Disclaimer: Todo lo que reconozcáis pertenece a JK Rowling. Y la trama a Paimpont, ya que ésta es una traducción autorizada de su fic "The Strange Dissapearance of Sally-Anne Perks". Esta historia transcurre en el tercer curso de Harry&Co.

Sumario:

Harry recuerda que una niña pálida y menuda llamada Sally-Anne fue seleccionada para Hufflepuff en su primer año, pero nadie más parece acordarse de ella. No es sólo que Sally-Anne no siga en Hogwarts; no hay rastro de ella en los archivos escolares, y los profesores sostienen que jamás existió. ¿Hubo alguna vez realmente una Sally-Anne? Harry y Hermione se proponen resolver el inquietante misterio de la alumna perdida de Hogwarts.

...

"Ya no quedaba mucha gente. Moon... Nott...Parkinson...Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne... y finalmente:

-¡Potter, Harry!" (Harry Potter y la Piedra Filosofal, Capítulo 7)

"Diez minutos más tarde, el profesor Flitwick llamó a: Parkinson, Pansy; Patil, Padma; Patil, Parvati; Potter, Harry" (Harry Potter y la Orden del Fénix, Capítulo 31)

...

"En algún momento entre septiembre de 1991 y la primavera de 1996, Sally-Anne Perks abandonó Hogwarts. Quizás dejó los estudios. Quizás cayó enferma. Quizás murió. O quizás simplemente se desvaneció..."

...

Los atardeceres de octubre tenían un matiz helador. Los días eran aún cálidos y dorados, pero al caer la noche se podía sentir escarcha en el aire, el aliento gélido de un invierno que ya estaba al caer.

Harry, Ron y Hermione se encontraban acurrucados frente a la chimenea en la sala común de Gryffindor. La calidez y el suave crepitar de las llamas les sumía poco a poco en una cómoda somnolencia. Incluso Hermione había relegado el libro a su regazo por un momento y observaba la hoguera con gesto soñador.

Harry inhaló la fragancia acre de la madera de nogal e intentó distinguir formas entre el fuego. ¡Cuántos colores había en las llamas! Siempre había asociado el fuego con el naranja; pero ahora notó que las llamas contenían una gran gama de matices; ocre, ámbar, sombras de dorado resplandeciente y rojo vivo, y aquí y allá destellos de un azul incandescente.

- Veo una pirámide-masculló adormilado-¿La veis? ¿Justo donde el fuego llega un poco más alto?

Ron inclinó la cabeza hacia un lado, pensativo.

- No-declaró por fin- Qué va a ser una pirámide. ¡Es el Sombrero Seleccionador!

Harry y Hermione rieron un poco, admitiendo de buen grado que esa llama sí tenía cierto aspecto puntiagudo, como de sombrero de mago.

-Nunca olvidaré lo nerviosa que estaba el día de la selección-dijo Hermione con suavidad- Ya han pasado más de dos años...

-Yo también-añadió Ron-¡Estaba seguro de que me iba a poner en Slytherin!-hizo una mueca- Mis padres me hubieran desheredado.

Harry sonrió, mas no comentó nada de los miedos que le aquejaron aquel día. Tal vez en otra ocasión...

-Creo que todos estábamos asustados-dijo con tranquilidad-Ni siquiera Malfoy estaba cómodo, y aquella chica pequeña y pálida, Sally-Anne Perks, parecía a punto de desmayarse...

Hermione frunció el ceño.

-¿Sally-Anne?¿Quién es ésa?

Harry la observó con curiosidad.

-Sally-Anne Perks, la chica que iba justo delante de mí en la lista. Fue escogida para Hufflepuff, ¿te acuerdas?

Pero la mirada de reconocimiento que esperaba nunca llegó. Hermione se limitó a negar con la cabeza, perpleja.

-¿De qué hablas, Harry? No había ninguna Sally-Anne.

-Claro que la había. ¿Cómo puedes haberla olvidado? Sueles acordarte de todo-de repente, un pensamiento cruzó su mente-Espera, qué raro... no recuerdo haberla visto mucho después de aquello... Es extraño, nunca he pensado demasiado en ella. Me fijé en ella cuando la estaban seleccionando, porque iba justo delante de mí, y yo sabía que mi turno llegaría pronto. Pero en realidad no creo haberla visto desde aquel día... Ella era de Hufflepuff, pero nunca coincidió con nosotros en ninguna clase. Debió de dejar el colegio justo después de eso... Me pregunto por qué.

