Disclaimer: Los personajes no me pertenecen (O al menos no la mayoría), son propiedad de Akira Toriyama.

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—… Kus— fue la última palabra que aquellos labios ligeramente pálidos pronunciaron.

El Daishinkan observó con expresión neutra a la figura ya fallecida de la mujer que una vez apreció. Sintió cierta tristeza al ver como aquellos ojos que solían desprender la chispa de la vida, pasaban por el velo de la muerte hasta apagarse por siempre.

Ella se había ido.

—Hubieras sido una excelente madre, querida— murmuró el Daishinkan mientras cerraba los párpados de la mujer con un movimiento suave de su mano.

Estuvo un par de minutos en silencio, rindiendo sus muestras de respeto a la primer y única mujer que había apreciado. Su naturaleza no le permitía expresar sus sentimientos de tristeza, sin embargo, los tenía… débiles y poco precisos pero los tenía.

—Daishinkan-sama— llamó uno de los guardias de Zeno-sama. El ángel lo miró fijamente para dar a entender que lo escuchaba— Lamentamos mucho su pérdida pero… ¿Qué hacemos con esto?— y alzó levemente al bulto enrollado entre las sábanas blancas.

El Daishinkan se acercó al soldado hasta tomar las sábanas entre sus propios brazos. Ahí, con la carita ligeramente escondida, se encontraba una bebé recién nacida. Su poco cabello rubio pálido y su piel celeste claro hicieron sonreír ligeramente al Daishinkan.

—No es esto, es ella— lo reprendió al soldado, quien tembló ligeramente ante la mirada del ángel— Y su nombre es Kus, mi primogénita.

Ambos soldados se inclinaron en muestra de respeto ante la recién nacida.

—En cuanto a Niria-sama...— mencionó el otro soldado viendo el cuerpo de la mujer sobre la cama.

Daishinkan observó el cuerpo de su mujer. Su tez blanca hacía contraste con sus cabellos azabaches, y casi se lamentó de haberle cerrado los ojos ya que de esa forma no podía apreciar sus brillantes ojos verdes.

—Le daremos la sepultura indicada en su mundo— dijo mientras acunaba a la pequeña Kus— Por favor, retírenla antes de que Zeno-sama se presente.

Ambos soldados asintieron antes de tomar suavemente el cuerpo de la mujer y llevarlo a otra sala diferente.

El Daishinkan se quedó de pie en medio de su habitación, con su pequeña en brazos, quien dormía como si no existiese preocupación alguna.

—Kus… tu madre ha elegido un nombre muy peculiar— le murmuró a la pequeña que yacía dormida entre sus brazos. Una adorable sonrisa se extendió por su rostro— Ciertamente, eres perfecta.

Unos suaves pasos comenzaron a resonar por el pasillo que daba a su habitación, pero él no necesitó más de un segundo para saber de quién se trataba. Después de todo, esa persona fue una de los más entusiastas con el tema del embarazo de Niria, y los últimos dos meses se había dedicado a preguntar exclusivamente "¿Aún no nace el bebé?".

—¿Es una niña? ¿Puedo verla?— preguntó una voz infantil desde las puertas de los aposentos del Daishinkan.

—Por supuesto, Zeno-sama, será un honor— lo recibió el ángel mientras exponía levemente a la pequeña ante la mirada de Zeno-sama.

El recién llegado levantó un dedo y comenzó a picar a la pequeña en su mejilla, hasta que, ligeramente molesta por el toque, Kus abrió los ojos y comenzó a llorar.

—Uy, se rompió— se lamentó Zeno-sama al ver los ojos lila de la pequeña inundarse en lágrimas.

—No creo que a Kus le guste que le piquen las mejillas— informó el Daishinkan con una ligera sonrisa— A usted tampoco le gustaría.

Zeno-sama puso ambas manos en sus mejillas, como asegurándose de que nadie tuviera tal atrevimiento.

La pequeña Kus dejó de gimotear y comenzó a bostezar, llamando la atención del Rey de Todo.

—Es muy bonita— dijo el pequeño rey— ¿Dijiste que su nombre es Kus?— el Daishinkan asintió— Hola, Kus ¿Quieres que juguemos a "Choque de planetas"?— preguntó con entusiasmo, pero la pequeña ya se había dormido. La sonrisa de Zeno-sama se borró enseguida— Daishinkan, tu hija no es divertida. La borraré.

—No, Zeno-sama, no es necesario— se apresuró a decir el ángel. Su tono de voz seguía transmitiendo paz, pero sus ojos se habían dilatado ligeramente ante lo dicho por el rey— Kus aún es muy pequeña, apenas lleva unos minutos de nacida. En cuanto crezca, le prometo que tendrá una compañera de juego por excelencia.

Zeno-sama observó a la pequeña dormir despreocupadamente en brazos de su padre. Daishinkan podía jurar que el Rey de Todo debía estar analizando el potencial de su hija para saber si sería una buena compañera de juegos.

—Está bien— aceptó con el entusiasmo ya recobrado. Se sentó en una de las sillas de la habitación y comenzó a mover las piernas en un tierno vaivén— Esperaré a que Kus crezca.

El Daishinkan le hizo una pequeña reverencia antes de situar a su primogénita sobre su cama y comenzar a cambiarla. Debido a que había utilizado su magia para hacerla nacer, solo tenía que ponerle su ropa de recién nacida. Mientras lo hacía, notó que Zeno-sama se acercaba cada vez más. Parecía un niño curioso.

