Disclaimer:
La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.
Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
[PROHIBIDA SU COPIA Y/O ADAPTACION]
Dedico con todo mi afecto este OS a JuuMLB, que disfrutes mucho de este día, recibe mis mejores deseos hoy y siempre. Feliz Cumpleaños.
Con esta historia pretendo cubrir los OS del Tag al que me nominó Jeni_Morita:
-Basado en tu NOTP
Retumbaba con fuerza por todo el camarote "Come as you are" de Nirvana, tarareaba la canción frente al espejo completamente concentrado en hacer un nudo de corbata medianamente aceptable. Era ya el quinto intento y no era capaz de conseguir al menos uno que quedara recto.
Frustrado tiró de los extremos deshaciendo lo poco que había conseguido, le lanzó una mirada iracunda a la prenda antes de arrojarla sobre la cama.
- Ji,ji, ¿algún problema?. - su hermana reía divertida ante la cómica escena, bajo el volumen del equipo de audio y con tranquilidad tomo la corbata - Ven aquí. - indicó amable.
Luka fue hacía ella y esperó hasta que Juleka terminara de hacer ese odioso nudo. Una vez listo se miró frente al espejo para apreciar el conjunto al completo, sus jeans negros casaban a la perfección con la camisa blanca la cual llevaba con holgura por fuera, el toque que la ocasión ameritaba lo daban la más que acertada americana negra junto con la corbata en el mismo tono y por último, completando el atuendo sus siempre presentes converse negras.
- Ha quedado perfecta, gracias. - dijo aflojando un poco más el nudo de la corbata, llevarlo hasta el segundo botón de la camisa era más que suficiente.
- ¿Luka?, ¿estas seguro de querer ir? - preguntó por sorpresa y dubitativa ante lo que estaba haciendo su hermano.
- Yo creo que sí, es solo una comida. - respondió neutro, restándole importancia al hecho.
- En ese caso divierte. - Juleka se despidió y salió del camarote.
Caminaba distraído con la atención puesta en su teléfono, no conseguía encontrar la dirección de la casa en el Google maps. Volvía a borrar los datos e introducirlos de nuevo y nada, la aplicación seguía marcando un punto en medio del rio Sena. Levantó la vista un momento y comprobó el letrero con el nombre de la calle donde estaba, rué François Miron. Molesto volvio a teclear las indicaciones en su teléfono.
- ¡TEN CUIDADO POR DONDE VAS! - exclamó agitada desde el suelo una chica de profundos ojos marrones y suave cabellera castaña que con gracia caía sobre sus hombros.
Luka tuvo que apoyarse en la pared para no caer sobre la persona con la que acababa de chocar.
- ¡JULIE! - recomponiéndose del tropiezo observaba curioso como una esbelta joven de vivaces ojos avellanados se inclinaba preocupada para ayudar a su amiga.
Con lentos movimientos reaccionó y se inclino también para tomar la mano libre de la chica con la que había tropezado.
Ya de pie los tres, Danielle volvió a inclinarse para recoger el bolso de su amiga, mientras que Luka aun sostenía despistado la mano de Julie.
- ¿Y este? - aludió con el ceño fruncido hacia el chico - ¡Podrías devolverme la mano! - demandó con exigencia tirando con fuerza de su mano.
- Lo siento, no me di cuenta y siento también haberte hecho caer. - se disculpaba avergonzado - Buscaba una dirección y la verdad es que no te vi. - con una sonrisa nerviosa levantaba su teléfono mostrando el mapa.
- Humm, no sé, no sé. - la castaña lo miraba suspicaz, arrugando amenazante el entrecejo.
- ¿Te has perdido? - intervinó amable Danielle.
- Si, y esto no me está ayudando mucho. - volvía a señalar su dispositivo.
- ¿Que dirección buscabas, tal vez podamos ayudarte?
- Voy aquí. - dijo mostrándole la pantalla - rué de Barres número seis.
- Ah, nosotras vamos al número diez. Es una calle peatonal, tal fuera por eso que no la encontraras. ¿Si quieres puedes venir con nosotras? - ofreció diligente Danielle.
- Gracias, son muy amables. - dijo con una afable sonrisa.
- Habla por ella, yo te hubiera dejado aquí. - comentó traviesa la castaña, adelantándose en su andar.
- ¡Julie! - reprendió Danielle.
- JAJAJAJAJAJA - la castaña rompió a reír en una sonora carcajada al darse cuenta de la dirección que buscaba el chico.
- ¿No me digas que vienes a ver a la reina del hielo? - preguntó con ironía, Luka solo la miró confundido.
- ¡Julie!, - volvía a reprenderla Danielle - no puedes hablar así de los vecinos.
- No le hagas caso, esta solo bromeando. - justificó mostrando una afable sonrisa.
- ¡Claro que no es una bro...hummmm ...! - no pudo terminar la frase cuando una mano en rápido movimiento le tapo la boca.
- Ha sido un gusto ayudarte, adiós. - apuró a decir Danielle tirando de Julie por el brazo y sin quitar su mano de la boca de su amiga.
- Gracias...adiós. - se despidió Luka con una expresión entre sorpresa y confusión.
