Disclaimer: Los personajes de card captor Sakura no me pertenecen. Esta historia la hago sin fines de lucro, solo como diversión.
Una noche llena de alcohol, una noche sumergido en la rabia y el dolor. Todos quisiéramos retroceder el tiempo en algún minuto de nuestras vidas, pero lamentablemente hoy solo nos queda asumir las consecuencias de nuestros actos porque aunque terminemos completamente solos siempre nos tendremos el uno al otro para superar el pasado y enfrentar el futuro.
Consecuencias
Capitulo 1: "Actos"
Shaoran P.O.V.
Todo estaba oscuro mientras caminaba por aquel infinito callejón. Sentía miedo, ante cada nuevo paso que daba una tremenda inseguridad me llenaba. Hasta que de pronto escuché un grito, un grito de ella.
Corrí, corrí tanto como mis piernas me lo permitieron, tratando de alcanzar el origen de los gritos de terror que se clavaban en mis oídos. Ella estaba sufriendo, y yo no estaba allí para protegerla de lo que fuera que la atacaba. Después de minutos de desesperación la escuché decir mi nombre con angustiosa voz, al darme vuelta la encontré tendida a un costado del callejón, sus ropas estaban rasgadas y su cuerpo lleno de heridas.
Me hinqué junto a ella, quise hablarle, decir su nombre, pero mi voz no salió, por lo que solo miraba sus ojos que poco a poco perdían su luz
-Xiaolang- susurró débilmente sin dejar de sonreírme -¿Por qué…?- comenzó a preguntar, pero antes de terminar de explicar su duda, su voz se apagó, al mismo instante en que su sonrisa desapareció.
¡No! Quise gritar, romper todo a mi alrededor, no podía aceptar que esto en verdad estaba pasando. Ella no podía irse así, ella merecía una vida llena de alegría, no un final como este.
Pero tú la mataste
La voz resonó en mi cabeza, aturdiéndome. Pero todo lo que decía era mentira. ¡Yo siempre la amé! Mi mejor amiga, mi confidente…
Aún así todo es tu culpa, tus manos tienen su sangre
Volvió a hablar aquella voz, mientras o negaba nerviosamente y me arrastraba hacia atrás sin ponerme de pie, pero al apoyarme una de mis manos resbaló con algo líquido haciéndome caer. Al volver a ponerme de pie y observar mis manos pude notar con horro que estas estaban cubiertas con una sangre que no era mía.
Es hora de que asumas las consecuencias de tus actos…
Desperté jadeando y completamente transpirado. Solo había sido otra maldita pesadilla, suspiré sentándome en mi cama mientras observaba mi oscura habitación, asegurándome de no estar en otro sueño.
"Asume las consecuencias de tus actos" esas fueron las últimas palabras que me dijo mi madre, con lágrimas en los ojos, aquel día en el aeropuerto antes de abordar el avión que me traería hasta Japón para nunca volver a mi ciudad natal. Y yo lo hice sin alegar, porque sabía que esto jamás sería castigo suficiente para calmar la culpa que me sacudía desde aquel día. Lo único que me dolía era no poder estar con ella ese día para poder pedirle perdón.
En medio de la oscuridad, busqué a tientas en mi velador algo con lo que matar la angustia que comenzaba a adueñarse de mí. Era siempre lo mismo, cuando se acercaba una fecha como esta, los dolorosos recuerdos volvían a mi cabeza amenazándome con volverme loco, pero por suerte ya había encontrado una forma que quizás no los eliminaba, pero al menos dejaba rezagado el dolor por un buen tiempo.
Sonreí para mi mismo al momento en que encontré el pequeño papelillo ya armado al borde de mi velador y tomando el encendedor que estaba en el bolsillo del pantalón que había usado el día anterior, lo encendí e inhalé la primera bocanada, sintiendo como mi mente comenzaba a desconectarse.
Sakura P.O.V.
Mi padre siempre me ha dicho que debo pensar las consecuencias de todos mis actos antes de realizarlos, porque sin tener la intención puedo pasar a llevar a alguien. Pero no le hice caso a los cuatro años y me subí a bailar a la endeble mesa, que en ese tiempo decoraba el salón de la casa, la que por supuesto terminó hecha trizas en el piso, y yo con unos cuantos raspones y un brazo roto. Ni a los siete, cuando con infantil inocencia pinté sobre el informe que debía entregar mi hermano en la escuela. Y mucho menos pensé en las consecuencias a los trece años, cuando junto a Tomoyo nos pusimos a jugar con las pinturas de su madre, dejando hecho un total desastre su habitación y ni un solo frasco de maquillaje vivo.
Y para mi mala suerte, tampoco lo hice aquella noche hace poco más de un mes atrás, ya con los, incontenibles y llenos de hormonas, dieciséis años, cuando me emborraché y amanecí con un terrible dolor de cabeza y cuerpo, en una cama que no era la mía, junto a mi mejor amigo.
