may wee meet again, princess.


Hola, antes de sumergirte en esta historia, es necesario que leas lo siguiente con atención.

1: Esto no es un long fic.

2: Esta historia es una recopilación de one-shots sobre Bellamy Blake y Clarke Griffin.

3: Ninguna historia está relacionada entre sí, se pueden leer sin orden predeterminado. Eres libre de leer todas las historias o solo la que más te interese.

4: Cada publicación/one shot tendrá un pequeño apartado donde explicaré brevemente lo que vas a encontrar en él.

5: No es necesario decir que toda historia aquí presente es de mi plena autoría.

6: Solo se publicarán las historias que se hallen en el siguiente límite de palabras (500-2000), si se supera el límite (se acerca a las tres mil), se publicará a parte como he ido haciendo hasta ahora.


.

.

.


"this bellarke shit". —Eliza Taylor.


"hay que tomarse la vida y el fandom de The 100 con una sonrisa".


.

.

.


Título: No soy tu almohada

Autor: Angelito Bloodhsherry

Rating: +16

Parings: Clarke & Bellamy.

Sinopsis: "Desde aquí puedo escuchar los engranajes de tu cabeza, princesa. Deja de pensar, ¡y duérmete!"

Disclaimer: Los personajes aquí nombrados no me pertenecen, son de la propiedad de Kass Morgan, del canal estadounidense The CW; de los productores de la serie "The 100"

N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro cualquiera en otra página decidme lo con urgencia. Yo misma me encargaré de ver si es plagio. Miren en mi perfil que páginas tienen permitido la reproducción.


no soy tu almohada

capítulo único

Hacía muchísimo frío esa noche y no había ningún lugar donde refugiarse.

Bellamy y Clarke salieron a buscar provisiones por petición de Kane, que les dejó bastante claro que estaban estorbando en la investigación y no ayudando, horas atrás. Es como si ellos dos, en lugar de ser los que "habían salvado" a su gente en innumerables ocasiones, fueran unos simples críos o eso era lo que parecía cuando todos estuvieron de acuerdo con la decisión de Kane. El consejo de guerra no iba a desaparecer porque ellos dos estuvieron un rato en el exterior. Desde el incidente de ALIE, por llamarlo de alguna forma, los trece clanes se unieron sin necesidad de una asamblea o de peleas, porque había un problema mayor: la tierra iba a morir en unos meses y no había solución aparente, como no sea que alguien creyera en los milagros como la rama fanática de los terrícolas.

Clarke se abrazó a sí misma para entrar en calor mientras esperaba que Bellamy dejara de pelearse con la leña que habían recolectado y encendiera el maldito fuego.

—¡Mierda! —soltó una retahíla de insultos que Clarke no consiguió entender y se metió el dedo en la boca—. Me he cortado.

—¿Qué edad dice que tienes? ¿Cinco años?

—Qué graciosa, haz tú el fuego —la retó enfurruñado—. La leña está húmeda y hace mucho frío, lista.

—Exagerado —no era cierto, en una parte tenía razón, hacía más frío de lo normal, pero supuso que no era nada extraño, estaban en una zona donde el invierno (en el pasado) se hacía notar. Solo esperaba que no se pusiera a never, porque entonces es cuando de verdad tendrían un problema —. Dame, anda.

Bellamy se sentó en el suelo y se frotó las manos para entrar en calor, maldiciendo a Kane y a todo aquel que estuvo de acuerdo en esa búsqueda estúpida, mientras esperaba que Clarke obrara un milagro.

Su enfado iba en aumento, ¿cómo habían podido salir con lo puesto sin pensar en las consecuencias?

—Lo que daría por una manta…

—Cállate —se mordió el labio frustrada, estaba malgastando el tiempo, pues lo único que había conseguido hasta ahora era un pequeño humo, pero no conseguía controlarlo para que el fuego durase. Después de varios intentos, se rindió. Era evidente que iban a tener que dormir a oscuras y en mitad de la nada, agradeció mentalmente que hubieran conseguido mantener la paz con los doce clanes incluso sin Lexa.

—La gran Wanheda ha fallado —se burló entre risas, Clarke le lanzó una mirada asesina—. Eh, tranquila comandante de la muerte, no mates a la única persona que te puede proporcionar un poco de calor.

La broma no tenía una pizca de gracia.

—No me llames así, ¿entendido? —le amenazó medio en broma y medio en serio con uno de los trozos de madera, Bellamy asintió e hizo como si cerrase la boca con una cremallera imaginaria. Clarke apartó la mirada, no porque estuviera cansada de Bellamy, le gustaba estar con él más de lo que quería reconocer, sino porque odiaba que el chico se refiriera a ella como wanheda, ¿cuándo fue la última vez que la llamó "princesa"?

