Sinopsis
Para un ángel de la muerte, enamorarse está prohibido, primero porque su trabajo no les permitía distraerse y segundo porque estaban prácticamente malditos, ellos no podían tocar a nadie o esa persona recibiría la "maldición de la muerte" y moriría inmediatamente porque ese era su trabajo: llevar la muerte a quien había terminado su tiempo en el mundo de los humanos, llevar su alma al cielo o simplemente enterrarla y quemarla en el infierno cual fuera su caso.
Janice, era una de las mejores ángeles de la muerte, siempre había cumplido su trabajo perfectamente sin ningún error y por eso estaba a un paso de ganarse un puesto en el área de los arcángeles, porque aunque ella odiaba tener que ser como ellos, odiaba más su trabajo de ángel de la muerte, que era simple más no sencillo, y ella lo cumplía porque romper las reglas significaba perder las alas y su ida segura al infierno. Ella había oído de los ángeles caídos, condenados a vivir eternamente en la tierra con los humanos pero con un cuerpo incapaz de sentir, solo un alma con conexión incompleta al cuerpo, sin sus alas para volar. Por eso, ella no se atrevía a romper las reglas porque había despertado la envidia en otros ángeles por su carisma y estaba segura que convertirla en un caído no sería suficiente para aquellos que la envidiaban.
Ella cumplía todos sus trabajos correctamente hasta que conoció aquel chico que sin querer la hará cometer el peor error, aquel que lo condenara a la muerte y a ella el destierro del cielo pero sobretodo los condenara a la maldición que no los dejaría estar juntos.
Prefacio
"El Nacimiento del Ángel"
No recuerdo hace cuánto tiempo he sido un ángel de la muerte, ya que en el cielo no existe el espacio ni el tiempo, es como si fuera una dimensión alterna, una a la que solo los ángeles y las almas llevados por ellos pueden llegar, recuerdo que abrí los ojos y me desperté en medio de una gran habitación de color blanco no había paredes a lo lejos pero si pequeñas murallas blancas que no tenían final en lo alto, tanto el techo como el suelo estaba rodeado de una neblina blanca, por eso siempre creí que me encontraba sobre las nubes, así que lo primero que pensé era que había llegado al cielo pero no recordaba ni quien era ni como había llegado allí en cuanto mis ojos se acostumbraron a la claridad de las luces que llegaban de todas partes me vi rodeada de cientos de hombre y mujeres hermosos vestidos de blanco, su piel resplandecía aunque no todos eran blancos, su cabello se agitaba y sus rostros eran simplemente diferentes pero perfectos en todos los sentidos y de sus espaldas se expandían hermosas alas, algunas negras o de colores oscuros, otras blancas o rosas, me miraban todos expectantes.
Fijé Entonces mi mirada hacia adelante de donde oí una voz aunque algo gruesa aunque dulce y tranquilizadora.
- Bienvenida querida alma, has llegado al cielo - me centre en encontrar al dueño de la voz, era un hombre alto y muy guapo, su cabello era corto de color negro y tenía los ojos azules - sé que te preguntaras que haces aquí - se levantó de donde estaba - te pido que nos perdones, uno de nuestros ángeles ha cometido el error de tomar tu alma cuando no había llegado tu tiempo de partida, ese ángel ha sido castigado pero tú has perdido tu cuerpo mortal y no estábamos preparados para tu llegada, aun así te propongo algo, trabaja para nosotros los ángeles y el cielo, conviértete en uno de nosotros y podrás ir venir del cielo y la tierra - aquel hombre se acercó hasta mí y me ofreció la mano para levantarme cuando yo estaba tan impactada que no había notado que aún estaba sentada en el piso, trastabille un poco pero luego de que el me sonriera prosiguió con la explicación - tu alma ha sido tocada con la maldición de la muerte - dijo severamente - así que te convertirás en un ángel de la muerte, tu trabajo, así como los otros ángeles, es buscar en la tierra las miles de almas que han llegado al final de sus días y que necesitan el transporte al cielo a los que se lo han ganado y aquella almas malignas debes dirigirlas directamente al infierno, ese será tu trabajo desde ahora - me miró fijamente, supuse que esperaba una respuesta de mi parte pero como podía yo responderle si no entendía nada, decidí cerrar los ojos y colocar una mano frente a él como señal de que me esperara un momento para poder evaluar mi situación, así que yo había llegado al cielo antes de tiempo y como recompensa me dejarían ser un ángel pero no uno cualquiera un ángel de la muerte encargado de llevar el alma a la eternidad no sería tan malo pero había algo que me incomodaba porque no era capaz de recordar ¿quién era yo? ¿Que había hecho cuando estaba viva? Así que decidí abrir los ojos y preguntar antes de hacer mi elección.
- ¿por qué no recuerdo quién soy? - pregunté en un pequeño suspiro y el ángel me miro con una sonrisa amistosa luego puso su mano sobre mi mejilla.
- lo lamento si dejábamos la memoria de tu vida en la tierra temo que intentes volver hacia aquellos que conocías y no podrías hacer tu trabajo - me miro algo serio no entendía porque tenía que pasarme esto a mí, que pasaría con mi familia si yo ya no estaba en la tierra.
- ¿y mi familia? aquellos que me conocieron - alcance a preguntar mientras una horrible emoción crecía en mi pecho.
El noto mi preocupación y luego de un suspiro me dijo - también hemos borrado los recuerdos de aquellos que te conocieron en la tierra - luego me miro mostrando una sonrisa llena de empatía - pero ahora tienes una nueva familia y tendrás una nueva identidad, ¿deseas convertirte en uno de nosotros? - dijo girándome para que viera la inmensidad a mi alrededor y los cientos de ángeles qué agitaban sus manos y movían sus brazos como un saludo hacia mí. Así que volví a mirar aquel hombre que seguramente era el arcángel más poderoso, solo vi calma y paz en su mirada quizás mi destino había cambiado pero no podía ser tan horrible si hablábamos de ser parte del cielo.
- está bien - dije y el me abrazo, Tomo mis manos y sentí como si algo pasara a través de sus manos hacia las mías.
- esto es el toque de la muerte - dijo observándome - para que la muerte sepa cuál es el cuerpo que debe llevarse tú debes tocarlo y luego llevarte el alma a donde será juzgada - me dio la vuelta y acarició mi espalda, pude sentir como algo se retorcía y se expandía al sentir sus manos, me gire un poco y logré ver como comenzaban a aparecer grandes alas de un fuerte color púrpura casi negras. - estas serán tus alas - volvió a mirarme a la cara - intenta moverlas - me sonrió gentilmente.
Yo sentía algo más en mi cuerpo así que estudie e intente mover esa nueva extensión y ante mi sorpresa aquellas nuevas alas se movieron y me levantaron ligeramente del suelo.
- Bien - dijo alegremente el arcángel - te enviare a un sitio donde te enseñen a usar tus nuevos poderes y luego podrás volver a la tierra y cumplir tu deber - se dio la vuelta encaminándose de nuevo a donde en un principio estaba sentado mientras observaba que otros dos ángeles se acercaban a mí para ayudarme a bajar pero en cuanto mis pies volvieron a tocar suelo. Algo cruzo por mi Mente.
- ¿cómo me llamaré? - pregunté en un susurro y aquel hombre tan gentil volvió a sonreírme.
- bienvenida al cielo, Janice - me guiño un ojo y luego volvió su camino al final del aquel lugar en donde me encontraba.
