Prompt: Emma y Regina están juntas. Emma se acaba de mudar a la mansión con Regina, cuando llega el momento de dormir pelean por el mismo lado de la cama.

Gracias por el Prompt, espero que sea de tu agrado lo que he escrito.


BAD NEIGHBORS

Era sábado por la mañana, el sol estaba en lo alto acompañado por la brisa del viento que no permitía que el día fuera demasiado cálido. John Aldridge había querido protestar por no tener uno de sus habituales días grises y congelados, era tanto su mal humor que decidió cambiar todo los planes que tenía para aquel día, no iba a salir a cortar el césped de su jardín y terminar todo sudado, seguramente con una irritación cutánea, gracias a los rayos ultravioleta quemando su piel perfecta. Se sentó en su sillón en el porche, con un té helado y la sección deportiva del periódico. Su equipo estaba teniendo una mala temporada, y como si eso no fuese suficiente algunos idiotas empezaban a hacer demasiado ruido, eso solo le daba una buena razón para llamar a aquella sheriff rubia que nunca hace bien su trabajo pero siempre lleva esos pantalones apretados que ponen a correr su imaginación. Tomó el teléfono, salió al jardín y buscó la fuente de ruido, no necesitó avanzar demasiado para descubrir quién estaba irrumpiendo su tranquila mañana, frente a él, en el jardín perfecto de la mujer más temida de todo Storybrook, vio a las causantes de tanto alboroto.

Su boca se hizo agua, sus pantalones se volvieron apretados. Él era un duque por el amor de Dios, nacido en el seno de una de las familias más tradicionales del Bosque Encantado. Había estado en la celebración del nombre de Regina, con doce años recién cumplidos ese había sido su primer viaje oficial, y su padre le había prometido que cuando la princesa dejara de usar pañales y estuviera en una edad reproductiva, podría tomarla como su esposa. Obviamente eso nunca pasó, pero él no ha perdido jamás la oportunidad de estar en presencia de su belleza.

Cortar el césped no es precisamente uno de sus pasatiempos favoritos, pero por nada del mundo se perdería las dos horas que pasa viendo a Regina arreglar su jardín.

Delante de sus propios ojos, esa sheriff inservible estaba besando y manoseando a la que debería haber sido su mujer. Pero John Aldridge no es un hombre desagradecido, todos los años antes de navidad le entrega un cheque de cuatro cifras a la Madre Superiora para la caridad, piensa que quizá este año va a tener que ser un poco más generoso. Su sheriff favorita lleva un top blanco que seguramente si pudiera estar unos metros más cerca le permitiría apreciar la marca del brasier que lleva puesto, pero lo que hace comprender la presencia del sol en el cielo es el vestido primaveral demasiado corto que lleva puesto la dueña de las piernas más perfectas y los senos más redondos de todo los reinos. Ruega por un hada que le conceda el deseo de poder ver los tesoros que se ocultan bajo ese vestido.

Sus súplicas son escuchadas por una rubia de ojos verdes que está caminando directo hacia él.

—Buenos días John —Emma aprieta tan fuerte su mano que John casi se queja en protesta.

—Sheriff Swan.

Emma se voltea a mirar a su novia y le da una amplia sonrisa, pero entonces mira a John otra vez, y el hombre casi echa a correr a encerrarse en su casa.

—Voy a venir a visitarte mientras duermes y cortarte esa cosa diminuta que tienes entre las piernas si vuelves a mirar a mi mujer otra vez. Sé perfectamente que la única razón por la que te pasas husmeando es para verla a ella. Voy a estar atenta John, somos vecinos ahora y me gusta cuidar de los vecinos que se preocupan tanto por el bienestar de mi mujer. —Le da una fuerte palmada en el hombro y sonríe—. Que tengas un buen día John.

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EMMA

Crucé la calle corriendo y antes que Regina pudiera reaccionar la cargue y la hice girar en el aire. Podía ser simplemente feliz escuchándola reír de la manera en que lo hace.

—¡Basta Emma! ¡Ponme en el piso!

—No. Eres mía ahora.

Volvió a reír, sus manos acariciaron mi rostro y me dio un beso casi imperceptible.

—Has perdido la razón. No debiste haberle dicho nada al señor Aldridge. Es uno de mis mejores vecinos.

—El tipo es un idiota que te mira como si fueras un anuncio porno andante.

—Dices lo mismo de todos los que me miran.

—Porque es cierto.

Resbaló entre mis brazos hasta estar de vuelta en el piso. Sus manos rodearon mi cuello y las mías obviamente descansaron en su perfecto traserito redondo que ahora es oficialmente mío.

—Eres incorregible Emma Swan.

—Voy a poner en orden toda la calle Miffin, es hora que todos sepan que Regina Mills es oficialmente la novia de Emma Swan, en especial tus vecinos.

