Nota de la traductora: Quisiera aclarar desde un principio que esta historia no es mía, simplemente hago una traducción del impresionante fanfic titulado originalmente como Make a Wish, escrito por Aria710. Todos los créditos van a la verdadera autora.

Nota de la autora: Normalmente no escribo UAs, pero tuve esta idea y decidí probarla. Debo decir que no había visto la serie original de Dragon Ball desde hace casi 10 años, así que disculpen si cometo algún error en la historia que contradiga el canon. Y si, esta historia probablemente deba ir en la categoría de Dragon Ball, pero el personaje de Vegeta no existía en ese entonces :) Oh y aunque yo no haya visto Dragon Ball hace tiempo, podría ser útil ver el episodio 12 de la saga del emperador Pilaf. Pero creo que lo esencial de la historia puede ser entendida sin hacerlo...

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Pero sería increíble si así fuera.


Capítulo 1

Un deseo, un comienzo

Ella solo deseaba una cosa. Solo una pequeña cosa con la que había soñado desde que era niña. Y ahora no iba a ser capaz de cumplir su deseo, todo gracias a un pequeño idiota con síndrome de Napoleón. Lo único que podía hacer era quedarse sentada en su celda mientras su deseo se desvanecía en el aire.

"Nunca podré conseguir mi novio perfecto."

El cielo se pintó de negro y poco después el Dios Dragón se manifestó en el aire, mirando a Pilaf con sus brillantes ojos rojos. Bulma quedó petrificada ante la escena, pero pronto se sintió enfurecida ya que, después de tantos problemas para conseguir las siete esferas, no era ella quien se encontraba allí afuera invocando al dragón.

-¿Puedes intentarlo de nuevo, Goku?

-Eso hago Bulma. Espera un momento… -el niño se colocó frente a la pared, donde Bulma había estado observando la escena desde un agujero circular- KAMEEE...

La chica se apartó rápidamente del agujero, y sonrió cuando notó el rayo de energía que se formaba en las manos del pequeño.

-HAMEEE… -Goku extendió sus brazos y liberó la bola de energía que salió disparada desde sus manos- ¡HAAA!

Bulma cerró los ojos, inicialmente preguntándose si el rayo de energía sería lo suficientemente potente para destruir una pared de acero. Pero afortunadamente, la pared se derrumbó ante tal fornido poder, y la chica fue capaz de ver a Pilaf junto al dragón a tan solo unos metros de distancia.

-¡Perfecto! ¡Buen trabajo! –exclamó la chica mientras corría rápidamente pasando entre Goku y Yamcha. De ninguna manera iba perder su deseo ahora-. Mira enano -dijo mientras colocaba las manos en la cintura, dirigiéndose al autoproclamado emperador-, no me interesa en lo más mínimo tu deseo de dominar el mundo o lo que sea.

-Bulma… -dijo Oolong acercándose a ella, sin entender lo que hacía.

La chica lo ignoró, notando felizmente que había logrado su cometido, Pilaf la observaba y lo había distraído antes de que pidiera su deseo.

–Déjame decirte algo… -Bulma se detuvo un momento mientras pensaba.

-Mi paciencia se agota -la voz del gran dragón reverberó en el cielo-. Dime tu deseo de inmediato.

Pilaf se volteó hacia el enorme Dios Dragón y abrió la boca para hablar, pero las palabras nunca escaparon sus labios. El pequeño emperador fue empujado agresivamente por la joven chica.

–Bien, aquí está mi deseo. -Exclamó ella dirigiéndose al dragón-. ¡Deseo estar con mi hombre perfecto!

-¡¿Qué?! –Fue la exclamación colectiva de los allí presentes. Pero eso no importaba, ya que el dragón que debía cumplir su deseo la había escuchado y parecía estar asintiendo.

-Que así sea -exclamó el Dios Dragón.

Bulma había decidido pedir estar con su novio perfecto porque, si se quedaba allí, tendría que estar presente para otra de las batallas de Goku, y eso muchas veces no terminaba bien para ella. Tenía confianza en que el niño ganaría y que estaría completamente bien sin ella. Comiendo todos los bichos o lagartos que apetezca, mientras la chica se encontraría cenando con algún noble y encantador caballero.

Apenas terminaba de pensar en todo esto cuando los ojos del dragón comenzaron a brillar. Su luz iluminó todo el paisaje, pintando la atmósfera de color rojo. La chica sintió un impulso de temor pasar por su cuerpo, mientras su visión se oscurecía. De un momento a otro, no podía oír ni ver nada, sus amigos y la Tierra entera habían desaparecido. Se encontraba flotando en un vacío silencioso.

