Bienvenidos a un epílogo dentro de esta historia de "Un hombre exitoso", espero sea de su agrado por lo menos un poco.
ADVERTENCIAS Necesarias:
Mpreg en su totalidad, historia extremadamente cursi, AU, detalles imaginarios de embarazo masculino, SIN LEMON, capítulo extenso.
Si no te agrada el mpreg puedes omitirlo, sí decides seguir sólo te pido no insultes, ni dejes comentarios ofensivos, esto solo es por diversión y nada de los fic es canon así que no dejemos que la pasión se nos desborde.
Si aún así decides darle oportunidad... te lo agradezco de antemano.
Excelente lectura.
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Se fueron a su habitación en silencio; tener demasiadas cosas por decir, sin saber cómo decirlas, no era buena forma de comenzar ninguna conversación. Además no tenía idea de cómo comportarse, no sabía cómo hablarle... no sabía nada de esa vida.
Souichi estaba levemente sonrojado; se sentía mareado, con las ideas revueltas y extrañamente fatigado. Cómo si hubiera corrido demasiado y ahora el cansancio le estuviera cobrando factura, aunque en realidad no había hecho ningún tipo de esfuerzo. Empezó a sudar frío y a temblar levemente apenas y se sentó en la orilla de la cama.
- ¿Te sientes mal de nuevo? - preguntaba Morinaga preocupado, apagando la luz del baño de la habitación, recién terminaba de asearse y se disponía a dormir. Se sentó a su lado en la cama y siguió cuestionando:
- He visto que respiras agitado desde hace un rato... - se acercó más, hizo movimientos precisos tocando su frente y estómago, tal cual hacia con sus hijos cuando enfermaban, era puro instinto, uno muy arraigado en el joven de verdes ojos - ¿Necesitas que vayamos al hospital?... si es así puedo... -
- No... No es nada...- alejó esa mano intrusa de su cuerpo.
No es que le disgustara, al contrario, le agradó lo cómodo que se sentía su piel en respuesta a su tacto. Ya antes le había tocado así, pero ahora se daba cuenta nuevamente y a flor de piel de las descargas, escalofríos y de ese cosquilleo tan conocido. Minutos le habían sido suficientes para convertirse en un guiñapo, una gelatina temblorosa y vulnerable; incapaz de pensar lógicamente.
Recordó aquella vez... Y no supo que sintió con exactitud.
Aquella ocasión había sido solo un mes de lejanía (dos si no se consideran los toqueteos que ese pervertido se había atrevido a hacerle estando dormido). Su cuerpo se comportó extraño esa ocasión, era cómo si él mismo no tuviera control sobre su cuerpo; le tocó satisfacerse, pero al contrario de lo que pudo haber sucedido, termino frustrado, confundido y forzado a hacer cosas que no le gustaba hacerse.
¿Cómo era posible que su propio cuerpo no respondiera a su tacto? Era como sí tuviera candado... Uno del que parecía no tenía llave.
Tenía miedo... Pero no de Morinaga, tenía miedo de si mismo. Tantos años de no verlo y aún así su cuerpo todavía no olvidaba ni un poco. Tantas preguntas importantes que debía hacer y el solo podía temblar por un sencillo roce de su mano; y es que a pesar de tantos años, tenerlo así de cerca seguía siendo vergonzoso.
- Lo siento... - se entristeció más todavía el ojiverde, ese tipo de rechazo ya no existía entre ellos, no desde que la tierna presencia de Himawari se asomó en sus vidas.
El hombre de cabellos largos, sólo lo evadió un poco, fue prácticamente su instinto defensivo el que hizo que se separará y le hiciera retirar la mano ajena. No lo había hecho como un rechazo definitivo ni violento, sin embargo no dejaba de serlo desde la perspectiva del otro.
Su mente seguía sin funcionar coherentemente y su respiración le hacía jadear. No era excitación, aunque se le parecía bastante, era une mezcla extraña de emoción acumulada y miedo...
¿Que significa esto?
Morinaga lo observó de nuevo, verlo así de debilitado e indefenso le hizo querer ayudarlo, sin importarle el hecho de que seguramente se molestaría más.
- Te ayudaré... -
Comenzó a quitarse la camiseta que siempre ha usado de pijama y se le acercó.
Morinaga inició a moverse, se levantó de improviso, se subió a la cama, se colocó detrás del delgado cuerpo de Souichi y se abrazó a su espalda, lo mantenía aprisionado con los brazos en su cintura, sus piernas alrededor de su cadera y su cabeza encontró su lugar entre sus cabellos, encajando perfectamente su barbilla entre su hombro y su cuello.
- ¿Qué haces pervertido? - gruñía pero no ponía resistencia. Inconscientemente reconoció la pose.
- Estás sonrojado... y no dejas de temblar... - susurro deliberadamente despacio cada palabra, eligiendo cada una para que estás no fueran malinterpretadas. - Tienes fiebre... Senpai - dijo su acostumbrado mote con nostalgia... Con un deje de añoranza.
- Aléjate... No tengo fiebre, son estas extrañas mañas tuyas las que... ¡Quítate! -
- Vamos Senpai, no estoy haciendo nada; solo quiero que dejes de temblar y eso no pasará hasta que entres en calor... -
- Eres un embustero mentiroso... ¿tú cómo demonios sabes eso? -
-Senpai, yo se muchas cosas sobre ti... y tú... sabías cosas sobre mí... - se le salió la nostalgia por la voz, Souichi sintió el agarre del joven detrás suyo aún más fuerte - ... llevamos años viviendo juntos... si no supiera que así te pones por la fiebre, pensaría que estas embarazado de nuevo -
Se quedó en shock - ¿qué esta diciendo este idiota?... Soy hombre, yo no puedo... ¿O sí se puede? - entonces se le vinieron a la mente los bodoques aquellos que se le enfrentaron recién había despertado.
- ¿Un hombre puede?... Pero, ¿cómo puede?... - Empezó a hiperventilar de solo pensarlo.
Fue entonces que una mano cubrió sus ojos, forzándole a recargar su cabeza en su hombro, un brazo firme sujeto su cintura y le pegó a su pecho, ya no temblaba, su cuerpo reconocía lo que su voluntad negaba.
- Vamos, deja de pensar tanto… sólo estas ocasionando que se te caliente la cabeza y no puedas pensar bien -
- Suelta... me... Idiota, deja de... Mmj -
- ¿Porqué no puedo? Sólo quiero ayudarte... Ves, tú respiración se está relajando... -
- Su... Suelta... me - podría negarlo todo lo que quisiera, pero su cuerpo reaccionaba siempre en su contra; se destensó, dejó de temblar y comenzó a caer dormido justo así, entre sus brazos.
- Ven vamos a dormir - Se quedó detrás del debilitado cuerpo de Souichi, sujetándole firmemente.
- Descansa... Mi querido Sou... ichi - y termino diciendo esto último en un susurro solo para él.
El mencionado no tenía fuerzas ni para quejarse, pero su cuerpo reaccionó y se sonrojó de nuevo hasta las orejas; sólo fue capaz de musitar intentos de reclamos que nunca serían escuchados; de esta forma, mirando hacia el frente, preso como lo tenía, se quedó viendo una fotografía, una de tantos recuerdos que adornaban una de las paredes de esa alcoba:
- ¿Cómo pudo ser eso posible? -
Cayó lentamente en un mundo oscuro, producto de un profundo sueño; se sujetó fuerte e instintivamente a aquellos brazos que lo anclaban a esa realidad.
Y la verdad, estando así... no le parecía tan mala.
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- Senpai… Senpai, ¿a donde te fuiste? -
Buscaba Morinaga por el laboratorio; por tercera ocasión, Senpai se desaparecía de su vista; sin embargo el ojiverde sabía donde debía ir a buscarlo, puesto que toda la mañana se la había pasado ahí, devolviendo el almuerzo que a duras penas y le obligó a probar.