—Nuestros vecinos. —Besó mi boca y atrapó entre sus dientes mi labio inferior—. No puedo creer que estemos haciendo al fin esto Emma.

—Yo tampoco me lo creo bebé.

—¿Seguro que no olvidaste nada en casa de tus padres?

—Todo está oficialmente guardado en el interior de nuestra casa bebé… excepto una cosa.

—¿Qué?

—Tú.

La levanté sobre mi hombro haciendo uso de toda mi fuerza. Ella gritó para que la bajara pero no lo hice hasta que estuvimos en el medio de la que ahora es mi sala también.

—¡Estás loca!

—¡Estoy feliz! —La apreté entre mis brazos y la hice girar.

—Espera, espera —dijo entre risas—, tengo algo que mostrarte.

Tomó mi mano y corrí detrás de ella, siguiéndola hasta nuestra habitación. Había liberado la mitad de su armario, mi cepillo de dientes estaba junto al suyo y había hecho espacio para mis cosas en el baño también.

—Tenemos que ordenar tus cosas.

—Hay tiempo suficiente para hacerlo.

—Hay otra habitación que quiero mostrarte.

—¿Sí?

—Sí.

Volvió a tirar de mi mano y corrimos hasta el siguiente piso.

—Está vacío.

—Es para ti. Tu propio espacio. Puedes convertirlo en lo que quieras amor.

La rodeé con mis brazos por detrás, besé su hombro y su mejilla.

—Gracias.

—¿Te gusta?

—Es perfecto. Tú eres perfecta. Siempre estás pensando en mí, incluso más que yo.

—¿Qué quieres hacer aquí?

—Un gimnasio.

—Es una idea fantástica.

—¿Lo es? Va a estar lleno de máquinas. Arruinará la decoración de tu casa.

—Es nuestra casa. Y es perfecto porque así puedo tenerte más tiempo aquí.

—Has logrado atraparme, voy a quedarme para siempre.

Su mano tomó la mía, y otra vez corrimos por toda la casa. Regina quería mostrarme cada rincón, como si yo no hubiese estado allí miles de veces. Nos detuvimos en la cocina y preparamos algunos bocadillos para comer.

—Henry va a estar tan feliz cuando vuelva de su campamento y descubra que estás viviendo con nosotros.

—No puedo decir lo mismo de mis padres. Pero voy a disfrutar viéndolos volverse locos.

—Tu padre vendrá con su espada y tu madre le pedirá ayuda a esa polilla azul.

—Es bueno que mis habilidades mágicas hayan mejorado.

—No me lo recuerdes. Nunca más quiero verte cerca de Gold. Fue estúpido pedirle ayuda con tu magia.

—Fue quién me dijo que tú eras mi verdadero amor, prácticamente me obligó a conquistarte.

—Solo para su beneficio. Debe tener un plan oculto.

—Han pasado seis meses, si hubiera querido hacer algo en nuestra contra ya lo hubiese hecho.

—Esperó más de la mitad de mi vida para convencerme de lanzar su maldición. No subestimes su paciencia.

—Ok, no lo invitaremos a cenar los domingos.

—Más te vale.

—Me gusta cuando te pones mandona.

Besé su hombro y acaricié sus piernas. Me encantaba tenerla sentada en mi regazo, ocupa uno de los diez primeros lugares entre mis cosas favoritas.

—Bien, porque yo estoy al mando en esta relación.

—Por supuesto bebé.

—Ok. Ahora debemos bautizar cada habitación.

—¿Bautizar?

—Sí. Leí que cuando dos personas se mudan a vivir juntas deben hacer el amor en cada habitación. Es un ritual de este mundo. Quiero que seamos como todas las demás parejas.

Nadie en mi lugar se atrevería a llevarle la corriente, no creo tener la energía suficiente para la misión que me ha sido encomendada, pero tengo toda la vida para cumplirla.

—Estaré encantada de empezar aquí en la cocina.

—¡No! En la cocina nunca. Comemos aquí Emma. —Dijo horrorizada.

—Por eso mismo bebé, debo comerte aquí.

—Siempre estás diciendo cosas sucias.

La forma en que respinga la nariz cuando algo no le gusta también está en mi lista de cosas favoritas.

—Y ni siquiera te he dicho la mitad de las cosas sucias que pienso hacerte.

—¡Emma!

—Voy a darte tres segundos de ventaja para correr.

Saltó de mi regazo, le di una palmada en el trasero y corrió. Cerré los ojos y cuando los abrí la tenía entre mis brazos en medio del humo blanco de mi magia.

—¡Ahhh! ¡Hiciste trampa!

Caminé con ella sin soltarla, retrocediendo hasta dejarnos caer sobre el sofá. Era como si no podíamos dejar de reír y besarnos.