De repente su cuerpo se sentía contraído, como si estuviera cruzando una especie de tubo estrecho. La oscuridad la rodeaba completamente, aplastándola, pero al mismo tiempo, empujándola hacia arriba con gran rapidez. Bulma sentía que iba a desmayarse mientras se preguntaba qué rayos sucedía.

La chica no pudo evitar pensar que esas esferas del dragón no eran tan increíbles como lo había pensado y que tal vez no debía haber realizado este estúpido viaje para encontrarlas. Su cuerpo parecía encontrarse atrapado en un vacío oscuro, y podría pasar una eternidad hasta que logre salir.

Pero en realidad solo tomó unos segundos.

Lo primero que notó fue una especie de zumbido mecánico. Luego su visión se enfocó en una brillante lámpara colgada en una especie de techo de metal y Bulma se dio cuenta que se encontraba colapsada sobre un piso helado.

-Auch. –Pronunció la chica mientras intentaba sentarse. Pero su cabeza se sentía muy pesada y un ataque de mareo la obligó a tumbarse en el piso de nuevo.

-¿Qué demonios fue eso? –Exclamó mientras se frotaba los ojos para ver más claramente. Esto no estaba bien, se suponía que debía encontrarse en algún paraíso romántico o un lujoso restaurante. Se suponía que debía ser transportada hacia su hombre perfecto. ¿Ese había sido su deseo o no?

Pero la habitación donde se encontraba estaba vacía. Las paredes eran de metal, en una esquina se encontraba un escritorio con papeles ordenadamente apilados sobre él y apoyada a la pared había una cama. Era como la celda de una prisión, pero menos animada. Lentamente, Bulma se levantó, con las manos abrazadas a su cuerpo, preguntándose con temor en dónde había venido a parar.

Caminó hacia el escritorio para echarle un vistazo a los papeles, pero estaban escritos en algún lenguaje extraño.

-Qué raro. Procedió entonces a revisar los cajones, en un intento por descubrir su locación, pero solo encontró algunas vendas y una especie de gafas que solo tenían un lente.

-Bueno, no me quedaré aquí todo el día –dijo acercándose a la puerta, pero notó que solo se abría si introducías una especie de código-. Perfecto –observó cuidadosamente la pequeña pantalla junto a la puerta, que tenía botones para introducir dicha clave. "Vamos Bulma, eres la sucesora de la Corporación Cápsula, lo menos que puedes hacer es descifrar una estúpida contraseña". Pero ni siquiera podía leer los números, estaban escritos en algún idioma que jamás había visto, a pesar de que ella gozaba de una gran educación. Decidió aplastar los botones arbitrariamente.

Bulma observó sin sorprenderse que la clave introducida era incorrecta y la pantalla mostró un cuadro con letras rojas antes de volver a su estado anterior. La puerta se mantenía cerrada. "Bien, lo intentaré nuevamente", pensó al mismo tiempo que introducía un nuevo código. Pero éste también resultó incorrecto. La chica gruñía con frustración mientras presionaba otro código, sabiendo que sus intentos eran en vano.

-¡Solo ábrete! –exclamó, introduciendo otra serie de números, rogando para que ocurra un milagro y la puerta se abra, para poder salir al fin de esa aburrida habitación. Pero al quinto intento, el sistema finalmente tuvo suficiente y una ruidosa alarma comenzó a sonar por todo el cuarto. La pantalla brillaba con una luz roja. Bulma retrocedió hacia la cama, su corazón palpitaba con temor.

Solo le tomó un segundo darse cuenta.

Alarmas tenebrosas. Camas diminutas e incómodas. Puertas cerradas que te impiden salir a voluntad.

-Estoy en una cárcel –exclamó mordiéndose el labio-. ¿Y si mi novio perfecto es un asesino? –Bulma sacudió su cabeza tratando de calmarse. Pero no pudo evitar agacharse frente a la cama mientras abrazaba sus rodillas hacia su cuerpo.

"¿O qué tal si estoy en una especie de asilo, qué tal si se trata de un psicópata?"

La alarma seguía sonando. La chica comenzó a escuchar gritos en el pasillo del otro lado de la puerta. Algunas voces hablaban en español, pero otras en un idioma que no le era familiar.

Su corazón seguía latiendo con fuerza. "¿Y si mi hombre perfecto es algún psicópata asesino?"

Aquel pensamiento la hizo reír nerviosamente. Era imposible que el Dios Dragón la hubiera mandado con un asesino psicópata. ¿Verdad?

Las voces en el pasillo empezaron a escucharse con mayor claridad.

-¡Señor! ¡La alarma proviene de la habitación de Vegeta! –exclamó alguien al otro lado de la puerta.