- ¿Senpai? -
- Te dije que no quería comer eso idiota, me daba un olor espantoso -
- No digas eso Senpai, no olía mal... Además tienes que comer, no puedes... -
- ¡¿Cómo quieres que coma si cada vez que lo intento esta "cosa" me hace devolverlo?!… lo dices cómo sí fuera yo el que felizmente viene a vomitar cada miserable bocado que intento mantener en mi estómago… - lo decía furioso, abrazado lastimosamente al retrete, todavía sentía ese sabor metálico en su garganta, esa salivación desagradable que emerge de lo más profundo de las entrañas preparándose para el siguiente arqueo:
- Puagj… Puagj… puagj - tres arqueadas más está vez - Demonios... Pero si sólo fue un miserable tazón de sopa miso ¿porque vómito como si hubiera sido más que eso? -
Morinaga se inclinó detrás de él y apoyó su cabeza en su espalda alta, intentaba brindar apoyo moral y también le guiaba con su propia respiración, para que regulara la propia:
- ¿Senpai estás bien? ¿Te sientes mejor? - el joven de cabellos largos se quedó en silencio, no tenía intenciones de contestar lo obvio, estaba molesto con él, no había motivo, solo no quería contestarle, no con esa asquerosa sensación en su boca, sus náuseas le provocaban náuseas; pero sin darse cuenta se fue relajando, respirando cada vez más tranquilo y alejándose de aquel retrete que tanto "adoraba" en aquellos momentos. Un poco de paz llegaba a su sistema.
Encontró algo suave y cómodo donde recargar su espalda y apoyar su mareada cabeza, junto a un delicioso aroma que lo envolvía y le hacía relajar su mandíbula; su cuerpo por fin descansaba de todo el esfuerzo realizado.
- No sé cuanto más pueda resistir esto… apenas hace tres días confirmamos la noticia, pero no lo está haciendo nada fácil -
- Vamos Senpai, sabes que todo irá mejor … no te desesperes, estoy aquí para lo que necesites … lo sabes -
- Vomita por mí … mejor aún, tenlo por mí -
-Senpai … si pudiera lo haría … -
- Mentiroso … te morirías de miedo -
- Jaja - reía nervioso - no digas eso, estaré contigo, lo sabes -
- Te mataría si no lo hicieras, después de todo esto es tu culpa maldito enfermo -
- Sí senpai es mi culpa … y estoy tomando la responsabilidad - aproximó su cabeza a sus cabellos e hizo más fuerte su abrazo.
- El viejo llegó esta mañana de su viaje, nos espera esta noche... todos van a estar ahí ¡no se que voy hacer! … ¿cómo se lo voy a decir?… Ya era suficientemente difícil decírselo a él y ahora todos estarán ahí... ¡El muy bastardo los citó a todos! cuando yo claramente le dije que quería hablar a solas con él -
- Sabes que no estás sólo en esto … y no se lo vas a decir sólo tampoco - le ayudó a levantarse y se dirigieron al vestidor, aunque quisiera seguir trabajando, la nariz del mayor estaba demasiado sensible a los aromas de los químicos y además casi era hora de ir camino a casa de tía Matsuda, lugar de reunión de los Tatsumi desde que su hogar sucumbió al fuego.
Souichi estaba realmente preocupado, y Morinaga lo sabía, pero era su trabajo tranquilizarlo, y lo hacía con gusto, porque la noticia que habían recibido le había colmado el corazón de una infinita alegría:
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- Esta embarazado… tiene alrededor de dos meses y medio, por eso la náusea matutina, el cansancio, los achaques que ha estado teniendo y el aumento de peso... No voy a mentirle, el "aditamento" que uso es de los más nuevos y todavía es poco conocido su alcance a nivel durabilidad y adhesión, pero tal parece que no habrá problemas puesto que a estado prácticamente todo el primer trimestre sin hormonas extra que mantengan la viabilidad del embrión en crecimiento... -
Souichi miró a su kohai con furia: - Oí ¿dónde demonios conseguiste esa maldita cosa, tú estúpido? -
- Senpai yo no tuve nada que ver, yo solo tenía condones comunes en mi habitación porque mi amigo me los obsequio, más nunca pensé en usarlos… tú nunca has querido que use condón… fue… fue un accidente, ¡tú fuiste quien me lo pusiste! - respondía temeroso, creyó ser aniquilado en ese mismo instante simplemente por esa aura asesina que su compañero emanaba.
- ¡Cierra la boca! ¿Qué tanto crees que estas diciendo idiota? - estaba que echaba humo por las orejas, demasiada información expuesta frente a un desconocido. Sin embargo, ¿qué tanto podía ocultarse frente a alguien que te da una noticia semejante?
No había mucho que no fuera obvio para ese médico, después de todo, sean hombres o mujeres, los bebés aún se producen del mismo modo.
- Eso es lo novedoso de ese aditamento, la facilidad de implantación y adhesión a las membranas abdominales es asombrosa, la resistencia del saco temporal disminuye los riesgos de aborto espontáneo… usted lo dijo, parece un condón, pero la realidad es que funciona como un vial de colocación e inseminación, todo lo contrario a un preservativo; la actividad sexual frecuente, junto a un poco de suerte volvieron su caso en particular un verdadero milagro, sobretodo por la etapa en que se encuentra ahora y sin apoyo de medicación extra - estaba maravillado, tal descubrimiento era digno de documentarse - … según supe, este prototipo aún estaba en fase de prueba, no sabía que ya estaba de venta en el país … -
Souichi se sentía morir de vergüenza, nunca quiso hablar de su "relación" y mucho menos de su vida privada con nadie y ahora no sólo hablaba con ese matasanos parlanchín, sino que tendría que soportarlo por meses a partir de ahora.
Le exasperaba, porque le recordaba a el mismo cada que descubría un nuevo veneno, de esos que no debía producir, la diferencia es que a este médico le gustaba hablar y también preguntar, y preguntaba mucho, cosa que lo desquiciaba.
- ¡Maldito Isogai! me las pagará - no le quedaba más que aceptar que había sido dulcemente engañado y burlado por su temible, odiado y perverso "cuñado"... Una vez más había caído en su juego de palabras y en consecuencia había hecho la tontería más grande de su vida.
Ese había sido el día cero, el inicio de un conteo que había iniciado sin siquiera haber tenido oportunidad de prepararse o asimilarlo; Souichi no estaba listo para nada de lo que se venía … mucho menos para:
- Necesito que se haga estos estudios para mañana y venga listo para una ecografía … dependiendo de los resultados obtenidos será la periodicidad de sus visitas, sin embargo los embarazos masculinos no son sencillos y menos por las condiciones en las que el suyo se está dando, por eso es necesario que hagamos esto pronto, a menos que… - se hizo una pausa dramática en la que ambos hombres frente a su escritorio reaccionaban como polos opuestos.
- To …¿Todavía es... es posible removerlo? - a Morinaga se le ensombreció la mirada, guardo silencio y sintió como lentamente su corazón se partía en miles de piezas junto a sus prematuras ilusiones; era muy obvio pensar que con esa simple pregunta su felicidad de hace apenas diez minutos se había esfumado y la decepción se había apoderado de su razón; a punto estaba de salir corriendo indignado, pero decidió tragárselo todo y escuchar, necesitaba seguir creyendo en su senpai.
- No, removerlo ya no es opción por lo avanzado de la gestación … - nuevamente se hizo una pausa dramática, a ese médico le gustaba mantenerlos en tensión: - sin embargo, como ya lo mencioné, es incierto hasta que punto el aditamento en su interior y su propio cuerpo mantengan el embrión sano y viable, es decir si en algún punto su cuerpo no genera las hormonas necesarias o lo rechaza, lo eliminará súbitamente y será riesgoso también para usted dependiendo de las semanas que haya alcanzado -
- … - se hizo un silencio abrumador entre los presentes.
- Toda gestación, no importa si es hombre o mujer tiene riesgos inherentes, aunque pase el primer trimestre el riesgo de "rechazo" permanece, junto con los riesgos para el cuerpo gestante. Eso es algo que siempre deben tener presente. -
No sabían ni que decir, la duda en el rostro de Souichi y la angustia en el de Morinaga fueron contrastantes; de estar decepcionado, el pelinegro se preocupó; quería a ese bebé, claro que lo quería, pero no a costa de la salud o vida de su amado Senpai.
