Bajas la mirada cuando sientes que alguien te observa, aunque sabes perfectamente quien es.

Siempre es ella.

A veces te gustaría decirle que deje de hacerlo…pero tú no eres así.

Le diriges una sonrisa vacía con alegría falsa que nunca llega a tus ojos y ella te la devuelve con emoción.

Vuelves a contar los puntos en el techo tratando de evitar oír sus pensamientos, pero ella te los está gritando.

Cerraste los ojos y te tapaste los oídos como si nada pasara, como si ella no te pidiera una oportunidad, te consolara, te suplicara que la vieras…

-Con permiso.

Te levantas pero alcanzas a ver de reojo como ella se lleva las manos al cabello y espera lágrimas que no llegaran.

Y te duele.

No como a ella, claro, pero igual duele…Porque sabes que es tu culpa.

Es tu culpa lo sollozos de Esme cuando te mira; cuando la recuerda, es tu culpa la mirada de tristeza de Carlisle al verte tan acabado, los gestos de arrepentimiento o los intentos de disculpa de Jasper y por supuesto los gritos ahogados de Alice cuando piensa en ella.

Porque no eres el único que sufre (ni si quiera Emmett con sus bromas se salvó de este dolor) pero aun así ellos no te entienden cierto?

Y tomaste una decisión.

Dejarlos, porque ellos también merecen una vida sin ti, sin estar detrás de tu sombra o tus estupideces.

Aunque también sabes que no podrás huir para siempre.

Aun así querrás intentarlo.

Escuchas algo y crees verla, pero te equivocas. Porque tú la abandonaste, envenenaste tu boca negando tu amor y te mataste al dejarla.

Lo único que puedes ver a Tanya; bella, joven, buena, cariñosa, inmortal…

Pero sigue sin ser lo que tú quieres.

Porque no es ella.

Y tienes que aceptarlo de una vez Edward.

No es y nunca será Bella.