—Es muy pequeña— mencionó al notar que sus manos apenas eran una cuarta parte de las manos de su padre. Sabía que los recién nacidos eran pequeños, pero esa niña parecía mucho más pequeña de lo usual.

—Dudo que Kus crezca mucho, Zeno-sama— explicó el ángel mientras terminaba de cambiar a la pequeña— Tanto Niria como yo somos…

—¿Pequeños?— preguntó Zeno-sama con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado.

Ciertamente, no es la persona más indicada para hablar en cuanto a tamaños.

—Así es— el Daishinkan prefirió guardarse sus pensamientos— Debido a eso, sospecho que Kus no será muy grande.

Una vez que la bebé estaba cambiada, el Daishinkan se dispuso a dejarla en la cuna para que descansara. Debía aprovechar que los ángeles solo dormían en sus primeros dos días de vida para así poder resolver los asuntos pendientes.

Dos guardias de Zeno-sama aparecieron justo en el momento en el que Daishinkan terminaba de tapar a la pequeña Kus.

—Les encargo a mi primogénita— le dijo a ambos guardias, quienes se inclinaron en muestra de respeto.

—Todo está listo para el funeral de Niria-sama— anunció uno de ellos. El Daishinkan asintió.

Miró una vez más a la pequeña bebé que dormía plácidamente en la cuna antes de encaminarse hacia el salón junto a Zeno-sama. Le resultaba muy extraño caminar por los pasillos sin la bulliciosa voz de Niria. Aquellos ojos vivaces y alegres le habían dado un toque de iluminación al Palacio. Pasaban los milenios y aún no comprendía cómo una llama tan enérgica se apagaba para darle lugar a otra.

— ¿Niria murió?— preguntó Zeno-sama aligerando el paso. Él asintió, aún perdido en sus pensamientos— Que mal. Era muy alegre.

El Daishinkan sonrió. Si, Niria era tan alegre que a Zeno-sama le había caído muy bien. Al principio la confundió con una muñeca parlante, pero terminaron convirtiéndose en amigos. A decir verdad, Niria había sido la primer amiga de Zeno-sama.

—La extrañaré— confesó Zeno-sama, sorprendiendo al Daishinkan.— Era muy agradable… ¿La extrañarás también?

¿Que si extrañaría a Niria? Por supuesto, pero, por más crudo que sonase, era un precio a pagar para poder tener a Kus. Y eso Niria lo sabía desde el momento en que se acostó en la cama del Daishinkan. Lo amaba, y deseaba cumplirle su sueño: convertirlo en padre.

Fue la mayor muestra de amor que el Daishinkan había recibido en su eternidad.

Se salvó de contestar una vez que cruzaron las puertas que llevaban al gran salón. Allí Niria yacía recostada en una especie de barrera de energía decorada con bellas flores blancas de su Universo. Se veía serena, incluso parecía dormida. De pie frente a ella estaban los guardias de Zeno-sama, a la espera.

—Tomemos un minuto de silencio ¿Si?— dijo Zeno-sama con una pequeña sonrisa.

Los presentes asintieron, dejando sus posiciones de protección para contribuir al tributo de Niria. Después de un minuto exacto, los guardias asintieron hacia el cuerpo en muestra de respeto.

—Quiero ir a jugar— dijo Zeno-sama una vez los guardias terminaron de rendir sus respetos— También tengo hambre. Quiero un pastel del Universo 10.

Los guardias se retiraron junto a Zeno-sama, quien no paraba de enumerar cosas que quería en ese momento. El Daishinkan agradeció en silencio que lo hubiesen dejado a solas con la que fue su mujer.

Con paso tranquilo, se acercó a la barrera de energía, en la cual depositó su palma completa. Casi podía sentir la suave piel de Niria.

—Gracias, Niria-san— dijo a modo de despedida.

Dio una leve inclinación de cabeza y salió del salón, dispuesto a ir a su habitación. De pronto, la imagen de la pequeña Kus inundó la mente del ángel. A pesar de la pérdida, se sentía dichoso de poder tener un hijo. Y esperaba que Kus fuese la primera de muchos más.

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¡Hola a todo el mundo!

Bueno, esto tratará de una serie de One-shots (La mayoría ordenados cronológicamente) sobre Daishinkan y sus hijos. No estoy al tanto de quién es el mayor y quién el menor en cuanto a los ángeles, salvo Kus, que sé que es la mayor, así que iré poniendo a mi parecer. Si alguno tiene algún dato sobre ello, estaré muy feliz de que me lo diga.

No estoy segura de aventurar en el romance, pero puede que haya algunas escenas de Daishinkan con alguna de las esposas (¿Que sí habrá escenas subidas de tono? Lo más probable es que sí, así que en algún momento terminaré cambiando la clasificación de la historia).

Y en cuanto a los ángeles, todos tendrán sus momentos de protagonismo, incluyendo Zeno-sama, y puede que también los guardias.

Bueno, y eso sería todo. El fic en sí se centrará en el humor y la familia, así que espero que lo disfruten :D

Cualquier crítica, duda, o lo que sea… Estoy a un MP de distancia :)

¡Gracias y nos leemos la semana que viene!

Ah, cierto, la actualización será semanalmente.

¡Un gran abrazo!