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Salieron de aquel sitio con la confirmación a sus sospechas, misma que generó más preguntas e incertidumbre; un par de recetas, ordenes para laboratorio y una cita para los siguientes dos días fueron parte de las respuestas a sus inquietudes; realizar el ultrasonido era su siguiente paso, necesitaban ver qué crecía en ese saco temporal y cómo estaba desarrollándose; y entre más pronto mejor, según había dicho ese "médico loco de bata blanca", Souichi ya le había dado un apodo oficial, (señal de que ya estaba formando parte de su vida).
- ¿Qué quieres hacer? - Preguntó Morinaga con reservas, no quería presionarlo.
Fue entonces que el estómago del senpai fue más rápido:
- Grggggggggggg - un rugido poderoso se suscitó directamente de aquel confirmado y novedoso "habitante" en el cuerpo del mayor. "Alguien" estaba hambriento y se hacía notar a su particular manera, rompiendo el hielo por ese par de atolondrados.
- Bien vamos a comer, creo haber visto un restaurante familiar cerca de aquí… - sonrió, Morinaga sonrió como Souichi adoraba que lo hiciera y se relajó; se dejó tomar la mano y ser guiado hacia aquel lugar donde comerían, debían aprovechar que su cuerpo pedía alimento y rogar porque éste se quedará en su estómago.
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Fue hasta terminada la comida que pudieron tomar un poco de valor y enfrentar la realidad que habían pospuesto por un momento:
- ¿Qué quieres hacer Senpai? - repitió su pregunta.
- ¿Porqué sólo yo debo querer hacer algo? - dijo serio, más no enojado.
- Vamos Senpai, sabes cuál es mi deseo… pero no soy sólo yo en… - se le acababa el valor junto con la voz.
- No me hagas suponer… dime lo que tú…-
- ¡Quiero a ese bebé! … tenerlo en mis brazos, protegerlo, verlo crecer, malcriarlo, desvelarme por su llanto y consolarlo… quiero una familia... Quiero una familia contigo, Senpai… -
- Ya veo… - se mantenía estoico e inmutable, como usualmente lo hacía.
- Estoy dispuesto a lo que sea necesario, haré lo que me pidas… me esforzaré, trabajaré mucho… viviré por ustedes… - se silencio por un momento, contuvo el nudo en su garganta, trago grueso y dijo:
- Sólo quiero... estar contigo, sabes que siempre lo he querido - se le escapó una lágrima esperando alguna respuesta.
- Eres un chantajista -
Sin decir más, emprendió camino a la salida, Morinaga entendió que no se hablaría más de ese asunto por el momento; pagó la cuenta y alcanzó a Souichi en la entrada de aquel local donde habían comido; se encontró con el mayor quien terminaba una llamada telefónica y emprendieron camino rumbo a la estación.
- Senpai, ¿a dónde vas? … ese no es… -
- Tomaré este tren… adiós... Ve a la universidad y cuida de los experimentos... No quiero excusas -
- Oye, espera... ¿A qué hora es el…? - sabía que rumbo llevaba ese tren por eso no objeto nada más.
- A las… - el ruido de los avisos de llegadas y partidas le impidió escuchar la hora. Pensó llamarlo después y confirmar directamente, seguirlo ahora no los llevaría a nada.
Lamentablemente Souichi nunca respondió sus llamadas, ni contestó sus mensajes y aunque sabía que era por la mañana, desconocía la hora exacta de la cita programada.
Decidió darle un poco de espacio, y hacer guardia en la clínica apenas y terminará con el trabajo en la universidad.
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Souichi Tatsumi tomó el tren rumbo a casa de tía Matsuda, no tenía ganas de seguir en ese silencio incómodo y mucho menos quería decir algo de lo cual se pudiera arrepentir después. Necesitaba pensar, necesitaba analizar con la cabeza fría y sin sentimentalismos. También por eso se alejó de Morinaga, verlo así le afectaba, le movía y le torturaba; su rostro era tan expresivo que sin decirlo sabía qué quería y qué rechazaba.
Supo con sólo verlo de reojo que le hirió al preguntar si aún podían remover aquello que en él crecía, creyó escuchar un quejido lastimero que no le gustó, y que provocó que algo dentro de él se rompiera también, pero no dijo, ni mucho menos expresó nada.
Uno era el que siente y el otro el consciente.
Y era tiempo de ser realistas y objetivos, no podía dejarse llevar por Moringa en esto... No está vez, esto era otro nivel.
"¿Qué quieres hacer?" le había preguntado, ¿por qué sólo él debía decir qué hacer? Más importante: ¿Por qué demonios le pasaba esto a él? …
¿porqué no podía solo esperar a que la naturaleza actuará por si misma? Ese médico loco dijo que quizá todo terminaría como inicio: súbitamente y sin sentir.
Para empezar… ¿por qué lo hizo?
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Souichi llegó a la casa Matsuda, después de un corto viaje en tren y una larga caminata que incluyó una parada en un parque cercano; se quedó ahí, sentado en una banca mirando a las personas pasar frente a él, con un cigarrillo apagado en su boca, moviéndolo de una comisura a la otra. Se quedó ahí tanto como pudo, pero el anochecer llegaba y la llamada preocupada de su tía le hizo emprender camino a esa casa que lo recibiría esa noche.
Arribó sin decir nada más que los saludos de cortesía correspondientes a su llegada; su tía le ofreció cenar, pero el pelilargo rechazó la oferta, excusándose de no sentirse bien y también que ya había comido suficiente antes de llegar. Esta ocasión ganó la batalla, porque la comida que ingirió se quedó en su lugar; afortunadamente su pequeño remolino chantajista cooperó y no le hizo regresar nada de lo que comió, aparentemente tenía hambre y colaboró en está ocasión.
"Tendrá a quién parecerse" pensó el mayor, adentrándose más al hogar de su amable tía.
- Soukun, ¿qué sucede? - preguntó
- Nada, ¿por qué lo preguntas? -
- Mmmmmm... No creo que no sea nada, te veo diferente... creo que has subido de peso... - se le quedó mirando silenciosa, hasta que sus miradas chocaron y por inercia lo tocó en su vientre - Ahhhhh - asustando a Souichi quien se alejó de ella, agradeció el recibimiento y huyó al baño a ducharse.
La tía se quedó impactada, pero la verdad era que ya no era raro encontrarse eventos como "esos" con los nuevos avances en la ciencia reproductiva; y aunque ella no estaba al tanto de la vida privada de su sobrino, no era posible ocultar lo obvio, y aunque era "extraña" la relación de esos dos jóvenes, le dio alegría pensar en que aquello pudiera estar pasando, pues ya habían sido años de estar juntos, quizá "esto" era lo que faltaba para que se sinceraran.
Rio sola, teniendo dulces pensamientos, recordando la infancia de sus sobrinos y de lo lindo que sería tener de nuevo risas en casa.
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Su estancia en la regadera fue corto; no podía y no quería verse, su propio cuerpo era extraño para él y le incomodaba; mínimo aún era el cambio, no era posible evidenciarlo entre las ropas y la bata que siempre usaba. Pero despojarse de todo era contemplar los diminutos cambios que había relacionados más que nada con el peso y un ligero, demasiado imperceptible abultamiento.
Después de todo, de ser un hombre sumamente delgado pasa a ser como una cuerda anudada.
No sabía cómo exactamente pero, aún en contra de los vómitos, subía poco a poco de peso; sin embargo esa ocasión agradeció por lo menos haber comido suficiente y no haberlo regresado entre arqueadas desagradables y dolor en su abdomen debido al esfuerzo; pero la siguiente comida siempre era una prueba que no sabía si superaría.
Por lo menos esta vez, tener que tomarse estudios y hacerse laboratorios le evitaría comer por algunas horas, pero no escapaba de las náuseas en ayuno que eran mucho peores.
"Definitivamente estaba Jo#%*do" pensó.
