Disclaimer: No me pertenece ningún elemento de Harvest moon. Esta historia es escrita por placer y sin ánimo de lucro.
Nota de autor: ¡Mi primer fanfic de Harvest moon! Me ha llevado un buen tiempo, pero aquí está.
Esta basado en la entrega "Harvest moon for girl" o "Back to nature", que jugué recientemente y adoré. ¡Espero les guste!
La vida es un festival
Capítulo 1
"El mensajero"
Por Lady Yomi
Claire observaba el océano desde la cubierta del buque en el que se hallaba. La luna estaba ausente esa noche y las estrellas parecían brillar en todo su esplendor.
¿Era correcto lo que estaba haciendo? ¿Había tomado la decisión correcta al abandonar todo lo que le era conocido?
Fijó la mirada en el firmamento nocturno pero las estrellas enmudecieron. No había respuesta aparente para sus dudas existenciales esta noche.
O al menos eso creyó...
"¡Nadie puede verse así de desesperanzado en un crucero tan glorioso como el nuestro!" exclamó un anciano que se detuvo junto a ella "¿Hay algo que le preocupe, señorita?"
Claire hizo una mueca, no era como si hablarle de sus asuntos a un desconocido fuera la mejor solución que esperaba le ofreciera el universo:
"En realidad no es un crucero... sólo un buque de carga que pretende llevar pasajeros ¿o me equivoco?" musitó para cambiar el tema de conversación.
"¡Ah! Pero usted no ha viajado en los barcos maltrechos que usábamos cuando yo tenía su edad" el anciano esbozó una sonrisa llena de picardía "Un poco menos de madera y hubiera sido lo mismo que cruzar el mar en la puerta de mi casa".
La joven no pudo evitar soltar una risita por lo bajo "Me ha ganado en eso... supongo".
"Bah, no era una competición..." el hombre apretó los labios sobre su vieja pipa, empequeñeciendo los ojos mientras veía hacia el horizonte "La vida no es algo en donde haya que competir tan a menudo como nos hacen creer. A veces... se parece más a un festival".
"¿Un... festival?"
"Ajá".
"No entiendo..." Claire soltó un suspiro "¿Por qué habría de comparar algo tan divertido y alegre como un festival con... esto que nos toca vivir?"
"Depende de a que te refieras con esto".
"Pues..." se recostó en la baranda del muro que rodeaba la cubierta "...es terrible tener que llevar la vida de un adulto. Las mismas tediosas tareas se repiten cada día... y no existen las aventuras ni las amistades duraderas. Todo es... tan denso".
El viejo sonrió, dando un sorbo a su pipa que hizo que su voz sonara aguda y quejosa al hablar:
"¿Esa es la vida que llevas?"
Claire frunció el ceño con determinación "Nunca más... ya dejé todo eso atrás. Voy a buscar algo por lo que valga la pena levantarme cada día".
"¡Ah! ¿Una vida que sea como un festival?"
"Pues... sí".
"Entonces no estés apesadumbrada. Diste el paso más difícil. Lo demás no puede ser tan malo".
La joven se quedó viendo al anciano con sorpresa. Por un instante recordó una leyenda que le narraban de niña sus padres:
"Los mensajeros de las estrellas se aparecen en las formas más diversas. A veces son niños, a veces son viejos, su apariencia nunca los delatará. Siempre traen respuestas y advertencias que no debes ignorar"
Cuando logró escapar del abrazo de ese lejano recuerdo... el anciano ya no se veía por ninguna parte.
"¡Se... fue!"
Se encontraba sólo en compañía de las estrellas, una vez más.
La joven dormía hacía varias horas cuando el incesante movimiento del camerino a su alrededor la despertó. Sintió nauseas ¿era normal que un barco se agitara tanto durante la travesía?
Una de sus maletas cayó de la repisa superior y se abrió desparramando el contenido de su interior. Claire profirió una maldición y se hincó frente a su equipaje dispuesta a ordenarlo.
Sin embargo, no pasó mucho para que un sonido agudo la hiciera detener todo movimiento... la sirena de alarma marítima se infiltró en su habitación como mensajera de una tragedia inminente.
"¿Qué está pasando?" musitó para sí misma mientras se ponía de pie, aún en ropa de dormir, dispuesta a salir de su camerino.
Abrió la puerta y la situación la embistió de lleno; decenas de personas abarrotaban los pasillos, desesperadas por subir a la cubierta mientras el sonido de la alarma se empezaba a confundir con el de gemidos y rezos temblorosos de desesperación.
Pensó en volver a su habitación por sus pertenencias, pero cuando reaccionó la turba ya la había empujado lejos de la puerta. Se sintió desorientada y asfixiada. Sin saber bien que debía hacer en semejante situación, por lo que se dejó llevar con esperanzas de que los demás supieran como proceder.
No supo cuanto tiempo pasó, pero pronto se encontró en la cubierta. Una tormenta como jamás imaginó que existieran abatía a todos los presentes y los hundía en el suelo con sus vientos arrasadores y agujas heladas de lluvia que martillaban sus cuerpos sin cesar.
La sirena ya no se oía, había sido silenciada por los rugidos del mar a su alrededor.
Claire estaba de rodillas en el suelo, demasiado aturdida como para hacer más que abrazarse a sí misma y desear que todo resultara sólo un mal rato para ella y los demás tripulantes. Sin embargo, desde su posición podía ver como el barco se inclinaba peligrosamente hacia el lado.
De repente lo vio.
El anciano de la pipa estaba de pie en la proa del barco, sonriendo con tranquilidad a pesar del caos a su alrededor.
Claire se puso de pie con dificultad y se movió a tropezones en su dirección, los gritos de advertencia no conseguían escapar de entre sus labios secos por el terror.
El barco se inclinó tanto que pudo jurar que se sujetaba del suelo como si fuera una pared mientras se dirigía hasta el pobre hombre, las personas a su alrededor chillaban y se abrazaban unas de otras... pero nada impedía que fueran llevadas por el viento y el mar como si fueran de papel.
"¡SEÑOR...!" Claire tosió, el agua salada se coló en su boca pero no le importó "¡SALGA DE AHÍ! ¡DEME LA MANO...!"
Estaba a pocos metros de él cuando su visión dio un giro impensado. El barco estaba volteándose a ciento ochenta grados y su cuerpo flotó en el aire por unos instantes.
"¡SEÑO-OR...!" estiró la mano, tratando de aferrarse a lo único que, en su desesperación, pensó que podía salvarla de la muerte. El mensajero de las estrellas... siempre tenía una solución ¿verdad?
Como si leyera sus pensamientos, el anciano volteó hacia ella. La cubierta estaba a un instante de impactar contra el océano y él aún se hallaba de pie sobre la baranda de la proa. Estaba ajeno a todo; como si la tragedia sólo estuviera ocurriendo en el universo en el que Claire y los demás se hallaban.
Se quitó la pipa de entre los labios y murmuró "La vida... es un festival".
Y el buque fue engullido por las aguas como si nunca hubiera estado ahí.
¡Hasta el próximo episodio!
