentir su calidez desnuda en esa piel tan suave que respondía tan plácidamente a sus caricias, que su cabeza nublada por el alcohol se despejada a momentos solo para escuchar más de esos dulces jadeos.

Contra la cama lo empujó deshaciéndose de sus Oh tan ajustados jeans que parecían más una segunda piel que otra cosa. Tal vez no tendría gran delicadeza pues su miembro exigía atención después de su largo sueño, y parecía atento a la acción que estaba por presentarse.

La imagen lánguida de su pequeño amante con las mejillas arreboladas y los labios enrojecidos, mirándole, su esbelto cuerpo desnudo sobre las ásperas sabanas de lino era tan apetecible que apenas y le dio freno a su lujuria para prepararlo no tan gentilmente.

El chico comenzó a gemir incontrolablemente mientras se retorcía, ansiando por más, sus labios pronunciaban palabras inteligibles, en un sensual siseo que lo enloquecía. Acarició un poco sus delicadas piernas levantando una de ellas cuando lo arrastró al borde de la cama. Los ojos grises embriagados de deseo se clavaron en los suyos y con su mano derecha acarició su torso.

Entró en él de una estocada que le supo a gloria, sintiendo la abrumadora calidez invadiéndolo, apresándolo, haciéndole desfallecer casi sintiendo que podía correrse en ese momento.

-Oh mi dios eres tan estrecho...- murmuro contra su frente mientras tenía una perfecta vista del jovencito que contenía sus lágrimas mientras con ambas manos lo apretaba por los hombros.

-N-No te detengas… s-sigue…- pidió con voz entrecortada. Aquello le pareció tan tierno que queriendo aliviar su dolor, besó su frente en una muda promesa de que el dolor menguaría y comenzó a embestirlo.

El choque de sus carnes y el rechinido de la cama hacían ecos en la habitación, siendo sus respiraciones y jadeos la comunicación más larga que tenían. Los largos dedos se enredaban en su cabello y sus labios se deshacían en besos trémulos y ruegos que le pedían por más.

El chico mansamente se dejaba hacer y cambiando nuevamente de posición, lo colocó boca abajo. Las pálidas manos se aferraban a las sabanas mientras Sirius besaba su espalda, apresando sus caderas con firmeza, llegando más adentro, con más fuerza, estimulando su miembro con su mano libre, deleitarnos con sus incontables gemidos.

Terminó dentro de él con un ahogado, y el chico débilmente se dejó caer sobre la cama tras alcanzar su clímax.

Los brazos del rubio se alzaron para jalarlo hacia así y besarlo lentamente. Sus cuerpos sudorosos, junto con sus sonrisas de satisfacción creían que podían darse por bien servidos, pero la noche aún era joven y con sólo encontrarse la diferente gama de gris, ambos supieron que no era suficiente.

La pequeña cómoda, la destartalada mesita, incluso sobre el sillón no dieron tregua alguna.

Cuando Sirius fue a darse un baño, el joven rubio prácticamente salto sobre de él y como no podía decir que no por lo endemoniadamente bien que se sentía, correspondió gustoso la siguiente ronda que siguió hasta el amanecer.

-Gracias… por lo de anoche… me tengo que ir- dijo el chiquillo besando rápidamente sus labios. Ya estaba peinado y arreglado con la ropa de la noche anterior y con asentimiento de cabeza desapareció por el umbral.

Sirius tardó un poco en asimilar aquella súbita desaparición, pero extendiéndose cual estrella de mar sobre la cama sonrió tontamente.

Ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero había sido sensacional.


Tras muchos sueños protagonizados por cierto rubio de increíbles ojos grises, rememorando esa increíble noche donde no tuvo descanso alguno y su pequeño amante se entregó en cuerpo y alma hasta desfallecer y muchas pajas en honor al jovencito desconocido, Sirius se abstuvo de visitar nuevamente aquel bar o cualquier otro.

No es que no ansiara verlo o repetir lo que sea que hubiera sido ese polvo o polvos magistrales, pero, no estaba seguro cómo reaccionaría estando enteramente sobrio; aparte, su vida ya estaba lo suficientemente jodida por el momento, así que quería hacerle el favor al chico sin nombre y no involucrarlo en el caos que tenía.

Habiendo quedado con Harry de verse en la heladería Fortescue, se alistó y estuvo en el lugar cinco minutos antes de lo acordado.

-¡Sirius!- saludó emocionado Harry abrazándolo.

-¡Cachorro!- le correspondió el efusivo abrazo –cuanto tiempo-

-Pero es por tu culpa- reclamó con un mohín infantil –casi nunca tienes tiempo para mi… no sabes lo solitario que es- dijo con fingida molestia.

-Lo siento Harry, pero ya te compensare, lo prometo- los ojos verdes se iluminaron y asintió -¿de qué vas a querer el helado?-

-Quiero del nuevo sabor de melaza, ¿tú de que vas a pedir?- Sirius se lo pensó un poco.

-Creo que de menta y chocolate…- Harry se dispuso a levantarse para ir a ordenar, pero se detuvo para dejarse caer desganado nuevamente sobre su silla.

-Maldición, ahí está el imbécil de Malfoy y su odiosa familia que parece que siempre están oliendo excremento…- dijo Harry con hastío fulminando con la mirada a las personas que entraban.

Aunque Sirius no conocía al susodicho dueño de todo el odio de su ahijado más que en descripción, sabía que era su deber también detestarle y con divertimiento picó a su cachorro.

-Eh Harry, que le dedicas mucho sentimiento a ese Malfito… ¿no estarás confundiendo tu odio con algo más… romántico?- Harry hizo una mueca de asco.

-Sirius ¡muérdete la lengua! ¡Qué horror! Es como si dijeras que todo el odio que le tienes a Snape es porque secretamente te gusta-

-Ahí si ya no juego Harry, que eso si es blasfemia- dijo alejando el escalofrío que eso le causaba –pero bueno, si quieres, iré a enfrentarme con el chiquillo y diré que te teje de molestar-

-No te atrevas Sirius- dijo Harry horrorizado.

Toda la burla desapareció de su semblante cuando vio a escasos centímetros al archienemigo de su ahijado. Era imposible que fuera él, no podía ser él, pero por la impresión casi se atragante cuando lo vio.

-¿Estás bien?- preguntó Harry preocupado palmeando su espalda.

En definitiva era él. Claro que con el cabello recogido hacia atrás y peinado con demasiada gomina y ya ni hablar de la ausencia de las sombras negras bajo los ojos grises… y la ingenuidad había sido remplazada por indiferencia e iba bordeado por nada más y nada menos que Lucius Malfoy y su prima Narcisa…

-Mierda….- pronunció ocultando su rostro entre sus manos. ¿En que se había metido?


Notas finales: Nos vemos dentro de una semana para el siguiente capi! 3