A/N: Este drabble está inspirado por el hermoso libro de John Green, "Ciudades de Papel" (aunque no es necesario haberlo leído para entenderle)


Hilos


Me llamo Makoto. Mi mejor amigo se llama Haru, y ambos somos muñecos de trapo.

Nos regalaron a una pequeña niña llamada Gou. Gou tenía un hermano llamado Rin, y Rin tenía un perro llamado Winnie.

Por unos buenos años vivimos en el cuarto de Gou. Era una linda chica que jugaba con nosotros, nos cuidaba y le advertía a Rin que controlara a Winnie porque podía destrozarnos.

Pero Gou creció. Las tardes con muñecas se convirtieron en salidas con amigos y citas con chicos. Remodeló su cuarto, y ahora ya no había lugar para nosotros ahí.

Haru y yo nos miramos cuando Gou se disponía a desecharnos, puesto que estábamos demasiado usados como para ser vendidos. Me habían advertido que esto pasaba tarde o temprano, pero aun así dolía.

Sin embargo... Rin nos rescató.

"Dámelos," le dijo. "Yo los quiero."

Rin había crecido para convertirse en un muchacho atractivo, pero con un estilo... peculiar. Vestía de negro en su mayoría, con la ropa pegada al cuerpo y tenía algunas perforaciones. Se maquillaba los ojos más que Gou.

Al parecer, el hecho de que éramos muñecos de trapo maltratados quedaba perfecto con el estilo gótico de su cuarto. Tenía pósters de bandas con chicos y chicas que vestían como él lo hacía, libros y accesorios como velas y otros muñecos, entre otras cosas.

Pero lo que más me impactó fue la expresión de Haru después de que Rin nos acomodó con devoción en un estante.

Ni siquiera miraba a Gou con ese cariño, con esa admiración.

Los muñecos duermen de día y despiertan de noche, y en las noches Haru se la pasaba observando a Rin. Hablábamos de él seguido. A Haru le gustaba la música que Rin escuchaba y creaba —sí, estaba en una banda—, y le gustaba que nos defendiera de Winnie —que a pesar de que ya era algo viejo, seguía con esa misma obsesión de destrozarnos con sus dientes—. Haru nunca lo decía literalmente, nunca decía: "Me gusta Rin y lo que hace por nosotros," pero sus miradas a la hora de recapitular el día de manera casual lo delataban.

A veces, cuando creía que yo no estaba mirando, se escabullía en la cama de Rin y se dormía a su lado. Cuando Rin despertaba se sentía desconcertado al respecto, pero lo atribuía a que tal vez era sonámbulo. Varias veces reprendí a Haru de que podían descubrirnos, pero nunca me escuchaba. Eventualmente Rin se acostumbró tanto que optó por llevarse a Haru a la cama desde el momento en que se disponía a dormir, y lo abrazaba contra sí.

Nunca vi a Haru tan feliz.

A Rin le gustaba leer. Libros de terror, suspenso o los clásicos eran sus favoritos, pero había un lado romántico oculto debajo de su rudeza. A veces, cuando Gou no estaba, tomaba libros de su cuarto y los leía. Luego los volvía a poner en su lugar, avergonzado. Nadie podía enterarse que le gustaban las novelas de romance.

De vez en cuando leía en voz alta, con Haru a su lado. Y aunque se supone que debíamos estar dormidos, noté que Haru lo escuchaba atentamente.

Un día, Rin leyó un pasaje de un nuevo libro donde dos niños se encuentran con el cadáver de un hombre que se suicidó bajo un árbol. Y cuando los niños tratan de descifrar las razones de su muerte, la niña dice:

"Quizá se le rompieron los hilos por dentro."

Esa simple frase tuvo un gran impacto en nosotros tres. Los ojos de Rin brillaron, y los de Haru también al notar que algo había captado el interés de Rin. Por mi parte, la frase me impactó porque, ¿qué mejor analogía para un muñeco de trapo?

Tarde o temprano, nuestros hilos se romperían.

La tragedia ocurrió unos meses después. Rin comenzó a salir con uno de los chicos de su banda, un grandulón de nombre Sousuke. Los vimos ser felices al besarse en la cama y reír, al escuchar álbumes juntos y cantar. Rin estaba eufórico. Componía canciones para Sousuke y no paraba de hablar de él.

Haru estaba celoso.

Rin se olvidó de él. Ya no se lo llevaba para dormir, ya ni siquiera nos miraba. Haru era terco, así que intentó colarse en su cama repetidas veces, pero o terminaba en el suelo o Rin ni siquiera llegaba. Sousuke lo dejaba en la mañana, después de haber pasado la noche con él.

Un día, Rin llegó gritando y con el maquillaje corrido por las lágrimas. Estaba fúrico. Arrancó sus posters, arrojó cosas por todos lados. Tomó a Haru entre sus manos y el aliento se me fue, pero antes de arrojarlo se arrepintió y lo abrazó fuertemente contra sí, derrumbándose en llanto.

Por la noche, salió.

Pero nunca regresó.

Gou entró la mañana siguiente, deshecha en llanto. Su mamá también. Y eventualmente nos enteramos de que Rin se había suicidado esa noche después de una tórrida ruptura con Sousuke.

Cerraron la puerta. No podían desacomodar las pertenencias de Rin, no cuando era lo único que quedaba para indicar su existencia.

"Haru," dije cuando estuvimos solos. Haru estaba impresionado, no demostraba emoción. No podía creerlo aun.

"Quizá se le rompieron los hilos por dentro," fue lo único que dijo. Lo abracé y me abrazó de vuelta hasta quedarnos dormidos.

Cuando desperté, Haru no estaba. La puerta estaba abierta y me preocupé. Corrí fuera del cuarto, no había nadie en la casa porque estaban en el funeral. Y entonces vi los hilos tirados, rotos. Las partes de Haru desperdigadas por el piso. Winnie jugueteaba con lo poco que quedaba de él.

Haru había permitido que Winnie lo destrozara. Había ido hasta él.

Se le habían roto los hilos por dentro al perder a Rin, y para demostrarlo, había permitido que los rompieran por fuera.

Solo esperaba que ambos pudieran estar juntos, con nuevos hilos más fuertes, donde sea que estuvieran.