Este fic participa en el reto "Tu personaje preferido" del foro Provocare Ravenclaw.

Disclaimer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K Rowling.


OLFATO DIVERGENTE


—¡Eh, Dan, espera! —gritó Peter para que el aludido le escuchara.

Dan se dio la vuelta sorprendido de que alguien le llamara, puesto que iba tan ensimismado en su mundo que ni se enteró de que se había dejado la cartera en clase.

Peter se la entregó con una sonrisa y Dan, azorado, se lo agradeció mientras balbuceaba lo torpe que era y mencionaba que algún día perdería la cabeza y ni se enteraría.

—No te preocupes, hombre. Todos podemos despistarnos ¿no? —le interrumpió Peter con una sonrisa y, después de despedirse de él, volvió a la Sala Común de Gryffindor donde estaban sus amigos. Saltando sobre el respaldo del sofá se dejó caer en este, justo al lado de Sirius, que molestaba con el pie a un James que intentaba hacer los deberes.

—¿Le diste la cartera a Dan? —inquirió Sirius mirando a Peter, pero sin dejar de molestar a James. El primero asintió.

—¿Qué hacéis? —les preguntó mientras veía a Remus estirado, todo lo largo que era, en el sofá.

—Yo intentar hacer los deberes sin morir de asfixia por culpa de los calcetines caducados de Sirius —contestó James apartando el pie del aludido con asco.

—¿Caducados? —inquirió Sirius sorprendido.

—Sí, caducados, tienen que estar criando de todo en tus calcetines. Por Merlín, lávalos o algo, cerdo.

Peter soltó una carcajada al ver la cara desfigurada de horror de Sirius y escuchar algunas risitas de los que estaban en la Sala Común.

—Mis calcetines no están caducados —insistió Sirius.

—No, claro que no, solo tienen colores y olores sospechosos —se unió Peter mientras James reía.

—¡Pero si no huelen! —insistió Sirius y, para demostrarlo, se quitó un calcetín —. ¿A qué no, Remus?

—A mí no me acerques esa arma mortal que tienes por calcetín. Soy demasiado joven para morir —respondió mientras miraba con una sonrisa como los otros dos jóvenes estallaban en sonoras carcajadas.

—No tiene gracia. A mí no me huele a nada —contestó Sirius y olió el calcetín.

—¡Joder, Sirius! ¡No seas cerdo! —exclamó Peter apartándose de él.

—¡Pero si es que no me huele a nada!

—No tienes olfato.

—Claro que tengo olfato.

—No, el olor de tus calcetines lo ha ido matando, lentamente, en estos años.

—No seas exagerado, Peter.

—No exagero, es la verdad. Tus calcetines son la muerte reencarnada en prendas.

Sirius se quedó callado, mirando el calcetín y, de improvisto, saltó sobre James, que había vuelto a hacer los deberes, y le colocó todo el calcetín en la nariz.

—¡Oh, Merlín! ¡Qué asco! —exclamaron Remus y Peter a la vez mientras se reían de los aspavientos y gritos que lanzaba James intentando escapar de aquel hedor.

—¿A que no huele? —preguntó Sirius con una sonrisa ladeada mientras veía a James arrastrarse a una ventana.

—Aire… puro… aire… puro. Necesito… aire… —murmuraba y, tras abrir una ventana, sacó casi medio cuerpo fuera para poder aspirar grandes bocanadas de aire. Sin embargo, el olor seguía ahí, por más que el respirara con fuerza.

—Qué exagerado eres —le recriminó Sirius cuando vio que James subía y volvía con un trapo empapado en colonia.

—Juro que, a partir de hoy, no lavaré mis calcetines y, dentro de dos años, te los meteré en la boca, para que entiendas, mínimamente, lo que es tener tus pinreles en mis fosas nasales. ¡Cerdo!

Sirius estalló en carcajadas contagiándosela a los demás.


FIN