*** La historia no es más que una adaptación al final, el nombre del autor y el nombre original de la historia
**** Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer ****
No creo en los cuentos de hadas. Mas sí en la maldad de las que fueron alguna vez mis hermanastras. Las 3 trabajamos para exactamente la misma empresa: Cullen Publicity. Ellas como ejecutivas y … lejísimos de ser una.
Rosalie, mi mejor amiga deseó ser el Hada madrina por una noche, y como cenicienta, no procuraba un príncipe, únicamente deseaba un vestido nuevo y una noche libre. Mas no fue una noche cualquiera. El señor C me ha confundido con una de sus modelos y se ha encaprichado conmigo.
Mis hermanas van a abominarme si se enteran y el señor C asimismo si llega a descubrir que: uno, no soy modelo, y 2… que soy la muchacha que limpia el suelo de su compañía.
Capitulo 1
Si pudiera imaginarme mi vida de una manera diferente, esto es lo que pensaría: Colores, mucha comida de colores, vestidos, viajes con el amor de mi vida. Recorrer el mundo de su mano y poder darle un buen regalo a mamá ya papá por el día de su cumpleaños. También que Rosalie por fin dejara de fumar. Rosalie es mi mejor amiga, trabajamos para la misma empresa, pero no juntas y definitivamente haciendo cosas diferentes.
En el cambio sí puedo describir mi vida actual, la real. Sería así: limpiando los pisos más blancos que mis propios dientes, haciendo malabares con mi bandeja de café cuando me toca jugar al café en el Le Dome.
Y eso es todo.
No hay colores, excepto las manchas de maquillaje que dejan en los vestidores o en los baños, la comida, bueno, no me puedo decir que todo está en un momento normal que se devore a la hora del almuerzo, mi hermoso vestido o más Bueno, el mismo día que llevo hoy, es el mismo que él llevó hace cinco años, un largo y muy mal gusto color azul y mis conversaciones verdes de rebaja de hace mil temporadas.
Viajo membrete o más minutos camino a casa y de regreso, y cuando tengo un mal día, que es casi dos veces por semana, camino a casa, que me lleva mi glorioso viaje de hora y medios. Es relajante, te quito todo tipo de pensamientos, malos pensamientos para aquellos que arruinaron tu glorioso día de limpia suelos. Y cuando son días realmente malos, Rosalie se encarga de ahogar mis penas en donuts, pizza y coca cola con mucha azúcar camino a casa en su auto.
O junto a nuestros otros dos amigos, en algún bar.
Lo que me lleva a lo último y sí, menos importante. El amor de mi vida, casi me cuesta decirlo en voz alta. No es mi falta de filtro o mi mejor amigo el sarcasmo no me deje. Es que no existe tal cosa. En mi TV, no podría tener alguno. Y la verdad, creo que nunca lo he tenido. No encajo con nadie, ni con la vida misma.
¿El amor por tu padre cuenta?
No, no cuenta.
—¿Has terminado ya, Isabella? —Preguntar al señor Clay, quien es el encargado de mantenimiento de la empresa donde trabajar.
—Sí, señor arcilla. Ha terminado de limpiar el séptimo piso.
Es una locura que ahora me tocan limpiar ahí, es el piso del enemigo, o más bien, el gran jefe. Se me había asignado limpiar los pasillos de otros pisos, incluso los pisos de algunos baños, pero ahora él escalado. No podría estar más orgulloso ¿Quién dijo que no podíamos ser ascendidos en este trabajo también?
—Lamento mucho el cambio a la última hora, pero estamos escasos de personal.
—No tiene que disculparse, señor Clay. Es mi trabajo.
Me mira como lo hace siempre, con un efecto de tranquilidad en sus ojos. El señor Clay es un hombre anciano, creo que se ha convertido en parte del inventario de la empresa, todos aquí le tenemos mucho respeto y me siento agradecida, de que entienda mi posición aquí.
