Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia es de LyricalKris,yo solo la traduzco.


Holaaaaa, he vuelto después de un mes y algo, he estado con una contractura y luego con un problema en el brazo, por eso he tardado tanto en empezar con la nueva historia, aún no estoy bien del todo, pero ya estoy bastante mejor, por lo que he decidido empezar a subir capis :)

Aunque parezca un capi un poco "raro", espero que me sigáis a lo largo de la historia porque la verdad es que es muy bonita ;)

Vamos con el primer capítulo :D


Capítulo 1

Bella nunca lo diría, pero Edward sospechaba que ella había estado un poco más baja de ánimos recientemente. Eran pequeñas cosas. Parecía tan cansada, con tan mal aspecto. A pesar de que nunca había sido una de esas chicas que pasaban horas y horas preparándose y arreglándose, su ropa se había vuelto un poco... bueno... desaliñada.

Como esta noche, por ejemplo. Ella llevaba chándal y una sudadera de gran tamaño que parecía que podría haber pertenecido a su padre en algún momento. Y tal vez eso estaba diciendo. Ella echaba de menos a su padre. Tal vez había algo entre ellos.

Él pensó en preguntarle, pero ella pareció muy contenta cuando él le mostró las películas que había traído: las de Justin Timberlake, el culpable de su placer.

Él la vio más a ella de lo que vio la película, por muchas razones, él tenía un rencor obligatorio contra ese chico. Timewas realmente era una película muy divertida, pero a pesar de que él podría haber entrado en ella, siguió viendo a Bella por el rabillo del ojo.

—Bella, ¿estás enferma?

Él cerró la distancia entre ellos en el sofá, odiaba esa poca distancia de todas formas, y puso su mano en su frente.

Tenía la piel fría, húmeda y recalentada.

—Creo que tienes fiebre.

Ella suspiró, pero no se apartó lejos de él.

—Estoy bien —insistió—. Solo... adolorida.

De mala gana, él se trasladó de nuevo a su lugar designado en el otro lado del sofá.

Como ella insistía en que estaba bien, Edward hizo todo lo posible para ignorar la aguda respiración del otro lado del sofá. Hizo todo lo posible para ignorar la forma en la que los rasgos de ella se tensaban de vez en cuando. Una vez se ofreció a buscarle un poco de Tylenol, ibuprofeno, lo que fuera. Ella sonrió y le dijo que ya había tomado algo.

En el momento en el que cambiaron la peli para ver 'Tiempo para amigos con beneficios' —la cual Edward se había debatido en varias ocasiones si era una buena idea llevarla—, el rostro de Bella brillaba por el sudor.

—¿Estás segura de que no hay nada que pueda hacer?

Ella dio un resoplido suave y rodó los ojos.

—Déjalo, Edward —. Su tono era un poco tenso—. No hay nada de malo en mí, excepto haber nacido mujer.

Edward dejó de preguntar después de eso. No había nada que asustara más a un adolescente que las quejas femeninas. Había oído a las chicas de la escuela quejándose con la suficiente frecuencia como para saber que podía volver a empeorar.

Bueno, Bella no le había enviado fuera, y eso era algo.

A mitad de la segunda película, Bella se levantó. Ella estaba jadeando ligeramente y se apoyó pesadamente en el sofá por un minuto antes de hablar.

—Ahora vuelvo —su voz era suave, muy diferente de su tono normal.

—Bella, ¿estás segura de que estás bien? —Había algo en el sonido de su voz, en la expresión pellizcado su cara, que estaba haciendo que se girara su corazón.

Ella se apoyó contra la pared, pero le dio un vistazo por encima del hombro y una pequeña sonrisa.

—Estoy bien —dijo en voz baja—. Voy a estar de vuelta enseguida, y podremos terminar la película.

Edward la vio marcharse, un temor extraño empezó a crearse en la boca de su estómago. Él sacudió su cerebro, tratando de pensar en alguna razón para seguirla, pero el pensamiento era salvajemente inapropiado.

Como de costumbre, la línea que él no debía cruzar era borrosa con ella. Debería estar acostumbrado a ello.

Eso no hacía que fuera más fácil no... hacer nada.

Edward se había convencido a sí mismo de calmarse cuando un grito espantoso le levantó del sofá y le hizo subir las escaleras. No sabía qué esperar, lo que podría ser. En los dos segundos que tardó en llegar, pensó en todo, hasta en un ladrón rompiendo el espejo por propia voluntad, cubriéndola a ella con fragmentos peligrosos.

—¿Bella? —gritó, golpeando frenéticamente la puerta del baño. La única respuesta que obtuvo fue un gemido tan lleno de dolor que su propia angustia se duplicó—. Bella, voy a entrar.