Salió del la regadera y encontró la pijama que tenía ahí "para emergencias", se la colocó y acudió al encuentro de aquella bondadosa mujer, quién cuidó y cuidaba de él cómo desde el primer día en que su madre se había ido.
- Sabes que cuentas conmigo para lo que haga falta - le dijo sinceramente - sé que siempre has hecho todo solo, pero nunca lo has estado en realidad… recuerda eso siempre -
- ¿Porqué me dices eso? - era demasiado extraña su actitud, él no necesitaba nada de condescendencias.
- Sólo quería que lo supieras - lo observó tiernamente - Además tu mirada clama... y tu cuerpo habla por sí mismo, sé que pronto te tocará sincerarte, así que no hay prisa - decía segura, aquella adorable señora, en pijamas lista para dormir.
Souichi simplemente no entendía nada, y no quería entender acertijos, estaba cansado y solo quería dormir. Sin embargo …
- Kanako llamó, hace unos momentos; dijo que Souji - San llegara pasado mañana... le dije que estabas aquí y preguntó muchísimas cosas, quiso llamarte pero le dije que ya estabas durmiendo … seguramente te llamará sin falta - esa mujer frente a él, frágil y silenciosa a su vista, sabía perfectamente que necesitaba paz y no quería responder preguntas que él necesitaba aclarar primero en su cabeza; agradeció respetuosamente por todo y se fue a su habitación no sin antes comentarle que saldría muy temprano a unos asuntos y que dada la visita del viejo estaría pronto de regreso.
Finalmente, encontró refugio y pudo descansar el cuerpo en su futón; sentía los estragos del cansancio hacer presencia; tenía el celular a un costado de su cabeza y entre su somnolencia lo tomó y observó la descabellada lista de mensajes de texto, de voz y hasta llamadas perdidas de parte de Moringa; le remordió un poco la conciencia, pero ni así los abrió o respondió ninguno; sin embargo el móvil vibró nuevamente entre sus manos y como tenía abierta la aplicación, pudo ver que decía el corto mensaje:
Descansen… los veré mañana.
Los amo
¿Cómo era posible que un simple mensaje le hiciera sentir así?... liberado de un par de toneladas sobre sus hombros
¿Cuál era el truco de ese sujeto? siempre estaba presente y siempre sabía que decir exactamente para que la decisión más obvia, se volviera la menos posible.
Acercó el aparato a su cabeza y en silencio agradeció... la paciencia y todo lo demás.
Su interior se tranquilizó un poco; estaba a punto de ceder a la fatiga cuando una nueva vibración llegó:
Un nuevo mensaje:
Souichi - kun, escuché que estabas en casa de la tía ¿está todo bien? … ¿qué sucedió con ese adorable novio y kohai?
Por accidente, de esos que pasan a merced de la somnolencia, oprimió una opción que no debía al caérsele el móvil en plena cara, y aunque detuvo la conexión antes de ser respondida esta ya le había dado la señal necesaria al astuto zorro que tenía por cuñado.
Entonces una llamada entrante llegó:
Baka Isogai decía en la pantalla de su móvil.
Lo ignoró una vez, lo ignoro dos veces, a la décima vez pensó en apagar el celular, pero después se quedaría dormido anulando también la alarma.
Fue a la onceava vez que por fin y con fastidio respondió la llamada:
- ¿Qué quieres? -
- Souichi kun, que malo… ¿cómo tratas así a tu cuñado favorito? -
- Trato de ignorar esa parte de tu pervertida existencia -
- Mmmmmm ¿sigues enojado porque convivo con tu dulce hermanita?... Kana-chan ya no es una niña sabes y tengo la aprobación de Souji-papa y tus hermanos Tomoe y Kurokawa… ¿no veo porque debas seguir molesto conmigo? … ¡yo qué te he ayudado tanto! - terminaba canturreando.
- ¡Todavía no comienza la universidad pervertido! - gruñía y se erizaba de solo pensarlo.
- Es cuestión de semanas… no seas tan… -
- Silencio… dime que es lo que quieres, si no quieres que te cuelgue -
- De no estar interesado ya lo hubieras hecho, ¿no es así, Souichi - kun? -
- … - lo dejó mudo, y la verdad era que tenía razón, ese maldito, ladino y perverso zorro.
- ¿Dime que sucede? Tienes la mala costumbre de alejarte cada vez que ustedes tienen una pelea… -
- No nos peleamos -
- Mmmmmm ¿entonces quién…? -
- Fui yo el que necesitaba un poco de espacio, es todo -
- Me quedaría conforme con esa respuesta si no fuera porque creo que no es toda la verdad… -
Se quedó pensando en el sinfín de posibilidades y escenarios, cuando de la nada recordó su última estratagema:
- ¿Ahhhh... Souichi - kun es posible que tú …? -
- Es tu culpa por ofrecer extraños objetos y hacer comentarios de mal gusto -
- Oí, oí... Jamás pensé que lo usarían … pero entonces… ¿funcionó? -
- … - silencio atroz, Isogai sabía cómo comunicarse y cómo entenderlo.
- Pensé que era mentira … ¿en, en... verdad tú? -
- ¿Dónde conseguiste esa cosa? - dijo finalmente el pelilargo.
Isogai comenzó una historia que parecía sacada de sus más astutas mentiras, intentando explicar el motivo por el que aquel "aditamento" llegó a sus manos:
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Isogai Taichirou, un astuto zorro de los negocios y hablador por naturaleza; su trabajo y su facilidad de palabra le hacía conocer curiosas personalidades para así obtener recursos invaluables por sus servicios.
Ser un hablador tenía sus beneficios e Isogai le sacaba provecho cada que podía, era su negocio y su don.
Esa ocasión, una visita a Seúl y un excelente desempeño laboral, le otorgaron retribuciones extra y la gratitud de su cliente, de hecho él mismo le entregó un sobrecito pequeño, cuadrado y sin instructivo anexo; de inmediato el curioso objeto llamó su atención y cuestionó ¿para qué era eso? a lo que respondieron:
"Es un generador de vida".
Por más listo que fuera, Isogai no entendió nada, y ¿eso para que sirve? preguntó:
- Para que tu esposo genere vida obviamente - le respondió.
- ¿Esposo? Perdón pero sigo soltero, y mi pareja es mujer, no hombre... No estoy en contra de nadie, pero yo no tengo esos gustos -
- Ya veo, por su aspecto supuse que era gay … disculpe -
Isogai sudo frío ante aquel comentario, no era la primera vez que alguien dudaba de sus preferencias - No, no lo soy … tengo una linda novia que espera por mi en Japón... aunque tengo un par de cuñados qué podrían estar interesados -
- ¿Cuñados? -
- Nada… pensaba en voz alta - se quedó viendo aquel envoltorio - ¿Cómo funciona? -
- Con un poco de suerte y persistencia … usted entiende - le guiño el ojo aquel dadivoso cliente.
- ¿Ahhhhh? - No entendió nada, pero no tenía opción, se quedó con ese y los demás obsequios fruto de su trabajo.
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No era novedad que algunos países de alta tecnología y mercado negro estuvieran desarrollando alternativas de natalidad; a final de cuentas alcanzar grandes sueños, generaba grandes ganancias, y el mercado negro de la fertilidad era uno bastante redituable.
Seúl y sus excéntricas políticas de muros invisibles no era de este tipo de mundos en los que "cualquiera" pudiera engendrar un hijo; sin embargo el dinero, los contactos y la suerte siempre han sido ases que todo lo consiguen o todo lo desarrollan; aunque no esté al alcance de todos o no siempre juegan en nuestro favor.
Digamos qué, como acostumbra, Isogai estuvo en el momento y lugar preciso.
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- Y eso fue lo que sucedió Souichi - kun… ese hombre me lo dio y yo te lo entregue a ti, ya ni siquiera lo recordaba … pero no puedo creer que en verdad lo hayas usado -
- ... - no le respondió.
- ¿Porqué lo hiciste? - insistió.
