Al fin subo algo de este pairing del cual me he visiado totalmente...no puedo esperar para ver mucho RUMBELLE en la segunda tempo! xDDDDDDD Y hablo en serio con respecto al vicio...cuantas ideas en mi cabeza xDDDDD
Este es mi primer fic de esta serie, asi que sean buenos conmigo xDDD
DISFRUTEN!
DISCLAIMER: OUaT y sus personajes no me pertenecen, sino a ABC...creo xDDDDD
Sacrifice.
Sacrifice One: No Kiss.
Con la cesta en una mano y con su capa en la otra, agradece que las puertas se abran y cierran por sí mismas gracias a la magia o le sería muy difícil abrirlas con peso adicional. A pesar de su sonrisa natural y hermosa, como ella y su nombre, por dentro pensaba en las palabras de la Reina.
—Oh, ya estás de vuelta. — La sonrisa de Belle aumenta al oír la cantarina voz de su maestro Rumpelstiltskin. Deja la capa descansar en la silla donde él se sienta y camina hacía su maestro para dejar la cesta con la paja. —Bien. Bien hecho. Estaba… —Rumple ve la ruleta en busca de distracción, queriendo dejar de estar sintiendo aquella extraña felicidad de que ella no lo haya abandonado. —… estaba a punto de perder la paciencia.
—Hmm. —Bufó Belle sin creerle de todo. —Vamos, estás feliz de que haya vuelto. —Le apuesta, apoyando sus manos en las rodillas para inclinarse. Ella no dejaba de sonreír, y esa sonrisa, era algo que a Rumpelstiltskin le gustaba.
Rumpelstiltskin ladea la cabeza, viéndola de forma inquisidora y algo serio.
—No soy infeliz.
Belle sonrió de nuevo, sabiendo, de alguna manera, que era una mentirilla para ocultar su "lado bueno", un lado que mantenía oculto… bieeeen oculto. Sus pasos logran que de vuelta alrededor de la ruleta para quedar más cerca de Rumpelstiltskin.
—Y… — Dijo mientras apoyaba confiadamente las manos sobre los hombros del hombre, inclinándose para quedar al mismo nivel de él para ver mejor esos ojos dorados. —, me prometiste una historia.
—¿Lo hice? — Le pregunta confuso, casi con inocencia y algo temeroso, no le gustaba mucho hablar sobre las cicatrices de su alma.
Belle suelta un "sí" mientras movía la cabeza en afirmación. A continuación, toma el hilo para dejarlo en otro lado y así le sea más fácil sentarse al lado de Rumpelstiltskin, también lo hizo para que no se distrajera o buscase una excusa para no hablarle. Una vez sentada, arregla su vestido azul, como una excusa de darse unos segundos extras para estar más preparada en verlo y no sufrir de un ataque directo en el pecho por un latido no esperado de su corazón.
—Cuéntame sobre tu hijo. — Le pidió, tratando de no perderse ante sus ojos, tantas emociones negativas y positivas mezcladas en ese par de oro llamaban mucho su atención…y a su corazón.
Hubo un largo silencio, tal como ella lo miraba directamente a los ojos, él hacía lo mismo con ella, perdiéndose en esos ojos azules tan claro que se confundía con el blanco, color de la pureza. Ella era pura, inocente y divertida, era agradable su compañía y cuando conversaban, no decía cosas superficiales como la mayoría de las mujeres de la alta sociedad, era inteligente y muy observadora, y eso último hizo que lo conociera… mejor que el resto de la gente (sin contar a su hijo, claro), pero no sabía si eso era bueno o malo.
—Se llama Bae. Me convertí en el Señor Oscuro para tener poder y protegerlo… no quería que se lo llevaran a las batallas… era un niño y… eso no era una guerra… era una masacre. — Le fue explicando mientras dirige su atención visual a la ruleta unos momentos, para mantener la concentración en contarle su relato sin perderse por observarla tanto. — Al final, lo perdí… y mi prioridad es encontrarlo, recuperarlo.