Tocó el timbre y al momento se abrió la enorme puerta de madera, al otro lado Kagami lo miraba con un semblante serio.
- Llegas tarde. - recalcó lo que para él era evidente, Luka solo rodo los ojos condescendiente.
- Hola, a mi también me da gusto verte. - saludó con cierta socarronería y sin dejar de sonreír.
Kagami lo miró de arriba a abajo con detalle, al final arqueó una ceja por la sorpresa. Desde que Adrien los había presentado a Luka siempre lo consideró bohemio y con una imagen desenfadada, pero después de cuatro meses y llegado ese momento realmente se esperaba ver algo más clásico.
- ¿Kagami? - sonó severa la voz desde el salón mientras que se escuchaban unos pasos acercarse a la puerta.
Los ojos de la azabache se abrieron azorados, con un rápido movimiento tomó el borde del pantalón de un más que sorprendido Luka y tiró de él para después meter con prontitud la camisa por dentro, abotonó con agiles movimientos los dos últimos botones de la camisa y ciño la corbata al cuello.
Cuando la madre de la azabache apareció por la puerta esta estaba ya junto al estático chico mostrando una expresión serena.
- Oh, hola. ¿Tú debes de ser Luka? - afable la mujer de unos delicados rasgos asiáticos y de cabello tan oscuro como el de su hija saludaba al silencioso chico.
- Si, es un gusto conocerla. Kagami me ha hablado mucho de...¡ouch!. - un tenue quejido salió de sus labios al sentir el pequeño tacón de la chica sobre su pie.
- ¡Perdona!, que torpe soy. ¿Te he lastimado? - preguntó con la aflicción reflejada en su rostro.
- No te preocupes no ha sido nada. - respondió masajeando sobre la zapatilla la zona afectada.
- Kagami, debes de tener más cuidado, ¿no estarás perdiendo coordinación? - apuró a decir sin dejar de mostrarse sería.
- No madre, ha sido solo un descuido por mi parte. - explicó bajando la mirada pesarosa.
Era por eso que Luka sin pensarlo había querido decir aquello de que ya había oído hablar de ella. Durante toda la semana Kagami fue advirtiendo de como era su madre de estricta y meticulosa con todo, fueron horas indicándole como debería comportarse y actuar en cada situación. Pero...¿como se le puede pedir eso a alguien que vive ajeno de los convencionalismos habituales?.
- En ese caso pasemos al comedor. - indicó sistemática al comprobar la hora en su reloj.
Kagami y Luka caminaban detrás de la formal mujer. Al ver a la azabache decaída, tomó con disimuló su mano guiñándole el ojo y sin dejar de sonreírle, al momento vio con agrado como ella le devolvía el gesto con una amplia sonrisa y afianzando más el agarre a su mano.
Al parecer solo comerían ellos tres, el padre de Kagami se encontraba de viaje por negocios. Miró con suspicacia a la chica pensando en sino habría elegido ese día para no tener que lidiar también con su padre. Dejando de lado sus pensamientos observo a la mayor de las azabaches tomar la servilleta y colocarla en su regazo, él como si de un autómata se tratara emulo el gesto, haciéndole un discreto guiño a Kagami a quien se le notaba tensa.
Habían servido el primer plato, y el indeciso miraba la cubertería que tenia a ambos lados de su plato. Recordando una de las tantas indicaciones de la azabache tomó el tenedor más alejado, el que correspondería a los entrantes.
Confiado en su decisión tomó el primer escargot del plato y acercó el tenedor para extraer el contenido de la concha, pero cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que el tenedor era demasiado grande para poder llegar hasta la carne.
Volvio a mirar a un lado y otro de su plato y al no ver algo que pudiera ayudarle, en un gesto levantó los hombros y llevó el escargot hasta sus labios para después succionar con fuerza el contenido.
Mientras el saboreaba el delicioso manjar la madre de la azabache lo miraba estupefacta con las cejas levantadas. Kagami con disimulo le dio un par de golpes bajo la mesa con la punta del pie y le señalaba con la mirada hacia la parte de atrás del plato. Erguiéndose un poco encontró un pequeño utensilio con dos picos, mostrando una llana sonrisa tomó otro de los escargot y con un sencillo movimiento pudo sacar el sabroso contenido.
- Me ha comentado Kagami que te gusta la música. - las pupilas de la azabache se dilataron al escuchar a su madre querer entablar una conversación con él.
Ella que el día en que su madre le encomendó que lo invitara para conocerlo pensó inocentemente que sería una reunión rápida y sin ningún tipo de averiguaciones. Pero ahora veía inquieta que sus expectativas de una presentación tranquila y sin sobresaltos se había evaporado, al igual que una llovizna de verano.
- Si, me gusta mucho y espero poder dedicarme a ella profesionalmente.
- Ya veo, - lo miró a través de las largas pestañas sin quitar su atención del plato - ¿y que instrumento tocas?.
- La guita... - antes de poder terminar sintió el agarre de la azabache sobre su mano.
- ¡Cuerdas!, le gustan los instrumentos de cuerda. - apuró a decir Kagami, sonriendo nerviosa.
