CAPITULO 1
"COMPAÑEROS DE CUARTO"
Desde la última vez que visito Nueva York, la ciudad lucía distinta, todo aún más moderno que antes, pareciera que cada año se renovaba, sin duda el avance tecnológico iba viento en popa y a la par con aquella metrópoli. Caminando sobre la acera, Candy con su maleta a un costado sujeta por su mano derecha, observaba los edificios al mismo tiempo en que veía una hoja de papel.
— «Este debe ser el lugar» - pensó intercalando su mirada entre el alto edificio con las paredes corroídas de lo antiguo que era y la nota de papel.
Esa dirección exacta en donde llegaría, era un sitio que días antes había encontrado un chico que trabajaba con ella como enfermero en el mismo hospital de Chicago, se mudaría en lugar de ella a Nueva York, por un traslado, sin embargo hubo un cambio de planes y al final de cuentas quien se marchó, tuvo que ser Candy.
Por lo cual todo estaba previsto y organizado por Jimmy, él le había indicado que esa era la dirección donde viviría en esa ciudad, así que a Candy le pareció una estupenda idea de que todo estuviera resuelto, aunque no imaginaba lo que encontraría ahí.
Entró al edificio y recorrió las escaleras, hasta llegar al piso donde se encontraba el apartamento, aun dentro el edificio lucía viejo y desgastado de las paredes, ella tenía una llave que Jimmy le había dado, de modo que no fue problema usarla y entrar, como era tarde las luces estaban apagadas.
El interruptor situado a un lado de la puerta fue usado por Candy, en cuanto el apartamento se ilumino, los ojos se le abrieron como platos al ver frente a ella a Terry, quien igual de asombrado que ella la miraba con sus azules y profundos ojos.
Sin emitir palabra alguna Candy permaneció así de enmudecida por unos segundos más, el aliento le estaba faltando, solo por haberlo visto a unos pasos de ella sin explicarse el motivo por el cual se encontraba allí.
— ¡Terry! – expreso asombrada, más bien pasmada de reencontrarlo, luego de tantos años de saber de su paradero solo por fotos en los diarios. Pero eso no era todo, él no solo estaba dentro de su nuevo apartamento, sino andaba vestido con un albornoz y el cabello húmedo, al parecer recientemente se había dado una ducha, pero aun así seguía estático en medio de la sala, sorprendido igual que ella.
— ¡Candy! – respondió él, sin saber que más añadir, también llevaba en su mano una copa de vino, antes de que ella llegará, se propuso tomar un descanso en el sillón principal, que lucía más acogedor que la cama, con las luces apagadas para relajarse mejor.
— ¿Qué haces aquí Terry? – cuestiono ella, aun cubierta de asombro y un tanto avergonzada de presenciar la bochornosa situación en la que se habían encontrado.
— Creo que lo mismo debería preguntar Candy, aunque debo decir también que me alegro de verte, es solo que me sorprende, yo esperaba a un compañero de cuarto, pero el verte a ti, ha sido lo mejor que me ha pasado, siento que no puedo esperar más – sonrió él sin dejar de mirarla ahí tan hermosa, igual de bella que la última vez que la vio en aquella triste despedida.
Habían pasado ya algunos años, luego de su separación en Nueva York, precisamente, el mismo lugar en el cual ahora se encontraban, pero ya nada era igual, a pesar de que su apariencia física era la misma, esta vez ambos eran distintos, adultos, maduros y conscientes de sus acciones.
— ¿esperabas a un compañero? Eso quiere decir que Jimmy… - se quedó pensando Candy, sin alejarse de la puerta, aun parada de espaldas a ella con su maleta firmemente aprisionada entre una de sus manos.
— ¿Jimmy? – la interrumpió él - ¡si, si!, ahora que recuerdo, así se llamaba el compañero de apartamento con el que iba a compartir los gastos, por eso se me hace extraño que en vez de un chico, hayas llegado tú.
— Sin duda cuando lo vea, lo estrangulare, semejante tonto, mira que no me dijo…- decía la rubia entre dientes, intentando disimular su desconcierto, y a la vez felicidad que aún no se atrevía a reconocer, luego de volver a ver a Terry, después de tanto tiempo.
— ¿te disgustó el haberme encontrado de nuevo?, porque de ser así, puedo irme, rentar en otro lado y dejar que vivas… – añadió Terrence un tanto decepcionado de pensar que ella, a lo mejor no tenía la misma perspectiva que él, referente a ese encuentro.
— ¡No, no! – le interrumpió haciendo un gesto de un lado a otro con la mano, por fin dejando a un lado de ella su maleta café y avanzando más cerca de él – para nada, al contrario, me alegra volverte a ver Terry, solo que, estoy muy sorprendida, en verdad no imaginaba que esto sucediera, bueno, debo decir que alguna vez supuse que te encontraría, pero no de esta forma.