—¡Regina! ¡Emma! —Kathryn gritó y entró en nuestra casa sin ser invitada.

Regina me empujó y caí en la alfombra esponjosa.

—¡Kathryn! ¿Qué estás haciendo aquí?

No puedo creer que Regina le dio una llave de nuestra casa. Esto tiene que ser una verdadera emergencia porque voy enojarme mucho más de lo que ya estoy si solo vino por una taza de azúcar o una uña quebrada.

—Oh Regina, se rompió una tubería en mi casa, toda mi sala está inundada. No sé qué hacer.

Llamar a un plomero sería una mejor idea que irrumpir en una casa ajena y esperar que mi novia, quién no sabe diferenciar entre un destornillador y un martillo, le solucione algo.

—Eso es terrible. —Mi Regina abrazó a Kathryn consolándola, como si una sala inundada fuera algo de vida o muerte.

Odio a Kathryn, no puedo creer que sea una de nuestras vecinas, y la supuesta mejor amiga de Regina. A veces creo que solo es amiga de mi novia para molestar a mi familia. Qué mejor manera de vengarse de Mary Margaret por haber sido la amante de su falso marido que haciéndome sufrir a mí. Aunque pensándolo bien, a veces creo que mi madre sería más feliz si Regina fuera el verdadero amor de Kathryn en lugar del mío.

Fui arrastrada a la casa de a lado y obligada a mover y secar muebles toda la tarde. Las nuevas leyes de no poder usar magia fuera de nuestra casa es tan absurda e injusta, y no entiendo por qué Regina tiene que ser tan obsesiva en cumplirá las reglas ahora.

—Te quiero tanto Regina, no sé qué haría sin ti. —Kathryn estrujó a mi novia entre sus brazos—. Voy a estar muy pendiente de ti Emma, debes cuidar muy bien de mi mejor amiga.

Le di una falsa sonrisa y esperé impacientemente que Kathryn me devolviera a mi novia.

Estaba hecha un desastre, y totalmente hambrienta. Regina nos preparó algo de cenar mientras yo tomaba una ducha, fue totalmente injusto que Regina se metiera a la ducha después y me dejara cuidando de la comida en la cocina. Afortunadamente mi estómago quedó más que satisfecho con su deliciosa comida.

Nos alistamos para dormir, ella con un pijama cortito de seda, y yo con una camiseta muy grande de algodón.

Suspiré relajada al acostarme en la cama, sería la primera noche del resto de una serie de noches interminables durmiendo junto a la mujer que amo.

—Ponte más allá amor, este es mi lado de la cama. —Dijo Regina sentándose junto a mí.

—Lo siento nena pero este es mi lado, lo ha sido desde siempre.

—También ha sido mi lado desde siempre.

—Te dejaré dormir muy pegadita a mí bebé.

—Está bien. Hazte más allá.

—No. Merezco dormir en mi lado de la cama después de todo el trabajo forzado que me obligaste a hacer. —Me crucé de brazos enojada.

—No te obligué a hacer nada y no fuiste la única que hizo algo.

—Moviste un par de floreros nena. Solo ven aquí y compláceme.

Me acerqué a ella para abrazarla pero puso su delicada mano en mi pecho y me apartó.

—Acordamos que yo estoy a cargo en esta relación, si alguien tiene que complacerme eres tú.

—Y lo haré en cuanto te subas a la cama, puedes tener el centro, eres mi cuchara pequeña de todas formas.

—Te gusta ocupar mucho más espacio que yo así que puedes quedarte con el centro y el resto de la cama. Este es mi lado.

—Nena. —Intenté pacientemente.

Cruzó los brazos sobre su pecho e hizo lo que adora hacer cuando está molesta conmigo, ignorarme.

—Hey… bebé… —Retrocedí un poco en la cama, moviéndome hacia el centro—. Ven aquí.

Puse mi sonrisa más adorable, di una palmada en el espacio de la cama que acababa de dejar. Regina me miró con sus grandes ojos de color chocolate, una sonrisa se dibujó en su rostro y entonces se subió a la cama lanzándose a mis brazos.

—Gracias mi héroe.

—Mi lado de la cama es junto a ti princesa.

—Entonces voy a tomar el centro, me gusta ser la cuchara pequeña y quiero que tengas mi lado de la cama amor.

Invertimos nuestras posiciones, rodando en la cama, y fui feliz de ser la cuchara grande.

—Ocupas el centro de mi corazón Regina.

—Y tú ocupas el centro del mío Emma.

Giró su rostro hacia mí y nos dimos un dulce beso.

—Me gusta que hayamos tenido nuestra primera pelea.

—Por supuesto. Adoras hacerme enojar.

—Y podemos hacer otro ritual de pareja.

—¿Cuál bebé?

—Sexo de reconciliación.