- Es interesante, - apuntó mientras se llevaba un trozo del esplendido filete de Kobe a la boca - ¿estas en algún grupo de cámara o en una filarmónica?
- ¿Yo?, -inquirió divertido - ¡no!, tenemos un grupo que se llama Los Gati... - una vez más no pudo terminar su frase.
- ¡Adrien Agreste toca con él! - intervino con rapidez, esperando desviar la atención de su madre sobre la pregunta.
- ¿Adrien Agreste?, ¿el hijo de Gabriel, el diseñador? - preguntó más que interesada.
- Si, Adrien es muy bueno en los teclados. - Kagami solo tuvo tiempo de darse un golpe en la frente con la palma de su mano antes de volver a escuchar la voz de su madre.
- ¿Teclados? - inquirió con curiosidad.
- Quiso decir el piano, madre. - acertó a corregir.
- Tú tocabas muy bien el piano, ¿no sé porque lo dejaste?.
- Porque no podía incluirlo en mi agenda, era eso o la esgrima. - respondió con fastidio, ya que la realidad era que no le atraía ni los más mínimo aporrear aquel instrumento.
- Adrien puede. - sonó la inocente voz al otro lado de la mesa.
Al momento los ojos de Kagami se abrieron atónitos mientras que una sonrisa se dibujaba en los labios de su madre.
- Tiene razón, revisaremos tu agenda y buscaremos un hueco para las clases de piano. Tal vez Luka y Adrien te puedan ayudar. - acordó sin pedir opinión a su hija.
- Será genial tenerte en al grupo, estoy seguro de que Adrien estará de acuerdo conmigo. - la azabache dejo caer la mandíbula ante la horrible propuesta, si algo tenía claro es que no quería tocar ese instrumento y ningún otro.
- Pero madre... - intento protestar.
- No se hable más, tomaras clases de piano. - sentenció con firmeza.
Habían servido ya el postre y Luka se relamía los labios ante la vista de aquel coulant de chocolate acompañado de una bola de helado de vainilla de Madagascar y una fresa finamente troceada.
- Y dime Luka, ¿donde es que ensayan? - preguntó llevándose a la boca un pequeño trozo del bizcocho coronado por el helado.
- En el barco de mi madre. - respondió jovial y disfrutando de aquella delicia de postre.
- ¿En un barco? - preguntó con asombro.
- No es propiamente un barco, madre. Ensayan en su casa que casualmente está muy cerca del rio. - intervino aun sabiendo de lo pobre que era su argumento.
- Pero es un... - de nuevo no pudo terminar su frase, sobre todo al notar la penetrante mirada de Kagami sobre él.
- En tu casa, ensayan en tu casa, ¿cierto?. - sentenció con rotundez, tomando un poco del helado sin apartar la vista del él.
- Al final podía haber sido peor. - pensaba la menor de las azabaches que se daba por satisfecha de la pequeña reunión, sobre todo ahora que veia con agrado como su madre se despedia con una sonrisa de Luka.
Lo acompañó hasta el portal, en cuanto cerró la puerta a sus espaldas sintió como sus brazos la tomaban por la cintura y la apegaban con impetu contra su pecho.
- Tú y yo tenemos que hablar, - dijo mostrando una sonrisa traviesa - ¿te averguenzas de mi?.
Los ojos de Kagami se abrieron de más ante la inexperada pregunta, de todo lo que pretendía que fuera ese día lo que menos quería es que él pensara eso.
- No, me encanta como eres y todo lo que haces. - bajo ligeramente la vista - Pero ya has visto a mi madre es muy poco transigente con determinadas cosas...se que acabara aceptandote tal como eres pero dale tiempo. Además hoy has dado un gran paso, les ha caido bien y yo soy la primera interesada en que así sea, porque ahora no podria vivir sin esto.
Luka abrió los ojos fascinado cuando Kagami paso sus delicadas manos por su cuello y tiró de él para unir sus labios en un suave y acompasado beso, el reacciono ante el dulce tacto acercandola más contra su pecho y sientiendo el ritmo de su corazón latir al compas de su propia melodia.
Se separaron sonrientes y con ese brillo en los ojos que solo da la complicidad de los corazones enamorados.
- Me ha encantado conocer a tu madre, así que espero que la próxima semana disfrutes tú con la compañia de la mia, comemos con ella el jueves. - indicó mostrando una sonrisa ladina de medio lado, mientras ella lo miraba arqueando las cejas suplicante.
La acercó para darle un corto beso en los labios y se despidió de ella sin dejar de mostrar su alegria .
- ¡HEEEYYYY! - se escuchó el aturdidor grito desde una de las ventanas de la casa de enfrente.
Al girarse vió como la simpatica chica con la que había chocado unas horas antes le hacia algun tipo de seña. Se acercó los suficiente para verla y poder escucharla.
- ¡TIENES UN POCO DE ESCARCHA AQUI! - gritó efusiva a la vez que le señalaba con el dedo la comisura de los labios.
- ¡JULIE! - se escuchó desde la otra habitación la reprimenda de Danielle.
FIN
