Primero que nada éste es uno de los primeros fics que hice (y que aun no acabo por que lo dejé de seguir por un buen rato). Prácticamente ya lo tengo estructurado en mi cuaderno y tengo todas las ideas bien escritas, sólo me falta darle la narración (y sí, es sólo eso lo que hace que me tarde).

Se supone que el fic es de terror y suspenso, pero creo que de hecho es más correcto misterio y sobrenatural (no, no habrán zombies), así que el romance no es mucho (pero sí habrá, y es Nejisaku).

Este fic es el sucesor de otro que había escrito (ahora sí creo que ése fue el primero que publiqué, al menos en esta página) llamado "Sucesos extraños" que también era de esa pareja, pero al final no me gustó mucho y decidí borrarlo para hacer éste, que es más o menos parecido pero creo que está mejor estructurado, y tiene mejor historia.

Espero que les guste y recuerden que si tienen algún comentario no se queden con las ganas y déjenme un review.

Ah, sí, el disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen (¿por qué el mundo es tan cruel?), sin embargo la enfermedad, el pueblo y sus habitantes sí.

Nota: Ehh..., la enfermedad es completamente ficticia.


Capítulo 1: Aiko

Un mes y medio antes.

Flashback

Era el primer día del mes. Aiko se había levantado temprano, esa mañana planeaba ir a visitar a los venados que rondaban por su casa. Se puso un pantalón de algodón blanco y un suéter negro. Salió silenciosamente de la recamara, pues no quería despertar a su hermana menor con quién compartía cuarto. Antes de salirse, se dio cuenta que le faltaba algo, se regresó a su mesita de noche y cogió unos guantes negros. No quería salir sin ellos, le molestaba mucho que cada vez que iba al bosque regresaba con los dedos congelados por el rocío que sus manos recogían al pasar por las ramas.

Salió del cuarto y desayunó las sobras que habían quedado de la cena anterior. Mientras se dirigía a la salida pudo ver su reflejo a través de la puerta abierta del baño. Frente a ella una chica de 12 años la veía por el cristal. Su cabello era negro y le llegaba hasta los hombros. Tenía unos bonitos ojos negros que resaltaban en su piel pálida. Después de contemplarla un momento, sonrió y se fue.

A Aiko le encantaba ir a visitar a los venados, y los consideraba amigos suyos. Desde muy pequeña había convivido con los animales del bosque, pues su casa se encontraba a dos pasos de éste, y siempre había sentido fascinación por aquellas criaturas tan gráciles y esbeltas.

Saliendo de su casa se dirigió a la ruta secreta que sólo ella sabía y que había descubierto hace años siguiendo a un venado. Pronto llegó a un claro del bosque, miró a su alrededor y se sentó.

Normalmente allí era donde se reunían los venados y a donde ella iba a visitarlos, sin embargo, esta vez no encontró a ninguno. Era extraño, últimamente no había visto mucho a sus amigos. ¿Se habían mudado a otro bosque?

Esperó un rato más a ver si aparecían, no lo hicieron. Se levantó algo decepcionada y se dirigió hacía el camino que la conduciría a su casa. Fue entonces cuando lo vio.

...

Midori había visto comportase extrañamente desde el día anterior a su hermana menor, Aiko. Desde que había regresado la noche anterior la había visto con un semblante muy preocupado. Midori, como la hermana mayor y la responsable de las tres, le había preguntado que le pasaba, pero no le había querido decir.

Ese día otra vez había llegado tarde, no había comido en casa, pero se había llevado algo de fruta para comer en el bosque. A Midori le estaba empezando a preocupar su hermana menor, pues cada vez se veía más triste.

Al día siguiente le había ofrecido que salieran a pasear junto con Yuni, la menor de las tres, de apenas 5 años, para que se distrajera un poco. Pero ella se había rehusado y había vuelto a salir sola al bosque.

Muchas veces Midori ya había pensado en seguirla, para saber a dónde iba; sin embargo cuidar a Yuni le consumía todo el tiempo. Además, no quería meterse en la vida de su hermanita de 12 años si ella no lo quería así, ya si en verdad fuera algo grave estaba segura de que ella misma se lo diría.