Entonces notó una expresión curiosa en la cara de Ron.

-¿Qué? ¿Qué pasa, Ron? ¿Escuchaste algo sobre lo que le ocurrió? ¿Escuchaste algo...algo malo?

Harry sintió una punzada de lástima por la olvidada Sally-Anne. Recordaba un rostro delgado, pequeño, tan pálido que parecía translúcido, unos ojos azules abiertos de miedo, una nariz salpicada de pecas, unas manos que asían los bordes del taburete con fuerza, mientras se sentaba y esperaba a que el sombrero se posara sobre su cabeza. Esperaba que nada malo le hubiera sucedido, ninguna enfermedad ni ningún accidente. Quizás echaba tanto de menos su casa que sus padres habían decidido sacarla de Hogwarts.

-¿De qué hablas, Harry? No había ninguna Sally-Anne-Ron lo estaba mirando con gesto preocupado, pero Harry se dio cuenta de que estaba preocupado por él, y no por Sally-Anne.

Harry empezó a preguntarse si no estaría soñando.

-¡No me digas que tú tampoco te acuerdas de ella! Fue seleccionada justo delante de mí. Perks, Sally Anne. Y entonces yo: Potter, Harry.

-¿Harry?-la mano de Hermione estaba ahora sobre su hombro. Su voz era amable-Harry, ¿qué ocurre?¿de qué estás hablando? Me acuerdo de la ceremonia de selección tan bien como tú, de cada instante. Fue entonces cuando se decidieron nuestros destinos. ¿Cómo iba a olvidarme de algo?

Respiro con profundidad.

-¿Harry, qué te ocurre? ¿Estás teniendo alucinaciones? Nunca hubo ninguna Sally-Anne. Fuiste elegido justo después de las gemelas Patil.

A pesar del calor de la chimenea, a Harry le recorrió un escalofrío helado. Algo iba muy mal...

Sacudió la cabeza, terco. ¿Qué les pasaba a Ron y Hermione? ¿Cómo podían haberla olvidado sólo porque se hubiera ido antes del colegio? ¿Pero cuándo exactamente? Trató de recordar si la había vuelto a ver. No, no habían tenido clases con los de Hufflepuff hasta segundo, y para cuando aquello ella ya no estaba allí.

Se incorporó súbitamente.

-¿Dónde vas?-¿Por qué la mirada de Hermione parecía tan...ansiosa?

-A la sala común de Hufflepuff-Harry procuró que su voz sonara firme-Alguno de ellos la recordará, aun cuando no estuviera aquí por mucho tiempo.

...

Pero los Hufflepuffs no recordaban a Sally-Anne.

Para su sorpresa, Harry pudo acceder a su Sala Común, situada en las bodegas, sin conocer la contraseña; caminó hacia la puerta y ésta se abrió a su paso. Observó desconcertado la acogedora estancia, con sus mullidos sillones y los tapices dorados colgando de las paredes. ¿No se suponía que algo debía de haber impedido su entrada?

En aquel momento oyó una risa límpida tras de sí. Susan Bones lo estaba mirando, divertida.

-No pasa nada, Harry. No hay contraseña.

-¿No hay contraseña? ¿Entonces, qué mantiene fuera a los intrusos?

Susan sonrió, y en sus mejillas rosadas surgieron sendos hoyuelos.

-Lo que los mantiene fuera son sus propias suposiciones. Por ejemplo, la suposición de que se necesita una contraseña para entrar.

-Oh-Harry empezó a sentir un respeto renovado por los de Hufflepuff.

Susan cerró el libro que sostenía entre las manos.

-Algunas cosas-dijo con suavidad-son muy difíciles de entender. Pero muchas veces, la gente no entiende algo porque las cosas son demasido simples. Como nuestra contraseña.

Su sonrisa se anchó, pícara.

-¿Qué puedo hacer por ti, Harry, ahora que te has enterado de nuestro secreto al atravesar la puerta como si tal cosa?

