Este fic participa en el reto temático de octubre Hermanos Black del foro "Provocare Ravenclaw"

Disclaimmer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K Rowling.


MISIÓN PASTELITOS


Dos cabelleras azabaches se asomaron, despacio, por la puerta de la cocina y observaron cómo su madre cocinaba, tarareando una pequeña canción de cuna. Olfatearon el aire y supieron lo que estaba cocinando. Igual que sabían que eso significaba que vendría visita.

Ambas cabelleras desaparecieron mientras corrían hacia la habitación de Regulus, cuarto de reunión de los hermanos, con las tripas rugiéndoles por el hambre de probar aquellos pastelitos.

—Tenemos que conseguirlos como sea —anunció Sirius resuelto.

—Mamá nos pillará —le recordó Regulus.

—Habrá que distraerla.

—¿Cómo?

—No lo sé —contestó el mayor tras un rato en silencio.

Ambos hermanos se desplomaron sobre la cama, pensando en cómo podrían hacerse con semejante manjar antes de que sus primas lo devoraran.

—¡Lo tengo! —exclamó Regulus. Sirius le miró, expectante—. Yo iré a la cocina y le diré que papá quiere hablar con ella y que está fuera, en el jardín. Mientras tanto, tú le dices lo mismo a papá y, cuando salgan de casa, entramos a la cocina y cogemos los pastelitos.

—¡Muy buena idea, Reg! Se nota que estás aprendiendo del mejor —le halagó Sirius.

—Yo siempre he sido el mejor —replicó el pequeño con una sonrisa logrando que su hermano le despeinara.

—Bien, ahora solo hay que esperar a que el Plan Pastelitos pueda dar comienzo —murmuró Sirius levantándose de la cama.

—¿Plan Pastelitos?

—No se me ocurre mejor nombre —se disculpó Sirius.

—Qué harías sin mí, hermano —le replicó Regulus a lo que Sirius le sacó la lengua y le incitó a que le siguiera.

Ambos jóvenes esperaron, muertos de hambre y apoyados en la pared del pasillo que da a la cocina, a que su madre sacara los pasteles del horno. Fue entonces cuando los dos pequeños Black se pusieron manos a la obra y condujeron a sus padres fuera de la casa.

Luego, volvieron corriendo y, con un trapo para no quemarse, cogieron la bandeja y subieron como alma que lleva el diablo hacia la habitación de Sirius. Cerraron la puerta con seguro y esperaron, impacientes, a que los pastelitos estuvieran templados para comenzar a comer.

Minutos después, oyeron como su madre y su padre les llamaban y como entraban en la habitación, justo para ver como devoraban los últimos pastelitos.

—¡Sirius Black y Regulus Arcturus Black! —gritó a pleno pulmón Walburga Black mientras que Orion sonreía con su sonrisa ladeada. Ambos niños miraron a su madre con inocencia y, a pesar de las delatoras migas de las comisuras de su boca, dijeron a la vez:

—Yo no he sido.


FIN