Hola Éste es el primer fic que publico en nunca me había planteado muy seriamente escribir un fic, ésta es la primera vez. Voy a mezclar varias historias que tengo en mente, puede que el fic os resulte una paranoia muy grande pero espero sinceramente que os guste. Sólo tengo que daros tres advertencias:
-Contiene spoilers gordos, gordos, del manga.
-Si no te gusta el fic, no deje reviews, pero si sí¡comenta[de manera constructiva n.n
-Todos los personajes de "Naruto" pertenecen a Masashi Kishimoto, yo sólo los uso xD
Os dejo los dos primeros capítulos. Más o menos es para sentar las bases de la trama, luego seguiré escribiendo.
Empezando de cero
Aquella zona de Konoha se encontraba solitaria y oscura a esas horas de la noche. Una suave brisa cálida, proveniente del sur, barría las hojas que había esparcidas por la calle. No había ningún ruido, tan sólo las pisadas de una figura que se recortaba en la oscuridad, perfilada por la luz de la farola.
Haruno Sakura, ninja médico de la Aldea Oculta de Konoha, caminaba en silencio por la zona más solitaria y tranquila de la aldea. Necesitaba ordenar sus pensamientos y, sobre todo, intentar encontrar una solución a la confusión de los últimos días.
Para ello, comenzó por encontrar el origen de sus problemas. Algo bastante fácil, cuyo nombre tenía dos palabras: Uchiha Sasuke.
Cuando llegaron noticias de Gaara de que Uchiha Itachi había muerto a manos de su hermano menor, y que éste se hallaba en el hospital de la Arena en estado crítico, la kunoichi sintió una mezcla de preocupación, de inseguridad y de temor. Preocupación por la salud de Sasuke, inseguridad por no saber qué haría el Uchiha al recuperarse, y temor por tener que enfrentarse a ese problema. Sasuke era una herida abierta constantemente, y ella sabía en el fondo de su alma que nunca cerraría. Había ido a buscarle, había peleado con Akatsuki, recorrido medio mundo ninja tras él, había entrenado duramente para poder mirarle a los ojos y no sentirse inferior a él, pero siempre el moreno había estado un paso por delante de ella, su rostro era un sueño que desaparecía al abrir los ojos cada mañana, y ella se sentía frustrada por ir detrás de una sombra que se desvanecía cada vez que parecía estar a punto de atraparle. Pero, ante la confusión de media Konoha, el moreno se presentó dos semanas después de haber sido dado de alta en la entrada principal a Konoha. Puesto que había vencido a Orochimaru y había vencido a Itachi, los dos ninjas renegados de Konoha más peligrosos de las últimas décadas, fue exculpado de todo crimen cometido, y debido a su nivel, fue ascendido a ANBU, al igual que Sakura, Naruto, etc, pues debido a su ayuda contra Akatsuki ellos también habían subido de rango.
Los primeros días fueron una tensión constante. Sakura no sabía qué hacer, toda la confianza que había ganado, todo el autocontrol que había aprendido a fuerza de luchar en los últimos dos años y medio, desde la ruptura del equipo 7, desaparecían cuando sus ojos se encontraban, casi por casualidad, con los de Sasuke. Cada vez que oía su voz, cada vez que sentía su presencia en la sala, era como si echaran un puñado de sal en esa herida abierta que era el moreno.
Pero ése no era el problema. El problema era que, a pesar de su inseguridad ante él, a pesar de esa frustración que sentía al haberse esforzado por intentar convencer a Sasuke de que no matara a Itachi y que volviera a Konoha, para que luego regresara por voluntad propia, a pesar de todo Sakura no podía negar que los sentimientos que había albergado por Sasuke habían madurado y se habían intensificado en los últimos años.
Y estaba el hecho de que Sasuke parecía estar en todos lados. Si iba a comer con Ino, si iba a visitar a Hinata y a Neji, si salía de compras con sus amigos, si salía a entrenar, si iba al hospital de Konoha a trabajar, si iba o hacía algo, siempre parecía cruzarse en su camino. Ya fuera porque había salido con Kiba y Naruto a comer, si bien era que estaba en el hospital porque tenía que llevar unos informes del cuartel general ANBU. Y luego, por las noches, Sakura soñaba con Sasuke, con sus ojos penetrantes que hacían que sintiera que estaba desnuda frente a él. Si al menos pudiera compartir sus sentimientos con alguien…pero eso era imposible. Naruto estaba demasiado feliz con su relación con Hinata y la vuelta de su mejor amigo a Konoha, y además, Sasuke se comportaba normal con todos. Hablaba con todos, era mucho más sociable que antes y parecía encajar de nuevo a la perfección en el grupo. Todos los amigos de Sakura [Chôji, Neji, Shikamaru, Ino, Tenten, Hinata, Naruto, Kiba, Shino, Lee…etc estaban encantados con Sasuke. Eso era otra cosa que le molestaba muchísimo a Sakura: sentía celos de los demás, de la atención que Sasuke les prestaba y que a ella, de manera que no comprendía, le era negada.
