Unknown sides of the snake

Disclaimer: Hetalia Axis Powers y todo lo que respecte al mundo mágico de Harry Potter les pertenece a sus respectivos autores.

Summary: AU.- Que termines siendo la pareja para el baile del chico más codiciado de Hogwarts debería ser lo mejor que a una chica podría pasarle pero… ¿y si eres la última en enterarte?

N/A: Siempre me gustó la idea de los personajes de Hetalia en el mundo mágico y fue por eso que decidí escribir este breve fic. Se basara principalmente en una de mis parejas favoritas InglaterraxSeychelles, aunque también incluiré aunque sea un poco de Pruhun y Spabel.

Es un placer poder compartir esta historia con quienes deseen leerla. Espero que sea de su agrado.

Capitulo 1

En una apartada región montañosa en Escocia se levantaba un gigantesco castillo, cuya oscuridad de la noche y completo silencio solo aumentaba su majestuosidad. Hacia poco que el toque de queda había dado inicio, dando por terminada la jornada, y todos los habitantes de aquél lugar se hallaban dormidos o a punto de hacerlo.

En un momento como aquel, en el que las sombras cubrían por completo el edificio y el frío cortaba el aire, nadie en su sano juicio se atrevería a salir al exterior o siquiera asomar la nariz fuera de las sábanas.

Sin embargo una joven se hallaba fuera de la cama apreciando el hermoso paisaje que brindaba la noche. Desde su posición en una de las torres mas altas del colegio, la Torre de Astronomía, podía observar la inmensa luna y al cielo cubierto de miles de estrellas.

La vista era increíble desde esa altura, y si bien a la adolescente no le gustaba estar levantada a esas horas, era su deber como Premio anual patrullar por el castillo, para cerciorarse de que ningún alumno estuviera fuera de la cama, rompiendo las reglas.

No era la única en aquella tarea, por supuesto, ya que los demás prefectos también debían realizar las rondas nocturnas: los Slytherin de encargaban las mazmorras y el primer piso, los Hufflepuf el segundo y el tercero, los Ravenclaw el cuarto y quinto y por ultimo a los de Gryffindor les tocaba el sexto y séptimo piso.

No obstante, los supuestos "estudiantes seleccionados por su rendimiento académico, y de personalidad honesta, y trabajadora" no siempre se presentaban a realizar su trabajo, y por lo general se retiraban lo mas pronto que podían.

Obviamente nadie podía culparlos ya que cualquiera elegiría una tibia cama antes que patrullar. Pero aún así, la joven estaba tan sumida en sus pensamientos que nada le importaba, además le gustaba mucho observar el cielo, pues de esa forma se sentía cerca de casa, aquel lugar paradisíaco, donde el mar era turquesa y la arena casi blanca.

Aunque nunca lo admitiera ante nadie, le gustaba pasar esos momentos añorando su hogar.

Si bien llevaba bastantes años estudiando en Hogwarts, todavía no se acostumbraba del todo a estar en el colegio. En lo mas profundo de su ser sabía que aún le resultaba difícil vivir en el mundo mágico, y hasta había veces en que creía que un día despertaría y se daría cuenta de que todo había sido un sueño, y que era una muggle común y corriente mas.

Jamás en toda su vida imaginó que algo como la magia era posible, y mucho menos que ella sería una bruja…

-Supongo que esto debe ser real -suspiró la chica- tiene que serlo…-

-¿A que te refieres?- dijo una voz masculina a sus espaldas provocándole escalofríos.

De inmediato, al sentir el sonido proveniente detrás suyo, la joven se sobresaltó...y al girarse para mirar a la persona misteriosa, el espanto estaba pintado en su cara.

-Uhm, ¿que haces aquí sola, Gryffindor? -se acercó mirándola desconfiado el recién llegado, posando sus ojos en los contrarios que le observaban con sorpresa- ¿Evadiendo el trabajo?

La chica retrocedió inconscientemente pero al reconocer que el dueño de aquella voz pedante no era otro sino que el premio anual Arthur Kirkland, pudo reunir coraje para contestar- ¡Dios, Kirkland! ¡Casi me matas del susto! ¡Tenia entendido que las serpientes eran sigilosas...pero no sabia que lo tomaras tan a pecho!

- Mira, no es mi culpa que estuvieras como idiota hablando sola, además hace unos minutos que estoy aquí y ni cuenta te has dado- respondió el aludido con una media sonrisa desdeñosa-

Mirándolo con enfado ella abrió la boca para contestar, más el otro continuó diciendo:

- Y yo que pensaba que era un alumno rompiendo las reglas…- suspiró- Me habría gustado restarle unos cuantos puntos a Gryffindor.

-Supongo que no siempre se obtiene lo que se quiere- replico ella con desgana- Ya había terminado, así que me puse a descansar un rato…

-¡¿Acaso eres estupida?!-la interrumpió con un gruñido algo bajo- ¿Cómo vas a estar sola a estas horas? Te podría pasar algo… ¡por eso se patrulla en parejas!

