Cáncer
(UA. SasuHina)
Cuando se es joven, se piensa que se vivirá para siempre. Y a veces es así, por un minuto, los jóvenes logran experiencias, banales en realidad, como emborracharse con sus camaradas en el karaoke local, o besar apasionadamente a la chica de sus sueños un martes por la tarde, dry humping en el sofá, antes de que sus padres lleguen a casa; dichas experiencias nos hacen probar la eternidad un minuto ¿no es así?
Toc, toc.
La puerta suena con un eco que retumba en la habitación pulcramente blanca, oliente a formol y a limpieza, demasiado silenciosa y el enfermo (porque sí, está enfermo, acéptenlo) dentro de ella levanta con pesadez la mirada, un tanto aburrido, un tanto nauseabundo.
Sasuke Uchiha no es una persona paciente, nunca lo ha sido, y mucho teme que nunca llegará a serlo.
-Pasa…- No hay tiempo para cortesías hipócritas ni modales inútiles. No hay tiempo de nada.
No es como Itachi, pero sobre todo no es una persona pacienzuda, ni particularmente educada.
La leucemia es el cáncer de los tejidos de la sangre, incluida la médula ósea; también es llamado cáncer de la sangre, debe tratarlo un profesional y requiere un diagnóstico médico; a grandes rasgos, es un cáncer que va extinguiéndote la vida, como todos, impidiendo que tu cuerpo combata cualquier infección, por más pequeña que sea.
Es también el tipo de cáncer que aqueja a Sasuke Uchiha, ejemplar estudiante y gruñón de tiempo completo, desde los 16 años. Los síntomas comenzaron a aparecer de manera esporádica, aislados, sin conexión aparente, y de manera poética lo podríamos comparar con ver llover a través de un vidrio y darte cuenta lentamente que las gotas irán cayendo sobre ti.
Inició con la fatiga inminente que venía con Sasuke cada vez que Itachi, su hermano mayor y él regresaban del colegio por la tarde, después con el fluctuante cambio de peso del chico, a lo que su madre Mikoto asoció con su aversión por la carne y las comidas realmente sustanciosas; es decir, el chico no comía nada que no fueran tomates últimamente; Sin embargo, a partir de ahí todo fue un descenso en picada y a toda velocidad, hematomas frecuentes que adornaban su piel bastante pálida, vértigos repentinos que le hacían pasar una vergüenza o dos cuando exponía frente a su clase de preparatoria, sangrado, e infecciones frecuentes que lo postraban en cama por meses enteros.
Para cuando vio la luz de sus 18 años, toda la familia Uchiha estaba consciente, pero no conformes con la noticia de que el menor de la familia iba a morir antes de los 21, y ni todo el dinero ni las conexiones que Fugaku Uchiha tenía en ese entonces podrían lograr salvarle, estas "semanas preventivas" en el hospital eran semejantes a echar su dinero a una chimenea; Sasuke moriría, por más que su trasero se congelara en una bata de hospital.
Por la puerta entró el magnánimo Itachi Uchiha. Tachi, como cariñosamente lo llamaba Sasuke, recién salido de las clases vespertinas de la universidad. Lo sabía porque el recinto estaba relativamente cerca al hospital e Itachi solo vestía así de relajado, jeans negros y camiseta estampada, cuando asistía a sus clases de la tarde.
-Hola. – Saludó sonriéndole de forma un poco culpable su hermano mayor, sólo para conseguir un gesto impersonal de parte del menor, reconociéndolo con la cabeza. –Te traje esto…- Fue en ese momento en que Sasuke observó una bolsa de papel marrón marcada con la palabra "Chuuka's Green House", y sonrió ante el detalle. Eran tomates, lo sabía con solo ver el nombre de la franquicia.
– Y esto. – Volvió a hablar el mayor de los Uchiha, con una sonrisa cómplice, un tanto avergonzada, que se veía hasta infantil en él. Era la Playboy de este mes. Miss Octubre.
Aunque Itachi estaba de acuerdo en que Sasuke viviera sus últimos años bajo sus propios términos, no había podido detener a Mikoto, la madre de ambos, cuando esta decidió internarlo por segunda vez en lo que iba del mes, debido a un resfriado que Sasuke pescó cuando él, Itachi y Shisui, el primo (más bien hermano) mayor de ambos, salieron a emborracharse por la noche.