- Dijiste que era un condón lubricado con afro… Te burlaste del comentario de Morinaga y dijiste que era un milagro que no nos hubiéramos embarazado con todo el se… y te echaste en cara que nunca nos cuidamos... -
- … - Isogai esperaba en la línea preparando el contraataque; nada lo preparo para lo que se venía:
- La que según tú era una broma resultó verdad … y ahora estoy a la espera de un bebé … -
- ¿Pero cómo… ? -
- Dímelo tú - dijo retador.
- ¿Pero por qué lo usaste? -
- Cedí a un impulso... Uno muy tonto, cegado por la excitación y por la... Quería que … pensé qué... fui un ingenuo y estas son... Es la consecuencia -
Hubo un momento de silencio en que ambos procesaban las información.
- Souichi kun, para mí es obvio lo que Morinaga quiere, lo dijo claramente aquella ocasión y aunque no lo hubiera hecho, es evidente… pero ¿y tú? … ¿Qué quieres hacer ahora? -
El pelilargo sólo pudo abrir los ojos de impresión; ¿por qué era tan obvio para los demás lo que Morinaga quería? … ¿Por qué todos dudaban de él y de sus decisiones?
¿Por qué no podía sincerarse tan fácilmente?
¿Que creían que era él?...
- Yo... - dudó, y se silencio de nuevo, definitivamente no estaba listo.
Isogai entendió y salió al rescate:
- Vamos, vamos... no puede ser tan malo … quizá es lo que hace falta para hacer pública su relación ¿no lo crees?… Estoy seguro que nadie te juzgará, tu familia no es así y lo sabes … -
-... -
- ¿Souichi kun? -
- Buenas noches Isogai - cortó la llamada bruscamente.
Isogai se quedó viendo la pantalla de su móvil: - ¿Qué estas pensando Souichi kun? - respiró resignado y profundamente.
- Isogai San… Isogai San … - venía Kanako al encuentro de su novio: - ¿pudiste hablar con mi nissan? -
- Si mi hermosa Kana-chan, justamente me acaba de cortar la llamada -
- Ay mí nissan … ¿dime que te dijo? ¿Por qué se fue con la tía esta vez? -
- No me lo dijo preciosa … pero me di cuenta de que algo pasará pronto; yo te pregunto a ti, mi dulce Kanako: ¿esta lista para apoyar a tu hermano? -
- Siempre… somos familia y la familia se cuida -
- Recuerda eso cuando sientas que sus decisiones no son de lo más acertadas - beso su frente y le abrazo tiernamente.
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Cómo añoraba sus anteriores despertares, esos que eran a causa de una alarma ruidosa y persistente, ahora éstos estaban precedidos por la náusea y el vómito, que lo hacían sentir que moría lentamente con cada arqueada; ¿qué tanto podía vomitar si no comía casi nada? No entendía, aunque la química fuera su mundo, no le hallaba racionalidad ni lógica, por el contrario sentía que aquello se burlaba de él y se divertía haciendo de su cuerpo lo que quería.
Recorrió el mismo camino de regreso a la clínica donde haría sus estudios, emprendió camino horas antes de su programación puesto que no había motivo para esperar más tiempo, no debía desayunar y no tenía ganas de responder o escuchar acertijos, no sabía que más decirle a la tía Matsuda.
Tampoco quería pensar demasiado en qué haría o qué debía hacer, necesitaba un respiro, uno muy grande que le oxigenada el cerebro y le hiciera terminar de decidirse; sabía qué tenía que hacer, lo que no sabía era porque dudaba en hacerlo. No quería decepcionar a nadie, pero antes que nada, no quería decepcionarse de sí mismo.
Se fue nuevamente por el camino largo, tenía mucho tiempo a su favor y sabía que en su ausencia Moringa tomaría el control; su amado laboratorio no sería fuente de calma en este momento y por ello no fue su refugio en esta ocasión.
Era exasperante para una mente científica como la suya tener que depender de alguien más, tener que estar a prueba, ser evaluado y analizado; él era quien hacia ensayos, él era quien hacia pruebas, él era el juez y ejecutor.
Pero ahora, para poder ser su propio juez tenía que esperar a que alguien más le dijera que pasaba en su interior; la espera lo exasperaba y le hacía dudar, cosa que no le gustaba porque la duda nace del miedo y no te deja pensar.
Así se sentía ahora mismo, estaba a merced de todos a su alrededor, todos parecían saber algo que él no sabía, algo que él no veía y todos parecían saber que querían; por el contrario, él se sentía abrumado de saber que algo en su interior controlaba su existencia, aunque fuese solo una mola, era lo suficientemente fuerte como para hacer todos aquellos estragos en su cuerpo y en su mente.
Caminó por inercia al salir de la estación, hasta que llegó al lugar convenido; entró, se anunció y esperó. Desde los accesos principales y en cada rincón de aquel concurrido sitio buscó sin encontrar nada ni a nadie conocido.
- Ese idiota… - ¿acaso esperaba verlo?
Le llamaron de una ventanilla, dio algunos datos y las ordenes correspondientes, lo pasaron a la sala de toma de muestras y salió de ahí con una motita cubriendo el sitio del pinchazo en su brazo, y se fue nuevamente a esperar.
Mientras aguardaba, aburrido y desesperado, se fijó a su alrededor; mucha gente viniendo a ser analizada, ya no se sentía como rata de laboratorio, ¿era común hacer análisis verdad? No por ser un fenómeno sino por otras cuestiones. Ver aquello le relajo un poco hasta que alguien se apareció pidiendo sentarse a su lado:
- Perdone, ¿me puedo sentar ahí un momento?... Me puede ayudar, por favor -
- Claro - se levantó y ayudó a aquella encorvada y sofocada persona a llegar a un asiento.
- Fiuuuu... gracias, pensé que no lo lograría, estoy cada vez más grande y mi espalda me esta matando del dolor … ¡gracias por salvarme! -
- No es… nada - se le quedó viendo analítico, la imagen lo impacto.
- Mmmm... por favor no me vea de esa forma, hoy en día ya no es poco común ver a personas como yo, ¿o es usted un opositor?… si es así disculpe, me iré a otro sit… - la persona intento movilizarse pero realmente le costaba simplemente incorporarse - jeje upssss ahora no puedo salir de aquí … lo siento por incomodarle -
- No es eso, no tiene que irse -
- Gracias, no será mucho … se lo aseguro -
Un cómodo silencio se suscitó, hasta que Souichi decidió romperlo e intercambiar un par de palabras:
- ¿Qué se siente? -
- Es aterrador … pero existe alguien que lo compensa … y justo aquí viene a mi rescate - sonrió luminosamente al que se aproximaba hacia ellos.
-Ahí estas, te dije que no te fueras sólo -
- Lo siento, sabes que mi espalda no resiste mucho, perdóname -
- No estoy enojado sólo me asuste… ven vamos a casa -
- Gracias señor por su ayuda -
Souichi lo vio y al observar aquella escena le preguntó sin chistar: - ¿Por qué lo hiciste? -
Aquella persona radiante y hermosa, sujeto del bazo de su acompañante y respondió: - Porque quiero una familia con él -
- … - se acordó de Morinaga, aunque la realidad era que desde que lo conoció nunca había un día que no pensará en él.
Los vio irse, muy pegado a su compañero y sin inconvenientes de mostrarse al mundo como la pareja que eran. Entonces:
- Tatsumi Souichi, por favor - le llamaban para realizar el ultrasonido.
Había llegado el momento, finalmente un estudio que permitiría ver algo; estaba aterrado, pero necesitaba terminar con esto para poder comenzar y/o seguir.
~§~
Salió de aquel lugar con un sobre debajo de su brazo que contenía una interpretación y algunas fotografías; llevaba una en su mano, su andar era lento y distraído, su atención estaba centrada en encontrarle forma a una secuencia interminable de manchas, sombras y marcas puestas en aquella fotografía.
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- Felicidades … aquí está su bebé - le dijo el que sería su médico (según Souichi, era un tipo loco de bata blanca)
- Ahhhh... ¿Dónde? - A pesar de que no despegó la mirada ni un instante, era obvio desde que comenzó con el ultrasonido, que aquello tenía su ciencia y no tuvo más opción que confiar, algo muchas veces imposible para un tirano como él y lo desarmó cuando escuchó un estruendoso ruido, seguido de un rítmico y constante latido.