No es que me arrepienta de haber perdido mi virginidad con mi mejor amigo, de todos modos no recuerdo nada, por lo tanto tampoco había sentido el dolor tan típico de la primera vez y además, nunca había creído que la primera vez tuviera que ser especial, ni siquiera hubiera podido serlo, es decir, por mucho que estés con el hombre de tu vida, sigues siendo una inexperta, por lo que, según mis creencias, la experiencia solo sería un conjunto de malos movimientos y dolores innecesarios. Así que por una parte estaba feliz que quien me "convirtió en mujer" haya sido mi mejor amigo y no un loco pervertido, y sobre todo me alegra que hayamos estado completamente borrachos, como para no recordar detalles a la mañana siguiente.
Pero –Sí, siempre tiene que haber un "pero" cuando la vida va bien- existía un maldito problema, el cual consistía en que mi mejor amiga de toda la vida siempre ha estado enamorada del chico que amaneció conmigo ese día y como era obvio que él le correspondía, decidimos hacer como que nada había ocurrido esa noche y seguir con nuestras vidas normalmente, a pesar que para esas fechas ellos aún no eran nada.
Pero ahora yo, por mucho que quisiera, no podía seguir haciéndome la loca ante las evidentes consecuencias que había traído consigo aquella loca noche. Porque a pesar que mi periodo nunca había llegado regularmente y de estar enterada que normalmente, luego de la primera vez, el periodo tendía a retrasarse unos cuantos días, creo que tener treinta y tantos días de retraso ya era demasiado ¿No? Además, las nauseas matutinas que estaba teniendo últimamente no ayudaban mucho a disipar las ideas que se estaban formando en mi cabeza.
Suspiré, recordándome una y otra vez las bajas probabilidades que existían de quedar embarazada la primera vez, sobre todo si a esto se le sumaba que ambos estábamos en evidente estado de ebriedad.
Me acerqué lentamente al aparatito que aguardaba sobre la taza del baño, agradeciendo internamente que ni mi padre ni mi hermano estuvieran en casa para notar que llevaba más de una hora encerrada en el baño, durante la cual me dediqué casi por completo a prepararme mentalmente para enfrentar la realidad.
Respiré profundo unas diez veces antes de tomar el aparato y luego otras veinte, para dirigir mis ojos al pequeño rectángulo que anunciaba el resultado, donde dos líneas rojas sobresalían notoriamente.
¡Oh Mierda!
Shaoran P.O.V.
Salí de la no muy re confortable ducha, al momento en que envolvía una toalla en mi cintura. Tenía un dolor de cabeza de los mil demonios y en el espejo pude notar como unas enormes ojeras enmarcaban mis ojos y una insipiente barba creciendo en mi mentón.
Definitivamente no me había preocupado mucho por mí el fin de semana recién pasado, ya que me lo había pasado completamente drogado con tal de mantener alejada las pesadillas que cada vez se hacían más fuertes. Y todo esto porque hoy, 14 de Febrero, se cumplían dos años desde el incidente que le dio un cambio radical a mi vida.
Suspiré resignado, por mí ya estaría fumando otra vez, pero aun me quedaba la suficiente dignidad como para poder llegar a la escuela con el cuerpo suficientemente desintoxicado y no llamar la atención.
Me dirigí a mi habitación con apestosa lentitud, ya que el maldito dolor de cabeza no me permitía movimientos más rápidos.
Tenía mi uniforme tirado sobre mi cama esperando a que me lo pusiera, lo miré con desgano unos minutos, no quería ir a la escuela, pero bueno, solo me quedaban algo así como cuatro meses y ya por fin sería libre para ahogarme en mi miseria.
Al cabo de unos minutos ya estaba listo para irme a la escuela y desconectar un momento mi mente de los dolorosos recuerdos para concentrarme en mis clases. Pero justo cuando abrí la puerta para marcharme, comenzó a sonar el teléfono y como vivo solo en el departamento me vi en la obligación de devolverme a contestar de mala gana.
-Diga- mi voz salió algo ronca, seguramente por no haberla usado durante todo el fin de semana.
-Xiaolang- habló la impecable voz de mi madre al otro lado del teléfono. Desde que me vine a Japón nunca la llamé, es por eso que ella me llama cada mes y en estas fechas para comprobar que estoy bien y no he hecho ninguna locura.
-Buenos días mamá- la salude sin ánimo, algo para nada anormal en mí.
-Hijo… ¿Cómo estás?-
-Bien, solo me duele un poco la cabeza, ahora mismo iba saliendo a la escuela- traté de ser cortante, ya que no tenía ganas de hablar en estos momentos.
