INUYASHA NO ME PERTENECE, HAGO ESTO SOLO DE DIVERSION CON SUS PERSONAJES.
.
.
.
AMIGOS CON BENEFICIOS
.
.
.
CAPITULO 1
.
.
.
Estrelló su puño violentamente contra la pared, haciendo añicos una parte del revoque del baño de hombres del bar donde trabajaba.
Luego de darse cuenta, procuró taparlo un poco pero el daño ya estaba hecho. Bankotsu Maxwell no podía controlar sus impulsos cuando la ira le ganaba.
No era para menos, porque acababa de descubrir a Kikyo, su adorado tormento del brazo de Inuyasha Taisho, ese idiota con cara de tarado que solía fungir de intermitente novio de la bella señorita.
─ ¡Rayos! ─se lamentó con furia, limpiándose los nudillos. Probablemente hubiese roto algo más del sanitario, cuando una voz lo llamó.
─! Bankotsu! ¿quieres hacer el favor de dejar lo que sea que estés haciendo y venir a atender?
La voz de su amiga y compañera Kagome acabó por hacerlo entrar en razón. Al salir del baño, se encontró con la furibunda cara de su amiga, esperándolo afuera.
─ ¿Se puede saber que te ocurre ahora?, ¡eres el bartender de este lugar!
Bankotsu se sacudió el rostro y ya tenía el rostro burlón de siempre.
─Nada que te importe ─iba a seguir burlándose de ella, pero paró al ver por sus ojos, que la muy tonta había estado llorando ─. En todo caso, a quien le pasa algo es a ti ¿se puede saber porque andas de llorona?
─No vale la pena. En el receso te cuento con más detalles ¡es horrible!
Bankotsu enarcó una ceja. Si bien, él se desempeñaba como bartender a tiempo completo a sus 21 años, su amiga Kagome era camarera solo en el turno noche en el bar donde ambos trabajaban. Un trabajo que él le había conseguido. Hace muchos años que eran amigos, desde la época de la escuela, donde habían ido juntos.
Ambos no iban a la universidad, aunque estuvieran en edad de hacerlo. No se lo podían permitir, aunque, de todos modos, Bankotsu odiaba los libros y su verdadera pasión era el trabajo que tenía: amaba la mezcla de tragos y la creación de nuevos sabores.
Kagome, en cambio sí que hubiera querido estudiar. Pero solo pudo el primer año de la carrera de Contabilidad, que luego tuvo que abandonar por falta de dinero.
Pero ese único año que fue allá había sido decisivo para Kagome Higurashi, porque le había permitido conocer al hombre del que se había enamorado: Inuyasha Taisho, un chico potentado que en algún momento se había fijado en Kagome, y había compartido un baile con la joven en un acto universitario. Para él no había sido nada, pero para ella sí que había sido decisivo aquel encuentro. Cayó enamorada de aquel hombre de grandes ojos miel y cabellera negra como la noche.
Igual era un imposible para ella. Inuyasha solo había tenido una novia, una compañera del curso llamada Kikyo Sanders, con quien tenía una curiosa relación y cortaban cada tanto en una terrible espiral toxica.
Fue en una de esas rupturas entre Kikyo e Inuyasha, que la joven conoció a Bankotsu, el atractivo moreno de ojos añil, que era el bartender del Bar de Shikon, el sitio más concurrido por los universitarios, tanto por sus buenas bebidas, como por la deliciosa comida. El ambiente también era excelente, de ahí el secreto de su éxito.
Kikyo había terminado flechando a Bankotsu, tanto por su belleza exótica y las ropas que tan bien le quedaban a la joven. Ella lo vio como un excelente pasatiempo, pero él, un chico un poco más serio, la vio con otros ojos. Siempre había salido con chicas que no valían la pena, y era la primera vez que podía hacerlo con una mujer que tenía un gran futuro como abogada, como había oído que era la carrera que estudiaba.
.
.
.
.
.
─ ¡Pero yo pensaba que esos dos habían cortado! ─farfulló Bankotsu, fumando un cigarrillo compartido con su amiga Kagome. Habían salido en la parte trasera del bar, para tomarse un respiro de cinco minutos.
─Pues ya ves que no. Inuyasha y Kikyo volvieron ─añadió Kag, con cara desanimada, aunque aquel pensamiento le dio una idea ─. Entonces, Bankotsu, es por eso que estabas llorando como niña chiquita en el baño ¡estabas lamentándote por Kikyo! ¡es una zorra por todos los cielos!