Unos pocos Hufflepuffs más se habían reunido en torno a ellos. Ernie MacMillan, Hannah Abbott, Justin Finch-Fletchley...

Harry dirigió la vista hacia sus caras amistosas. Tomó aire.

-Me preguntaba si alguno de vosotros se acuerda de una chica llamada Sally-Anne Perks.

En sus rostros se reflejó una expresión de amable confusión. Sacudieron sus cabezas, le hicieron algunas preguntas y al cambio respondieron a la suya. No, ninguno de ellos había oído hablar de Sally-Anne Perks. Sí, recordaban la ceremonia de selección, claro que sí; ¿quién lo iba a olvidar?

La exasperación de Harry iba en aumento. No estaba loco, ella había existido... Pero los de Hufflepuff le observaban con inocente desconcierto; no sabían nada de Sally-Anne.

-Decidme-dijo al final-cuántas chicas fueron sorteadas a Hufflepuff en nuestro primer año.

Fue Hannah Abbott, de aspecto dulce y cabello recogido en dos coletas, quien contestó.

-Cuatro. Fuimos cuatro, Harry. Susan Bones, Leanne Robinson, Megan Jones y yo.

Harry estudió su cara. No, no había rastro de mentira en sus ojos.

-Pero, ¿no fueron escogidos cinco chicos y cinco chicas para cada casa?-preguntó, a la desesperada-Gryffindor tenía cinco chicas, Ravenclaw también, y Slytherin. ¿Por qué iba Hufflepuff a tener cuatro chicas y cinco chicos?

Hannah parecía asombrada.

-No lo sé-respondió, despacio-Pensándolo bien, eso no fue justo, ¿verdad? Tal vez fue otro ejemplo más de Hufflepuff saliendo mal parada frente al resto de las casas.

Un murmullo de asentimiento recorrió el grupito, y Harry cedió. Les dio las gracias a los alumnos de Hufflepuff y regresó a la torre de Gryffindor.

Ron y Hermione aún estaban sentados en el suelo frente al fuego, pero con varios palmos más de separación entre ellos de los que había habido antes. ¿Habrían discutido? La chica la miró mientras él cruzaba el umbral.

-¿Qué has averiguado, Harry?

Él sacudió la cabeza.

-Poca cosa. Ellos tampoco la recuerdan. Pero sí creen que es raro que haya sólo cuatro chicas de Hufflepuff en nuestro curso, cuando hay cinco en las demás casas.

Hermione parecía pensativa, pero Ron se limitó a estirarse y bostezar.

-Bueno, si los de Hufflepuff no la recuerdan, entonces ella no fue escogida para Hufflepuff, ¿no? Debiste de haberla imaginado, Harry. No te preocupes, tío; es normal confundirse. El primer día en Hogwarts fue muy apabullante para todos nosotros. Es difícil aclararse con tanta presión.

-¡Yo-no-me-la-imaginé!

Pero Ron simplemente se encogió de hombros ante el arrebato de rabia de Harry, negó con la cabeza y se alejó. Enseguida se enzarzó con Neville en una partida de snaps explosivos y a juzgar por las quemaduras en la túnica de éste, Ron ganaba por goleada.

Harry desvió su mirada de Ron y se plantó frente a la chimenea. ¿Por qué era Ron incapaz de intentar creerle, aunque fuera sólo por un instante? Su recuerdo de Sally-Anne, tan vívido hasta hacía poco, comenzó a disiparse ante la descarada incredulidad de su amigo. ¿Acaso se la había imaginado? ¿Era ella parte de su imaginación, como aquella pirámide que había vislumbrado entre las llamas?

-Harry, vayamos a ver a McGonagall-la voz de Hermione, que se introdujo en sus pensamientos, tenía un inconfundible tono de determinación.

Harry la miró, sin entender.

-¿McGonagall?¿Para qué quieres ir donde McGonagall?

Distinguió una pizca de exasperación entremezclada con ternura en la cara de su amiga cuanda ésta respondió:

-¿Cómo que para qué? ¡Para preguntarle lo de Sally-Anne, por supuesto!

-¿Me crees, entonces?-la voz de Harry surgió como un susurro de su garganta.