Estos pensamientos hicieron que la rabia estallase en el interior de la pelirrosa, y enrabietada, dio una patada la farola, doblándola por la mitad.
-Hmp, no creo que a Tsunade le haga mucha ilusión que su aprendiz vaya destrozando el alumbrado público.- dijo una voz a sus espaldas.
Sakura reprimió un escalofrío al escuchar esa voz. Otra vez…otra vez se había encontrado con él.
-Buenas noches, Sasuke.- dijo con voz átona.
La chica de cabellos rosas se dio la vuelta y volvió a encontrarse con aquellos ojos negros que tanto amaba y odiaba a la vez.
Uchiha Sasuke, el ninja genio de Konoha y blanco de todas las miradas de la aldea en las últimas semanas se apoyaba, con las manos metidas en los bolsillos, en la pared que separaba el parque de la calle donde paseaba. Sakura, tan ensimismada en sus propios pensamientos, no se había percatado de que el moreno estaba allí. Sakura se preguntó, frustrada, cuánto tiempo llevaría observándola.
Como si le leyera los pensamientos, cosa que a Sakura no le hizo ni pizca de gracia, Sasuke dijo:
- Llevo un buen rato aquí y ni te has dado cuenta…parece que tu percepción de ninja médico está decayendo¿no crees?- le preguntó el Uchiha.
Sus ojos destellaban con un brillo de diversión, pero la chica no lo notó.
Sakura guardó para sus adentros sus ganas de estamparlo contra la pared.
-No estoy de humor para hablar contigo, Sasuke. Si tienes algún problema con mi formación de ninja médico, explícale a Tsunade-sama que no estás de acuerdo en la forma de entrenar a sus subordinados.- dijo la chica, cansada.
No estaba preparada para entablar una conversación con Sasuke con ese ánimo y a esas horas. Así que se dio la vuelta y siguió caminando hacia delante.
Sasuke no dijo nada, pero sus ojos oscuros observaron a la chica hasta que ésta desapareció por la esquina.
"Has cambiado mucho, Sakura", dijo para sí. Aunque la calle estaba muy oscura, débilmente iluminada, se podía ver que los ojos del Uchiha, negros como dos pozos oscuros, delataban sus emociones, algo inusual en él.
Sakura dobló la esquina y suspiró profundamente. Se sentía irritada. Era imposible enfrentarse a un problema si éste estaba todo el rato persiguiéndola, literalmente. Era incapaz de poner en orden sus confusos sentimientos hacia Sasuke si se lo encontraba cada dos por tres. Lo que más la irritaba era, que en el fondo, cada vez que lo veía se alegraba de encontrarse accidentalmente con él, aunque pronto esa alegría se veía tapada por la amargura que sentía al verse inferior a él. No soportaba ser víctima de sus miradas burlonas. Antes, antes no importaba cuánto la rechazara, cuánto la ignorara, ella seguía amándole como el primer día. Sin embargo, eso no había servido nada más para que él se fuera de su lado, y ahora no estaba dispuesta a sentirse nuevamente humillada para volver a encontrarse con los mismos resultados.
Tras varios minutos de reflexión, camino de su casa, la chica decidió que lo mejor era apartar esos pensamientos de su cabeza e intentar concentrarse en su trabajo. Tenía que rellenar varios informes y analizar unos cuantos antídotos para Tsunade en un par de días y no había hecho absolutamente nada, algo impropio de ella, puesto que su cabeza no estaba como para pensar en antídotos y en ojos negros a la vez.
Sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta de su casa. Al cerrar la puerta con firmeza, deseó con toda su alma que los problemas se hubieran quedado fuera.