El silencio se hizo presente por parte de ambos, ese mismo duro unos segundos, los dos sentían el anhelo de abrazarse, de decirse que se habían extrañado, que pese al tiempo y los caminos que con anterioridad habían tomado sus vidas, aun se seguían amando.
— Yo tampoco Candy, nunca me imaginé volverte a encontrar, menos en mi propio apartamento, creí que para esta instancia, tu estarías con….
— ¿Albert? – interrumpió con interés y él solo bajo la mirada y tomo asiento en uno de los sillones aledaños a la chimenea, la única rustica y vieja chimenea que tenía el apartamento.
— Sí, Albert Ardley, tu esposo, supe que te casaste con él, hace como un año, sé que no es de mi incumbencia, pero me gustaría saber, ¿Por qué ahora no están juntos? – el interrogatorio de Terrence atormento un poco a Candy, la razón por la cual había interrumpido su matrimonio, era por él, por el amor que aún sentía y pese a haberlo intentado, nunca pudo hacer a un lado.
Candy, luego de su separación con Terry, se propuso superar el dolor y continuar su vida, de manera normal, lejos de todo lo que la atormentara, por lo cual poniendo manos a la obra, después también de que Albert la salvará de ese compromiso que le querían imponer con Neal Leagan, ambos se volvieron más unidos, él le ayudo a recuperar su trabajo como enfermera en el hospital de Chicago, logrando así seguir con su sueño de ayudar a las personas.
Inmersa en el mundo de la medicina, creyó poder superar sus tristezas pasadas, en apariencia lo hizo, hasta llegar el punto en que todos le cuestionaban, por qué aún no se daba otra oportunidad en el amor, por lo cual luego de tanto pensarlo, decidió hacer caso a su razón e iniciar una relación sentimental con Albert, que termino en matrimonio, fallido, algo vergonzoso para los Ardley, con lo cual se había ganado aún más el desprecio de la señora Elroy.
Albert era incapaz de odiarla o sentir algún desprecio por ella, las razones por las cuales no se habían entendido como matrimonio, solo ellos las sabían, Candy quería a Albert, sí, pero descubrió que ese sentimiento nunca podría ser amor, por lo cual él al descubrir la melancolía que ella presentaba luego de cada vez que veía las fotos de Terrence en los diarios, tristeza que a pesar de querer ocultar le era imposible hacerlo, Albert decidió darle su libertad y hacerse a un lado, como todo un caballero, sin alegar al respecto, él sabía que debía dejarla ir, era injusto permanecer juntos sin que hubiera un amor de por medio.
— Por cuestiones que no tiene razón hablarlas ahora Terry, ambos tomamos esa decisión y yo determine seguir mi vida como lo hacía antes, sola, haciendo lo que mejor sé hacer que es ayudar al prójimo – exclamo ella comenzando a opacar sus verdes ojos, que ahora perdían el ligero brillo que habían obtenido al verlo – pero considero que yo también debo preguntar lo mismo, ¿Qué pasó contigo, con tu matrimonio?
Terry en sus adentros sonreía al haber escuchado a Candy decir que estaba separada de Albert, eso era maravilloso para él, pareciera que la vida, después de tanto tiempo, los volvía a unir, de una forma tan poco usual e inesperada.
— Susana, ella, falleció Candy – el rostro de la rubia se pasmó al escuchar esa noticia.
— ¿falleció? – cuestiono sorprendida - ¿pero cómo?, nunca me enteré de ese suceso.
— Si fue hace como un año, con exactitud. Luego de que sucediera al poco tiempo, la señora Marlowe comenzó a culparme de su muerte y literalmente destruyo mi carrera, alegando por todos los medios, que por mi culpa se había muerto su hija, también dijo que le robe y muchas otras cosas más, por lo cual simplemente decidí, desistir de todo lo que por derecho me pertenecía, incluso de la parte de la herencia que me había dejado mi padre, opte por darle todo a esa mujer, cederle mis bienes, con tal de no volver a saber de ella, de eso que me atormentaba escuchar, esa culpa que por un momento empecé a creer que en verdad tenía.
Por esos motivos, él ahora vivía en ese deplorable apartamento en Nueva York, trabajando de nueva cuenta en teatros ambulantes, de muy mala reputación, en ocasiones caía en la bebida para olvidar sus penas, sin duda le había sido imposible no regresar a su adicción, más por la situación que atravesaba.
El apartamento, era lo único que había podido comprar con el dinero que le quedo, pero ahora, justo cuando Candy se había aparecido, estaba desempleado, esperanzado en la llegada de Jimmy, quien le pagaría un alquiler por dormir en una de las habitaciones.
— Pero estoy segura que tu no fuiste el culpable de que eso ocurriera Terry, yo creo en ti – añadió ella sentándose por fin a su lado, atreviéndose a posar su mano encima de la de él.