─Seguro, pero es la zorra que me gusta ─replicó Bankotsu ─. Al menos si conseguí salir con ella ¿Cómo te fue a ti con Inuyasha? ─aguijoneó el muchacho, pero cambió su rostro al ver la de la joven ─. Disculpa, Kag, no fue mi intención, recordarte a ese tarado. No vale la pena, agradece que nunca hayan alcanzado a salir.
Kagome se sentó en los escalones. La situación sí que era depresiva.
─Eso nos pasa por fijarnos en chicos ricos como esos.
─No sé, pero yo alguna vez sí que tendré mucho dinero…recuerda, alguna vez seré una eminencia en el mundo de los bartenders ─anunció Bankotsu, haciéndole una palmadita en el hombro a Kag.
─ ¡Podrían par de vagos venir aquí a ayudar, tenemos mucha gente esperando en la barra! ─la voz chillona de Jakotsu los sacó de sus sueños.
─ ¡Ya vamos! ¡eres un lameculos del dueño, Jakotsu! ─le gritó Bankotsu a su amigo y compañero de trabajo, que fungía como relacionista público del bar.
Al oír eso, la cara de Jakotsu cambió, por una bastante pervertida, al pensar en Sesshomarou, el atractivo dueño del lugar.
─ ¡Ya quisiera yo!
Bankotsu sonrió y le pasó una mano a su amiga.
─Vamos a trabajar, Kag. Ya luego vendremos a lamer nuestras heridas
.
.
.
.
Bankotsu era un verdadero mago en la barra. Era veloz y eficiente, y un gran conocedor de tragos. De no ser por él, las noches repletas en el Bar de Shikon serían un desastre, pero él se esmeraba y hacia un gran equipo con Kag y Yura, la otra camarera.
Había mucho trabajo y poco en lo que pensar, hasta que de pronto, ocurrió lo único que podría alterar a Bankotsu.
Divisó a Kikyo entrando. Menos mal estaba sola, porque si hubiera visto a Inuyasha, no sabría que reacción tener, y lo mismo también pensaba en Kag y lo mal que se hubiera puesto de ver a su amor platónico con la novia.
La preciosa joven se acercó directamente a la barra.
─Una Cosmopolitan, por favor ─pidió con mucha naturalidad y calma.
Pero Bankotsu no era tan diplomático.
─Vaya, vaya, miren a quien tenemos aquí ─bufó el muchacho, mientras mezclaba unos licores, y viendo a la joven con el rabillo del ojo.
Kikyo no le respondió, pero no le sacó de encima la mirada, pero cuando Bankotsu le pasó la copa que había pedido, le sostuvo la mano.
─ ¿Podemos hablar, Bankotsu?
─No voy a dejar la barra. Si tienes algo que decir, dilo aquí ─reparó el muchacho, limpiando unos vasos, con la boca fruncida.
Kikyo se sintió un poco incomoda, pero luego de mirar a todas partes, decidió hablar.
─No quiero que quedemos en malos términos. Lo que pudimos haber tenido fue algo fugaz, hasta Inuyasha lo sabe y no le importa. Me gusta mucho este bar, y no quiero dejar de venir, solo porque me odies ¿no me odias verdad?
Bankotsu odiaba admitirlo, pero la muy zorra tenía razón. Ella nunca le había prometido nada, pero, aun así, no podía evitar tener ese coraje en el alma, porque ella le gustaba mucho. ¿Cómo no?, si era la chica más bonita del bar.
─Que sepas que por mi está todo bien. Pueden seguir viniendo, sin problemas ─finalmente le anunció él, intentando hacer una salida diplomática ─. Son buenos clientes, y Jakotsu me odiaría si dejaran de venir, solo por un lio de polleras.
La chica le sonrió, antes de beberse un sorbo de su Cosmopolitan. Feliz por la respuesta de Bankotsu.
Finalmente terminó yéndose, luego de dejar los respectivos billetes en la mesa.
Bankotsu se quedó mirándola marchar.
─ ¡Es una sinvergüenza! ¿Qué vino a decirte? ─cuestionó Kagome, trayendo una bandeja vacía bajo el brazo. Odiaba a Kikyo por partida doble, por tener asi a su amigo y por ser el eterno amor de Inuyasha.
─Hicimos las paces.
─¿Quieres decir que volvieron?! ¡Le voy a arrancar los cabellos si eso es así! ─ rebatió la hirviente joven, apretando la bandeja.
─No va a hacer falta, Kag ─respondió su amigo ─. ¿Todavía te falta mucho?, ya estoy por cerrar la barra.