-Xiao…- oí como mi madre suspiraba al otro lado de la línea –te estuve llamando durante todo el fin de semana y no contestaste nunca… Te estuviste drogando de nuevo- No era una pregunta, ella lo sabía desde la vez que viajo para acá hace poco menos de un año y me encontró inconsciente en la mitad del departamento.
-Tal vez- contesté yo, no era mi intención preocuparla, pero ella ya no me podía sacar de este mundo en el que me pudría poco a poco, ni ella ni nade podría hacerlo.
-Sabes que eso no te hace bien, quizá, si te abrieras un poco al mundo y conocieras a alguien, una chica, quizá…- intentó convencerme.
-No mamá, no puedo… pero si quizás, pudiera volver, aunque sea por unos días- le pedí, aunque de todos modos ya sabía que la respuesta no cambiaría.
-Sabes que no es posible Xiaolang- la escuché suspirar de nuevo.
-Pero mamá, solo será un día, unas horas si quieres- le supliqué –solo quiero poder estar con ella, pedirle perdón-
-Hijo… qué más me gustaría que tenerte aquí para la ceremonia- se lamentó ella –pero con lo que costó sacarte del país, no quiero arriesgar a que te atrapen-
-Pero…-
-No hay pero Xiaolang- dijo ahora con voz más dura –debiste haberlo pensado mejor antes de convertirte en un asesino…-
Sakura P.O.V.
Salí del baño aún algo mareada por las ya habituales nauseas matutinas, aunque por suerte solo fue una falsa alarma y no me vi en la necesidad de devolver el desayuno que aun no había tomado ni de ensuciar mi uniforme que ya tenía puesto.
Cuando llegué a mi habitación observé con desaprobación los pequeños y deformes chocolates que había hecho la noche anterior por motivo de San Valentín para Tomoyo, Eriol, Papá y Touya.
Suspiré resignada al momento en que tomaba los regalos, ya no había forma de arreglarlos, ya que el resto del chocolate había terminado en mi estomago entre intento e intento de hacer los regalos más presentables.
-¡Sakura! Si no te apuras llegaras tarde a clases- escuché de pronto la voz de mi padre llamándome desde el piso de abajo, por lo que sin darle más vueltas al asunto guardé dos de los chocolates en mi mochila, mientras que los otros dos los llevaba conmigo para entregárselos a papá y Touya.
-¡Buenos días!- los salude con una radiante sonrisa al momento en que entraba en la cocina y dejaba mi mochila a un costado para tomar mi desayuno, pero en el mismo instante en que sentí el olor dulzón del manjar y la miel que acompañaban los omelett que había preparado mi padre sentí volver las nauseas, por lo que desistí de la idea de tomar desayuno, pero en cambio tomé los dos corazones deformes de chocolate que llevaba en mis manos y se los entregué -¡Feliz día de san Valentín!-
-Gracias tesoro- me dijo mi padre dejando el suyo junto a su maletín –lo comeré cuando esté en la oficina- me sonrió.
-Yo que tú tendría cuidado papá- dijo entonces Touya mientras examinaba su chocolate –De seguro está malo, yo mismo pude oír como hace un rato el monstruo corrió al baño, de seguro se intoxicó cuando los probó- comentó con intención de molestarme, pero más bien me preocupó el hecho de no haber sido más cuidadosa al esconder mis ya comunes nauseas matutinas.
-No seas tonto Touya, el chocolate no está malo, es solo que si no te das cuenta, voy con el tiempo justo y tenía que apurarme- le mentí hábilmente, ya que no podía permitir que mi pequeño problema saliese a la luz, no hasta que decidiera que hacer con él o al menos hasta que sea lo suficientemente grande como para seguir negándolo, por lo que siguiendo con mi acto tomé nuevamente mi mochila –así que será mejor que me valla, comeré algo en el camino- dije dándole un beso en la mejilla a cada uno de ellos y salir de mi casa luego de un corto "cuídate" de parte de papá.
A pesar de la prisa, me dirigí con extrema lentitud hacia la escuela, mientras pasaba distraídamente mi mano por mi vientre. Y es que hoy, una semana después de haberme enterado de la triste realidad me decidí a contarle la verdadera razón de mis malestares a Tomoyo, aunque estoy segura de que ya sospecha algo. Ahora solo me espera confiar a que por nuestra amistad de tantos años ella sepa apoyarme y aconsejarme sobre cuál es el mejor camino a tomar, sobre todo cuando le cuente que fue precisamente su novio quien me ayudo a crear este dilema luego de una noche de borrachera. Y sé que suena cruel decirlo así de sopetón, pero conozco a Tomoyo desde que éramos unas niñas y sé que insistirá hasta que le diga quién es el padre, sin importar la promesa que hice con Eriol cuando descubrimos lo que habíamos hecho.
