Este fan fic, está basado en un sueño que tuve. Espero que les guse, saludos y besos de mi parte.

MariSeverus.

Disclaimer: Nada me pertenece, excepto ideas.


Tenía los ojos cerrados, solo estaba echado en la cama. Exhausto, dormía profundamente. Sus pies colgaban de ella y su túnica de salir, estaba sobre su cuerpo. No se había retirado la ropa. Estaba tan dormido, que ni soñaba. Pero sí lo sintió.

Sintió que acariciaban su cabeza, con delicadeza. No sintió la primera caricia, pero la segunda, insistía en que abriera sus ojos. Se despertó lentamente, ¿Quién podría estar acariciando su cabeza, si vivía solo? Solitario siempre recorría sus caminos. No recordaba haber compartido la habitación alguien, solo estaba allí. Estaba echado en la cama.

- ¡Severus!- de pronto, una alarmada voz le despertó. Estaba solo en una habitación, arropado hasta el cuello. Una brisa fresca, entraba por una ventana abierta. Las cortinas blancas ondeaban en la misma frisa y las flores sobre la mesita de noche, bailaban grácilmente. ¿Estaba en el cielo? ¿Ese era su sueño?

Le ardían las manos, como si miles de brasas le hubiesen caído en ellas por largo tiempo. Se sentía extrañamente vacío, con un sentimiento doloroso, como si miles de piquetes de abejas, se hubiesen posado sobre su cuerpo. Casi no podía ver, pero sentía que algo había sucedido en su vida. Algo muy importante. Cerró los ojos y trató de recordar algo. Solo tenía en mente, el rostro de una pequeña bebita. Tenía alrededor de unos cuatro o cinco años quizá. Corría hacia él, intentaba alcanzarlo. Luego de eso, su mente se mantenía en blanco, como una película vieja. Ladeó la cabeza y observó la silla a su lado.

Había alguien que estaba dormido a su lado. Su cabeza colgaba de su cuello e intentaba mantenerla en una sola posición. Miró con atención y notó, que sostenía una carta entre sus pálidas manos. No sabía quién estaba a su lado, pero parecía que estaba cuidando de él. Intentó moverse, pero desistió en cuanto ese dolor agudo y penetrante, palpitó en sus costillas. Soltó un gemido que despertó a quien estuviera allí, a su lado. Aquella persona, se movió en la silla y colocó sus manos sobre su brazo. Lo pudo sentir y de un momento a otro, tuvo miedo de imaginarse a esa persona.

- No te muevas, Severus- le dijo, con una voz que no sabía si reconocía. Necesitas descansar- dijo y él, seguía manteniendo su mente en revolución. Su mente, en pensamiento.

- ¿Dónde...dónde estoy?

- Estás en el hospital.

- ¿Qué...?

- Estabas muy herido. Por imposición de Dumbledore, te trajimos al hospital. No sabíamos si te recuperarías. Llevas algunos meses inconsciente.

Trató de pensar. Claro, sus recuerdos eran de meses atrás. Alzó su cabeza una vez más, tratando de mirar con atención a la persona que estaba allí con él. Era una mujer. Era Narcisa Malfoy. ¿Qué estaba haciendo Narcisa, en el hospital? ¿Por qué hablaba así de Dumbledore? No entendía qué estaba pasando. Solo sabía, que alguien había acariciado su cabeza y luego, se había despertado. Con la garganta seca y los labios partidos, intentó hablar. Narcisa negó con la cabeza.

- Ha sido terrible, pero al menos estás con vida- le dijo la mujer y Severus no entendía de que estaba hablando- Pero no sé, si ella tenga la misma suerte. Si corra con la misma suerte, que corriste tú. Tampoco él.

Tampoco él. ¿De quién estaba hablando ella? o...¿De quienes?

Severus inspiró y sintió en su pecho, una curiosa sensación. Como si le faltara algo. Sacó su mano de entre las sábanas y la miró. En ella había una especie de magulladora, una pequeña cortada. Con uno de sus dedos, trazó la línea que dirigía aquella cortada. Narcisa contempló, lo que estaba mirando.

- Se que lo necesitabas, lo apreciabas.

- ¿A quién..apreciaba?- preguntó. Él nunca apreció a nadie, él nunca amó a nadie. Él siempre fue...Sí, él solo amó a una persona durante toda su maldita vida y esa persona, eligió un camino distinto.

- ¿No puedes imaginar, de quién estoy hablando?- preguntó la mujer y Snape, negó con la cabeza. Ella miró la carta en sus manos y la guardó en su bolsillo. Severus esperaba respuestas, que nunca llegaron- Solo descansa. Albus vendrá a verte pronto- le confesó, colocando su mano sobre la suya y apretándola gentilmente- Si necesitas algo, solo tienes que avisarme. Iré a dar una vuelta.

No le contestó, no sabía qué decir. La dejó ir y la miró, mientras salía de la habitación. Estaba herido y parecía que con él, se habían perdido dos personas más. Había una "ella" en el relato de Narcisa. ¿De qué se trataba? No pudo pensar más y decidió, cerrar los ojos. Luego de unos segundos, volvió a mirar la pequeña herida en su palma. Acariciándola, sintió algo muy particular. Sintió pequeños deditos, que acariciaban su palma. Todo eso era tan extraño.

- ¿Qué sucedió?- le dijo a la nada y volvió a cerrar sus ojos.

Estando con los ojos cerrados, tuvo un curioso sueño. Estaba sentado en el suelo de un enorme salón. Entre sus piernas había una pequeña niña. Tenía su manita junto a su palma y golpeaba con mucha felicidad. Severus la miraba, en silencio. Se miraba a sí mismo, con aquella pequeña criatura. ¿De quién era? No sabía por qué, pero se le hacía tan familiar.

- Está bien, vamos a dormir- le había dicho y la pequeña alzaba la cabeza, para mirarle- Es tu hora de dormir.

La colocó en la cama y la contempló. Ella sostenía un biberón lleno de leche y alzaba sus pies, en un overol rosa. Los mantenía muy juntos, mientras bebía la leche nocturna. Se tumbó cuidadosamente a su lado y la contempló. Nunca había cuidado a un niño, pero aquella criatura, de casualidad se sentía. Al terminar su leche, soltó el biberón y Severus, lo colocó a un lado. En su mesita de noche. Cobijó a la bebé, que se frotaba los ojos y esperó hasta que se durmiera.

Esperó hasta que se durmiera y luego, luego no supo más.