─Si, pero Yura me va a dejar plantada. La muy boba se ha quedado enganchada con un chico que acaba de conocer ahora y va a pasar la noche en el departamento de ese extraño ¿puedes creerlo? Obviamente se llevará su auto.
─No me extraña de Yura…entonces iremos juntos, Kag.
La joven asintió y empezó a alistarse, tenían que cerrar pedidos, y preparar cuentas. Si tenía suerte, quizá se llevaría una buena propina esta noche. Y le hacía bastante falta, porque tenía que pagar su parte del alquiler del apartamento que compartía con Yura en el centro.
Yura tenía un auto bastante viejo, que había heredado de su padre, y generalmente se iban juntas para casa, pero cuando Yura andaba de conquistadora, pues era Bankotsu quien se llevaba a Kag a casa a bordo de su moto Yamaha.
Cuando salieron, abordaron la moto de Bankotsu rumbo al edificio de Kagome.
Todo hubiera ido bien, porque a Kag le gustaba subirse a la moto de su amigo. Era una de sus actividades favoritas. Aunque luego pensaba que quizá no le gustaría de la misma forma, si la moto fuera conducida por otra persona.
Solo al llegar, Kag se percató de una horrible cosa. Sus llaves habían quedado en la chaqueta azul que le había prestado a Yura.
─ ¡Soy una torpe! ─se lamentó Kag, sin dejar de buscar en el bolso.
─Eso ya lo sabíamos ¿pero cómo demonios podrías haberte olvidado de sacar tus llaves del abrigo?
─La culpa la tiene Yura, me apresuró demasiado y no tuve tiempo de pensar.
─Ya súbete, iremos a mi casa. Creo que hay una muda de ropa tuya allá, así te bañas y no andas de cerda por mi departamento ─finalmente le replicó al ver la derrota de su amiga.
Kag se sintió aliviada, así que volvió a subir a la moto de Bank y marcharon a la casa del muchacho.
.
.
.
.
Bankotsu vivía solo en la casa que le había heredado el abuelo que lo había criado, así que no tenía necesidad de pagar arriendo.
Kagome era admiradora de esa casa, había conocido al abuelito de Bankotsu y siempre que venía aquí, el sitio le traía agradables recuerdos.
Luego de bañarse y cambiarse con la muda que le dio Bankotsu, se reunió con el muchacho en el porche. Él también se había bañado y había preparado unas tortillas rellenas con jamón, unas de sus comidas favoritas, para compartirlas con la golosa de Kagome.
─ ¡Cielos! son unas de mis favoritas ─gritó feliz, la joven de ver aquel delicioso platillo.
Bankotsu la vio comer. Ver a su amiga tan contenta, era algo que le apaciguaba el alma; todavía estaba muy enfadado y celoso por todo lo de Kikyo, y que ella hubiera venido a buscarlo para mantener su amistad había sido el colmo de lo descarado.
Pero eso también le había dado que pensar. ¿Por qué Kikyo querría mantener su amistad de no ser que tuviera otros planes?; era conocida su relación toxica con Inuyasha Taisho, y era probable que algún día, ellos pudieren cortar de verdad y para siempre. Y quizá la muy sinvergüenza querría mantenerlo en la banca como reserva cuando aquello pasase.
Kikyo merecía una lección. Y de paso darse cuenta que Inuyasha no valía la pena, aunque fuere de su misma posición social o un reputado estudiante universitario.
No era un hombre de verdad como él. Quizá allí ella podría darse cuenta y amarlo de verdad, echando a Taisho para siempre de su vida.
¿Pero cómo hacerlo? ¿cómo refregarle a Kikyo de lo que podría estar perdiéndose?
De repente, la risa de Kagome le dio una idea. Era una cosa vil, pero no pensaba mentirle a Kag, sólo a Kikyo.
─Oye, Kag, tengo una idea para que yo obtenga a Kikyo y tú a Inuyasha ¿quieres oírlo?
La muchacha tragó duro y se quedó mirándolo.
─ ¿Cómo lograríamos algo así?
─Fácil…vuélvete mi novia
─ ¿Qué? ¿te has vuelto loco?, no podemos ser novios, nos conocemos desde el jardín de infantes y me robabas las crayolas. No podría besarte nunca, por ejemplo ─la petición de Bankotsu casi la hizo levantarse de la silla donde estaba sentada.
─Bueno, no seriamos lo que se dice "novios" ─replicó Bankotsu, haciendo unos gestos con los dedos, emulando a las comillas ─. Pero es la única forma que se me ocurre que podríamos hacer reaccionar a Kikyo…y ¿Por qué no? A Inuyasha también. Yo te haría un favor, sacando a Kikyo del medio y tú me harías el favor a mi ¿Qué opinas?
