DISCLAIMER: Esta historia no es mía. Es solamente una traducción y adaptación del fanfic por la magnífica autora Kambria Rain. El original es Bella Swan: Kidnapper. Tampoco me pertenecen los personajes de CLAMP. Muchas cosas han sido adaptadas y nombres cambiados pero, repito, la historia NO ES MÍA.

¡Disfruten!

SAKURA POV

Mire sobre el rebosante carrito de compras que estaba frente a mi. Maldición. Solo había venido a la tienda por algo de leche. Sabia quien era el responsable de esto.

—Leonardo Kinomoto, trae tu trasero para acá,— una señora mayor jadeo ante mi aspereza. —Lo siento,— le dije.

Un pequeño con cabello castaño claro apareció de repente, cargando mas cajas de cereal de las que podían su bracitos. Ese era mi pequeño rompecorazones de siete años. De alguna manera encontró el espacio para meterlas en el carrito y me sonrió.

—Ya tengo todo lo de mi lista. Podemos irnos.

—Déjame ver esa lista,— conteste extendiendo una mano mientras la otra descansaba en mi cintura. Era mi postura de mama mas intimidante.

—Mama,—respondió tocándose la cabeza con el dedo índice. —Todo esta aquí.

—Maldito sabelotodo,—gruñí.

Alzo una mano y empezó a mover sus deditos. Resople al sacar un yen de mi bolsillo y entregárselo. Teníamos una regla de no decir malas palabras que convertiría a mi hijo en millonario.

—Gracias, mama,—dijo contento.

—Si, si,— conteste. El sonido de un niño llorando inundo el lugar.—Hora de irnos,— anuncie, empujando el carrito hacia las cajas registradoras.

Casi habíamos llegado al final del pasillo cuando otro carrito choco con el mío.

—¡¿Podrías fijarte por donde vas?!— la perra grito lo suficientemente fuerte como para que la escuchara sobre los gritos de la niña en el carro.

Puse cara de sorpresa.

—Oh, por Dios ¡Que idea tan brillante! ¡Gracias!— a diferencia de maldecir, el sarcasmo no me costaba nada. —Vámonos, Leo.

—¿Disculpa?— dijo la mujer claramente ofendida y en necesidad de una bebida. Empezó a gritar en un tono tan alto que dudo que los perros hayan podido escuchar.

Voltee los ojos y empecé a alejarme pero mi pequeño tenia otra cosa en mente. Camino hacia el carrito de la bruja y le ofreció una paleta a la niña que estaba llorando; siempre tenia una o dos a la mano.

—Por favor, no llores.

La pequeña paro sus gritos y sollozo un poco mientras aceptaba la paleta. Mi hijo tenia superpoderes.

—Vamos, Leo,—dije mas tranquilamente; esta vez me siguió. —Eres un chico muy bueno, ¿lo sabes?—despeine un poco su cabello. —Ahora, ayúdame con todo esto.

Trabajamos rápido al descargar el carrito y, con un simple movimiento de mi tarjeta de crédito, salimos de ahí. Levante la tapa que tenia atrás de mi monstruosa camioneta y Leo me ayudo un poco a poner las cosas mas ligeras. Lo mire mientras dejaba el carrito en el lugar correspondiente.

—Por el amor de Dios, ¡¿Puedes callarte?!—la banchee y la pobre niña estaban afuera.

—¡No le hables así!—un niño alrededor de la edad de Leo grito de vuelta.

La bruja volteo a ver al niño con una mirada que hasta a mi me dejo helada; clavándole las garras en su bracito.

—Tu. No. Me. Gritas.

—Déjame,—lloriqueo el niño. —¡Me estas lastimando!

Leo había regresado a mi lado y miraba la escena preocupado.

—Me importa un carajo. Te quiero a ti y a esa mocosa en el carro. Callados, —le grito al niño.

—Metete al carro, —le dije a mi hijo. Lo pensó un poco pero termino haciendolo.

—Tu no puedes decirme que hacer. ¡No eres mi mama!— le grito el niño a la mujer de manera desafiante.

Estuve ahí en menos de un parpadeo cuando ella levanto la mano para golpearlo.

—Golpea a ese niño, y te pateare el trasero.

—Esto no es de tu incumbencia, —me grito. —Hiro, metete al maldito carro. Me encargare de ustedes cuando lleguemos a casa.

Ella empezó a poner todo en su carro lujoso como si yo no estuviera ahí. Algo dentro de mi exploto. La teclee lo suficientemente fuerte como para causar que chillara y cayera dentro de su cajuela. Entonces tome a la niña en brazos y agarre la mano de Hiro. Estaba muy ocupado mirando sobre su hombro como para ver a donde íbamos. Los puse a ambos en el asiento trasero con Leo.