Estuvo a punto de formular la pregunta en voz alta, pero se abstuvo. Era una pregunta innecesaria e iba a quedar como una tonta.

—Clarke —se volvió para mirarle, ya estaba oscureciendo por lo que tardó un segundo en divisar la figura agazapada de Bellamy pegada a un árbol—. Ven aquí, no estaba bromeando. Hay que darnos calor o moriremos congelados y no creo que el mundo nos lo agradezca.

Clarke asintió y se acercó hasta donde estaba Bellamy para sentarse a su lado. No podía dejar de darle vueltas a su anterior pensamiento, había estado a punto de decir una tontería que, aunque podría ser típica de la Clarke que pisó la tierra por primera vez, no venía a cuento después de todo lo que habían vivido y, encima, podía malinterpretarse. ¿Qué iba a decirle a Bellamy, que quería oír su voz pronunciando su antiguo y odiado apodo, en serio? O peor, ¿que echaba de menos la montaña rusa de sentimientos que la golpeaba cada vez que se lo oía decir?

Descartó la idea tan rápido como vino. El frío le estaba calando hasta los huesos y, seguro, también su cerebro. Hacía demasiado tiempo que no pensaba tonterías, normalmente no se lo podía permitir, y no creía que fuera buena idea volver a retomar esa patética rutina. Los sentimientos eran un arma de doble filo y ella ya había tenido bastante últimamente. Lo único que quería era cerrar los ojos y relajarse, cosa que era imposible cuando no paraba de temblar a causa del frío.

—Ven aquí.

Clarke tardó en comprender lo que Bellamy le estaba diciendo, pero fue demasiado tarde para negarse, pues el chico ya se había movido para colocarse detrás de ella y abrazarla por la espalda. En un principio, se tensó, más por el hecho de no esperarse tal movimiento que por el propio movimiento, pero inmediatamente se relajó, era una idiotez ponerse nerviosa, ¡era Bellamy! Y lo que buscaba el chico era que ninguno de los dos muriera esa noche, incluso sabiendo eso y tras repetirlo mentalmente un par de veces, no pudo quitarse de la mente lo que podía significar ese contacto tan cálido en su propia piel que mandaba pequeños calambres por todo su cuerpo o lo nervioso que parecía estar Bellamy por su reacción, ya que no dejaba de moverse (como si no encontrara la posición correcta o se estuviera arrepintiendo) y no sabía exactamente dónde colocar las manos.

Era adorable, pensó, cuánto le había echado de menos todo ese maldito tiempo, ¿cómo había sido capaz de mantenerse tan lejos de Bellamy estos últimos meses? Porque ahora mismo se veía incapaz de separarse de él ni siquiera unos centímetros, lo veía impesable, a pesar de saber que era posible. No solo se había separado de él una vez, sino dos veces y eso le rompía el alma.

Cerró los ojos y descansó la cabeza contra el pecho de Bellamy, lo primero que sintió fueron sus latidos para nada coordinados contra su cuerpo, que actuaron como una nana, y después ese olor a madera, bosque y almizcle mezclado con algo similar al alcohol que siempre le había gustado y que tan pocas veces había podido disfrutar desde que le conoció.

Bellamy movió los brazos una última vez y Clarke se los sostuvo para enredarlos ella misma en su cuerpo. El chico farfulló algo similar a una protesta, pero Clarke ni le prestó atención, debido a que los dos necesitaban descansar, relajarse y no pensar en nada. Hablar era una contradicción y ella no estaba preparada para darle forma a lo que estaba empezando a sentir o, mejor dicho, lo que estaba recordando.

Clarke no podía desconectar del todo cuando Bellamy era lo único que sentía, bebía y olía en ese instante. Y era agradable, tan agradable como el dolor que le recordaba constantemente que ella estaba viva, mientras que otros no. Estar así de agusto con Bellamy se parecía mucho a una traición, como si ella necesitase estar siempre alerta y con el corazón roto, sin permitirse una tregua.

¿Era Bellamy una tregua?

Bellamy era más que una tregua.

—¿Tienes frío? —susurró el chico sin saber el efecto que tenía su voz y el aire que escapaba de sus labios contra el oído de Clarke.

Se estremeció y Bellamy la abrazó con más fuerza. No sabía cómo, pero las piernas del chico estaban sobre las suyas dando algo más que calor en el entumecido cuerpo de la comandante de la muerte. Se mordió el labio, ¿por qué su cuerpo y su corazón la traicionaban de esta manera? ¿por qué le hacían recordar sentimientos que, aunque nunca creyó que existían, estaban ocultos tras capas de dolor y pérdidas?