-No sé qué es lo que creo, Harry-dijo Hermione con suavidad-No sé si hubo una Sally-Anne o no. Pero sí creo que tienes una reminiscencia muy vídida de alguien que el resto de nosotros no recuerda, y eso ya es de por sí muy extraño. Y el número de chicas que fueron a parar a Hufflepuff hace dos años...Nunca había pensado acerca de ello, pero tienes razón: Debería de haber habido una más. ¿Te has percatado alguna vez de que los nuevos estudiantes son repartidos de forma equitativa en cada una de las cuatro casas? Hay algo en la propia magia de Hogwarts, y puede ser que también en el Sombrero Seleccionador, que se esfuerza en lograr el equilibrio, la simetría: las cuatro casas han de ser iguales en fuerza, en número... No puede haber sólo cuatro chicas de Hufflepuff en nuestro curso-la muchacha recobró aire-Así pues, tiene sentido pensar que falta una... Visitemos a McGonagall, Harry; ella es la encargada de la selección.

Ella le tendió su mano y él la asió, agradecido. Juntos caminaron por los pasillos milenarios, ya desiertos.

-¡Adelante!-la enérgica voz de la profesora McGonagall respondió al dubitativo golpe que Harry le había asestado a la puerta.

-Ah, Potter, señorita Granger-el rostro de la profesora se iluminó muy levemente al alzar la vista y ver a los dos alumnos-¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿No es un poco tarde para que anden aún despiertos por ahí?

Entonces, al contemplar sus caras, añadió con rapidez:

-Siéntense, niños. ¿Va algo mal?

Harry y Hermione se hundieron en las sillas que ella les ofrecía. Harry cogió aire.

-Profesora, ¿recuerda usted el día en que Hermione y yo fuimos seleccionados?

McGonagall guardó la pluma que había estado usando bajo la mesa y les sonrió.

-Por supuesto que lo hago, Potter. ¿Cómo olvidar el día en que Harry Potter fue escogido para ser alumno de mi casa?-Harry sonrió al notar un sutil deje de orgullo en su voz-Y usted también, señorita Granger. A Potter lo precedía su reputación, claro está, pero de usted yo aún no sabía nada. Si de algo puedo alardear, es de ser capaz de leer el carácter y las habilidades de un niño con sólo observar sus caras, y debo decir que usted se ha mantenido a la altura de lo que sus ojos prometían aquella noche.

-Profesora-inquirió Harry lentamente-¿Se acuerda usted de los estudiantes de Hufflepuff? ¿Recuerda a una niña llamada Sally-Anne Perks?

¿Era su imaginación, o McGonagall había flaqueado durante una milésima de segundo? No, debía de tratarse de una ilusión: su pulso era firme y su voz segura cuando respondió, con cierta nota de sorpresa:

-¿Sally-Anne Perks? ¿En Hufflepuff? No, nunca existió tal alumna, Potter.

-¡Pero yo me acuerdo de ella!

McGonagall parecía sorprendida ante su vehemencia.

-¿Se acuerda de ella? No, debe de estar equivocado, Potter-para su sorpresa, le dedicó una sonrisa cálida, casi maternal-A veces nuestras mentes nos juegan malas pasadas, Harry. Pero creo que puedo conseguir que la suya se aclare.

Se levantó y sacó un pesado volumen forrado en cuero de un armario.

-Mire, éste es el archivo de Hogwarts; yo soy quien tiene asignada su custodia. El nombre de todos los estudiantes que han asistido a este colegio se registra mágicamente, junto con la casa a la que pertenecen, la fecha de su selección, sus calificaciones, y otros datos de utilidad.

Abrió el viejo ejemplar y pasó sus ojas con delicadeza.

-Veamos. Su ceremonia de selección fue en 1991, el primer día de septiembre. Ah, aquí está. Patil, Padma. Patil, Parvati. Potter, Harry. Échele un vistazo. Puede comprobar usted mismo que no hay ninguna...¿cómo dijo?¿Señorita Perkins?

-Perks.

-Ah, sí. Perks. Como puede ver de la lista de Hufflepuffs de 1991, hubo únicamente cuatro chicas asignadas a dicha casa en ese año. Y aquí está la lista de las clases. Como puede ver, no figura ninguna señorita Perks en ninguna de las clases impartidas ese curso.