—¡Cinturones! ¡Cinturones!

La banchee se estaba levantando y, maldición, se veía molesta. Puse seguro en las puertas y me fui.

No fue hasta que llegamos a la seguridad de la carretera que me di cuenta de lo que había hecho. ¡Acababa de secuestrar a unos niños! Terminaría yendo a la prisión o al manicomio. Por unos minutos, todo fue silencio absoluto. Los niños obviamente estaban tan sorprendidos como yo.

—Hola. Soy Leonardo Kinomoto y tengo siete años. La señora que los secuestro es mi mama, Sakura, —gracias hijo mío. —¿Cómo se llaman ustedes?

—Soy Hiro Li. También tengo siete años,—contesto el otro niño. —Y esta es mi hermanita Akane. Y ella tiene tres años.

—Hiro, —empece a decir. Esto era territorio nuevo. Jamas había secuestrado a un niño. —¿Cómo se llaman tus padres? Probablemente debería contactarlos, —si, eso parecía lo mas sensato.

—Nuestro padre se llama Shaoran Li, —respondió.

Shaoran Li. No me parecía familiar. Claro que Leo y yo solo habíamos vivido ahí una semana, pero parecía uno de esos pueblitos en los que todos sabían todo de todos. Claramente estaba comenzando con el pie correcto.

—¿Conoces su numero de teléfono?

Hiro dijo una serie de números y los marque rápidamente en mi teléfono. Esto seria interesante. Unos instantes después, fui dirigida al buzón de voz.

—Este... Hola. Mi nombre es Sakura Kinomoto. No se como decir esto pero tengo a tus hijos conmigo e imagino que los quieres de vuelta así que... llámame, —me di con la palma en la frente.

Los niños continuaron callados hasta que llegamos a mi casa. El edificio era demasiado grande para mi y Leo, pero en si, todas las casas lo eran. Estaba rodeada por gente muy rica o gente que estaba hasta el cuello en deudas. Aun así, la vista era genial.

Pensé que Leo iría directamente a su cuarto pero el e Hiro agarraron un par de bolsas antes de entrar. Hiro era un niño muy lindo; su cabello era mas oscuro que el nuestro y tenia unos intensos ojos color chocolate a diferencia de los verdes que Leo había heredado de mi. Ambos el y su hermana estaban vestidos como riquillos así que esperaba que Leo no los ensuciara mucho. Ya estaba en suficiente problemas con sus padres.

La pequeña Akane seguía parada en el asiento de la camioneta; era muy pequeña para bajar por si misma. La tome en brazos y dejo que la ayudara a bajar sin renegar. Tenia unos adorables rizos rojizos y sus mejillas estaban manchadas con lagrimas.

—Día difícil, ¿no? —agarre el resto de las bolsas y le señale que me siguiera. —Creo que podríamos usar algo de helado.

Escuche a los chicos hablando mientras corrían de un cuarto a otro. Imagine que Leo le estaba dando un mini tour de la casa a Hiro. Guarde las cosas rápidamente antes de voltear a ver a Akane que me miraba inocentemente. La levante y la sente enfrente de mi en la barra.

—Bueno, señorita Akane, ¿le gustaría un poco de helado?

—Si, por favor, —contesto en la voz mas dulce que había escuchado en mi vida. Limpie sus mejillas con mis pulgares antes de agarrar todo lo necesario.

—¡Niños! ¡Akane y yo vamos a comer helado!

Escuche sus pasos pesados bajar por las escaleras. Le di un par de bolas de helado a cada uno y los deje decorar como ellos quisieron. Teníamos chispitas, ositos de goma, crema batida, y diferentes sabores de jarabe por todos lados antes de que terminaran.

—¡Mama, el papa de Hiro construye cosas! ¿no es eso genial? —sonrío Leo.

—¿En serio? —le pregunte a Hiro.

—El y mis tíos construyen casa y otras cosas.

Por lo menos no eran policías.

—Es genial, —sonreí, desordenando su cabello. El se congelo un momento, pero luego sonrió antes continuar con su helado.

Saque la guía telefónica y empece a buscar entre las paginas. Construcciones Li llenaba una pagina completa con grandes letras negras.

—Muy bien, peques. Vamos a limpiarlos ya llevarlos con su papa que debe de estar preocupado, —y preparandose para matarne.