-Hmph…- Se quejó Sasuke. –Es lo menos que puedes hacer, Itachi, me prometiste que convencerías a Madre de no traerme aquí hasta que fuera inminente; Estoy muriendo de aburrimiento…- sin embargo, y bastante agradecido, Sasuke paseó sus dedos por las páginas de la revista para adultos. –Y de cáncer, también – se atrevió a bromear, dirigiendo una mirada fastidiada a su hermano mayor, con apenas un dejo de sonrisa.
Itachi sonrió de medio lado. El extraño humor que Sasuke había desarrollado a lo largo de estos años era algo a lo que nunca se acostumbraría.
"Tal vez no tenga que hacerlo", pensó para sí mismo, para arrepentirse después. Enredó su mano en su larga cabellera, jugando con las finas hebras oscuras, solo para pasar el tiempo, hasta que dejó de hacerlo, como si su propio cabello quemara y doliera, sintiéndose desconsiderado.
Lenta pero seguramente, Sasuke iría perdiendo el cabello.
Se mantuvieron en silencio bastante tiempo; mientras Sasuke revisaba la revista, Itachi revisaba su celular; era una fría tarde de Octubre, y afuera las hojas habían comenzado a caer. Esto solía entristecer a Sasuke cuando recién se entero de su enfermedad y miraba al cielo en busca de respuestas, pero ahora mismo, haciendo las paces con su salud, le daba igual. Había cosas más interesantes en la página 17.
Tanto el reloj de pared como el reloj digital de Itachi marcaron las 5:45 pm; y ambos hermanos se miraron a sabiendas de algo, sólo para que el menor negara con la cabeza lentamente, fijando los ojos que temblaban en la revista de nuevo; distraído; Itachi, a su vez, lo observó con cierto rencor, como si su actitud no le sorprendiera pero tampoco la aprobase. Segundos pasaron antes de que alguno de los dos reaccionara, y el único sonido, a parte de las camillas recorriendo los pasillos y las aves cantando fuera de la ventana, fue el pesado suspiro de Itachi al levantarse del sofá.
-¿Y bien?
-Lo mismo que ayer y el día antes de ese, y el día antes de ese, Tachi. – dijo Sasuke, cerrando la revista y poniéndola estratégicamente bajo la almohada. –No tengo deseos de verla
-Sabes que vendrá
-Bueno, va a cansarse…
-Lleva viniendo 2 años, Sasuke. Debe ser ya muy difícil asimilar estas cosas a su edad como para que…
-Sí, bueno…- interrumpió el menor. Era una de las únicas ocasiones en que Sasuke interrumpía a su hermano mayor, si bien su relación era de confianza, también era una de sumo respeto y cariño; incluso con los reproches y los sobrenombres hirientes. – Tenemos la misma edad ella y yo; lo superará…
Itachi chasqueó la lengua, negando la cabeza. De nuevo, no le sorprendía, pero tampoco lo aprobaba.
-Iré a comprobar si llegó. Espera aquí – bromea Itachi sonriendo de lado y saliendo de la habitación, cerrando la puerta tras él. Sasuke desearía que Naruto no tuviera clase nocturna ese día y pudiera ir a visitarlo en vez de su hermano, porque aunque ambos, junto con Shisui son sus mejores amigos, el rubio es muchísimo más manipulable y podría haberse salido con la suya.
Entonces Sasuke sabe que tiene por lo menos cinco minutos antes de que Itachi atraviese la puerta de nuevo, esta vez acompañado por una chica. No por cualquier chica, sino por Hinata Hyuuga, y Hinata Hyuuga no era, de ninguna manera, solo una chica.
Es por eso que hace su mejor esfuerzo y se golpea las mejillas repetidamente, de pronto quiere lucir más sano, más vivo, aunque sabe que es inútil, la palidez de su piel no se iría pronto. Al menos su cabello lucía bien; y eso sería algo que extrañaría en un par de meses.
Hizashi Hyuuga, el padre de Hinata y Fugaku Uchiha, el padre de Sasuke, eran ambos abogados líderes de las firmas más famosas de la ciudad; estas firmas a su vez eran firmas hermanas, lo cual significaba que Sasuke y Hinata se conocen desde los pañales.
