Elsa estaba en su habitación encerrada como siempre, estaba a varios centímetros de la ventana contemplando el hermoso paisaje nevado… tal vez hoy podría tocar la ventana, inhaló y exhaló profundamente, levantó una mano y la acerco temerosa al vidrio, de pronto el rítmico sonido de Anna tocando la puerta la interrumpió.
-¿Elsa?- Dijo con voz trémula –Hay una día fantástico afuera, nosotras podríamos… podríamos salir a hacer un muñeco de nieve… -
-Anna- Respondió con un suspiro Elsa – Déjalo, hoy no quiero salir-
-Pero…-
-Ya te dije no Anna- Dijo más rudamente de lo que pretendía –Vete por favor – Dijo esto último con la voz más calmada.
Elsa volvió a dirigir su atención a la ventana, pero ya no distinguía bien el paisaje, sus ojos estaban llorosos, paso el dorso de su mano para limpiar la lagrimas aún no brotadas.
-No demuestres lo hay en tú interior- Murmuró resignada. Entonces algo en el exterior llamó su atención, en medio de toda la nieve blanca se encontraba el manchón de oscuro de una persona con una larga capa negra, para ser concretos era una chica, a la cual no había visto desde hacía meses y cuyo recuerdo se tornaba borroso… y cada vez más. La chica movió su mano para saludarla, pero Elsa simplemente le dio la espalda, a ella tampoco quería herirla, aunque ya casi no recordase quien era.
Mientras que Anna simplemente se había vuelto a resignar, bajó las escaleras y contempló el mismo paisaje de cada día, con las mismas armaduras de siempre en sus aburridos sitios. Suspiró una vez más y se quedó sentada en el último escalón y apoyó su cabeza contra el barandal, posiblemente estuvo horas ahí, pero no se dio cuenta.
Pero repentinamente una figura oscura y sonriente se acercó a ella, era la misma chica que había intentado saludar a Elsa.
-Hola Anna- Dijo la chica animadamente – Estaba deseando verte, a ti y a Elsa, ¿Sabes?, hoy vi a Elsa por su ventana y la saludé pero ella simplemente me ignoró, hace tanto tiempo que no la veo que su imagen ya es borrosa en mi mente- Siguió hablando la chica.
-Ella apenas me habla a mí, nunca quiere salir de su habitación- Replico Anna con un suspiro, más para sí misma que para su compañera.
-Pero… hoy podría salir… yo… yo, tengo algo importante que contarles… a ambas- Insistió desesperada la chica –Es muy importante… yo-
-Basta- Le cortó Anna, estaba triste, deprimida y molesta, todos sus intentos por sacar a Elsa de su encierro habían sido totalmente infructuosos y en un pequeño rinconcillo de su mente le dolía la posibilidad de que Elsa quisiera salir solo por la presencia de persona que la acompañaba –Déjalo, ella no quiere salir, mejor será que te vayas- Continuó bruscamente.
-¡Anna!- Exclamó la chica dolida –Sabes en parte entiendo que estés triste pero esto es importante…- Fue interrumpida.
-Simplemente basta, ¿Cómo puedes decir que me entiendes?- Exclamó dolida la princesa, un torbellino de emociones explotó en su interior y decidió descargarse con la chica encapuchada – NO VEO como puedes entender que tú unica familia te rechace cuando tú nunca has tenido familia-
La chica huérfana sintió que le clavan un puñal, quería llorar, quería golpear y quería gritar… pero no hiso nada simplemente se dio la vuelta y salió corriendo, como si su vida le fuera en ello. Uno de los guardias la vio y decididamente la tomó por la cintura y la hecho fuera del palacio preguntándose como rayos habría entrado.
Anna al ver el rostro de dolor y angustia de su amiga se dio cuenta de lo que había hecho y corrió para pedirle disculpas pero fue muy tarde un guardia del palacio ya la había echado fuera, entonces fue al único lugar donde quería estar. Con su herma.
