Omg no puedo evitarlo, prometo que actualizaré caught en unos cuantos días más:C Es mi primer fic de the mortal instruments así que ¡diganme qué les parece!


Sebastian se dirigió hacia ese punto donde Alec se encontraba magullado y herido en el suelo. El solo pudo ver a su familia y amigos a su alrededor. Estaban muertos, todos ellos; incluso Magnus, a su lado. Casi no lo reconoció sin la purpurina brillando bajo las luces ochenteras de la decoración de su departamento de los jueves como un halo morado, o sin Presidente Miau ronroneando a sus pies.

Por un momento se paralizó en terror. Magnus era un brujo, mitad demonio. Jamás se había puesto a pensar en ello a conciencia porque, a pesar de haber visto al ángel Raziel alzarse imponente en la granja de Luke, no estaba muy seguro de la existencia del cielo, o del infierno. Era una nimiedad, pero si iba a morir quería tener la certeza de poder compartir la vida siguiente o cualquier pedazo de eternidad que le aguardara a lado de aquél brujo con complejo de drama queen del que se había enamorado.
Decidió que no importaba en el último minuto, porque si él iba al cielo, sería con Magnus, así tuviera que arrastrarlo del encaje del chaleco victoriano; también decidió que de hecho, Magnus se veía bastante guapo sin tanto menjurje encima, tal vez solo sería la palidez de su piel. Se preguntó si volvería a ver a Max o a sus padres. De igual manera, si Izzy tendría el mismo dilema con Simon. Desechó la idea rápidamente, su hermana conseguiría lo que desease en esta vida, incluso después. No se preocupó por Jace y Clary, seguro ellos tendrían lugar VIP en la corte celestial.
Así, pensando en Magnus y en su familia, en las personas que más quería en el mundo, cerró los ojos en una expresión de paz y júbilo, casi infantil. En los segundos que Sebastian tardó en empuñar la espada y alzarla sobre su cabeza, escuchó a Jocelyn, que alcanzó a recitar un "ave atque vale" entre sollozos por él, por todos ellos, que morían con honor. Quiso abrir la boca para decirle que no llorara, que casi podía escuchar a Clary riendo por las tonterías de Jace, bailando al son de un vals inexistente en medio de los claros pastizales de Idris, que podía escuchar a Luke echándole una reprimenda a Simon por Dios sabrá que cosa...que todos estarían esperándola. Que no había razón para llorar.
Pero el filo de la espada de Sebastian fue más rápido que el último suspiro de Alec, que se dejó atrapar por las sombras y la oscuridad, extrañamente cálidas; con una última sonrisa tímida en el rostro.