Mikoto Uchiha y Hisa Hyuuga también iban juntas a las mismas clases de repostería. Neji Hyuuga, primo de Hinata, e Itachi compartían clases en la Universidad. Era Hinata la manera que tenía el mundo de decirle que la felicidad existía, y que estaba en su destino; El cáncer, en cambio, era la forma cruel de decirle que no puedes tenerlo todo.
Hinata fue su primera amiga, incluso su primera mejor amiga, puesto que conoció a Naruto bien entrado en la primaria. Conoció a Hinata probablemente a los 2 años.
Hinata fue también su primer enamoramiento. Inició a los 6 años. O tal vez, inconscientemente, toda su vida había estado enamorado de Hinata sin reconocerlo.
¿Primera cita? Hinata a los 13 años. Primer beso en dicha cita.
Hinata fue también la primera chica que vio en traje de baño. 14 años, tenían. "Era uno completo, similar a uno reglamentario para las Olimpiadas y de tonos lilas, muy santurrón, pero igual le quitó el aliento..:"
Hinata fue su primera novia; a los 15 años. Hinata fue el primer pecho que tocó en su vida. 16 años.
Después pasó lo del cáncer.
Toc, toc.
Cerró los ojos. Cada visita dolía más.
No contestó; Hinata entraría por la puerta después de esperar 10 segundos, con un ramo de flores en las manos; no fallaría. Itachi los dejaría solos, y este circo iniciaría una vez más. Llevaba dos años, desde el diagnóstico de Sasuke, visitando el hospital todos los días que Sasuke se encontraba ahí, incluso cuando había girado instrucciones de no avisarle cuando esto sucedía, incluso cuando hablo maduramente con Mikoto y Fugaku, incluso con Neji, sobre su deseo de no dejar que Hinata lo viera cada día más delgado o pálido, cada día pareciéndose menos a él mismo.
Incluso cuando decidió terminar su tierna relación al enterarse de que moriría eventualmente, como todos, sólo que un poco más pronto. Su cuerpo lo había traicionado.
Dicho y hecho, la puerta se abrió 10 segundos después, y pudo ver como Itachi le sonreía a la chica que tímidamente entraba a la habitación; la puerta cerrándose detrás de ella para así dejarlos solos. Sasuke no la miró, porque no lo soportaría. En su uniforme de preparatoria, Hinata era grandes muslos y suéteres más grandes todavía, sabía que tendría su cabello largo y rebelde, atado en una coleta alta con hebras azulinas cayendo por ahí y por allá. Sasuke extrañaba desayunar con ella en el instituto y aventurarse a adivinar el color de sus bragas. Si decía blanco, acertaría un 98% de las veces.
-B-Buenas tardes, Sasuke-kun.
Silencio sepulcral. Un poco temprano.
La chica se paseó por la habitación, habiéndola adoptado como suya también. Dejó su maletín de cuero café en un pequeño sofá y depositó las flores lilas y pequeñas en un jarrón que descansaba románticamente en el marco de la ventana; Irremediablemente se acercó a la camilla, sentándose junto a él, con un libro y un cuaderno bajo el brazo, sin prestar mayor atención al chico de la cama.
-Estaré h-haciendo mis deberes, Sasuke-kun. – señaló Hinata, sonriendo levemente a Sasuke, que seguía sin mirarla. – H-Hazme saber si necesitas algo.
Y así como así, abrió su libro para iniciar su tarea y ya.
Hinata no pedía más. Solo estar ahí, sin tomar más espacio que una planta en la esquina de la habitación, sin hacer más ruido que un ratón. Solo quería estar ahí para verlo.
Era únicamente en estos momentos en los que Sasuke se permitía observarla con detenimiento, principalmente porque Hinata estaba distraída y leyendo en silencio. Sasuke no quería darle falsas esperanzas, que no podían ser más ciertas, de que todavía le importaba Hinata.
Hinata no era particularmente delgada, era más bien rellena, pero no era gorda como Chouji (¿Qué habrá sido de Chouji?); Sasuke incluso admitiría que estaba bastante…acomodada. Tenía la piel muy blanca, pero no pálida como él, sino saludablemente blanca, con unos impresionantes ojos color perla que la hacían parecer distintamente alienígena; Hinata también tenía un largo cabello oscuro, tirándole a azul. Era preciosa, era joven, era perfecta y había sido suya enteramente.
