Rurouni Kenshin no me pertenece y posiblemente jamás lo hará.
La vio abrirse paso entre las llamas, lo sabía, lo había visto mientras mataba a esos hombres que trataban de enfrentarse contra él y a pesar de todo: el ser un hitokiri, que gran parte de su cuerpo se encontrase con marcas de cuando fue quemado, ser casi conocido como un demonio, la pelinegra era capaz de acercarse a pel para finalmente fundir sus labios en un apasionado beso mientras eran rodeados de aquel fuego infernal y los gritos de agonía como música de fondo.