Leo y Hiro fueron a asearse al pequeño baño que teníamos abajo mientras yo limpiaba las manos de Akane con una toalla húmeda. Ella me sonrió.

—Gracias, Sakura.

—¿Por?

—El helado, tontita, —respondió soltando una risita.

—De nada. Quizá puedas convencer a tu papa de que no haga que me lleve la policia, —sonreí al levantarla. —¡Vamos, chicos!

El viaje fue menos callado esta vez. Leo y Hiro parecían haberse convertido en mejores amigos e incluso fueron lo suficientemente atentos como para mantener a Akane entretenida. Seguí las instrucciones del GPS y entre al estacionamiento de la compañía. Me estacione en el único lugar disponible; a un lado de la patrulla. Fantástico.

Los niños corrieron hacia adentro antes de poder detenerlos. Akane alzo los brazos para que la levantara.

—¿Lista para ver a papa? —pregunte. Ella me rodeo el cuello con los brazos y asintió.

No había llegado a la puerta cuando abrió de sorpresa.

—¡¿Cómo se atreve a entrar así como nada?! ¡¿Quién se cree usted?!

—Usted debe ser Shaoran. Le seguro que estaban mas a salvo conmigo que con la niñera, Cruella DeVille, —conteste tranquilamente. El atractivo hombre de la cara roja no se veía nada feliz.

—¡No soy la mugrosa niñera! ¡Soy la novia de Shaoran! —Genial. La banchee también estaba. —Ella es Shao! La perra que me ataco y secuestro a Hiro y Akane, —sus chillidos provocando que Akane escondiera su rostro en mi cuello. No la culpaba así que la abrace con mas firmeza. —¡Arrestala, Eriol!

El gigantesco oficial se movió hacia mi, pero la puerta se abrió fuertemente de nuevo. De verdad, esto parecía sacado de una telenovela. Una hermosa joven de cabello negro fue quien emergió pero antes de alcanzarme, otro hombre gigante corrió tras ella.

—¡Mei, espera! —exclamo encerrándola en sus brazos.

—¡Déjame ir, Ichiro! ¡Voy a matar a esa perra! —grito.

Esto era completamente ridículo. La pobre Akane estaba tan asustada que estaba segura que sus deditos dejarían marcas en mi piel. Yo solo acaricie suavemente su espalda.

—Calmate un momento, MeiLing, —dijo el oficial. —Me la llevo ahora mismo.

—¡No me refiero a ella! —grito aun tratando de liberarse. —¡Hablo de Megumi!

Pues, eso capto la atención de todos.

—¿De que hablas, MeiLing?—pregunto Shaoran con un tono aterrador.

—Hiro tiene marcas de garras en su brazo. Dijo que Megumi lo agarro y estuvo a punto de golpearlo antes de que la mama del otro niño lo salvara, —respondió MeiLing con dientes apretados.

Al menos yo ya no era la que estaba en problemas. La banchee chillo.

—Shao, seguro tu no...

—Metete a tu carro y sal de mi vista, —gruño Shaoran. Fue muy sexy. —¡Ahora!

Después de otro chillido y llantas rechinando, la psicópata salió del estacionamiento.

—Adiós, —dijo Akane despidiendola con la mano. Amaba a esa niña.

Mierda. Todos me estaban viendo de nuevo.

—Así que, —carraspee. —Si tu tomas a tu hija, yo tomo al mío y eso es todo por hoy, —Akane se aferro a mi. Creo que le caí bien.

—Aprecio que haya ayudado a mis hijos, —dijo Shaoran desganado. —Pero pudo haberme llamado. Hiro tiene mi numero de teléfono. No hay excusa.

—Revisa tu buzón de voz, genio.

Salve a sus hijos de la bruja esa; si, también los secuestre pero yo no era la mala del cuento. Juro que le salió humo por las orejas pero no me importaba. Le saque la vuelta para entrar.

—¡Leo! —el apareció de repente. —Hora de irnos.

—Si, mama, —accedió haciendo un puchero y caminando hacia el carro.

Hiro corrió tras nosotros.

—Sakura, ¿A dónde vas?

Mierda.

—Cielo, tengo que ir a casa,—entonces me di cuenta que seguía con Akane en brazos. —Ah, —la baje y ahora tenia dos pares de ojos mirándome con tristeza. Doble mierda. —Miren, aquí esta mi numero de teléfono. Los secuestraría de nuevo pero hay un policía enorme allá que podría arrestarme. Portense bien y los veremos luego.

Hice un escape rápido, pasando por el montón de adultos aun discutiendo, y entre a mi camioneta rápidamente. Leo ya estaba adentro con el cinturón puesto.