Ella parpadeó confusa, porque Bankotsu la había tomado desprevenida.
─Además ¿Qué es eso de que jamás podrías besarme? ─retó Bankotsu, cruzando sus brazos.
─No quise que suene como eso, a lo que me refiero es ¿Cómo haríamos esto? ─preguntó Kag, intrigada.
─Hagamos una prueba. Si la pasamos, significa que podremos fingir ser novios y restregárselo a esos dos ─anunció él.
─ ¿Pero que prueba?
No necesitó volver a preguntar, porque Bankotsu se levantó de la silla, caminando hacia ella, que había quedado congelada en la suya, poniéndose a su altura, le tomó del mentón, y la besó, tomando de sorpresa a Kag, dejándola con los ojos muy abiertos.
Aunque al inicio, le pareció extraño, al cabo de unos segundos, la joven perdió la vergüenza y el estupor, y se entregó al contacto, que le supuso mucho más dulce, de lo que creía que sería un beso con Bankotsu.
Pudo percibir el calor y el tacto, saboreando aquellos labios del chico, que se entregaron también. Tanto fue así, que cuando Bankotsu se retiró, ella siguió con los ojos cerrados y la boca abierta.
Había quedado fascinada con aquel beso. Tardó varios segundos en recuperarse por completo de la impresión.
Bankotsu estaba casi igual. Nunca había pensado que besar a Kag sería tan intenso como esto. No recordaba haber tenido una experiencia idéntica en otros labios, ni siquiera con Kikyo.
Pero decidió reponerse, y volverse a sentar.
─Creo que pasamos la prueba…
─Yo también lo creo… ─agregó Kag, aun impresionada de aquel acto.
─Dime una cosa…al darte este beso ¿olvidaste por un momento a Inuyasha?; porque yo me olvidé de Kikyo.
─No recordé a Inuyasha…tienes razón ¿ cómo es posible?.
─Entonces tenemos una solución por partida doble. A la par que fingimos una relación real frente a Kikyo e Inuyasha, jugar a los besos de vez en cuando, nos haría muy bien, como ya viste hace un momento.
Kagome no lo entendió de todo, y parpadeó confusa.
─No sientes nada por mí, y yo tampoco siento nada por ti. Hacer esto no nos hará daño, nos ayudará a descargar malas energías y me evitará que intente volver a romper la loza del baño del bar o que tu llores por Inuyasha. Será una terapia para ambos, ¿te gustaría seguir con esto?
Lo que Kagome pensaba al inicio, es que Bankotsu solo le imitaría a pedirle que fingieran una relación frente a sus amores platónicos, pero en cambio también le pedía una extensión de beneficios en su amistad. Hubiera sido impensable para Kagome, en otro momento, pero luego del beso de Bankotsu, y las increíbles sensaciones que percibió, como una descarga de tensión, empezó a verle la razón a Bankotsu.
Además, él era su amigo, podía ser un cretino o un malhablado con otras personas, pero ella lo conocía más que nadie en el mundo y sabía que él no hacia esto por mala intención o por querer aprovecharse de ella. Lo que ofrecía era una solución práctica a sus problemas existenciales.
Se levantó de la silla y le ofreció la mano a Bankotsu.
─ ¿Es un trato?
El joven moreno sonrió, y se levantó, para corresponderle la mano y sellar aquel trato.
─Es un trato. Serás mi amiga con beneficios. Yo te ayudaré a descargar la rabia contra Inuyasha y tú me ayudaras a hacer llevadera mi espera por Kikyo. Yo jamás te lastimaría; y hago esto, porque eres la única mujer en la que confío.
El trato estaba sellado.
Kagome y Bankotsu acababan de hacer un peligroso pacto.
¿Podrá su amistad resistir?
CONTINUARÁ
NOTAS:
Será un fic no muy largo, muy corto en realidad sobre algo que se me acaba de ocurrir para el Bankag, mi pareja favorita de este fandom.
Tengo que confesar que tengo otro escrito a la mitad, pero que sólo publicaré cuando tenga mas claro lo que quiero.
¿Ustedes que creen? Bank y Kag acaban de hacer algo que unos amigos normales no deberian de hacer jamás si quisieran conservar la amistad ¿ustedes que piensan?
En nada les traigo la actu de esto.
BESOTES Y UN RECUERDO GRANDE PARA EL CÍRCULO MERCENARIO.
LES QUIERE.
PAOLA.