—Él… ¿Él está desaparecido?
—Se podría decir de ese modo… mi meta es encontrarlo… para ello, debo seguir siendo el Señor Oscuro, sin piedad… dar y recoger sin misericordia… hasta que llegue el día en que lo consiga.
Belle mira la ventana una vez que él termino, pensando. Entonces… si él se estaba sacrificando para encontrar a Bae… no podía perder sus poderes. Siente una opresión en el pecho ante aquella realidad.
—Y desde entonces… — Belle se atrevió a hablar de nuevo, esforzándose por no quebrarse el tono de su voz. — ¿Nunca has querido a nadie… y nadie te ha querido a ti?
Rumpelstiltskin, inquisidor como siempre, se acerca más a ella, causando que su respiración, lenta y amenazante, golpee el rostro de Belle, provocándole nuevamente acelerados latidos. Belle tuvo que presionar sus manos, convertirlas en puños, para no lanzarse a sus brazos o morir de un infarto si él seguía tan cerca.
—¿Por qué has vuelto? — Le preguntó manteniendo su inquisidora mirada.
Y ahí estaba la última pregunta que Belle quería oír. Pero tenía que ser sincera, tal como él lo fue con ella.
—No iba a volver. — Confeso con timidez, sintiéndose como una niña a punto de ser regañada por sus padres. De nuevo ese malestar del corazón quería tomar controlar de su cuerpo, desmoronarla, pero tenía que mantenerse firme. — Pero algo… me hizo cambiar de idea.
Todo su esfuerzo por controlarse era en vano, su cuerpo igual se había movido por sí solo, aunque Rumpelstiltskin también tenía algo de culpa por invadir su espacio personal ya por mucho tiempo. Ella era solo una chica inocente y soñadora, que sólo tenía un concepto del amor por los libros, nunca lo había experimentado en carne propia hasta ahora, así que en ese tema era una novata. El contacto visual se mantenía de forma fría y caliente al mismo tiempo, despertando por primera vez muchas cosas en Belle, y despertando cosas ya olvidadas para Rumpelstiltskin. Quería acercarse más y besarlo, sentir esas emociones que se describen en sus libros, pero recordó que, según la Reina, los besos de amor verdadero rompían maldiciones, y si había amor de verdad y él perdía su poder, no podría recuperar a su hijo.
—La cena… — Susurró Belle como única solución para romper aquel campo de calor y ansiedad. — ¡La cena! — Repitió en un grito, levantándose y buscando una corta distancia para recuperar el juicio y el aliento. — Llegue algo tarde, de seguro debes tener hambre… — Dice mientras caminaba sin verlo para cumplir su objetivo de calmarse. — ¿Quieres algo en especial?
Rumpelstiltskin se mantuvo callado mientras miraba sus movimientos, reaccionando al oírle formular la pregunta. Perdido, sin saber todavía lo que le ocurría… o lo que quería.
—Cualquier cosa esta bien.
—Bien… — Nerviosa y algo incomoda de haber pasado por algo mágico en un segundo y al otro, devuelta a la realidad de una bofetada. — Bueno… voy a… — Señalando las puertas mientras caminaba en reversa para verlo por última vez, agradeciendo de nuevo que éstas se abran solas. —… la cocina.
—Sí… claro.
Para no quedar tan mal, Belle se atrevió a sonreír, aunque una pequeña y delataba un poco los nervios que sentía por la confusión emocional de hace un rato. Sale de la habitación y las puertas se cierran.
Aprovechando su soledad al caminar, respira hondo y suelta al fin las lágrimas que estuvo conteniendo. Cayeron y cayeron sin parar, no importaba sus intentos de limpiarse el rostro o de calmar su respiración, seguían saliendo como cascada en primavera. Nunca podría expresarle su amor, tenía que guardárselos o lo perdería… o él perdería el único hilo a la esperanza de encontrar a su hijo… no podía permitir eso.
Iba a tener que sacrificar su corazón por el ser que amaba.