—¡Eso fue genial, mama! ¿Podemos secuestrarlos de nuevo mañana?

SHAORAN POV

—¿Dónde demonios esta mi teléfono?

Empece a mover los papeles en mi escritorio de un lado a otro buscándolos. Lo tenia cuando llegue a la oficina esta mañana, también en la junta con Ichiro. Probablemente seguía en su oficina. Salí al pasillo dirigiéndome ahí y mi mano fue en dirección a la perilla.

—¡Oh! ¡Oh, Dios! ¡Ichiro!

Mi mano salió volando. Necesitaría desinfectar mi cerebro y probablemente comprar un teléfono nuevo.

Al parecer Ken estaba pasando tiempo de calidad con la abuela Yelan porque mama y papa estaban trabajando en el bebe numero dos. No me sorprendía. Mis hermanos disfrutaban tiempo de calidad con sus esposas en la oficina todo el tiempo. Yamazaki, mi hermano mayor, hacia lo mismo hasta hace unos meses. Ahora estaba corriendo de un lado a otro cumpliendo con los antojos de mi cuñada.

Salí a la recepción. Necesitábamos una nueva secretaria pero no tenia la paciencia para lidiar con eso ahora. Ser el único hermano Li soltero tenia muchas desventajas. Tenia dos hijos pero no detenía a las mujeres solteras.

Después de darles suficiente tiempo a MeiLing e Ichiro de terminar su rapidín, decidí volver arriba para agarrar mi teléfono. De repente, fui interrumpido cuando Megumi entro. Sin mis hijos.

—¡Shao! —me abrazo lloriqueando en mi camisa.

—Megumi, ¿Dónde están los niños? —pregunte alejándola de mi y sosteniéndola con mis manos. Debí haber sido menos brusco pero esos niños eran mi vida.

—Shao, una loca me ataco en la tienda. Intente luchar pero me golpeo con el carrito de las compras y me tacleo para que cayera en la cajuela. Ni siquiera la vi venir, —soltó histéricamente.

—Megumi, ¿Dónde están mis hijos? —pregunte lentamente.

Ella cerro los ojos y negó con la cabeza.

—Se los llevo. Lo siento tanto, bebe. Akane lloraba; Hiro gritaba. Fue tan horrible.

—¡ICHIRO!

Agarre el teléfono en la recepción y llame a la policia. Ichiro y MeiLing salieron corriendo por el pasillo. Megumi les dijo lo que pasaba mientras yo hablaba con el sargento. Dijo que alguien vendría lo mas pronto posible.

Solté el teléfono y me recargue contra la pared. Mis hijos habían sido secuestrados. Megumi trato de consolarme pero le dije que me diera un momento. No quería consuelo, quería a mis hijos. De seguro estaban asustados y yo no estaba ahí para ellos.

—Eriol esta aquí,—dijo Ichiro suavemente. También se veía asustado.

Mientras mas hablaba Eriol, mas molesto me sentía. Nos pregunto a Megumo y a mi pregunta tras pregunta sobre lo que había pasado y quien querría hacerles daño. Estábamos perdiendo el tiempo; quería estar afuera buscándolos. Quien sabe lo que esa psicópata les estaba haciendo. De seguro se trataba de dinero. Pagaría lo que fuera para tenerlos de vuelta. Solo los quería conmigo.

—¡Papá!—mire rápidamente hacia arriba viendo como Hiro entraba con otro niño. —Este es mi amigo Leo. Se acaba de mudar aquí de Tokyo.

—¡Gracias a Dios! —lo alce en brazos y lo abrace fuertemente. —¿Dónde esta tu hermana?

—Papá, —se quejo, claramente avergonzado por mi escena enfrente de su amigo. —Tranquilo, esta afuera con Sakura.

Le deje mi hijo a Ichiro y salí corriendo sin importarme quien me seguía. La psicópata estaba cargando a mi niña y estaba furioso.

—¡¿Cómo se atreve a entrar así como nada?! ¡¿Quién se cree usted?!

—Usted debe ser Shaoran. Le seguro que estaban mas a salvo conmigo que con la niñera, Cruella DeVille.

¿Estaba loca? Escuche a Megumi gritar pero estaba completamente enfocado en la mujer. ¿Cómo podía estar tan calmada después de secuestrar a dos niños? Las palabras de MeiLing me sacaron de mis pensamientos.

—¡Dejame ir, Ichiro! ¡Voy a matar a esa perra! —grito y yo me sentía igual pero Eriol trato de tranquilizarla. —¡No me refiero a ella! —grito tratando de escapar de los brazos de Ichiro —¡Hablo de Megumi!