— Gracias Candy, sin duda, esto es como un sueño, el verte aquí frente a mí, de nuevo, es maravilloso – diciéndolo la contemplo girándose para estar frente a ella, con una de sus manos, comenzó por acariciar el rostro terso y pecoso que tanto extrañaba, haciendo a un lado un rebelde riso que se salía del peinado - ¿sabes? sigues igual que como te recordaba, aun permaneces grabada en mi mente Candy.
Sus palabras hicieron tambalear el piso, donde se encontraba Candy, de pronto el sentir ese roce de esa mano sobre su rostro, provocaba choques eléctricos en ella, unos escalofríos intensos invadían cada poro de su piel, que incluso lograron que se sonrojara, al volver a notar que él solo llevaba puesto un albornoz blanco y la imaginación de ella comenzaba a volar, pensando en sí podría estar desnudo debajo de aquella vestimenta, quiso alejarse, pero no pudo.
— Yo también te extrañe Terry, también lo hice – la timidez de Candy floreció al mirarlo tan cercano a ella y presentir esas sensaciones que le causaba su cercanía, ya que en un intento por alejarse de él, fue detenida por la otra mano de Terrence, quien con suavidad la agarro.
El albornoz que traía, se abrió ligeramente al hacer ese movimiento, y ella pudo observar que en efecto estaba desnudo, se ruborizó como un tomate al presenciarlo.
— Disculpa – dijo él al percatarse de lo que ella vio – ni me acordaba que acababa de salir de la ducha, lo siento, como pensé que estaría solo, pues…
— No te preocupes – Candy se paró de donde estaba – creo que deberé buscar algún otro sitio donde quedarme, no quiero…
— ¡no!, por mi está bien que te quedes aquí Candy, en serio, mira ahora no tengo trabajo, pero en eso estoy, de hecho al parecer están buscando algunos actores como dobles en películas nuevas, como fui actor de teatro, seguro me aceptan, quisiera que te quedarás Candy, te lo ruego – le dijo sujetándola de nuevo por la mano, pero ahora parado frente a ella, en medio de la sala, sobre una alfombra de lino.
Candy se la pensó por unos momentos, ya nada los ataba a alguien más, ambos eran de nuevo solteros y volvían a estar juntos, aunque no en realidad juntos, era extraño y difícil de comprender, pero se estaba dando, de nuevo ahí viéndose de frente.
— De acuerdo – accedió asomando una sonrisa, perdiéndose en esos ojazos azules que la miraban con tanta insistencia, sin soltar aun su blanca y suave mano. En parte Candy tenía la esperanza de que Terry hablara de ellos, de sus sentimientos, de sí aun la amaba, de querer recuperar la relación que alguna vez tuvieron, pero hasta ese momento no había emitido palabra al respecto, incluso la hacían suponer que luego de tantos años, y de ahora ser una mujer divorciada, estaba en el olvido para él.
— Excelente – replico.
Terrence, desde luego que no la había olvidado, como podía eso ser posible, si aún la seguía amando, las cenizas de ese amor permanecían latentes en él, el tenerla así tan cerca, le ocasionaba unos enormes deseos de abrazarla, de rodearla entre sus brazos y besarla con pasión, con toda esa pasión que mantenía guardada, solo para ella.
Sabía que sería difícil vivir juntos, estar tan cerca de ella sin poder amarla, él también estaba confuso, ella no parecía tan ilusionada de volver a verlo, más bien parecía fría, el motivo por el cual se había separado de Albert, aún era un misterio para Terrence, así que temía que ella se hubiera enamorado de su ex esposo y ese sentimiento aun lo guardara en su corazón.
Lo que ambos desconocían, era que se seguían amando, sí, con mucha potencia y ahora que eran adultos y habían pasado muchas cosas en la vida, ya no eran los mismos, al menos Candy no era la pequeña inocente e indefensa jovencita, ahora era una mujer, con cualidades, defectos y deseos de ser amada y amar con intensidad.
¡HOLA!, DEJARÉ POR AQUÍ ESTE MINIFIC, SERA DE UNOS CUANTOS CAPÍTULOS, POR QUE TENGO OTRAS HISTORIAS EN CURSO, PERO ESTA VEZ SE ME OCURRIÓ ALGO MÁS PASIONAL, QUIERO QUE LEAN INTENSIDAD, DESEO... JEJEJE, YA QUE COMO SE DAN CUENTA ELLOS FUERON CASADOS, POR AZARES DEL DESTINO SE VOLVIERON A ENCONTRAR, SIENDO DIVORCIADOS, BUENO SOLO CANDY POR QUE TERRY ES VIUDO, JEJEJE... ESPERO LES AGRADE Y ME DEJEN SUS OPINIONES.
GRACIAS.