- Ahí está... Fuerte y claro - se quedó impresionado escuchando la persistencia, la fuerza y lo sublime de aquel latido.
El corazón de su bebé era lo que estaba escuchando.
Esa imagen que sostenía, era la que ese médico loco señaló como la mejor de todas las capturas y se la entregó por separado, en su mano, después de entregar lo demás. Y le dijo:
- El saco esta ocupado, lo cual era de esperarse; necesito ver lo demás para controlarte y establecer la periodicidad de las revisiones, pero no creo que sea nada riesgoso, ni fuera de lo común aún para una situación como la tuya… estoy impresionado, casi un trimestre sin vigilancia y con actividad coital frecuente y aún así todo va con completa normalidad -
- Gracias … supongo - ese hombre debería ser más discreto.
- Te sugiero que mañana no vengas sólo; esto no es únicamente tú asunto ... Sea cual sea tu decisión, él también tiene derecho de conocerlo por lo menos -
- … - no dijo nada, dio media vuelta, agradeció y salió de ahí.
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Ahí estaban de nuevo esas palabras...
¿qué pensaban que haría? Saltar de un puente acaso; no estaba loco, sólo estaba embarazado. Aunque, eso por si mismo ya era bastante extraño.
- Aggggg esto es una locura... - gritó desesperado finalmente - ¿Dónde estará ese idiota de Morinaga?... Quisiera golpearlo justo ahora -
- Estoy aquí senpai -
- Ahhhh - al voltear y verlo sintió algo, no supo como interpretarlo, pero se sentía curioso, cálido y agradable en su vientre.
Con la sincronización de siempre, Morinaga apareció frente a él
¿cómo es qué sabía dónde y cómo encontrarlo? Sin embargo, definitivamente agradecía que siempre estuviera presente; aunque nunca se lo dijera.
- Me asustaste -
- Lo siento, estaba preocupado y en cuanto te vi decidí alcanzarte; tuve miedo que ni siquiera quisieras hablarme -
- Tonto, ¿porqué haría eso? -
- Te llamé más de diez veces y te escribí más de veinte mensajes... Estabas evitándome ¿verdad? -
- No seas exagerado, sólo necesitaba tiempo y un poco de descanso... En casa no lo tendría, no contigo encima de mi -
- ¿Ya te hiciste los estudios? - vio el sobre debajo de su brazo - Senpai yo... Yo quería estar presente... ¿Porqué no me esperaste? -
- ¡No quería verte así!... Lloriqueando y preocupándote por cada pequeña cosa o gesto que yo hago o digo... -
- Pero quería estar contigo... - lo dijo sollozando.
- Lo estabas idiota... - se sonrojó hasta las orejas, pero continuó: - siempre lo estás aunque no quiera -
- Senpai... - con esas pocas palabras lo tranquilizó y dejó que un nuevo impulso de idiotez le hiciera actuar, aunque sabía que después de eso no volvería a quitárselo de encima:
- Ten... Conócelo - le ofrecía la imagen que llevaba en su mano y que tenía más datos que las demás, cortesía de su loco médico de cabecera.
- ¿Puedo? - el chico de cabellos azules titubeó, tanta amabilidad le gustaba pero a la vez le asustaba.
- Claro que puedes, es tuyo también ... - giró su cabeza y escondió su mirada.
Y sólo con esas palabras, Morinaga finalmente desapareció la distancia entre ellos de un brinco y lo atrapó en un aplastante abrazo. Lo aprisionó al grado de la asfixia, estaba muy feliz y agradecido.
- Me estás aplastando... ¡Duele idiota! -
- Pe... Perdón... - se alejó un poco, sólo un poco; tomó esa imagen obscura y lloró, como tantas veces senpai le había hecho llorar, de pura emoción y felicidad.
Entonces su imaginación comenzó a tomar vida:
- ¡Senpai! tiene tu cabello... Y mira tiene mis ojos... - decía señalando lo que para el mayor eran puntos y manchas blancas, grises y negras: - Tonto, ¿dónde ves formas o parentesco en eso? -
- Aquí senpai... - y llevó su mano a su pecho, sobre su corazón. - Aquí dentro algo me dice que será igual a ti -
Ahí estaba de nuevo
¿Cómo lo lograba?
¿Cómo conseguía hacerlo?
¿Cómo era capaz con unas cuántas palabras transformar toda la angustia y zozobra en dulces y esperanzadoras ilusiones?
Más importante, ¿cómo era posible que él se dejará llevar tan fácilmente por ese hombre y sus más infantiles deseos?
- Yo espero que se parezca más a ti que a mí... - dijo Souichi escondiendo un poco más su rostro entre sus castaños cabellos.
- Sen... Senpai - y de nuevo se fue a abrazarlo, ahora con más cuidado, lo atrapó del cuello y no estaba dispuesto a soltarlo: - Será hermoso... Porque es tuyo -
- No digas eso, es de los dos... Es nuestro mutuo descuido... - se alejó un poco de él - Exijo que te hagas responsable, baka -
- Por supuesto... ¿Qué quieres que haga primero? -
- Grrrgggghgh - y ahí estaba de nuevo aquel ser haciéndose presente en un gruñido intestinal, sonoro y demandante; y había que atenderlos, si no quería que la hambrienta furia de su senpai cayera sobre él o la de su bebé a través de él.
Senpai se sonrojo de nuevo, y se separó definitivamente de ese abrazo; no podía evitarlo, sentía hambre y no podía desaprovecharla; sólo esperaba que el alíen dentro de él lo dejara comer: - Lo siento -
- No te preocupes…- dijo sonriente - ¿Vamos al restaurante familiar? -
- No, llévame a casa -
- Pero está lejos, tardaremos en llegar, no tengo nada listo y... -
Cubrió su boca con un dedo, silenciando todas las excusas que estaba dando y le susurró:
- No importa, queremos ir a casa -
- Cómo tú digas, Senpai -
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- Senpai, ¿estás listo? - se asomaba al vestidor buscando al pelilargo.
- No... Vete sin mí - decía sin ganas el mencionado, escondido detrás de la puerta del baño - Cambié de opinión ¡No quiero que lo sepan! -
- Vamos senpai... No vas a poder ocultar ese estado a tu familia - se la pensó un poco - Quizás a Tomoe y Kurokawa, posiblemente a Souji - San... Pero ¿y los demás? -
- Diré que estoy enfermo -
- ¿Por seis meses y medio?... Kanako chan se preocupara y tirará la puerta sólo por ver cómo estás... Y de pasó me matará por no decirle nada -
Morinaga sabía que a pesar de que la más pequeña de los hermanos Tatsumi era la más accesible de todos, no dejaba de tener ese carácter de los mil demonios tan típico que viene de familia.
Ocultarle que sería tía, sería la muerte para el peliazul, sí senpai no lo había logrado, definitivamente Kanako lo haría sin fallar.
- Quizá para ti no suceda nada, pero ¿y yo?... Todo cambiará para mí... ¿Cómo demonios voy a decírselo? ¿Qué van a pensar de mí?... ¿Qué clase de hermano mayor soy?... ¿Qué clase de ejemplo les estoy dando a mis hermanos? - se imaginaba como un "ronin", un samurai desertor después de haber traicionado la voluntad de su señor (en este caso cuidar el honor de la casa Tatsumi en ausencia de su padre).
- Pero senpai, desde antes tus hermanos se fueron con su parejas... Bueno algo así - Tomoe se fue con Kuroka y siguiendo un sueño mucho antes de que senpai pensará siquiera en algo con Morinaga y Kanako... Bueno ella hacía su voluntad con la bendición de papá y la negativa de su nissan; y vivía… compartía algunos días con Isogai en su departamento en Tokio.
- Ahhhhhgggg - moría trágicamente su ingenua ilusión de mantener el honor y orgullo familiar.
