Los personajes de Twilight pertenecen a Stephenie Meyer y los personajes de Dark Hunter saga a la Diosa Autora: Sherrilyn Kenyon. Si fueran míos, créanme que ni Edward ni Acheron saldrían de mi habitación ;)
Un agradecimiento especial a mi Beta Betzacosta, tus consejos y aportes han sido esenciales para que esta historia vea la luz hoy en día, así que me aguantare las necedades :P
También para mi maravillosa amiga Bertlin, gracias por aguantar mi neurosis y mis histeria jajajaja.
Prólogo
Reino de Dalriada
Cenél n-Oengusa — en Islay
794 D.C.
El guerrero celta no podía tan siquiera describir lo que con horrorizados ojos veía, la imagen era dantesca y apocalíptica desde su posición como observador pacifico y pasmado. Todo su hogar sumido en llamas, los gritos de los habitantes llegaban hasta él a través de la agradable brisa que el otoño traía.
Recordaba casi al borde de la locura que una semana atrás su preciosa hermana pequeña se había casado y unido su alma bajo el voto matrimonial druida con las estrellas de Mabon(1) como testigos. Su madre había preparado el más suculento banquete para tan esplendida ocasión y su hermano mayor pletórico celebraba el nacimiento de su primogénito.
No entendía. Todo había sido tan perfecto cuando había dejado la isla la mañana anterior y al regresar comprobaba angustiado que de su mundo ya no quedaba nada.
¿Dónde estaban todos los guerreros al servicio de su padre? ¿Cómo habían permitido que se desatara tal infierno?
Furioso, agarró las bridas de su caballo y con el demonio de la ira reflejado en sus ojos, bajó aquella enorme ladera hasta llegar a la hermosa villa que ahora estaba en llamas. El caos era el rey; los niños, las mujeres y los ancianos corrían de un lado a otro despavoridos mientras las enfurecidas llamas se tragaban todo a su paso.
Pero él no se amilanó, tenía la prisa de alguien que sabía que los suyos corrían peligro y cabalgaba a prisa entre las llamas y las personas que corrían huyendo del peligro. En el camino se encontró con una lucha encarnizada entre sus hermanos de armas e invasores con cascos de cuernos. ¡Vikingos!, descubrió inmediatamente, habían descendido del Valhala a destruir lo que con tanto esfuerzo su padre había construido.
Su cuerpo se llenó de ira y el odio que nunca se atrevió a sentir contra sus enemigos le obligó a tomar su espada para continuar cabalgando hasta el gris y perlado torreón que lo vio crecer. Sin detenerse cruzó la rampa y ni siquiera miró a los custodios que bajo su mano habilidosa cayeron decapitados a las profundidades del río teñido de sangre que circundaba el terreno.
Sin embargo, estaba tan enceguecido por su rabia que cuando llegó a las escalinatas que llevaban al interior del castillo fue tirado salvajemente de su montura, cayendo estrepitosamente al polvoriento suelo. Sus pulmones quedaron sin aire y ni siquiera pudo hacer un sonido de dolor. Al abrir los ojos se encontró con un par masculino que le miraban con burla y desafío.
Le habló en un idioma completamente desconocido para él y luego tres hombres más, seguramente bajo el mando de quien le había tumbado del caballo, lo agarraron de su capa y su cota de malla, poniéndole de pie y arrastrándole sin ningún cuidado al interior del castillo.
Él luchaba por liberarse y uno de los bastardos invasores le pegó con su propia espada en el centro de su espalda haciéndole caer, cuando volvieron a ponerlo de pie y continuaron caminando el guerrero celta pudo ver los cuerpos sin vida de los guardias de su hogar, algunos familiares y sus sirvientes.
—¡Bastardiaid!(2) —gritó impotente y ahogado en el dolor de ver muertos a tantos de los suyos.
Continuó forcejeando con sus captores, preso de la rabia lacerante y la furia pudo golpearlos y darles batalla pero al estar desarmado nada logró, fue lanzado al suelo y arrastrado como un perro por todo el pasillo mientras continuaba chillando iracundo.
Cuando atravesaron las puertas del salón del trono en el cual su padre gobernaba a su pequeño pueblo, su rostro iracundo cambió al asombro al ver la imagen que se desenvolvía allí.
La guardia personal de su padre estaba muerta y se encontraba desmembrada o decapitada a lo largo del salón, mientras los invasores robaban todo el oro que pudieran llevar los cadáveres encima; bebían el vino de su padre, comían la comida de su madre…
Su hermana menor semi desnuda lloraba desconsolada arrodillada junto al cadáver de su reciente esposo mientras rogaba bajo gritos desgarradores a los dioses para que se lo devolvieran. Su madre, junto a ella, sostenía el cadáver de su padre, el laird, quien con la muerte reflejada en su petrificada mirada le prometían al celta el mismo destino.
La reina no derramaba una lagrima, no decía ninguna plegaria, tan solo miraba con una ira creciente al culpable de la desgracia de su familia y su pueblo: Un desgraciado usurpador que llevaba la capa del laird y se sentaba muy a gusto en la silla del líder del pueblo burlándose descaradamente del sufrimiento de su muy mal herido hermano mayor, al cual no había visto cuando entró y quien observaba con ojos impotentes e incrédulos como su muy querida esposa era violada delante de sus ojos por uno de sus enemigos, mientras había otros rondando alrededor como si ansiaran su turno.