—Tú no tendrías que trabajar aquí. Conocí a tu padre cuando aún estaba vivo, fue muy bueno conmigo al jefe de personal de mantenimiento y te recuerdo a ti corretear por los pasillos, nunca me imaginé que…
—Que terminaría limpiándolos, lo sé, señor Clay, pero todo está en su final, y no siempre uno feliz.
Pone sus manos en mis hombros. Como si pudiera entenderme o evitara regañarme.
—Eso equivocas, tu cuento de hadas ni siquiera has empezado, Isabella.
—De acuerdo, mejor me voy ahora antes de que se ponga más de cuenta.
Se ríe y asiente.
Tomo mi mochila con mi overol dentro y entro al elevador del personal, pues he aquí, he terminado y me gustaría creer que mañana sea un día diferente, me lo digo todos los días, pero no es así, aunque hoy en día ha conseguido limpiar otro piso más .
Hurra
—¡Estoy en casa! —grito colgando las llaves. Saludo al abuelo que duerme frente al televisor con un beso en su frente y el aroma que viene de la cocina me llama.
—Isabella, ¿Qué te he dicho de entrar a la cocina con esa mochila?
Mi madre me reprende. Pero es culpa de ella. Sé muy bien que está haciendo pastel y me pregunto por qué. Le doy un beso en la mejilla y dejo la mochila en el rincón de la cocina.
—Es tu culpa. Estás haciendo pastel y me he dejado llevar por el aroma. ¿A qué debemos la ocasión?
—¿Pues a qué más? —Estoy segura que fue una pregunta retórica—Es tu cumpleaños número veintiséis.
¡Mierda! Es mi cumpleaños. ¡Cómo no lo supe antes! Ya sé, es porque hace mucho tiempo dejó de importarme.
Mi madre nota la expresión en mi cara.
—Ni se te ocurra, Isabella Marie Swan. Lo celebraremos, tus amigos y Rosalie vendrán. Dijo que tiene un lindo vestido para ti. A ver si divirtiéndote esta noche te olvidas un poco de ese horrendo trabajo con el que te castigas a diario.
—¿Qué clase de madre vende a su hija de esa manera? —Me burlo, pero no es gracioso para ella. Mi intención de hacerla reír no ha funcionado esta vez. Sé que mi madre odia que trabaje para la empresa en la que alguna vez trabajó mi padre. Con el que llegó a la cima y se olvidó de nosotras, casándose de nuevo con una bruja malvada y sus dos hijas. Ahora Cullen Publicity pertenece al señor C, hijo. Al frío y calculador hombre que odia a todo el mundo. Incluyéndome, limpio el suelo de su afamada empresa, pero él ni siquiera lo sabe.
Tampoco sabe que una vez lo salvé de ser atropellado cuando cruzaba la calle hacia su lujosa camioneta por tener algún tipo de discusión por su teléfono móvil.
El señor C. no sabe nada de eso, como tampoco que tengo algún tipo de fantasías con él.
Imaginarme que un hombre como él se fijase en una chica como yo.
Imaginarme un hombre como él follando a una mujer como yo.
Imaginarme a un hombre serio como él sonriéndole a una chica como yo.
Entre otras tonterías más.
—Isabella, hazme feliz con esto. Mereces divertirte. Ni siquiera me dices por qué sigues en ese trabajo y lo acepto, al menos dame esto, danos esto. De verte feliz.
—Soy feliz, mamá. Mi trabajo no tiene nada que ver. Sabes que la paga es muy buena y me aferro al recuerdo de mi padre. No fue tan malo como lo hicieron ver. Lo sabes.
Lo había olvidado por completo. No recuerdo cuándo fue la última vez que celebré mi cumpleaños, tampoco cuándo comí un pedazo de tarta de pastel. Pastel de queso mi favorito, pero pertenecía a un postre cualquiera, de esos que mamá hacía de vez en cuando para sorprender.
Mi madre había dejado de hacerlo hace algunos años, y cuando volvió a casarse, las tartas de sorpresa habían sido cambiadas por algún plato altamente meticuloso.