- Senpai déjame entrar... O sal de ahí por favor... es tiempo de irnos, sino todos van a venir a buscarnos y creo será peor tenerlos a todos aquí -
Se abrió la puerta y lentamente el pelilargo salió de ahí con un semblante preocupado; Morinaga sabía que todo lo que había dicho era verdad, la vida les cambiaría radicalmente, su hijo aún no nacía y ya estaba causando un gran alboroto en la vida de su "mami"... de sólo pensar en esa palabra se sonrió, río sólo y se le llenó el corazón de cursi felicidad.
- Oí... ¿Qué tanto estás pensando tarado?... Esa idiota sonrisa tuya me da miedo? -
- No es nada senpai... Soy sólo yo y mis cursis pensamientos, ya sabes -
- Mmmmm no lo dudo ni un poco -
Morinaga no encontraba la forma correcta de poder expresarse sin que se sintiera ofendido, su deseo era protegerlo y hacer frente por él todo lo que se viniera una vez descubierta (o revelada) su "relación"; después de todo los bebés no se generan solos; era obvio que Souji - San debería saber quién había profanado la virtud de su amado hijo... Y al mismo tiempo conocer al que sería (o era) el padre de su primer nieto, si es que alguno de los Tatsumi lo aniquilará en el intento de anunciarse como padre y "novio".
- Senpai, yo... Yo quiero... -
Pero su intento fue interrumpido por el celular del pelilargo; cómo Morinaga había dicho Kanako lo estaba localizando, su padre había llegado desde hacía cuarenta minutos a la casa Matsuda y aunque aún faltaba Isogai por llegar, se les hacía extraño que su puntual hermano mayor no se hubiera aparecido para reclamar la permanente ausencia de su padre por sus viajes de investigación.
Souichi respondió desganado, dando monosílabos como respuestas, algunos "sí" otros tantos "no", fueron su "amena charla"; finalmente un "ya voy para allá, no sea exagerada" fue el broche de oro para su corta conversación.
Sentado en aquella silla, apoyando sus brazos en sus piernas y estos sujetando su cabeza, suspiró pesadamente; ese día en particular se la había pasado vomitando, no sólo por el embarazo sino también por el estrés que cargaba en sus hombros y recaía en su estómago. No tenía idea de cómo, ni por dónde comenzar siquiera; estaba preocupado por todo, desde no tener explicaciones para nada de lo que había evadido todos esos años respecto a su "convivencia" con su kohai y ahora estaba "eso" en su barriga, ese pequeño ser, que cuando estaba contento lo dejaba comer y cuando le molestaba su actitud lo doblegaba a su merced, como en ese instante:
- Tendrás a quien parecerte ¿verdad? Tú... Alíen chantajista, te pusiste de acuerdo con él para... - y en ese preciso instante algo detuvo sus interminables quejas.
- Vamos senpai, es hora - se le acercó por la espalda y lo abrazó posesivamente, lo aprisionó entre sus brazos lo más fuerte que pudo y se ajustó a su cuerpo, encajando perfectamente: su cabeza en su cuello, su tórax sobre su espalda, ayudando a que regulará y relajará su respiración y sus manos sobre su vientre - Todo estará bien, no te preocupes tanto... Estamos contigo - y al mismo tiempo en que dijo esas simples palabras, hizo un poco de más presión en su vientre, firme y suave como quien acaricia la más hermosa y naciente flor.
Entonces sucedió.
Un brinquito, minúsculo y casi imperceptible se suscitó, lo suficientemente fuerte como para demostrarles a esos dos hombres que tenía por padres que estaba ahí, que no era un sueño y un día sería su realidad.
Senpai se quedó sin habla y Morinaga pudo haber llorado, puro haberse puesto sentimental, pudo haberse alejado, pero no hizo nada de eso; por el contrario se volvió posesivo y demandó un poco de atención.
- Sabes que no permitiré que nada ni nadie los lastime, ni los juzgue … estoy aquí para velar por ustedes y su bienestar. Te prometo que todo estará bien … confía en mí y más importante, en tu familia, ellos nunca te darán la espalda, y sí lo hicieran … yo jamás lo haré, aunque tú me rechazarás, yo nunca dejaría de ver por ustedes… es mi promesa de vida hacía ustedes -
Así como estaban, dio una nueva caricia a aquel vientre que ya se hacía notar, apenas tres días habían pasado después de la confirmación y su esbelto cuerpo ya comenzaba a transformarse; para él era muy notorio, conocía su entera anatomía como la palma de su mano, conocía cada rincón y se sentía orgulloso de eso y cada que podía le gustaba recordárselo. Descubrió que le gustaba ver sus cambios, se sentía poderoso y vulnerable al mismo tiempo, se sentía a merced de ese ser desconocido que vino a cambiar para bien su vida y trastornar la quietud de su senpai.
- Deja de… deja de hacer eso… no es momento para tus juegos … mmhg -
- Sólo quiero que te relajes - le susurró provocativamente en su oreja y le beso detrás de está.
-...- lo relajó, lo destensó y más importante lo desarmó.
Finalmente, ese rígido tirano soltó el cuerpo y se dejó llevar un poco por el más joven. Ese se había convertido en un juego recurrente, que si bien terminaba diferente estando en casa, esta ocasión era sólo para distraer la atención de su pequeño en formación y la de "mamá", quien estaba demasiado aprensivo y al borde de un ataque de furia.
- Eres un maldito -
- Si senpai, a veces lo soy, pero te hará sentir mejor... - beso su sien y empezó a comerse su cuello a besos y un poco más.
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Llegaron a la casa Matsuda en poco tiempo, ya todos los presentes estaban esperando impacientes el arribo de aquellos muchachos por los que al final los habían reunido.
Souichi y Tetsuhiro saludaron y se dispusieron a cenar con los asistentes. Aquel desliz en el laboratorio, aunque no muy largo si que les robó tiempo y avisaron a todos que empezaran la deliciosa comida sin ellos.
Llegaron silenciosos y con rostros austeros, susurrando y discutiendo como toda una pareja "casada", según el ladino de Isogai, quién ya se encontraba presente.
Para casi todos los asistentes no era nada raro, pero para Souji, que era un nuevo observador, era novedoso y por demás curioso. Ese par de muchachos se comportaban de esa forma en automático, la confianza mutua y la cotidiana conveniencia les hacían actuar así, ya sin darse cuenta.
Souji Tatsumi tenía sus sospechas desde su última visita y su primer encuentro con el peliazul, aquel ocurrido después del evento del acosador y del fuego que consumió la casa familiar; ya después, aunque no parecía haber necesidad, su antisocial hijo, nunca pareció realmente contemplar la idea de separarse de él o del lugar que compartían; ahora el "hogar" de los Tatsumi se dividió en tres casas que visitar, según la perspectiva de aquel relajado padre de familia tan peculiar.
Su basta experiencia como observador de la naturaleza, le dio las pistas necesarias para atar cabos y deducir respuestas obvias, que con los años se confirmaron y conforme observaba aquella curiosa convivencia terminó por entender el tipo de relación que su hijo tenía con él menor. Y luego estaban esos cambios y esa sobreprotección que aquel muchacho estaba otorgando, le recordó a él mismo con su amada esposa cuando estaban... Entonces se dio cuenta, vio directamente a los ojos de su hijo y con mirada firme le preguntó:
- Sou - Kun, ¿tienes algo que decirme? -
Tan directo y tan falto de tacto como él mismo, ¿no podía haber esperado un poco más?
¿No podía haberlo separado de todos y preguntárselo en privado?
Él mismo estaba buscando el momento indicado, eso era lo que murmuraba con Morinaga, eso y sus exageradas atenciones, que disfrutaba y no lo podía negar, pero le avergonzaba; aún así, nunca lo impidió con la verdadera intención de detenerlo.
- ¿Porqué crees que tengo algo que decirte? -
- Vamos hijo, podré ser un padre que no te ha visto en meses, pero te conozco perfectamente y tú ya no eres el mismo... Además ese joven a tu lado no deja de insistir en cubrirte, y tú no dejas de esconderte con su cuerpo -
- Ahhhhh, no yo no... - no pensó que fuese así, no imaginó cómo sería, pero no lo quería así de improviso. Definitivamente no estaba listo.