-Oh-Harry volvió a hundirse en su asiento, preguntándose a sí mismo si debía sentirse aliviado o miserable. Había sido todo una ilusión, entonces. ¿Pero por qué había algo tan melancólico en esa idea? La pequeña Sally-Anne nunca fue real. Si así era, ¿ cómo podía ser tan vívido el recuerdo de su cara?

-Muchas gracias, profesora-Hermione intercambió algunas frases de cortesía con McGonagall, y después agarró el brazo de Harry, guiándolo fuera con delicadeza. Mientras la puerta del despacho se cerraba tras ellos, Harry susurró:

-Bueno, creo que eso lo aclara todo.

-Desde luego- ¿A qué se debía aquel brillo tan peculiar en los ojos de su amiga?

Entonces Hermione le arrastró hacia una escina, internándolos a ambos en un pasillo vacío.

-¡No dice la verdad!¡McGonagall está mintiendo, Harry! Ahora sé a ciencia cierta que tu apócrifa Hufflepuff existió.

-¿Qué? Pero si acabamos de ver los archivos...

Hermione sacudió su cabeza, impaciente.

-¿No lo has visto? ¿No te has fijado en cómo sus manos temblaban cuando mencionaste a Sally-Anne? ¡Y además nos ha enseñado los archivos del colegios! La profesora McGonagall, la encargada del archivo secreto de Hogwarts, ha enseñado un libro escolar confidencial a dos alumnos, ¡sólo porque uno de ellos dice recordar a una alumna que en realidad nunca estuvo aquí! ¿Por qué iba a hacer algo así? Podía haber hecho caso omiso del asunto. O se podía haber preocupado por tu falso recuerdo y haber decidido que necesitabas ir a la enfermería a descansar. Pero no ha hecho nada de eso. Ha puesto muchísimo empeño para demostrar que Sally-Anne es fruto de tus sueños...¿Pero por qué?

-No lo sé-Harry se sentía ligeramente mareado-Hermione, ¡no estarás insinuando que McGonagall está tratando de encubrir algún tipo de crimen! Si Sally-Anne no figura en los registros, y nadie aparte de mí la recuerda, lo más probable es que no fuera real...

Hermione no se mostró de acuerdo.

-Los ficheros pueden falsificarse, incluso siendo mágicos. Las mentes pueden ser alteradas y la memoria, borrada...

-¿Y cómo explicas que mis recuerdos no hayan sido modificados, a diferencia de los del resto?

La chica le miró.

-Tal vez...-dijo lentamente-tal vez tu mente sea distinta en cierto sentido-prosiguió con rapidez al ver su gesto-No, no, no quiero decir que estés loco, Harry. Pero sabemos a ciencia cierta que tu mente es distinta en ciertos aspectos. Puedes hablar con las serpientes, por ejemplo. Quizás hay algo en tu mente, sea lo que sea, que aparte de permitirte hablar pársel también protege tus recuerdos.

Hermione permaneció en silencio por unos instantes; tenía un aire concentrado y distante.

-Me pregunto...-caviló soñadoramente-Me pregunto si alguien podría borrar todo rastro de recuerdo de la existencia de una persona. Sería muy complicado, ¿sabes? Sí, es fácil acordarse de borrar las cosas más importantes, como su nombre de un archivo escolar o un recuerdo de la mente de sus compañeros de clase, pero siempre se escaparía algún detalle, por insignificante que fuera.

Ella se perdió en sus pensamientos mientras volvían a la sala común de Gryffindor. Ron les dirigió la vista al entrar, pero luego fingió ignorarlos. Al parecer, se había hartado de la inexistente alumna de Hufflepuff. Pronto subió al dormitorio de los chicos junto a Dean y Seamus, y Harry y Hermione se quedaron solos en la estancia.

Hermione le echó un rápido vistazo a su alrededor, y después susurró:

-Necesito ayuda con mis deberes.

Aquello era lo último que Harry hubiera esperado oír de su amiga. Se limitó a mirarla, atónito.

-¿Q-qué?

-Mis deberes, Harry-sus labios se arquearon en una sonrisa-Querría saber si podrías llamar a Dobby; tal vez él pueda ayudarme con algo particularmente difícil.

