CAPÍTULO I – Kore
─¡Feliz Cumpleaños pequeña Kore!─gritaron todas las ninfas al unísono mientras me sacudían de la cama.
─Feliz Cumpleaños hija mía─ dijo mi madre, Demeter, en un suave susurro.
Intenté despertarme pero fue inútil, no podía, mi cama estaba demasiado cómoda para dejarla, pero no podía mostrar que era una diosa perezosa. Hice mi mejor intento y me senté en el lugar mirándolas somnolienta y allí estaban las ninfas con regalos en sus manos esperando a que los agarre. No tenía ninguna intención de hacerlo, estaba molesta por esta intromisión a mi privacidad pero no tuve más remedio.
Hice ademán de agarrar el regalo de la que se podría decir que es mi mejor amiga de entre todas las ninfas. Me había regalado un polvo del color de mi piel y añadió que las mortales lo solían llamar maquillaje, otra ninfa me había regalado un brazalete dorado, y así sucesivamente seguían los regalos hasta el último fue el de mi madre; un largo y hermoso vestido blanco que venía con collar y cinturón, era hermoso.
─Muchísimas gracias a todas por sus regalos, pero creo que son inútiles, ─dije mientras miraba los presentes que estaban sobre mi cama─nunca los podré usar, si casi nunca salgo de este palacio.
Todas rieron al unísono incluida mi madre.
─Kore, cariño, hoy con tus dieciséis años de edad vamos a presentarte ante los dioses.
Sus palabras fueron como un dulce canto para mis oídos.
─¿Presentarme?─dije confundida.
─Sí Kore, lo llevamos preparando desde el día que floreciste─ añadió Kriseí, mi mejor amiga, la ninfa.
Me invadieron sentimientos de emoción pero a la vez miedo, jamás vi a un dios a excepción de mi padre: ¿Qué iba a hablar con dioses que tenían más de mil años que yo? ¿Les iba a gustar? ¿Atenderían a la fiesta?
Todas esas dudas estuvieron rondando en mi cabeza por lo que no pude escuchar a lo que las demás ninfas añadían.
─Bueno señoritas tenemos muchas cosas todavía que preparar para esta noche, dejemos que Kore se asee y desayune─dijo mi madre.
Jamás estuve tan aliviada. Le pedí a Kriseí que me prepare el baño mientras yo acomodaba todos los regalos que me habían dado, era obvio que todos fueron comprados y elegidos por mi madre, y no me cabe duda de que ella después se los dio a las ninfas para que yo vea cuantas amigas tenía en el palacio. Así es como siempre hizo en todos mis cumpleaños.
Mientras me estaba dando un baño comencé a repasar con Kriseí los nombres de todos los dioses, sus poderes y dónde pertenecía cada uno. Después de eso me puse una túnica sencilla para bajar a desayunar.
El día se me hizo interminable, llegaban al palacio un montón de mensajeros con flores y presentes para mí, lo cual me hizo pensar en por qué los dioses estaban tan interesados en mí si nunca en mis anteriores cumpleaños me han mandado ni una sola atención.
─Kore─ dijo mi madre sacándome de mis pensamientos─ ya que no querés tener tus clases regulares de bordado y literatura quiero hablar un segundo con vos ─añadió seria.
─Claro ¿Qué sucede madre?
─Esta fiesta la decidió tu padre con un propósito─ decía mientras jugaba con sus manos nerviosa ─la de buscarte un buen pretendiente─ añadió mientras me miraba a los ojos con tristeza.
«¿¡Qué!?» quise decir, pero las palabras se ahogaron en mi mente como así las dudas del por qué los dioses me estaban acortejando tanto con sus presentes.
Lo único que pude hacer fue irme de la habitación en la que estaba, sin decir nada, y decidí irme a los jardines para pensar.
«¿Por qué mi padre, Zeus, quiere casarme? Tengo sólo dieciséis años» era la duda que constantemente venía a mi cabeza. Mi madre anteriormente me preparó para este día pero nunca pensé que llegaría en tan poco tiempo, ella siempre me decía que yo no era una diosa importante por eso dependía muchísimo de quién fuera mi pretendiente, porque yo dependía de su título.
