"El amor es intenso, duradero, inmortal, nunca muere. Nunca acaba, si no que vive por siempre. Es lo que mueve al ser humano. Es lo que hace a tú corazón latir más fuerte. Es poderoso, es lo que vive en el mundo. Nacemos con él y a medida que pasa el tiempo, se queda a vivir en nosotros para ser liberado el momento en el que encontramos a nuestra otra mitad, porque eso es lo que somos. Dos mitades separadas al nacer, que en momento en el que se encuentran, el amor es el encargado de volvernos a unir. Eso es el amor, y eso es lo que siento ahora por tí"

Dejé la carta a un lado y la miré sin decir nada. Tenía miedo a abrir la boca y terminar con este momento para siempre. Sus ojos me miraban, brillaban najo la luz de la luna volviéndose de un color miel dulce, tan dulce como ella. Habíamos pasado días y meses juntas. Habíamos aprendido todo la una de la otra y nos habíamos vuelto inseparables. De repente, un sentimiento había empezado a nacer bajo mi piel. Un sentimiento confuso, nunca antes encontrado. Un sentimiento hacia ella diferente, un sentimiento hacia ella real.

-¿Esto es de verdad lo que sientes por mí?

Tragó saliva y se humedeció los labios. Estaba nerviosa, al igual que yo. Entre sus manos le daba vuelta a una rama seca que había cogido del suelo del lago mientras yo me había dedicado a leer la nota. Sonreí, era adorable cuando hacía eso. Parecía una niña pequeña respondiendo ante algo que había hecho.

-Cada una de las palabras que aquí pongo son ciertas.

El corazón me latía deprisa, estaba nerviosa ante todo aquello que estaba sucediendo. Nunca me había pasado nada igual y ahora de repente, mi mundo se estaba volviendo del revés por aquella carta:

-Todas y cada una de ellas.

-¿Y por qué no me lo dijiste antes?

-Porque es muy difícil explicar lo que siento. Es difícil de describir y solamente en las palabras, encontré mi salida. Es por eso que te quise escribir esta carta, porque podría expresarte lo que con palabras habladas no puedo decirte.

Arrugué la carta entre mis manos y la miré un momento. Sus ojos no se movían, desde un principio me había mirado, se habían clavado en mí y no me los había quitado de encima, como si tuviera miedo a que desapareciera. Tomé aire un momento y volví mis ojos hacia las estrellas. Al principio no había entendido el porqué de Ruby de llevarme al lago para hablar, pero luego, había podido entender todo. Mirar las estrellas, estar al aire libre, tranquilizaba, Era relajante, y, sobre todo, para esta situación.

-Bella, di algo, por favor- su voz sonó lejana, pero a la vez, más cerca que nunca.

Volví mis ojos hacia ella y me quedé así por un momento, mirándola, preguntándome millones de preguntas y a la vez ninguna. ¿Nunca has tenido la sensación de que ante una cuestión importante, algún gesto sería mejor que palabra alguna que pudieras pronunciar? Bueno, pues para mí, en ese momento, la sentía. Un solo gesto.

Cada mano en cada lado de sus mejillas y mis labios cerró el espacio entre nosotras en un beso. Al principio fue raro, pero de pronto en mi interior, un fuego se encendió. Era una extraña porque a lo primero venía acompañado de una sensación de inquietud y ansiedad, pero después entendí cada uno de ellos. Inquietud por no saber que ese sentimiento que desde hacía tiempo tenía, era simple; y ansiedad porque lo único que quería en mi vida era una cosa. Besar esos labios que me habían enamorado con sus palabras.