Arrancó un trocito de pergamino y preparó una pluma con rapidez.

Perplejo, Harry musitó al aire:

-¿Dobby?

Y Dobby apareció con un crack, sus enormes ojos húmedos de la emoción.

-¿Harry Potter llamó?

-Hola, Dobby-dijo Harry-Gracias por venir-aquello interrumpió las protestas de gratitud del elfo y logró turbarlo aún más-Mi amiga Hermione necesita ayuda con sus...emmm...deberes.

-Dobby-saludó Hermione amablemente-Estoy trabajando en un proyecto especialmente complicado para la clase de Aritmancia, y esperaba que quizás tú fueras capaz ayudarme.

Dobby chilló excitado.

-Dobby sería feliz de poder ayudarla, señorita. Dobby sabe mucho sobre Aritmancia, tanto de gematría como de numerología rúnica. Como todos los elfos domésticos, señorita.

-¿De veras?-Hermione parecía sorprendida, pero se apresuró en añadir: Dobby, estoy estudiando una rama poco conocida de la aritmancia Muggle, que se llama estadística.

-¿Estadística?-Dobby paladeó la palabra pensativamente-Dobby no conoce esa palabra, señorita.

.Hermione agitó su despeinada cabellera y le sonrió.

-Muy poca gente del mundo mágico ha escuchado algo sobre esta ciencia, Dobby. Pero sus principios son muy sencillos de entender: Primero reunimos cifras sobre hechos arbitrarios, como por ejemplo, el número de peldaños en una escalera, el peso de unos niños, la cantidad de gente que cae enferma por una gripe. Y entoces analizamos el patrón que se saca de esas cifras. Y ese patrón, Dobby, en ocasiones puede decirnos algo que los números por sí solos no pueden.

-¡Oh!-los ojos de Dobby resplandecieron ante los asombrosos misterios de la estadística.

-Así que me preguntaba, Dobby, si podrías recabar cierta serie de números.

Dobby asintió con entusiasmo, y ella prosiguió:

-Me interesaría particularmente entender cómo funciona lo de las comidas en el Gran Comedor. He notado que siempre hay el número exacto de platos necesarios, ni uno más, ni uno menos. ¿Cómo puede ser eso?

-Encantamientos, señorita-Dobby parecía encantado de poder compartir lo que sabía con Hermione-El número de cubiertos y platos que hacen falta se muestra en el fuego mágico de las cocinas, junto con información sobre requerimientos dietéticos específicos.

Hermione le sonrió.

-Dobby...sería tremendamente útil si pudieras darme información a cerca de las cenas servidas en Hogwarts durante un periodo determinado de tiempo. Veamos...Por ejemplo...-le echó un vistazo a su pergamino-Por ejemplo el mes de septiembre de 1991. ¿Podrías decirme cuántos alumnos cenaban en Hogwarts en septiembre de aquel año?

-¡Sí, por supuesto, señorita!-Dobby zarandeó la cabeza, feliz, y acto seguido se esfumó.

Aguardaron en silencio. Dobby no necesitó ni media hora para regresar.

-¡Harry Potter y señorita Granger, Dobby tiene estadísticas!-sostuvo sus notas con orgullo y las recitó con solemnidad-Cenas servidas a estudiantes en Hogwarts. 1 de septiembre de 1991: 412. 2 de septiembre de 1991: 412. 3 de septiembre de 1991: 412. 4 de septiembre de 1991: 412. 5 de septiembre de 1991: 412. 6 de septiembre de 1991: 412. 7 de septiembre de 1991: 412. 8 de septiembre de 1991: 411. 9 de septiembre de 1991: 411...-leyó la cifra hasta el final del mes.

Después del 7 de septiembre de 1991, un alumnos menos cenó en Hogwarts.

-Muchísimas gracias, Dobby-susurró Hermione-Eso era exactamente lo que necesitaba...

Dobby desapareció con una sonrisa y un pequeño estallido, pero Harry y Hermione permanecieron inmóviles, observándose el uno al otro. Sally-Anne Perks permaneció en Hogwarts durante siete días antes de desvanecerse sin dejar rastro.

¿Qué le ocurrió en aquellos siete días?