El chico, ajeno al debate interno en el que Clarke se estaba sometiendo, suspiró, maldiciendo el momento en que decidió que era buena idea atrapar a Clarke entre sus brazos, ¿qué esperaba conseguir con todo esto? ¿qué Clarke se diera cuenta de lo que sentía hacia ella? Porque eso no era buena idea ni en un millón de años, la rubia seguía enamorada de Lexa y él no podía luchar contra un amor así, ni quería hacerlo, pues sabía que no existía posibilidad alguna de que la chica alguna vez se fijara en él, no porque fuera imposible, sino porque Clarke no iba a permitirse abrir su corazón de esa manera nunca más, ¡en menos de seis meses había perdido a dos personas que amaba!

Y Bellamy estaba poniendo en peligro su amistad con la rubia, si su cuerpo le traicionaba, Clarke se daría cuenta y buscaría una excusa para alejarse de él para siempre, por el bien de ambos, y eso sí que no lo quería. Separarse de Clarke era como perder su corazón, no iba a vivir para contarlo.

La chica se removió y Bellamy actúo por impulso.

—¿Qué estás haciendo?

—Nada —aguantó una carcajada y mantuvo los ojos cerrados—. Intentar dormir, imagino.

—Bellamy —le advirtió e intentó soltarse de su agarre, pero la tenía inmovilizada—. No soy una almohada.

¿Qué qué estaba pasando? Que Bellamy había decidido despejar su mente de pensamientos dañinos, y la de Clarke, descansando su cabeza en la cabeza de la chica como si esta fuese su propia almohada personal.

—Yo creo que sí, princesa.

—No… —se calló de repente y Bellamy abrió un ojo para comprobar que la chica seguía ahí, cuando era obvio que así era.

—¿Has decidido que discutir por un pego es menos importante que dormir? Es por saberlo, nada más.

—No, no —susurró descartando la idea de recordarle a Bellamy lo que le había dicho por miedo a que no volviera a hacerlo—. ¿Bell?

—¿Mmm?

—Puedes quedarte así siempre que no me aplastes —el chico emitió un ruidito como respuesta y Clarke cerró los ojos.

No supo cuánto tiempo pasó, si fueron minutos u horas, pero lo que Clarke sí sabía es que era capaz de quedarse así, en esa pequeña y dulce burbuja, todo el tiempo que hiciera falta, estaba dispuesta a mandar a la mierda al mundo, a su gente y a los otros doce clanes, solo por un segundo más entre los brazos de Bellamy porque era ahí donde simplemente era Clarke Griffin, no esa "delincuente" que descendió del cielo, no la asesina de la montaña, ni wanheda ni tampoco la elegida por los clanes para salvar el mundo.

Simplemente era ella y eso le encantaba.

Bellamy se removió en sueños, pero lejos de apartar a Clarke o de molestarle su presencia tal y como ella temía pues no estaban en una posición "cómoda", se abrazó un poco más a ella, como si la rubia fuese su ancla y tampoco hubiera nada en el mundo que importase más que ellos dos, en mitad de la nada y casi muertos de frío.

Si alguien le preguntara que era Bellamy Blake para ella, no sabría qué decir. Hacía unos meses hubiera dicho que era su amigo, pero es que esa palabra se quedaba corta y ninguna encajaba con lo que sentía por él.

Estaba tan sumida en sus pensamientos, queriendo averiguar la respuesta, que no se percató de que el chico estaba despierto y que sus brazos ya no estaban en su cuerpo. Cuando quiso darse cuenta, el chico ya había hecho su jugada y sus manos estaban por todas partes, haciéndole cosquillas. Intentó alejarse de él, pero las piernas del chico aprisionaban las suyas y, en realidad, ella no quería escapar, porque reír dolía, pero más dolía pensar.

—¿Qué? ¿Tienes cosquillas? —gritó entre risas mientras la chica se deshacía en sus brazos—. Esto es lo que le hacía a O cuando oía los engranajes de su cabeza trabajando, ¡deja de pensar, princesa! ¡y duérmete!

—Esta me la… vas a pagar… Bellamy —le agarró las muñecas y ejerció la fuerza que pudo para alejar las manos del chico de su cuerpo, con la respiración entrecortada, clavó sus ojos azules y vidriosos en los divertidos de Bellamy—. ¿Quieres guerra? Pues vas a tenerla.

Esa noche no pudieron descansar como querían, pero por lo menos no pasaron el frío que esperaban y consiguieron dejar atrás todo el dolor, la muerte y la traición que los rodeaba día sí y día también, por unas cuantas horas simplemente se comportaron como los críos que eran cuando llegaron a la tierra, como los críos que tendrían que haber sido si no vivieran en el mundo en el que vivían.

Cuando el sol volvió a salir, Bellamy y Clarke dormían abrazados, no como una pareja de amantes, tampoco como lo harían unos amigos, pues no había ni un solo centímetro entre sus cuerpos que no eran otra cosa que una masa de piernas y brazos.

fin.


N/A: Que nos volvamos a encontrar en el siguiente one-shot.