Missing Cell Phone

Summary: Dos personas. Un avión. Un celular extraviado. Y un chico curioso.

Dos treinta y cinco de la mañana y él sin poder conciliar el sueño. Este viaje se estaba haciendo una pesadilla. Primero, la chica de ojos café chocolate que se sienta a su lado se queda dormida casi en seguida de que el vuelo comience, con su libro muy gastado de cumbres borrascosas en las manos. "Esta chica si sabe de libros" piensa Edward al coincidir en su gusto por los clásicos.

Después una azafata bastante lanzada le derrama el jugo que pidió en los pantalones por un movimiento brusco del avión.

Y por ultimo… iría a ver a su hermana Alice. La hermana más molesta, chillona, compradora compulsiva y por supuesto linda, del universo. "Wiii!" piensa con sarcasmo. Y también conocería a su futuro esposo.

Estaría en ese avión por muchas horas más y no tenía con quién conversar. La película era de carreras y no le estaba entreteniendo en lo más mínimo. Su libro se quedó en la maleta y la verdad, no estaba muy interesado en leerlo. Y ahora en los vuelos no podías sacar así como así un Ipod o un celular para entretenerte, por los ataques terroristas.

De pronto, la chica junto a él, empezó a removerse en su asiento, Edward pensó que tal vez se estaría desperezando y tendría alguien con quién conversar. Pero en lugar de esto, ella empezó a hablar con los ojos cerrados y haciendo muecas.

-Por favor, ese vestido no. Detesto el rosa, por favor, por favor – murmuraba.

Esto causo gracia a Edward y emitió una risita baja. Cuando ella se giró hacia él, se quedó paralizado, tal vez lo habría escuchado. Miró su rostro y la admiró. La chica además de lectora asidua era bastante bonita, aun con su cabello revuelto y un poco de saliva en la comisura de sus carnosos labios. Unos labios que mostraban una pequeña sonrisa, como si estuviera en un campo de rosas. O como si estuviera con su amado… ¿Ella tendría novio? Se preguntó. Sería una verdadera lástima. De verdad quería conocerla. Se acercó un poco para levantar su cobija y aspiró su aroma. Olía a fresas. Terminó de arroparla y se acomodó en su asiento. Y en un instante se preguntó mil y un cosas sobre aquella chica. Y para no olvidarlas, tomó una servilleta y un bolígrafo del bolsillo de su chaqueta y las anotó. Esperaba poder preguntárselas si despertaba. Cuando terminó guardó la lista en el mismo bolsillo y se sintió realmente cansado. Aprovechó y pidió una almohada y una cobija. Cuando se acurrucó se quedó profundamente dormido.

No despertó hasta que el avión estuvo aterrizando y se llevó una enorme sorpresa al ver el asiento contiguo vacío. Se levantó rápidamente y buscaba su cabello entre la gente que salía. Ya era bastante tarde. Ella no estaba ahí. Triste y decepcionado, tomó sus cosas del maletero y calló en cuenta de un aparato plateado en el asiento. Le pidieron que bajara, agarró el celular y bajó del avión. No había nadie para recibirlo. Eso era en parte su culpa. No había anunciado a su familia a qué hora estaría llegando. Seattle estaba realmente frío ese día. Rentó un auto, condujo hasta su departamento en Forks. Dejó sus maletas en la recamara y cuando se quitó la chaqueta sintió el pequeño aparato. Lo abrió y prendió.

"Hola Bella" rezaba la pantalla. Recordó su lista y escribió la respuesta a su primera pregunta: ¿Cuál es tu nombre?

-Bella… - dijo para sí mismo, recordando su voz.

Cuando el celular estuvo completamente encendido aparecía una foto de ella y un cachorro. Se veía encantadora, con un ligero rubor en sus mejillas, sus labios rojos y carnosos curvados en una sonrisa. Se descubrió admirando la fotografía por demasiado tiempo. Y antes de que hiciera nada. El aparato vibró y apareció un letrero, anunciando un mensaje nuevo. Tecleó el "OK" para abrirlo.

"Bella, más te vale que llegues puntual. Eres la dama de honor! Por favor, no te rompas una pierna antes de esta noche. Un beso, TQM.

A"

¿A? ¿Quién rayos firmaba con una A? Y para su suerte el identificador decía: Allie. Ese no era un nombre ¿o sí? La curiosidad lo estaba haciendo su presa y quería leer los demás mensajes. En su mayoría eran de esa chica: Allie. Pero había otros que decían Charlie, René, Ángela y Jacob. Los nombres masculinos le llamaron más la atención. "Al diablo" se dijo para sus adentros. Tal vez ella jamás recuperara su celular, tal vez ni siquiera se había dado cuenta de que no lo tenía, o tal vez él no quisiera devolvérselo. Leyó primero un mensaje de Charlie:

"Hija, por favor, no te olvides de ir por la ropa de tu madre a la tintorería cuando vuelvas."

Un gran peso se le quitó de encima, Charlie seguramente era su padre. Un momento, ¿Por qué le importaba tanto? Pasó a otro mensaje con el nombre de Jacob:

"Hermosa, por favor, te extraño demasiado, vuelve pronto, estoy hecho trizas sin ti. Ke se supone que haga ahora? Te quiero Belly-Bells"

¿Qué dem…? ¿Hermosa? ¿Te quiero Belly-Bells? Genial, ahora si quedaba descartada su segunda pregunta: ¿Eres soltera? Se sintió realmente enfadado, la razón la desconocía, apenas si había visto a esta muchacha y ya le estaba causando estragos. Dejó el aparato en la cama. Se desvistió y tomó un relajante baño.

Una hora después estaba conduciendo hacia su antigua casa, la que lo vio crecer junto a sus hermanos. Ya quería llegar y comer lo que su madre cocinaría.

Aparco su coche en la entrada de la mansión blanca con miles de flores en el jardín, cuidadosamente cultivadas por su mamá. Bajó del auto y antes de que llegara a la puerta, una pequeña duende salto hacia él, haciéndolo tambalear.

-¡Estás aquí! ¡Mamá, papá! Edward está en casa.