El suave murmurar del agua en el estanque acompañaba de fondo el ruido de unos pasos. La imponente y majestuosa mansión Uchiha, antaño el hogar del clan más poderoso de Konoha, parecía recibir con alegría a su único propietario. Sasuke cruzó el jardín sombrío de su casa y atravesó los pasillos de madera que antaño habían retumbado bajo las pisadas de sus antepasados. Durante unos cinco minutos, subió y bajó escaleras, cruzó pasillos y giró esquinas en el complejo de casas y mansiones, hasta que finalmente llegó a un edificio, en el corazón de las tierras del clan, con el símbolo Uchiha grabado en las puertas corredizas.
Sasuke sacó una llave de aspecto antiguo y abrió las puertas.
La sala que se encontraba frente a él tenía un aspecto antiguo, más que el resto de las salas del clan. Se encontraba iluminada por farolillos de charol rojo colgados de las paredes desnudas, proyectando sombras alargadas en cada esquina, en cada rincón.
Al fondo de la sala, contra la pared, se encontraba un pequeño altar para las ofrendas y, colgado de la pared, un pergamino muy antiguo escrito en kanjis. Sasuke caminó hacia el altar, mientras el suelo de madera crujía bajo sus pies descalzos. Tras depositar algunas ofrendas en el altar, y encender unas varillas de incienso, quedó de rodillas durante algunos minutos, contemplando el pergamino, dónde se hallaban grabados los nombres de los antepasados de Sasuke. El chico permaneció en silencio, por fin en paz consigo mismo. Al final había conseguido dar fin a sus tormentosos recuerdos, al final las voces de su pasado se acallaban para siempre. Su familia se encontraba vengada y el clan, en buenas manos. Ya nadie ni nada atentaría contra la estabilidad del clan.
Sasuke se levantó cuidadosamente y, con cuidado, levantó una balda suelta, oculta bajo unas alfombras, que dejaba ver una estrecha y destartalada escalinata cuyo final se perdía entre las sombras.
Sasuke bajó los primeros escalones y cuando la mitad de su cuerpo estaba debajo del nivel del suelo, cerró la trampilla tras él. Durante unos segundos, la oscuridad lo cubrió todo, hasta que al final el chico encendió una lámpara y bajó las escaleras con cuidado.
El aire de allí abajo se encontraba viciado, puesto que los sistemas de ventilación hacía tiempo que habían funcionado por última vez. Sasuke se arrepintió enseguida de haber cerrado la trampilla, pero tras palpar la rugosa pared, al final encontró un cordel que activaba los sistemas de ventilación. Al poco tiempo, el aire se hizo más respirable.
La enorme sala subterránea, excavada en piedra viva, estaba repleta de estanterías polvorientas que llegaban hasta el techo, repleta de libros y pergaminos que encerraban en su interior la vida y los secretos del clan Uchiha, uno de los mayores tesoros que Konoha albergaba en su seno.
Sasuke paseó por delante de las estanterías. Cada vez que sus ojos se posaban en una fecha, en un nombre, en un suceso ocurrido tiempo atrás, se sentía perdido entre dos tiempos diferentes. Finalmente, Sasuke llegó hasta el pergamino que buscaba.
Dejó el farolillo en una mesa de madera y cogió con cuidado el pergamino. En teoría, no era mucho más diferente que otro pergamino cualquiera: lleno de letras y amarillento. Sin embargo, lo que diferenciaba a ese pergamino de otros era su precio. Ése no valía ni diez monedas, ni ochenta, ni cien mil. Ése valía el precio de todas las vidas del clan.
Sasuke se guardó el pergamino en el bolsillo de su pantalón y, cogiendo de nuevo el farolillo, subió a la superficie. Volvió a cerrar la trampilla con llave y cogió una de las varillas de incienso que perfumaban la sala de las ofrendas. Cogió el pergamino y con cuidado le prendió fuego gracias a la varilla.
La llama parpadeó, su luz reflejada en los ojos del moreno, y poco a poco comenzó a devorar el pergamino. Las cenizas poco a poco fueron cayendo hacia el suelo. La gran ofrenda de Sasuke a sus antepasados.
-Ya nadie más va a matar por poder. Este clan nacerá de nuevo limpio de la locura y la obsesión por el poder.- murmuró Sasuke.
Lentamente, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Al abrirla, una suave ventisca barrió las cenizas del pergamino.
Los últimos restos del gran secreto de los Uchiha: La obtención del Mangekyu Sharingan.
