Our Diabolikal and Deepest Love's Rapture.

Capt. nº 1: Empezar de nuevo.

La hora más larga de mi vida por fin había terminado. Las maletas estaban en el carrito, pero sentía que algo se me quedaba. El aeropuerto estaba repleto a esas horas de la mañana; caminantes raudos pasaban a mí alrededor, sonrientes niños jugaban con sus pares y padres; jóvenes aventureros dormían x fin en los asientos de espera. No, no había dejado nada en el camino, tan sólo estaba perdida en este nuevo mundo en el cual pretendía empezar desde cero.

Helsinki; la capital de las bellas artes. ¿Podría acogerme tan cordialmente como yo lo deseaba?¿¿como lo necesitaba?? ¿Su sombrío otoño podría llenar los profundos vacíos tan perjudiciales para mí en el pasado??

Tendría que averiguarlo; y salir de aquel aeropuerto e instalarme en el depto. que había alquilado era el 1er paso para ello.

¿¿Olvidar?? Sí, eso era lo q anhelaba. Algo tan fácil de decir, tan superfluo y fluido de describir, empero tan difícil en el momento de convertir aquella fatídica palabra en hechos, en especial cuando lo que quieres borrar de tu mente es algo que abarca tantas áreas y años de tu vida.

Malditos recuerdos. Fúnebres cuervos de mis más vagas cavilaciones.

El apartamento era amplio y la mayoría de mis cosas habían sido enviadas de antemano. La estancia aún se percibía vacía, sin vida; las cosas en cajas, los muebles ocultos bajo sábanas blancas. Una visión tan desoladora y extraña para mí, quien nunca había experimentado un cambio así de grande, pero a pesar que al principio parecía doloroso, sabía que era lo mejor.

Ordenar todo eso no importaba ahora. Deje que mis bolsos cayeran donde fuera y crucé el living en dirección a la bella terraza con amplios ventanales; me apoyé en la baranda y prendí un cigarrillo, calmando por fin mi tensión.

La suave neblina aún cubría a la cuidad como tersa plumilla difuminada, contrastando exquisitamente los verdes de las extensas zonas boscosas y el añil refulgente de la costa casi a los pies de mi depto. Los botes y barcas pesqueros se movían en constante lentitud, en constante espera por haber salido en medio de la fría madrugada. En general no se veían de esos grotescos edificios tan altos q no te dejan observar el bello cielo; tan sólo simple tecnología q se amoldaba a la antigua arquitectura q no superaban los 10 pisos. La escarchada terraza en la q me encontraba pertenecía a un décimo habo piso. Abajo, las calles eran amplias y de acogedor aire, siendo los edificios y locales comerciales flanqueados por grandes puertas con hermosos e impresionantes arcos. Las personas q transitaban por ahí llevaban grandes y confortantes chaquetas para la nieve, gruesos guantes y gorros al sentirse alarmados por las bajas tº y escarcha caída la pasado noche, lo cual les decía q pronto nevaría en Finlandia.

Mis manos y rostro se había enfriado, pero eso no impedía q me quedara un rato más absorbiendo la hermosa vista de aquella mañana; los lejanos rayos de sol tímidos atisbaban en el horizonte, dorando las blancas nubes altas q parecían despedazarse poco a poco en respuesta a la forma rápida en q recorrían el cielo. Prendí otro cigarro mientras iba en busca de mi libreta de bocetos, en donde deseaba registrar cada detalle de aquel 1er paisaje q me regalaba Finlandia, dedicándole más tiempo a describir y plasmar en papel los matices pasteles y los purpúreos tonos difuminados q le daban cierta entereza y calidez a aquella porción de naturaleza en una perfecta armonía con los humanos. Nunca había visto tan bello y refulgente mar con un único color; aquel añil hechizo me había hecho su víctima desde la 1era vez q mis ojos se posaron en él.

Definitivamente este era el 1er cuadro q pintaría de mis días en estas nórdicas tierras, exóticas y acogedoras.

Los minutos se consumía inevitablemente mientras iba absorta de un detalle a otro, al tiempo q el silencio a mi alrededor hacia q poco a poco tomara conciencia de mi completa soledad en este rincón del mundo. Lamentablemente el dejar a mis más queridos amigos y familiares en Inglaterra era el precio q debía pagar para recuperar el rumbo y sentido de mi vida. Ver nuevos lugares y espacios q no hicieran q lo recordara cada vez q pasara por ellos; llenar mi mente de nueva información, de nuevas cosas para q mi subconsciente no tuviera tiempo de volver atrás reviviendo dolores y angustias del pasado q tan sólo quería enterrar.

Era un tormento de heridas aún abiertas q mi ser amenazaba con no soportar por más tiempo del q ya sin saberlo había soportado, por lo cual era urgente aquel cambio en mi entorno e influencias. Empero no todo el tiempo estaría sola, pues una amiga vendría a apoyarme tan pronto como pudiera. Cuando ella llegara mi 1er cuadro estaría de seguro casi listo, 100pre y cuando empezara a ordenar el departamento y a buscar unos materiales q creía perdidos.

Un suspiro lleno de pesar, cansancio y angustia llenó mi pecho para luego ser liberado casi en completo silencio, sin embargo creí verlo salir de mi boca y expandirse en el ambiente. Risas internas. Aquellos no eran mis suspiros, sino q el choque de Tº del ambiente. El humo del cigarro jugueteaba con el vapor q salía junto con él; ambos parecían enredarse entre ellos para luego desintegrarse en las alturas de aquel nuevo cielo.

Tantas cosas por hacer…; reconstruir mi orden hogareño, reconstruir mis horarios, mis recorridos diarios por la ciudad, crear nuevas amistades... todo mi mundo debía de reconstruirlo. Sin embargo, con aquella hermosa vista de la ciudad todo me parecía q sería mucho más fácil, y q aquel nuevo mundo me acogería sincera y cariñosamente, entregándome su encantadora cultura y gente de pensamientos sin límites. Sí, era un buen cambio; un cambio q debía hacer para olvidar.

Lágrimas cristalinas cruzaron mis mejillas al no poder evadirlas, empero mis dedos las detuvieron antes de q siguieran su curso. Sequé mis ojos y miré de nuevo a la Bella Helsinki; no era momento para estar triste, había viajado alejándome de las tristezas, era momento para admirar y contemplar toda esa belleza q el mundo nos brinda y el respeto q los habitantes de mi nuevo hogar le rinden con admirable naturalidad.

No, no era momento para la tristeza. Era el momento para levantarse y empezar de nuevo.