El suelo está helado. Mis ojos apenas pueden abrirse, se produce en mi la sensación de vértigo ante el más débil intento de observar cualquier objeto cercano.

Al tiempo que la resolana del lugar insiste en despertarme de una vez por todas, mi mente recrea de manera fugaz situaciones de la noche anterior en Brumma.

Luces... música... gente bailando.

Luces... música...

Después sólo luces.

¿Dónde estoy?

Me ha ocurrido antes. He estado mil veces en esta situación pero, generalmente despierto con gente que aún duerme a mi alrededor, digo, o si acaso me encuentro junto a alguien con quién seguramente terminé teniendo sexo, después de Brumma, estando muy drogada y sin recordar mucho.

Esto es distinto. Esta no es una habitación normal. No hay cama, ni amantes dormidos.

Al intentar ponerme de pie descubro lo que me autoriza a abrir la llave del pánico oficialmente: mis piernas, están encadenadas a un pilar que yace justo en el centro del extraño lugar.

Mierda, ¿Qué hiciste Amoret?

Fierro oxidado presiona mis tobillos de manera exagerada. Mis pies están a punto de ponerse morados y el frío inusual de esta mazmorra definitivamente no me ayuda. ¿Qué puedo hacer? Cerca mío simplemente no hay herramientas con las que pudiera improvisar un mazo para romper la putas cadenas.

- ¡¡¡AYUDAAA!!!

El efecto del eco es genial, por un momento ha hecho que mi grito parezca cliché de película clase B. Primera vez que grito por auxilio en mi vida, con tanta realidad, que me causa querer reir.

Esto es serio, pen de ja. Piensa, piensa...

Hay un espejo roto en la pared frente a mi. Quisiera usar el lavamanos que yace justo debajo pero se ve más decadente que mi pubertad. La suciedad lo ha devorado completamente y estas cadenas no me permiten alejarme más de un metro del pilar central.

Algo me molesta en el cuello. Es una gasa desprendida, empapada de sangre coagulada. Puedo ver la dimensión de la herida, a través del espejo que está a unos metros. Apenas puedo.

¿Qué mierda me pasó?