Hora del juicio
El despertador sonó estrepitosamente. Una figura tapada con una sábana hasta la cabeza gruñó al escuchar las notas del reloj. Una cabellera rubia apareció, seguida de unos somnolientos ojos azules y el resto del cuerpo.
Naruto se sentó al borde de la cama y permaneció en letargo durante unos segundos. Luego, de repente, dio un enorme salto de la cama y corrió a la ducha.
-¡Maldita sea¡A este paso voy a llegar tarde al despacho de Tsunade-obacha! –se lamentó el rubio.
Cerró la puerta del baño y se metió rápidamente en la ducha. El agua fría mojó y resbaló por su cuerpo, despertándole del todo, mientras los nervios del muchacho estaban a flor de piel. Hoy era un día muy importante para él, tal vez el más importante de su vida.
[Flashback On
"Naruto, ya puedes pasar", dijo Shizune.
El muchacho rubio, vestido aún con el uniforme y la máscara ANBU, entró despacio al despacho de la Hokage y cerró la puerta tras de sí.
Tsunade, Godaime de la Aldea Oculta de Konoha, se encontraba sentada en su despacho, preparando las nuevas misiones para los gennins recién graduados. Invitó con la mano a Naruto a sentarse y se sirvió un vaso de sake, no sin antes ofrecerle un poco a Naruto, que reclinó la oferta.
"Naruto…me gustaría decirte algo"
Tsunade miró con sus penetrantes ojos castaños los ojos azules del chico. Durante los dos años y medio de entrenamiento, había demostrado que no sólo había perfeccionado sus técnicas hasta llegar al nivel del Cuarto, si no también había demostrado que había madurado y se podía confiar en él. Sí, Tsunade estaba contenta con aquellos gennins, ahora ANBU, que había tomado bajo su protección. Y, debido a su gran esfuerzo por Konoha y su duro entrenamiento, Tsunade pensaba que era momento de recompensarle a Naruto.
El chico permaneció en silencio, hasta que por fin Tsunade decidió hablar.
"Hace mucho tiempo que llevo observando detenidamente los informes que he recibido acerca de tu entrenamiento. Desde los informes que redactaba Iruka en la academia ninja hasta los exámenes que has pasado en el cuartel general ANBU. Estoy muy satisfecha con el nivel de rendimiento de tu trabajo, sin contar la enorme ayuda que has supuesto en la lucha contra Akatsuki, no sólo por tu lealtad a Konoha, si no por el impulso a la aceptación social de los Jinchurikis."
Tsunade paró, y observó la reacción del muchacho. El chico parecía gratamente sorprendido por las palabras de Tsunade, así que ésta prosiguió.
"Bueno, he decidido que ya va siendo hora que empieces a tomar "prácticas" conmigo en el Consejo para que aprendas a manejar una villa ninja como Dios manda.", dijo con tranquilidad, y una media sonrisa afloró en su boca.
Naruto no daba créditos a sus oídos. Sabía que algo importante pasaba si Tsunade le había mandado llamar en plena patrulla ANBU a las doce y media de la noche, pero nunca se hubiera imaginado, ni en sus mejores sueños, que ése sería el motivo.
"¿En serio¿Lo dices en serio?", preguntó el chico.
"Por supuesto. Un Hokage nunca bromearía sobre algo así. ¡Primera lección!", le dijo Tsunade.
Naruto al principio no reaccionó. Luego, con un estrepitoso "¡Yuhuuu!", que asustó a Shizune y Tonton, saltó de la silla, con el puño hacia arriba, y dijo:
"¡Por fin te has dado cuenta de que Uzumaki Naruto será el próximo Hokage¡Dattebayo!" exclamó el chico.
Tsunade sonrió al ver la alegría del rubio, que fue corriendo hacia la puerta.
"¡Naruto! Te quiero en mi despacho la semana que viene a las diez y media de la mañana. Como faltes, despídete de tus prácticas. ¿Queda claro?" dijo en tono autoritario.
Naruto sonrió y asintió con la cabeza, ya con la mano en el pomo.
"Venga, ya puedes ir a despertar la furia de Hyuuga Hiashi cuando vayas a buscar a su hija a las doce y media de la noche para darle la noticia", sonrió Tsunade.