-¡Pero el otro prefecto tenia que irse temprano!- ¡Además ya me iba!-

- Como sea, no me importa- la cortó él, dando por terminada la discusión y cuando ya disponía a irse, pareció cambiar de idea, ya que optó por quedarse a contemplar el panorama que se veía desde la torre, casi ignorando a su compañera.

Por su parte, ella, quien se jactaba de llevarse bien con los demás estudiantes sin importar a que casa pertenecieran, apenas el otro individuo hubo dado acto de presencia, pensó en lo mucho le costaba tratar con aquel Slytherin en particular.

Desde que habían sido nombrados como premios anuales al inicio del año, los altercados entre ellos eran algo de lo más común. En circunstancias normales simplemente se ignoraban, pero las tareas provenientes de sus cargos, los ponían en la compañía del otro, más de lo que querrían.

"¡Lo peor de todo es que necesito su ayuda!"- reflexionó apesadumbrada mientras él no la tomaba en cuenta. "Nunca me ayudaría… ¿funcionara si se lo pido amablemente?"

Entonces, antes de que alguno de los dos decidiera retirarse, una estrella fugaz cruzó el firmamento, distrayéndolos de sus respectivos pensamientos.

Tal espectáculo habría sido envidiado por cualquiera, pues pocas habían sido las veces que el cielo había estado tan despejado como aquella noche.

Era un momento por lo demás romántico y cualquier espectador habría pensado que era el escenario perfecto para una pareja: el cielo estrellado, la emoción de citarse a escondidas al altas horas de la noche, los dos solos, con la luna como única testigo…

Sin embargo, ello no podría haber estado más alejado de la realidad, pues aquel par ni siquiera podía soportarse. Eran por completo diferentes. Ella era simpática, amigable, alegre. El en cambio era solitario y algo temperamental.

El verlos juntos solo aumentaba su contraste: la pálida piel de él bañada por la luz de la luna, la tez morena de ella, sonrosada por el frío. Los penetrantes y astutos ojos verdes del muchacho, y la dulce mirada chocolate de la muchacha.

Eran las dos caras de una moneda:

Mientras él solo miraba el cielo, para luego soltar una risita burlona pensando en lo ridículo de la situación, pues según su opinión, las estrellas no tenían poderes. Ella por otro lado, observaba asombrada con una gran sonrisa en su cara, para luego cerrar los ojos y así pedir un deseo:

-"Ojala que todo lo que estoy viviendo sea real..."- repitió para si misma una y otra vez, perdida en el momento.

Pero al notar que el muchacho volvía a poner los ojos en ella, recordó con pesar que aquella persona iba a ser un factor importante en su desempeño académico, pues había sido recientemente asignado como su tutor, debido a su bajo rendimiento en pociones.

Sonriendo con amargura no pudo evitar rememorar en su negación rotunda y en cómo su jefe de casa le había hecho ver que Arthur era el más calificado, además de que contaba con la aprobación del profesor de dicha asignatura.

En cualquier otra ocasión habría pedido a alguien más su ayuda, para evitar problemas y discusiones sin sentido, pero los exámenes de séptimo año eran terriblemente difíciles y ella necesitaba aprobar pociones, una de las materias que más se le dificultaba entender, al contrario de su compañero.

Resignada, concluyó en que no tenía más opción, además no podía ser tan malo después de todo…

Pero aún con ese pensamiento en mente, había algo que no la tranquilizaba en absoluto: todavía no sabia como pedírselo al rubio, pues no había manera que aceptara, mucho menos si se trataba de pasar tiempo con ella.

-¿Acaso tengo algo en el rostro…o es que quieres preguntarme algo?- escuchó que Arthur preguntaba de repente- Llevas un buen tiempo mirándome y no dices nada.-

"¿Qué diablos le contesto?" pensó ella mientras jugaba con un mechón de su pelo en señal de nerviosismo, "bueno, es ahora o nunca"

-Me preguntaba que…ya que eres muy bueno en pociones- ante la mirada escéptica del otro continuó- Quería saber, si acaso, ¿podrías ayudarme en la materia? ¿Tal vez?- soltó apresuradamente, esperando que el otro le haya entendido.

-Mmm...- sonrío burlón- ¿Y por que habría de ayudarte?

-¿Para hacer tu buena obra del año?

-Muy graciosa- contestó sarcástico- Quiero decir… ¿que ganaría yo a cambio?

- ¿El placer de realizar una obra desinteresadamente?- bromeó ella tratando de desviar su atención, mas él sin hacerle caso siguió mirándola impasible.

-Pero… tú ya fuiste asignado para ser mi tutor- se quejó ella haciendo un último intento.

-Lo sé, sin embargo siempre puedo negarme- afirmó sin darle importancia al asunto-

-Pero…-

-Cuando se te ocurra algo me avisas- lo escuchó decir con suficiencia antes que se fuera sin decir más nada, adentrándose en la oscuridad del castillo dejando a una muy confundida e irritada morena.