Después pasó lo del cáncer, y aunque Hinata terminó ahogándose en sus lágrimas por un par de semanas, le comunicó a Sasuke su deseo de estar con él hasta el final.
Pero Sasuke no había querido eso. No para ella, no la encadenaría a ese hospital 3, 4 veces al mes, para verlo llorar de rabia y oírlo vomitar mediante las puertas de madera delgada; deambular por la habitación y los consultorios como si ya estuviera muerto, y escuchar a los doctores decir incesantemente que "es muy joven, que lástima".
Era un firme creyente que su enfermedad había detenido el tiempo para su familia y sus amigos; Fugaku había detenido sus negociaciones internacionales en pro de estar pendiente de la salud de su hijo menor, y Mikoto había estado haciendo arreglos para mudarse todos a una casa más pequeña, pero más cercana al hospital. Itachi y su prometida, Konan, habían pospuesto sus planes de boda en pro de enfocarse en la enfermedad y la recuperación de Sasuke, y finalmente su mejor amigo, Naruto, había estado muy asustado como para tomar su año sabático ("año sabático en preparatoria suena a muy mala idea, idiota") que utilizaría para viajar con Shikamaru Nara y Kiba Inuzuka a lo largo de todo Japón; Sasuke también estaba invitado, sin embargo, sucedió lo que sucedió y el rubio no quiso despegarse de su mejor amigo.
Y no quería lo mismo para Hinata; no quería que su vida se detuviera solamente porque su estúpida sangre estaba contaminada y había iniciado su proceso de suicidio lento y tortuoso, y fue por eso que decidió dejarla ir, terminar con ella y morir a solas, con su madre, su padre, Itachi y Shisui. Todavía no había decidido si dejaría que Naruto lo viera morir cuando se viniera el tiempo adecuado.
Sin embargo, la peli azul era determinada, y Sasuke lo sabía. La primera vez que terminó en el hospital debido a una complicación delicada que tenía que ver con sus usuales fatigas, fue Naruto quien le avisó a Hinata, y 15 minutos después la chica se encontraba en el hospital usando pantalones de pijamas rosas con estampado de Sakura Card Captor y esas horribles botas de felpa negra que usaba como pantuflas, y si Sasuke no estuviera realmente asustado por su salud en ese momento, hubiera reído de candor y de ternura.
Sasuke pensaba que cada desplante lo acercaba a su meta de alejar a Hinata lo más posible de él y de su nuevo ambiente de vida, y lo había logrado…temporalmente. La chica regresaba con convicción en cada oportunidad, y lo llamaba cada noche en punto de las 9:00 pm (Sasuke sabía que Hinata debía/quería estar dormida a las 9:30, por lo que llamar a Sasuke era lo último que hacía todos los días solo para asegurarse que estaba bien), a veces contestaba, a veces no; casi siempre arrepintiéndose de no hacerlo, pero si quería arrancarse a sí mismo del corazón de Hinata debía ser firme en sus decisiones.
De la misma manera, Hinata enviaba un mensaje de texto cada día por la mañana, a eso de las 7:00 AM, cuando Sasuke adivinaba que estaba a punto de irse al Instituto.
De: H. Hyuuga
Para: S. Uchiha
Buen día, Sasuke-kun. ¿Cómo va todo? Ten un excelente día y hazme saber si necesitas algo. Te amo.
Sasuke no contestaba casi nunca.
A veces había letras repetidas o faltas de dicción, lo cual hacía sonreír a Sasuke. Hinata tartamudeaba hasta por mensaje de texto. El pleito del día cada que no quería recibir a su ex novia era que estaba siendo egoísta, según Naruto, un patán completo, según Shisui (y que viniendo de él, parecía bastante serio, puesto que Shisui hacia de cada visita al hospital un campo de investigación para detectar enfermeras estresadas y solteras que estuvieran dispuestas a encerrarse en un armario de servicio con él mientras visitaba a Sasuke), y finalmente, viniendo de su hermano mayor, un infantil. El argumento favorito de Itachi era que si Hinata estuviera muriendo, él querría estar con ella hasta el final, y era cierto, y tenía lógica, pero Hinata era muchísimo más expresiva que él y odiaba ver la incertidumbre y el dolor en sus ojos cada que se despedía.