El chico se ruborizó al darse cuenta que su relación con la descendiente del clan Hyuuga era información de dominio público, pero otra vez la sonrisa apareció en su cara y, radiante, salió del despacho a toda velocidad"
[Flashback OFF
El chico salió de la ducha y se envolvió en una toalla. Fue rápidamente al dormitorio, farfullando entre sí. Rápidamente, se vistió y fue a la cocina a preparase un café, cuando alguien llamó a la puerta.
Naruto fue a la puerta y la abrió de par en par. Una dulce y tímida chica de piel clara, ojos plateados y melena azulada esperaba pacientemente en el umbral de la casa del Uzumaki.
-¡Hinata!- exclamó el rubio, contento de volver a verla.
-Ho-hola, Naruto – a pesar de ser novios, la timidez de vez en cuando volvía a Hinata – Tsunade-sama me pidió que fuera a buscarte. Como heredera del clan Hyuuga, yo también participo en las decisiones del Consejo, junto a mi padre. – dijo la chica.
Naruto asintió y la invitó a pasar. Era la primera vez que Hinata estaba en su casa, y dio gracias al cielo que el día anterior había hecho limpieza, cosa rara en él.
La cafetera silbó, dando a entender que el café estaba hecho.
-¿Te apetece café?- preguntó Naruto a Hinata.
-Gracias.- dijo la chica.
El chico sirvió dos tazas y le entregó una a Hinata.
-¿Sabes qué vamos a debatir en esta sesión del Consejo?- le preguntó a la chica.
Ella dio un sorbo de café y respondió:
-No estoy muy segura, porque los informes van directamente a mi padre, pero creo que tenemos que debatir algunas cosas sobre los juicios de Akatsuki. – dijo la muchacha.
Naruto bebió de su taza de café, pensativo. Había pasado ya dos meses desde que Konoha se había enfrentado a Akatsuki.
Itachi había muerto a manos de Sasuke, aunque por muy poco. Aunque Itachi estaba en plena facultad de sus habilidades, su MS había empezado a perder efectividad por un enfrentamiento anterior a Kakashi, y aunque había sido una gran ventaja, a Sasuke le había costado ganarle. Los otros Akatsuki habían muerto, excepción hecha de los tres que habían sido juzgados, y cuyos resultados verían pronto.
Los dos chicos terminaron de beber su taza de café y salieron apresuradamente de la casa de Naruto. Cruzaron rápidamente la aldea y llegaron justo cuando eran las diez y media al despacho de la Hokage.
Jadeando por la rápida caminata matutina, abrieron la puerta y se encontraron a Tsunade vestida con el traje ceremonial de Hokage[la capa blanca y el sombrero dando vueltas por el despacho.
-¡Bien, ya estáis aquí! Shizune, encárgate de todo hasta que volvamos. La reunión promete alargarse bastante.- dijo la Hokage.
Sin más, salió como un remolino por la puerta, andando con paso ligero hasta la cámara del Consejo.
Hinata y Naruto la siguieron a duras penas. Al llegar al ala del Consejo, Tsunade abrió las puertas de par en par y, con la túnica ondeando entre sus tobillos, se dirigió hacia su asiento, de respaldo mayor al de los otros, y se sentó con dignidad.
Varios hombres y mujeres estaban ahí ya, sentados y cuchicheando entre sí, intercambiándose papeles y bebiendo algún que otro café. La sala era grande y espaciosa, con dos enormes ventanales de cristal en la pared izquierda, que llenaban de luz la mesa y las sillas del Consejo. Al fondo de la sala había una mesa para servir café, junto a varios archivadores. Las paredes no tenían mayor adorno que retratos variados de los antecesores de Tsunade. Naruto miró con especial interés la fotografía del Cuarto.
Hinata y Naruto entraron tímidamente, y todas las miradas se dirigieron hacia ellos. Una anciana, con el pelo canoso y mirada sabia, les lanzó una mirada inquisitiva.
-Vaya, vaya, estos retoños son nuestros nuevos fichajes¿verdad? El joven Uzumaki y la heredera del clan Hyuuga. Se parece mucho a tu difunta esposa, Hiashi.-
El padre de Hinata, que se encontraba muy cerca al asiento de la Godaime, asintió con el rostro impasible. Naruto miró de reojo, incómodo, a Hinata, que hacía grandes esfuerzos por permanecer tranquila. El muchacho ignoraba que Hinata fuera huérfana de madre.
-Naruto, tú te sentarás a mi lado. Hinata, tu butaca está junto a la de tu padre.- dijo Tsunade con voz impertérrita.