Abrió la puerta, inmediatamente cayendo de rodillas a su lado. Bella se puso en cuclillas en el suelo. Ella estaba presionada en la esquina donde la bañera se juntaba con la pared, con las piernas dobladas contra el pecho, sus manos alrededor de las rodillas, los dedos en puños y su rostro era una máscara de completa agonía. Ella se inclinó hacia delante por el dolor.

— ¿Bella? Cariño, ¿qué está pasando? ¿Qué pasa? —se llevó la mano a su espalda, sintiendo lo absolutamente tenso que estaba su cuerpo mientras jadeaba en busca de aire—. ¿Bella?

Ella negó con la cabeza frenéticamente, abriendo la boca como si estuviera a punto de hablar, pero solo volvió a gritar. Sus nudillos se cogieron al borde de la bañera con tanta fuerza que estaban blancos.

—Voy a llamar al 9-1-1 —dijo él, tratando de aguantarse a sí mismo sobre sus pies.

Ella le agarró la muñeca con una fuerza sorprendente, tirando de él hacia abajo.

—No me dejes. Por favor, Edward. No me dejes.

—Bella, necesito ayudarte.

—No sé lo que está pasando. Por favor, solo —su boca se abrió, dando un grito silencioso. Las venas de su cuello se hinchaban. Su rostro y toda la piel que podía ver se pusieron rojos—. Oh... yo. Tengo que... Lo siento, tengo que...

Ella negó con la cabeza frenéticamente y se empujó hacia delante de rodillas.

Fue entonces cuando Edward vio que su pantalón estaba oscuro y colgaba sobre ella pesadamente, como si se hubiera hecho pis encima, pero eso no era lo que olía. El olor que impregnaba el aire era casi dulce, pero dejaba un sabor metálico en la parte posterior de la garganta.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Edward. Para sus propios oídos, su voz era frenética, pero no sabía qué hacer.

—No lo sé —su tono de voz era un gemido—. Solo... necesito... —se apoyó en gran medida en la bañera.

Edward no entendía lo que estaba sucediendo en absoluto. Lo único que deseaba en el mundo era detener su dolor para que estuviera mejor. No estaba pensando racionalmente, por lo que cuando ella comenzó a tirar de sus pantalones hacia abajo, la ayudó.

Lo que esperaba ver, Edward no lo sabía. Los pensamientos coherentes no estaban en su agenda en este momento. Lo que vio, sin embargo, lo perseguiría por el resto de su vida.

Sus sencillas bragas blancas eran traslúcidas en lugares y estaban llenas de sangre y de algún otro fluido. El líquido goteaba, manchando sus muslos, corriendo en riachuelos sangrientos todo el camino hasta sus piernas.

No tenía ninguna experiencia cuando se trataba de asuntos de las mujeres, pero él sabía que eso no era normal. Nada de eso era normal.

Actuar exclusivamente por instinto y por el terror de los gritos de ella, él tiró de sus bragas empapadas por sus piernas. Luego miró. Tenía que saberlo, tenía que averiguar de dónde salía toda esa sangre y... cualquier otra cosa que viniera. Había pasado mucho tiempo desde que había visto a una chica sin su ropa, pero esto definitivamente no era la misma chica.

Lo único que podía hacer era mirar mientras Bella se arrastró hasta el baño y trató de tirar de ella, entonces su cerebro finalmente se puso en marcha y la volvió a poner en el suelo.

—No —ella protestó en un gemido—. Tengo que... tengo que sacarlo.

En algún nivel, una parte de la base de su mente, él entendía lo que estaba pasando. Mirándola como ahora, podía ver cómo su cuerpo iba cambiado, estaba más gruesa de lo que recordaba. No era un grosor gelatinoso como la grasa normal. No, el espacio —especialmente bajo en su vientre— era bulboso y duro.

—Deja que te ayude, Bella —le rogó cuando ella trató de volver al lavabo. Los ruidos de protesta que hizo eran totalmente sin sentido. Tal vez ella habría discutido, pero en ese momento se acurrucó alrededor de su estómago y gritó de dolor.

Hubo más gritos de Bella... y más que un poco de él, para ser totalmente honestos, aunque lo que ninguno de ellos dijo era que eso Edward nunca sería capaz de recordarlo.

Todo lo que sabía era que en cuestión de minutos un pequeño bulto viscoso sobresalió de entre las piernas de Bella, revelándose poco a poco hasta ver que era un muy pequeño y viscoso ser humano.

Él cogió en sus brazos la pequeña y sangrienta cosa, se retorcía y gemía, sus ojos se abrieron horrorizados. Bella, jadeando por el esfuerzo y el llanto, se recostó sobre sus codos, poniendo la misma expresión.

Se miraron el uno al otro, ambos completamente perdidos sin saber qué hacer.


Bueno, pues aquí está el primero, es cortito, pero los demás serán más largos. Espero veros por aquí para descubrir cómo continua esta bonita historia :)

Nos vemos el miércoles, besos ^^