Esa noche llegó, como ya se le estaba haciendo costumbre, después de que el sol se ocultara, se dirigió a su cuarto sin siquiera saludar a sus hermanas y se fue directamente a dormir. Midori ya no sabía qué hacer con ella.

Al día siguiente, Aiko se levantó temprano, como siempre, y se dirigió de nuevo al bosque, sin embargo tuvo algunos problemas para salir, pues Midori no la quería dejar ir. Tuvieron un pequeño encuentro en el que al final Aiko ganó, y ante la mirada furiosa de su hermana mayor se largó de ahí no sin antes haber agarrado más fruta y haberle gritado.

Ya en la noche Midori la esperaba en el umbral de la puerta, dispuesta a discutir y, si era necesario, prohibirle regresar al bosque más.

—Hola —dijo alegremente Aiko al entrar y ver justo a su hermana justo frente a ella. Se veía más alegre y ya no tenía ese semblante de preocupación.

—Hola —le respondió molesta Midori con esa voz de que habían problemas.

—Lo siento si me comporté mal esta mañana. Ya no lo volveré a hacer— respondió Aiko al notar su tono de voz y comprender de inmediato a qué se debía. En verdad parecía arrepentida, era como si la antigua Aiko hubiera regresado, y ya no hubiera más vestigios de la Aiko que esa mañana le había gritado a su hermana—, ¿me perdonas?

Midori no pudo molestarse con su hermanita, así que como contestación se acercó y la abrazó.

—Sólo dime porque habías estado tan triste —le susurró en su oído.

—Eso no tiene importancia, pero ya todo se solucionó —le respondió con una sonrisa optimista.

—Me alegra oír eso.

Después de eso se sentaron juntas en la mesa y estuvieron hablando de muchas cosas como si fueran las mejores amigas. Ya entre las 2 y las 3 de la mañana cada quién se fue a su respectivo cuarto a dormir.

Al día siguiente el ambiente ya se sentía más ligero a comparación de los últimos cuatro días. Yuni, la hermana menor, se alegró mucho al ver que sus hermanas ya se llevaban mejor y estuvo todo el día con una gran sonrisa.

Aiko se fue con una sonrisa esa mañana. Y regresó con los ojos hinchados esa noche.

—¿Qué te pasó? ¿Por qué estuviste lloraste? —la interrogó preocupada Midori al verle la cara toda sucia.

—Ahorita no me siento con ganas de explicar nada, estoy cansada —dijo Aiko cortantemente con la cara de nuevo sombría.

—¿Segura que no quieres que hablemos?

—En verdad estoy muy cansada, si quieres mañana hablamos, por el momento sólo quiero dormir.

—Está bien.

En esa noche Midori a penas pudo dormir, el sentimiento de que algo malo le estaba ocurriendo a su hermanita la mantenía intranquila y apenas los rayos del sol salieron se dirigió al cuarto de Aiko.

Aiko aún no se había levantado, eso era raro. Usualmente ella era la primera en levantarse de las tres y normalmente para la hora en la que era ya estaba haciendo mil y un cosas. Sin embargo, hoy seguía en la cama y no se veía tan enérgica como en otros días. Midori decidió dejarla descansar, ya cuando se levantara hablarían.

Ya era media tarde cuando Midori en verdad se preocupó, Aiko nunca había estado tanto tiempo en cama. Decidió ir a verla y traerle algo de comer. La encontró acostada durmiendo en su cama, sin embargo, por unos pañuelos usados que estaban a su lado, supo que no había estado durmiendo todo el tiempo.

Midori la movió suavemente y fue cuando descubrió unas extrañas manchas grises en la piel del brazo de su hermanita.

Ese fue el inicio de su pesadilla.


Bueno, ¿y qué les pareció? No se olviden de dejar un review.

Ah, y no se preocupen, Aiko no va ser la protagonista ni se va a convertir en una Mary Sue.

Ya en el próximo capítulo aparecerán Sakura y Neji.

Bueno, hasta entonces, nos vemos.