Tocó la puerta desesperadamente –Elsa por favor ábreme… te necesito- Dicho esto se apoyo contra la puerta y comenzó a sollozar –He hecho algo terrible, por favor Elsa, te necesito-
La chica al otro lado de la puerta se giró bruscamente con intención de ir a ayudar a su hermana cuando su mano estaba a punto de tocar el pomo de la puerta vinieron violentamente a su mente las imágenes de cuando eran pequeñas e hirió a su hermana accidentalmente.
Una y otra vez se repetía la caída. Abatida por la tristeza cayó de rodillas al piso y con mucho esfuerzo logro apoyar su espalda contra la puerta. Estaba triste que desesperada, sus padres habían muerto y ahora se arrepentía de no haber aceptado consuelo… pero había un nombre… una pequeña luz que solía ayudarla cuando estaba triste… ¿Cuál era?
Apoyó su cabeza contra la puerta –Jack Frost- Murmuró –Jack Frost- Pero a diferencia de las otra veces decirlo, solo le causó más dolor.
Años atrás
Elsa estaba escondida tras una puerta y Anna estaba junto a ella, apenas eran unas niñas… igual que la persona a la que observaban, se veía muy pequeñita, porque estaba hecha un ovillo junto a la puerta principal del castillo, estaba llena de tierra como quien ha estado revolcándose en la tierra.
De pronto el Rey se acerca a sus hijas por detrás.
-Sorpresa- dijo de pronto haciendo que las chicas dieran un salto -¿A quien están espiando?-
-Nada… digo ella… digo nosotras… este…- Dijo Anna nerviosa, su padre soltó una carcajada amigable
-¿Por qué mejor no van a saludarla?- dijo con voz amable dándoles unos empujoncitos en la espalda. Las dos niñas cruzaron miradas y con los rostros sonrientes fueron corriendo hacia la niña.
-Hola cómo te llamas- Dijo Anna adelantándose, la pequeña parpadeó somnolienta y se encontró con dos rostros amigables y sonrientes.
-Me llamo Cleissy- Dijo lentamente, Anna y Elsa nuevamente cruzaron miradas intentando pronunciar el nuevo y extraño nombre. Luego de varios y divertidos intentos infructuosos de pronunciar el nombre su nueva amiga, las hermanas fueron interrumpidas
-Pero me pueden decir Issy- Dijo la chica.
-Issy- Repitió Elsa acostumbrándose a la palabra –Me gusta-
-¡Si! a mi también- Concordó Anna – ¿Quieres conocer nuestra habitación?-
-¡Claro!- Dijo Issy dando un saltito de felicidad. Subieron corriendo las escaleras hacia la habitación de las niñas.
-Nuestra habitación tiene un balcón- Dijo Anna empujando unas puertas dobles -¿Elsa puedes hacerlo aquí?- Elsa sabia a que se refería, primero miró a Cleissy y luego a su hermana.
-Esta bien lo haré… ¿Preparada?-
Entretanto en el cielo Jack Frost se paseaba tranquilamente, desde hacía unos días que se sentían un tanto desolado, no sabía que cosa era exactamente pero no se sentía del todo bien, y un dia curioseando entre las cosas de Norte había dado con un portal que lo había llevado a un lugar muy extraño, pero no le importaba, lo disfrutaba, le encantaba la idea de que La Luna le mostrase lugares nuevos y planes nuevos.
De pronto llegó a un castillo enorme del se oía mucho ruido, había un balcón lleno de nieve y tres niñas pequeñas jugando. Miró curioso, no era temporada de nieve, se acercó volando emocionado.
Se detuvo muy cerca de las niñas pero ellas no lo veían, no porque no creyesen en el sino más bien porque estaban concentradas jugando, de pronto las dos niñas más pequeñas chocaron y quedaron semiinconscientes en el piso, entonces la chica mayor, una niñita con el cabello rubio lo vio.
-¡Jack Frost!- Dijo la pequeña Elsa emocionada y fue a abrazarlo, puesto que él se había detenido en el balcón.
-¿Me conoces?- dijo por unos segundos incrédulo- ¿Tú has hecho esto?- Dijo recuperándose de la sorpresa
-Si, siempre lo hago- dijo alegremente Elsa
-Esto es fantástico… ¿Por qué no me muestras un poco más de lo que puedes hacer?- Dijo, haciendo que a la pequeña le brillasen los ojos de alegría.