-Ino-chan e-está saliendo con S-S-Sai-kun…- murmuró Hinata aún perdida en sus libros. Con que hoy sería un día de esos; en los que Hinata le contaba todo lo nuevo con su antiguo círculo de amigos, amigos a los que Sasuke también había alejado de él. –S-Shikamaru-kun y T-T-Temari- chan también están saliendo, e-es muy raro…
Sasuke asintió y sonrió de medio lado. Sus amigos seguían sus vidas, y no los culpaba, solo quisiera que Hinata se largara de una buena vez; que se fuera acostumbrando a no contarle las cosas, a su silencio de tumba, porque solo era cuestión de tiempo. La mayoría de las veces quisiera que Hinata llegara por última vez a contarle que había conocido a alguien y que no podía estar esperando dos años más por él, que había conocido a un Yuta, a un Kendo, a un extranjero de nombre John, a quien sea, y que no le parecía que su nueva novia aún visitara a su ex novio moribundo, que esa sería la última vez que iría, que avanzaría…y a la vez la mera idea le dolía, y lo aborrecía al tal Kendo, o Yuta, o John.
-Quien diría que el vago de Shikamaru estaría con Temari al final. Van a matarse entre los dos…- murmuró. Era un bonito día, pensó, tal vez hablaría un poco más con Hinata.
-A-Asuma sensei y Kurenai sensei formalizaron su compromiso. Su boda es en 3 meses y e-e-estamos invitados. – Era impresionante como Hinata hablaba de un futuro tan brillante y próximo como si fuera lo más fácil del mundo, pero de nuevo, Hinata no era la de la sangre contaminada.
Sasuke asintió de nuevo, lentamente. Se sentía cansado y la chica lo notó. Hinata se levantó rápidamente y sirvió un vaso de agua fresca, la pesada jarra tambaleando un poco en su mano; para después acercarse a Sasuke y ofrecérsela con una sonrisa abnegada.
Sasuke podía ver su futuro entero en esa sonrisa; al menos el futuro que le gustaría haber tenido.
Primero se veía con Hinata graduándose de la preparatoria con honores, y después asistiendo a una buena universidad juntos. Hinata seguiría su sueño de estudiar Pedagogía y él estaría estudiando Leyes mientras ambos rentaban un pequeño departamento cerca del campus, el cual probablemente compartirían con el vago de Naruto, donde harían el amor todas las noches (Sasuke moriría virgen, lo sabía ahora. Nunca quiso aprovecharse de Hinata de esa forma), y saldrían de fiesta los sábados, después se casarían y tendrían 2, 3, 4 hijos, todos los hijos que quisiera Hinata, y vivirían en una bonita casa tradicional donde vivirían su vida de la forma en la que se supone que debían vivirla, no de esta manera. Al final morirían de una caída torpe a los 97 años, o mientras dormían, y así terminaría esto. No así, no encadenarían su relación a una sala de hospital y después a una funeraria pera terminar en un cementerio.
Frunció el ceño. Cuando sonreía así, cuando Hinata sonreía con tanta fuerza y honestidad que se le cerraban los ojos, Sasuke sabía que algo estaba haciendo mal. Bebió el contenido del agua y depositó el vaso vacío en la mesa de noche; se sentía bien, el agua fresca resbalar por la garganta. Suspiró con pesadez y la miró con dureza.
-¿Por qué sigues viniendo aún y cuando he dejado claro que no quiero verte?
La sonrisa ni siquiera tambaleo. Se estaba acostumbrando a ser lastimada por él, en todas las maneras en las que alguien podría lastimar a otro alguien.
-P-P-porque sé que m-mientes, Sasuke…- dijo sentándose junto a él en la cama de hospital. Las sabanas estaban espigadas y frías y Hinata desearía haber traído una manta para Sasuke. –S-Sé que quieres verme y estar m-mucho tiempo conmigo…
-No te halagues, Hyuuga. – Respondió el pelinegro tajantemente, dedicándole una muy fingida mirada aburrida. La chica mordió su labio inferior y en esta ocasión su sonrisa casi se disolvió.
