Dısçlaıмєя Applıєd
I —KIPPEI
Él no es un plus, no es un hollow, ni un shinigami. No es alguien a quien Karin quiere ignorar, ni mucho menos alguien a quien pueda ignorar.
Él es de carne y hueso, de piel levemente bronceada por las horas bajo el sol, músculos tonificados, de sudor bajándole por las sienes al practicar su deporte predilecto y deberes normales de un mundo normal.
Él se llama Kippei Tachibana, es completamente un humano, y en lo único que se parecen es que asisten a la misma escuela y que ambos tienen hermanas menores.
Y Karin se siente extraña de que alguien normal le haya llegado a interesar, o que le interese tanto como para admirarlo siendo que siempre puede verlo y tenerlo o hasta tocarlo si quiere— cosa que no debe, se dice con algo de bochorno —si la oportunidad se llega a presentar.
Lo ve al entrar a la escuela, lo ve a la salida de la escuela, lo ve en los recreos, lo ve cuando usa algún lugar del patio durante los almuerzos, lo ve en la biblioteca, lo ve al pasar por la cancha de fútbol y ve cómo Tachibana se encamina para los entrenamientos del club de tenis que dirige.
No sabe en qué momento ha comenzado, solo sabe que desde que lo miró— por vez primera —se le ha vuelto imposible dejar de verlo.
Será porque entre los muchos halagos de los pocos de la escuela, que se atreven a decir que lo admiran en voz alta, le han pegado el fanatismo o ella misma se lo ha tomado al reconocer y tener la certeza del tipo de persona que es, y que es bueno más allá de su mala reputación ganada por haber golpeado a un profesor.
Lo ve incluso cuando no lo ve, pues al estar en cuanto lugar le recuerde a él— o hasta en un lugar que no lo haga —simplemente lo ve.
Lo ve y lo ve, solamente. Eso le hace pensar que se ha vuelto un poco loca, medio acosadora, por estar cerca de él sin siquiera atreverse a hablarle, aunque, debe admitir, siempre lo hace sin querer. Al contrario de lo que hubiera hecho siendo más pequeña— si alguien le llamaba la atención —ahora que era pre-adolescente era visto con malos ojos mostrar tanto interés y caminar detrás de un chico. Por eso, no anda siguiendo sus pasos— de forma literal —sino que le ocurre encontrarlo. Se lo encuentra de coincidencia, o él se encuentra con ella de mera casualidad.
Aparte de que lo ve, no es como que se queda sin palabras cuando lo tiene delante. Le ha dado los buenos días y alguna que otra despedida casual, pero una verdadera charla jamás han tenido. Con la que sí habla es con su hermana, porque está en su clase y a veces les toca juntas hacer la colada, pero no ha mantenido una plática directamente con Tachibana. Por ello solo le queda mirarlo en silencio y admirarlo en secreto, mostrarse lo más franca que puede, saludarlo y desearle buena suerte por en los partidos del Torneo si se lo encuentra de camino a uno. No se acerca mucho porque odiaría ser hipócrita y fingir delante de él, sin importar si lo hace sin querer. Porque Tachibana-san le importa demasiado como para atreverse a meterse a la fuerza en su vida, o obligarlo a meterse en la de ella si es que no le interesa.
Así que, sencillamente, solo le queda verle porque le gusta. Quizás adora verle o a él por dejarle verlo.
Solo sabe que le gusta, aunque no sabe muy bien por qué o si hay una razón de peso que pueda usar por si le preguntan qué le ha visto realmente. Pero cree que alguien, que cuestiona eso, no merece ser contestado si hace tamaña pregunta estúpida. Aunque tenía respuestas y argumentos de sobra para responder, el más apropiado era el mismo Tachibana.
Kippei.
Algo corto que no pude hacer entrar en el fic anterior de esta pareja, así que decidí dejarlo a modo de viñeta (:3)