Ambos jóvenes se dirigieron en silencio hacia sus asientos. Hinata observó que faltaban tres asientos por ocupar. Tsunade leía con el ceño fruncido y la barbilla apoyada en sus manos entrelazadas unos informes.
Entonces, las puertas se abrieron y los miembros del Consejo callaron.
Tres hombres aparecieron en el umbral. Uno, alto, delgado, con una cabellera larga y blanca, pero no mayor de unos treinta años, con una túnica negra que lo definía como portavoz de su aldea, en este caso, la Aldea Oculta de la Lluvia. El segundo hombre era también alto, fornido, ancho de espaldas. Lucía una poblada barba castaña, y tenía una cicatriz que comenzaba en la sien y terminaba en el cuello. Uno de sus orejas estaba adornada por un aro, y tenía un ojo marrón y otro azul, lo que le confería un aspecto bastante fiero, y llevaba atada a uno de sus musculosos brazos una bandana de la Aldea Oculta de la Roca. El tercer hombre, de unos apenas veinte años, tenía el cabello negro y los ojos verdes, y sonrió a Hinata cuando entró en la sala, cosa que a Naruto no le hizo ni pizca de gracia, y tenía una bandana de la Aldea Oculta de la Hierba atada al cuello.
-Bienvenidos – dijo Tsunade a los representantes – Pasad y tomad asiento.
Los tres hombres se dirigieron a su butaca. El chico de ojos verdes se sentó al lado de Hinata, el hombre de cabello largo y blanco se sentó entre una mujer de cabello negro y ojos azules y un anciano, y el tercer hombre, el de la cicatriz, se sentó junto a la mujer que había hecho el comentario del parecido físico entre Hinata y su madre.
Tsunade ordenó sus papeles, carraspeó y dijo con voz firme:
-Bien, nos hemos reunido hoy para debatir el pago que las Aldeas Ocultas de la Lluvia, la Hierba y la Roca deben a la de la Hoja por los daños que sus respectivos ninjas renegados han ocasionado a ésta, y a ser posible, poder enterarnos de cuál ha sido el destino de los ninjas.-
Todos los miembros del consejo asintieron. Entonces, el representante de la Aldea Oculta de la Lluvia comenzó a hablar.
-Pein era un ninja genio en nuestra Aldea. Todos le admirábamos y reconocíamos, y fue para todos un duro golpe cuando anunció que sus planes y sus ambiciones estaban más allá de lo que una aldea como la de la Lluvia podía ofrecerle. Sin embargo, la justicia es implacable y no hemos hecho la vista gorda con él. Lo hemos encarcelado en una prisión de máxima seguridad, custodiada por la élite ANBU, hasta que podamos sonsacarle toda la información sobre ninjas criminales y movimientos políticos y económicos que pudo obtener como líder de la banda criminal Akatsuki.-
Tsunade asintió.
-Sí, sería una pena que tanta información valiosa fuera empleada para controlar la economía de las Aldeas ninjas a base de la fuerza.- opinó la Hokage.
El representante de la Lluvia dio sus informes y los datos de Pein a Tsunade, que los colocó en una carpeta de color marrón.
Acto seguido, aclarándose la voz ruidosamente, el hombre de la cicatriz dijo con voz potente y atronadora:
-Aquí tengo todo lo relacionado con Aoi, la única integrante femenina de Akatsuki. Sabemos bastante poco de ella, puesto que llegó a la Aldea Oculta de la Roca en su último año de academia, se graduó y agregó su nombre a los archivos oficiales de recuento de los ninjas pertenecientes a nuestra aldea y al año siguiente desapareció sin dejar rastro alguno. Por lo que nuestros ninjas, pertenecientes al Cuerpo de Espionaje Ninja, han podido adivinar, tenía una relación antigua con el líder y era una experta estratega desde muy temprana edad, parece ser que era el cerebro de Akatsuki. –Le entregó los documentos a Tsunade- Su fin ha sido bastante más duro. Ha sido una asesina peligrosa y ha estropeado muchas redes de servicio de inteligencia, así que se le ha castigado con la muerte.-
Tsunade asintió. No era partidaria, como ningún otro líder, a ser una persona sanguinaria, pero la ley había que cumplirla, y precisamente una persona con la inteligencia, los recursos y la sangre fría de Aoi no era el tipo de persona que uno espera liberar tras x años en la cárcel.
Finalmente, el enviado de la Hierba, el que parecía tan interesado en Hinata, entregó sus propios informes.