Mi sangre se helo.

—¿De que hablas, MeiLing?

—Hiro tiene marcas de garras en su brazo. Dijo que Megumi lo agarro y estuvo a punto de golpearlo antes de que la mama del otro niño lo salvara, —explico.

¿Megumi? ¿Megumi había lastimado a mi hijo? ¡Era una maestra de kinder! Pero mi hijo no era un mentiroso. Tenia que salir de ahí antes de que la matara. Nadie lastima a mis hijos.

Ella se congelo a un lado de mi.

—Shao, seguro tu no...

—Metete a tu carro y sal de mi vista. ¡Ahora!

Apreté los puños, tratando de controlarme. No podía ir a la cárcel por asesinato sin importar lo tentador que era. Deseaba que Ichiro soltara a MeiLing para que por lo menos alguien le diera su merecido a Megumi. Cuando se fue, me sentí mas relajado. Voltee a ver a la mujer que cargaba a mi hija. Chistoso; ya no parecía tan psicópata ahora que sabia la verdad.

—Así que... Si tu tomas a tu hija, yo tomo al mío y eso es todo por hoy, — me sorprendí al ver como Akane se aferraba mas a ella.

—Aprecio que haya ayudado a mis hijos. Pero pudo haberme llamado. Hiro tiene mi numero de teléfono. No hay excusa, —¿En que estaba pensando? Ella no tenia idea de los escenarios que cruzaron mi mente.

—Revisa tu buzón de voz, genio,—espeto antes de pasarme por un lado.

Trate de ir tras ella pero MeiLing me detuvo.

—¿Estas loco? Esa mujer salvo a tus hijos de ser maltratados, ¿Y vas a ser grosero? ¿Qué demonios te pasa?

—Mira, lo siento. Lo se... Es solo que... Dios, Mei. Pensé que alguien los estaba torturando. No encontraba mi teléfono así que nunca recibí el mensaje,—me jale el cabello lleno de frustración.

—Oh, —dijo Ichiro. —Lo siento, hermano. Tu teléfono esta en mi oficina,—se encogió cuando lo fulmine con la mirada. —No te preocupes. Lo pusimos en un cajón antes de...

—Si, se que paso después, Ichiro; escuche, —necesitaba dejar de gritarle a todo el mundo antes de que alguien me golpeara.

Escuche un motor alejandose y mire como la camioneta de la mujer se iba. Genial, se fue antes de poder agradecerle.

—¿Papi?

Me agache y tome a mis pequeños en mis brazos.

—Los amo tanto,—me aleje un poco para verlos. Ambos tenían miradas tristes, —Hiro, siento mucho que Megumi te haya lastimado,—a el nunca le caían bien las muchachas con las que salía pero no había manera en que el lo hubiera merecido.

—Le estaba gritando a Akane,—susurro. —Ella solo lloro porque teníamos hambre.

Los abrace de nuevo.

—Perdónenme. Ella no les hará daño de nuevo,—me levante con ambos en brazos. Me gustaba que Hiro aún me dejaba hacerlo aún cuando ya estaba grande. —¿Todavía tienen hambre?

—Sakura nos dio helado,—dijo Hiro.

—Con chispitas,—sonrió Akane.

—¿Puede venir Leo a la casa, papa? El me enseño su cuarto y yo quiero enseñarle el mío, ¿por favor?—Leo debía ser el hijo de Sakura.

—Ya veremos. Tengo que hablar con su mama primero,—conteste llevándolos adentro.

—Está bien, —accedió. —Gracias, papá.

MeiLing termino convenciéndome de que la dejara llevarse a los niños. Los llevo para recoger a Ken e ir a visitar a su tía Chiharu. Como Chiharu no podía salir de la cama, insistía en que la visitarán sus sobrinos para hacer pijamadas y que ella no perdiera la cordura.

—Aquí está tu teléfono,—dijo Ichiro dejándolo sobre mi escritorio y sonriendo como un idiota. —Tienes una llamada perdida.

Le aventé un libro mientras salía corriendo de mi oficina. Suspiré al levantar el teléfono. Marque a mi buzón de voz y espere a que empezara mi único mensaje.

"Este... Hola. Mi nombre es Sakura Kinomoto. No se como decir esto pero tengo a tus hijos conmigo e imagino que los quieres de vuelta asi que... Llámame."

Solté un poco de aire. Luego una pequeña risa. Antes de darme cuenta estaba riendo a carcajadas. Sakura Kinomoto estaba completamente loca y por eso estaría eternamente agradecido.