La mujer gritaba e intentaba librarse de su violador pero este era más fuerte que ella y ambos hermanos intentaban ayudarle infructuosamente. El hermano mayor del celta escupió al vikingo que estaba frente a él, este le devolvió el gesto con un puñetazo, pero el heredero sin amilanarse continuó insultándole y el celta rogaba para que este se librara de las ataduras que lo retenían.
—¡Yn fab i bitch, byddaf yn cael gwared ar y galon a byddaf yn bwydo'r cŵn!(3)—gritó el heredero jalando más de las sogas que lo aprisionaban.
El usurpador se seguía burlando de su hermano y el celta no podía creer lo que estaba ocurriendo. Era imposible, ellos no podían estar pasando por ello. Su padre servía y respetaba las leyes de los dioses; su madre y su hermana eran dos sacerdotisas druidas y su hermano y su cuñado eran formidables guerreros. ¡Lo que veían sus ojos no podía estar pasando!
En medio de sus divagaciones su cuñada logró librarse de su violador al golpearlo en el ojo izquierdo logrando así sacarle sangre. El mugriento vikingo chilló de rabia y volvió a lanzar a su cuñada al suelo desvainando a su vez su espada. La hermosa mujer no gritó ni pidió clemencia, más bien lo miraba como rogándole que lo hicieran, y el invasor con un golpe certero le atravesó el vientre.
El líder continuó con su estridente burla, humillando al esposo de la fallecida. Al celta el alma se le rompió en mil pedazos, escuchó el grito de rabia y guerra que lanzó su hermano, observó sin poder siquiera moverse cómo su hermano se liberaba de sus ataduras y mató con sus propios manos a los dos vikingos que lo detenían para lanzarse contra quien había matado a su hermosa esposa; pero otro de quienes los asediaban le atravesó una flecha por la espalda y este cayó sobre el cuerpo sin vida de su amada mujer.
—¡Bràthair!(4) —gritó sorprendido y atormentado el celta. No podía más, no lo soportaba e intentó liberarse pero los vikingos junto a él eran demasiados y él ya no podía hacer nada. Estaba hecho, los dioses les habían abandonado.
Su madre y hermana gritaron de dolor y ya sumida en lágrimas se arrastraron hasta el cuerpo del hermano y primogénito.
El líder de los asesinos sin alma comenzó a hablar nuevamente pero el celta no le hizo caso, en su interior se empezaba a formar un deseo oscuro que no sabía explicar. Su madre bañada en lágrimas le miró con firmeza y en gaélico le dijo:
—Mo Mac, gwaeddwch gweuddi uchel a dafael i´r duwiau eich clywed. Bydd ein gwaed yn codi oddi wrth y meirw a dial glanhau ein cartref(5)
El celta se quedó libido cuando su madre también fue degollada después de su pronunciamiento y segundo después también asesinaron a su hermana.
Y él gritó, gritó y gritó, obedeciendo el dictamen de su madre muerta, avivando su resentimiento hacia los asesinos de su gente, llamando a cualquier dios que quisiera escucharle.
—Casineb fy enaid, fy enaid drwy waed, fy enaid am dial(6)—profirió con una furia desmesurada que le desdibujaba el rostro y que impresionó al líder de los invasores.
El hogar que no estaba encendido crepitó con llamas infernales semejantes al fuego de sentimientos de odio y venganza de su interior.
Alguien tomó al celta por el pelo y le colocó una espada en el cuello pero este continuó gritando y cuando el frío acero desgarró su bella carne su alma siguió exclamando y una diosa, de un lejano panteón y bastante caprichosa le escuchó.
La pelirroja diosa, sentada en su trono dorado y blanco observaba todo lo que ocurría en aquella tierra lejana y sonrió, no complacida por la sangre, el dolor y la muerte que desfilaban ante sus ojos, sino porque gracias a esos infortunios ella no ganaba un nuevo guerrero, sino siete.
Al levantar esas víctimas de sus lechos mortuorios y brindarles un solo acto de venganza ella se adueñaba de sus almas y los convertía en sus nuevos cazadores oscuros para toda la eternidad.
Continuará…
Bueno, aquí esta el primer capítulo de mi historia, un poco corto, pero apenas es el inicio. Espero que les haya gustado. A continuación les dejo la traducción de las palabras en gaélico que han leído más arriba. Hasta la próxima actualización y gracias por leer.
1. Sabbats céltico que se celebra durante el equinoccio de otoño, en el momento en el que el día y la noche, la luz y la oscuridad permanecen en equilibrio. Mientras la última cosecha da sus frutos, nos preparamos para guardar y dar gracias por todo lo cosechado durante el año.
2. Bastardos.
3. Hijo de perra, te voy a sacar el corazón y se lo daré de comer a los perros
4. Hermano.
5. Mi hijo, grita, grita fuerte y haz que los dioses te escuchen. Nuestra sangre se levantara de entre los muertos y la venganza limpiara nuestro hogar.
6. Mi alma por odio, mi alma por sangre, mi alma por venganza.