-La Aldea Oculta de la Hierba ha localizado a Zetsu. Este ninja, especializado en las misiones de rastreo, fue víctima de un experimento de nuestro Comité de Investigación hace sesenta y ocho años y acabó en una especie de mutación de ninja con una planta carnívora, lo que le produjo una creciente aversión a la Aldea, y una vida muy longeva. Además, uno de los…efectos secundarios…del experimento consistió en un voraz e insaciable instinto sanguinario que le pedía matar y devorar a sus víctimas. Por ello, se alistó a Akatsuki.- dijo el muchacho.- Zetsu ha tenido un final bastante más suave. El Comité de Investigación ha podido desarrollar un antídoto a muchos de los "monstruos" que sus antiguos predecesores crearon, antes de la Guerra Ninja, y Zetsu ha vuelto a la normalidad, aunque hemos modificado su memoria con una larga y complicada cadena de jutsus que modifican la memoria.- dijo el muchacho.
-Jutsus que, por otro lado, no queréis compartir.- gruñó un hombre de cabello anaranjado y ojos marrones.
El chico lo miró fríamente con sus ojos verdes y dijo con voz penetrante:
-Ese tipo de jutsus son propios de uno de los clanes más ancestrales de la Aldea Oculta de la Hierba. Son tradicionales y clasicistas, como muchos otros clanes ninjas a lo largo del mundo, y guardan sus secretos y sus técnicas con recelo. No es culpa del gobierno que el clan no sea partidario de compartir sus secretos y trabajar para otras aldeas ninjas. Ese comentario lo único que demuestra es una ineptitud sobre las costumbres y la forma de pensar de los clanes.- comentó.
El hombre estalló ante semejante comentario.
-¡Si vuestro Kage los obligara, podrían servir para evitar ese tipo de incidentes!-
Tsunade, al ver una pelea en bandeja, dio un porrazo en la mesa que hizo que una de las patas reventara y las astillas volaran por toda la sala.
-¡Basta! Hemos venido a discutir la finalidad de los castigos impuestos a los miembros de Akatsuki y no en las diferencias de pensar y actuar de los gobiernos de las aldeas. Ni un comentario más, o no responderé de mis actos para con algunos miembros de esta reunión.- dijo, con los ojos castaños brillando.
El silencio volvió a reinar en la sala, mientras Naruto agarraba los papeles de la Hokage, que iba deslizándose por la superficie de la mesa, inclinada por la pata restante.
-Bien, eso ha sido todo por hoy, puesto que tendré que examinar todos estos archivos e imponer un pago que compense los problemas que han ocasionado respectivamente. Los representantes están alojados en el ala oeste del edificio de los Hokages. Os enviaré un mensaje para informaros de la hora de la próxima reunión. Podéis marcharos.- dijo la Hokage, archivando todos los papeles en la carpeta marrón.
Pero, en ese instante, antes de que todos pudieran levantarse, se abrieron las puertas e Izumo entró corriendo, jadeando.
-¡Hokage-sama¡Hiashi-sama¡Hinata-sama!- dijo con voz entrecortada- Hemos recibido un aviso de Hyuuga Hanabi. ¡Hyuuga Neji ha desparecido!-
Enseguida, la sala se llenó de murmullos y agitación. Hinata se levantó, lívida, al igual que Naruto. Hiashi se levantó de su butaca con la mandíbula apretada y los ojos chispeantes.
-¿Estás seguro de lo que dices?- preguntó Tsunade, que también se había incorporado.
El hombre afirmó con la cabeza.
-Hanabi-san envió un pájaro esta mañana, proveniente de la casa de veraneo que los Hyuuga tienen a unas cuantas horas de Konoha. Neji había ido a por mantas, pues habían acampado con unos amigos en la playa, y como veía que no llegaba, fueron a por él y vieron manchas de sangre y muebles destrozados en esa sala. – dijo el hombre.
Hinata se tapó la boca con la mano, con una expresión de horror en los ojos, mientras que Hiashi apretaba fuertemente los puños.
Tsunade bramó:
-¡Quiero que forméis ahora mismo un equipo para encontrar a Hyuuga Neji! Pídele a Shizune que te ayude. Enseguida me reúno con vosotros.- dijo la Hokage.
Dicho esto, salió corriendo por la puerta, seguida de Hiashi. Poco a poco, la sala de reuniones se fue disipando.