-Esta a-actitud esta v-volviéndose cansada, Sasuke-kun…
-Entonces deja de venir.
-S-Sabes que no sucederá
-Espero que sí. – Y hubo un silencio en toda la habitación. Ninguno de los dos se movió mientras se miraban fijamente. Y ninguno de los dos pudo contenerse mientras Hinata se lanzaba a sus brazos, como era casi reglamentario en cada visita. Juntaron sus labios de forma urgente y cálida, como si estar separados fuese lo que había enfermado a Sasuke y fuera este encuentro un método correctivo efectivo.
Mientras el chico aún podía probar en el beso los caramelos de durazno y leche que Hinata debió de haber estado comiendo hace un par de horas, se preguntaba si la chica probaría la arena que residía en su garganta debido a todo el medicamento al cual lo sometían, se preguntó si le daba asco, pero cuando escuchó a la chica gemir levemente en su abrazo, sonrió dentro del beso. Sus manos pálidas y temblorosas se encontraban en la figura llena de su ex novia, apretando, acariciando, reclamando. "Te extraño", sus cuerpos decían, "Te amo", sus almas clamaban.
Si tan solo pudieran quedarse así de por vida. Sasuke se daría por bien servido; suspiró con pesadez y rompió el beso, ante la mirada atónita de la chica, mientras el chico se encargaba de recargar sus frentes una con otra. Estaba tan cansado, tan agotado que no pudo siquiera concebir una mediocre erección.
-Creo que es hora de que te vayas…
-P-pídeme que me q-quede, Sasuke-kun…-Hinata estaba sonrojada mientras luchaba por buscar su mirada. Si lo hacía, si tan solo Sasuke lo hacía…si admitía que la quería cerca, que todavía la amaba…
-No lo haré. – Contestó tajante. – No voy a condenarte a esto
-Me condenas a una vida sin ti. El tiempo q-que nos queda…
-Hinata…- comenzaba a perder la paciencia. La poca paciencia que tenía reservada para Hinata y para su Madre.
-S-S-Solo debes de escucharme...y-yo…yo también tengo mi-miedo
¿Por qué no se callaba? -No insistas…- lo podía sentir venir. ¿Por qué no se largaba?
-S-Sasuke-kun…
-¡Ya lárgate, Hyuuga! – Rugió el joven sin tacto alguno. Una silla se corrió en el pasillo, y estaba seguro que era Itachi levantándose de su asiento. –Tus miedos no son de mi interés.
El también estaba aterrado.
No era la primera vez que le levantaba la voz, pero eso no significaba que la descolocara menos. Hinata asintió, mirando hacia abajo, y Sasuke podía ver que estaba conteniendo las lágrimas solo para no llorar una vez más frente a él. La chica tomó su maletín y se dirigió a la salida, no son antes dedicarle una sonrisa triste, con la delicada mano posada sobre el pomo de la puerta.
-Volveré mañana…- exclamó Hinata de manera un tanto ausente.
No tartamudeó. Era el Uchiha quien ahora se tragaba sus lágrimas al verla salir por la puerta, sin saber si sería la última vez. Nadie en su vida sabía que pasaría mañana y eso era una injusticia de la cual estaba harto de someter a todas las personas que amaba.
-Lo sé…
Y así como así se fue. Desearía que Hinata nunca regresara, para poder comenzar a asimilar lo que seguía, la vida sin ella, porque cada despedida dolía un poco más. Como si estuviera en un guión, Itachi entró por la puerta para lentamente sentarse en el pequeño sillón de la habitación, mirando a Sasuke con precaución; toparse con un Sasuke post-Hinata era como intentar acercarse a un perro herido. Podría morderte.
-…- Itachi aclaró su garganta, cruzándose de brazos, en completa desaprobación. – Se fue llorando.
Sasuke suspiró.
-Lo sé.
-Vendrá mañana, dijo…
-Eso también lo sé.
-Amas a esa chica… - Sonaba más a recriminación y menos a frase inocente.
Sasuke negó con la cabeza.
-También lo sé, Itachi…- Suspiró el peli azul, estirando el cuello para descansarlo un poco. - ¿Me acercas mi sudadera? Madre la puso en el closet…
Fue solamente cuando Itachi se dio la vuelta para cumplir su petición que Sasuke se permitió derramar la lágrima del día.