Souji Tatsumi entonces miró al chico de cabellos azules:
- Yo sé que tú sí tienes algo que decirme... -
Fue entonces que sintió que podía hablar y no iba a desaprovechar la oportunidad.
Se alejó un poco de la mesa, se acomodó, hizo su más respetuosa reverencia y comenzó:
- Souji San, he estado cerca de su hijo por más de seis años; cinco años de convivencia me hicieron valorar lo excepcional y maravilloso que es, he aprendido mucho de él y también me ha ayudado a crecer como persona... Su familia me ha recibido como un miembro más sin importar que no tengo nada que ofrecer y tampoco tengo cómo pagar tanta bondad y cariño con el que me han acogido... Estoy consciente de que he traicionado su confianza... me enamoré de su hijo y he mantenido una relación con él a sus espaldas, por lo cual me disculpo... Pero no me arrepiento, porque amo a Souichi Tatsumi y me siento afortunado de poder formar una familia con él... Es mi deseo recibir su bendición como jefe de la familia Tatsumi y de ser posible reciba a nuestro futuro hijo bajo su protección y nombre... -
Morinaga se quedó en la más solemne reverencia frente al padre de su amado tirano, esperando pacientemente por una respuesta a su conmovedor y sincero discurso.
Los demás a su alrededor, se quedaron absortos; nadie, incluso el hablador de Isogai (quién había puesto en videollamada a Tomoe y Kurokawa) sabía que decir:
- ¿Entonces sí están esperando un bebé? Y supongo que eres el padre -
- Así es, confirmamos la noticia hace tres días señor -
- Es un camino complejo el que has elegido hijo, estás preparado para enfrentarlo? - dijo firme al joven de cabellos azules.
- Desde que decidí confrontar a mis padres y al que dirán de la sociedad, ha sido un camino difícil y solitario... No era mi intención arrastrar a Souichi conmigo, pero no puede alejarme de él por más que lo intente... Y ahora que tendré un lazo permanente con él, será totalmente imposible alejarme... -
- ¿Y tú hijo mío? - preguntó directamente.
- ... - tenía la mirada baja y sentía un nudo en su garganta.
- Mírame Souichi - dijo cálidamente.
Souichi levantó su mirada y se encontró con la de su padre; ver aquella expresión le hizo sentir paz; fue entonces que le preguntó de nuevo:
- ¿Hijo porqué lo hiciste? -
- Porque quiero una familia con él, por eso lo hice... -
- Entonces ¿Quieres a ese bebé? -
- Por supuesto que lo quiero ¿Qué crees que soy? Un desalmado... Es parte de mí y de Morinaga, sea cual sea el motivo por el que esté aquí... ese bebé será amado y bienvenido -
- Y yo estoy feliz de que te hayas dado cuenta -
Toneladas de preocupación y miedos cayeron de sus hombros. Finalmente se había sincerado con su familia y su padre le otorgaba su bendición y protección.
Morinaga sonrió, levanto su cabeza y miró con respeto a Souji San, quién tomó su hombro y le dijo orgulloso:
- Bienvenido oficialmente a la familia hijo -
- ... - ahora sí, se desvivió en lágrimas a moco tendido, ser recibido en esa familia era un añorado sueño que desde hace años había tenido. Finalmente formaba parte de algo, de una familia que lo procuraba y lo protegía.
— Tomen el terreno de nuestra casa y construyan su hogar... tienen mi bendición y mi apoyo para lo que haga falta — dijo Souji San a los presentes.
Ninguno de los hermanos se opuso, al contrario dieron su bendición al igual que su padre, que mejor lugar para iniciar un hogar que aquel espacio en que ellos habían crecido. Esperarían gustosos la llegada de aquella inesperada personita que nacería como fruto del amor de ese par de seres humanos.
Todos estaban al borde de las lágrimas de pura felicidad. Incluso senpai derramó uno que otro par. Echando culpas a las odiosas hormonas que su médico loco le obligó a tomar.
Isogai se acercó peligrosamente al pelilargo, lo abrazó con todo y celular en mano, torturándolo y pidiéndole ser el padrino de su unión o mínimo el del bebé.
Tomoe en la videollamada estaba llorando, reclamándole a su hermano haberle ocultado semejante noticia; Kurokawa por su parte le reclamaba todos esos años de tortura, siendo que él había lo mismo. A lo que el pelilargo siempre apeló que "de ninguna forma era lo mismo" porque él no era un pedófilo roba hermanos como él.
Kanako y Tomoe se indignaron ante tal comentario tan cruel, a lo que tía Matsuda agregó:
- Ya niños, dejen a su hermano tranquilo... Esta esperando un bebé y es momento de amarlo, cuidarlo y felicitarlo -
- Y malcriarlo también - dijo Isogai con voz ladina.
Todos rieron sonoramente, pues tenía razón, ya se encargarían todos sus tíos de consentir al bebé y con ello hacerlo sufrir por ese carácter que tenía el tirano.
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Pero el acoso de Isogai nunca terminaba para con Souichi, era su pasatiempo favorito, y más en esos momentos; y es que era tan fácil molestarlo.
- Nee Souichi Kun entonces ya tendrás por siempre la capacidad de tener hijos? -
- ¿Qué dices pervertido? Eso no te incumbe... -
- El doctor dijo que no sabían los alcances del vial de implantación que sirve de saco temporal y... -
- Silencio estúpido - se escuchó un sonido hueco, era un golpe de Souichi en la cabeza del más joven.
- Eso es muy interesante Morinaga Kun... ¿Dónde conseguimos uno? Yo también quiero un hijo de mi amado Tatsumi - Kun -
- Ni lo pienses, degenerado -
- ¡Nissan! -
- Es una pena que este sea nuestro único bebé... Siempre he soñado con tener más de tres - decía ilusionado aquel joven de cabellos azules.
- ¡Estás loco!... Me rompería en miles de piezas - y lo golpeó, de nuevo... porque siempre hacia falta su debido correctivo.
- No cantes victoria Souichi Kun... Recuerda lo que me dijeron... "Actividad frecuente y un poco de suerte" -
- Aghhhg - se alarmó y dijo amenazante: - Morinaga te prohíbo que te me vuelvas a acercar - lo expresó con aura asesina.
- Noooo ¡Senpai!...- y lloró ahora de desesperación.
- Es una verdadera lástima que con el nacimiento de ese bebé se acabaría toda posibilidad volver a concebir - decía tía Matsuda.
- ¡Todo es posible!... Y más para ese par mi querida tía - dijo Isogai riendo ladino.
~§~
Una nueva vida nació seis meses después, junto con el término del renovado hogar de los Tatsumi; una bella princesa a la que su padrino Isogai nombró: Himawari.
~§~
Y como Isogai lo dijo una vez, todo era posible...
Y realmente lo fue...
Pues los bajos instintos de ambos y la buena suerte (de Morinaga) provocaron un nuevo milagro unos pocos de años después, cuando confirmaron el nuevo embarazo del pelilargo, fueron a consulta y entonces:
- Nos volvemos a ver mi querido Souichi San, ¿listo para un nuevo embarazo juntos? -
Era su excéntrico médico de cabecera favorito.
- Morinaga, ¡sácame de aquí! -
Pero eso es otra historia...
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Después de muchos esfuerzos se habían consolidado como una familia y habían llegado a acomodarse a su nueva vida.
Les faltaban muchas cosas todavía, pero eso no les importaba, ¡eran felices!... porque compartían y construían una vida juntos.
Y a veces eso es lo único que te mantiene dispuesto a seguir.
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Ese sueño lúcido le hizo sentir nostalgia y vergüenza, él nunca podría ser así... Estaba seguro de que aunque lo amara muchísimo, nunca se doblegaría así.
Continuará...
Notas de agradecimiento:
Ofrezco disculpas por la tardanza, no existe excusa, por lo cual me disculpo más todavía; sólo espero que esté largo y cursi delirio haya sido de su agrado o por lo menos no les haya aburrido.
Sí llegaste hasta aquí...
Gracias infinitas por haberlo leído.