-¡Buenos días!- saludé con mi habitual entusiasmo, que desde hace una semana no aparentaba mi verdadero estado de ánimo, mientras entraba al salón de clases y me dirigía hacia donde se encontraban mis dos mejores amigos intercambiado regalos de san Valentín, ya que existía la casual coincidencia de que hoy también cumplían un mes de salir juntos. Y yo me sentía horrible por tener que contarle hoy precisamente la verdad a Tomoyo, pero no me había dado cuenta de la fecha cuando dos días atrás Tomoyo me había hecho prometerle que le contaría lo que me pasaba.
-Buenos días Sakurita- me saludo mi mejor amiga separándose de Eriol y regalándome una radiante sonrisa.
-Feliz san Valentín- les dije una vez estuve junto a ellos sacando chocolates que había hecho la noche anterior (¿Ya les comenté que estaban deformes?) de mi mochila y entregándoselos –lamento que estén tan deformes, pero no pude evitar comerme el chocolate que quedaba así que no los pude arreglar, comenté con una pequeña sonrisa de arrepentimiento que esta vez si era de verdad.
-No te preocupes Sakura, la intención es la que cuenta- Dijo Eriol entregándome un perfecto corazón de chocolate, el cual miré sorprendida –este es de parte mía y de Tomoyo- sonrió ignorando completamente que nuestro pequeño revolcón hace más de un mes atrás había tenido grabes consecuencias… ¡Agh! Tengo que dejar de pensar en eso si quiero sobrevivir de aquí a que termine el día.
-¡Hoe! Esto no es justo Eriol- alegué yo haciendo un pequeño puchero –este chocolate es perfecto… quizás debí esforzarme más y…-
-Ya no te estreses Sakura- me calmó Tomoyo tomando asiento junto al mío –se nota que has estado con la cabeza en otra parte toda esta semana, solo espero que pronto nos cuentes que te ocurre…- comentó, seguramente intuyendo que por el miedo que tenía de su reacción hoy huiría y no le contaría nada… y no se imaginaba las ganas que tenía de hacerlo.
Me limité a sonreírle suavemente sin corroborar su teoría al tiempo en que llegaba el profesor de matemáticas pidiendo que guardásemos silencio, cosa que agradecí eternamente, mientras me ubicaba en mi asiento junto a la ventana, ya que por mucho que haya decidido contarle todo a mi mejor amiga, aun no me sentía preparada, porque sabía que contarlo, además de romper la promesa que habíamos hecho con Eriol, significaba asumir que la realidad… y eso me daba terror.
Pasé todas las clases divagando en mi mente, por lo que sin darme cuenta ya me encontraba caminando de la escuela al parque pingüino, donde había quedado de encontrarme con Tomoyo. Al llegar ella ya estaba allí, ya que yo me había demorado más de lo necesario, con tal de atrasar más el momento
-Sakura, que bueno que llegaste- me dijo mi amiga con una gran sonrisa al momento que llegué junto a ella –ya me estaba empezando a preocupar-
-Yo… discúlpame Tomoyo- dije mientras me sentaba en uno de los columpios junto a ella y agradecía que el parque estuviera vacio –Estaba preparándome mentalmente para poder contarte todo-
-¡Oh Sakura!- mi amiga se sentó en el suelo frente a mí, tomándome la mano en señal de apoyo -¿Tan grave es?- preguntó.
Yo asentí mordiéndome el labio inferior, sabía que le haría daño al contarle todo, que hoy no era el día indicado, pero ¡maldita sea! Soy egoísta y necesito sacar todo esta angustia que me carcome por dentro y Tomoyo siempre ha sido mi mejor amiga y la única persona en la que puedo confiar.
-Por favor Sakura- me pidió ella secándome unas lágrimas que ni siquiera me había dado cuenta que había dejado caer –Confía en mí-
-Confío en ti Tomoyo- le aseguré con una débil sonrisa –Solo que esto es difícil de decir, pero lo intentaré- tomé una gran bocanada de aire mientras sentía la vista de Tomoyo fija en mí. Era ahora o nunca, por lo que cerrando los ojos, simplemente lo dejé salir –Tomoyo, yo… yo, estoy embarazada-
***
Holaaa! a los años no? sé que había prometido esperar a tener todos los capitulos listos para empezar a subir una nueva historia... pero no me resistí xD. De todos modos ya estoy avanzando con el tercer capitulo ahora que estoy de vacaciones , así que dependerá del apoyo que me den ustedes la velocidad de la actualización =)
Como habrán visto, esta es una historia algo más dramatica de lo que acostumbro a escribir, por lo tanto, si tienen alguna sugerencia (ya que me cuesta mucho lograr expresar los sentimientos de los personajes) será bienvenida^^
Espero que el que hayan llegado a leer hasta acá, signifique que les gustó el primer capitulo de este nuevo proyecto :D asi que estaré esperando sus reviews!!
bien, no os molesto más. Se cuidan!