Amaba a mi madre y cualquier cambio en su vida, así eran cosas tan sencillas como preparar tarta, mientras ella estuviese feliz por mí estaba bien.
—Pensé que ya no los hacías.
—Es tu cumpleaños, te lo mereces. Además he encontrado la receta. Había olvidado cómo se hacía.
Total mentira. Sabía que en parte le recordaba a mi padre, y solamente mantuvo esa tradición por un tiempo luego que él se marchara con otra mujer. Me había obligado a vivir con él pensando en que tendría una vida mejor, y aunque mi madre me obligó a irme con él, muy en el fondo me costaba perdonarle por ello.
Cuando murió por causas naturales de la vejez y falta de cuidado a pesar de que tenía mucho dinero para tener una vida saludable, después del funeral, una maleta me esperaba fuera de la iglesia.
—Tu padre ha muerto—Dijo Sue con tono frío— Ya no tienes más familia, nunca hemos sido tu familia. Será mejor que regreses al lugar donde nunca debiste salir.
Apenas y la escuché, siguió murmurando un par de cosas más. Algo así como "Demacrada" y "Pobre" por supuesto que estaba demacrada. Mi padre había fallecido y no pude despedirme de él. Siempre fue bueno conmigo pero cometió el error de enamorarse de una mujer mala. Sue Clearwater tenía cincuenta años, cuerpo cuadrado y lleno de cirugías, casi sin músculos, sonrisa vacua; claramente nunca trabajó en su vida y siempre tenía un novio o un marido con mucho dinero después de que el padre de sus hijas falleciera de un ataque al corazón.
Apenas y vivía con la pequeña herencia que le dejó. Lo suficiente para operarse la nariz, las tetas y lucir más joven de lo que realmente era. Hasta que conoció a mi padre.
Un importante publicista, vendía sus ideas a las grandes empresas y con eso, había creado un pequeño imperio. Vivíamos bien cuando aún estaba con mamá. Pero fue cuestión de tiempo para que pusiera sus ojos en Sue y todo se viniera abajo, incluso su salud.
Sue era mala, muy mala al igual que sus hijas. Tenía yo diez años cuando me fui a vivir con ellos. Y a los veinte fue cuando mi padre murió y regresé con mamá. La malvada Sue ahora se había quedado con lo que alguna vez me pertenecía, pero al menos no me podía quitar algo.
Mis sueños.
Nadie sabe que tiene muchas deudas y le marcó desde su niñez la envidia que sentía al ver lo cariñosos que eran los padres de sus amigos. No puede evitar sentir una pasión desmedida por los perros. Malditos perros que siempre estaban por todo el lugar.
Mi madre me recibió con los brazos abiertos y estaba también su nuevo compañero, Phil. Phil trata a mi madre como una reina y ya sé por qué se enamoró de nuevo. Es un buen hombre y como un segundo padre para mí.
—Es tu cumpleaños número veintiséis. Te mereces una tarta de queso. A tu padre le gustaba y ya esos recuerdos no me lastiman. No tengo por qué pagarla contigo. No solamente a tu padre le gustaba la tarta, a ti también.
—Mamá—La abrazo cuando veo que quiere llorar. Y yo también, pero me contengo.
Subo a mi habitación a cambiarme de ropa y darme un baño primero. Me quedo viendo al espejo como siempre un poco más de lo normal y antes de desnudarme.
Mi piel es bastante blanca, como la porcelana no vieja. Mi cabello rubio está muy largo casi lo puedo sentir en mi culo. Y mis ojos, no voy a hablar de ellos, son tan azules zafiro como los de mi padre, y mis labios, nada que envidiarle a Angelina Jolie. Tengo una cintura delgada y estoy agradecida por ello, a pesar de que como como un viejo camionero. Además mi ropa es bastante casual y podría pasarme desapercibida si me rapara, daría lo mismo ya que por detrás soy bastante parecida a un chico. Nada de culo. Nada de curvas.
Casi una modelo con cara angelical según mis amigos.
Me voy a mi pequeño closet y no necesito rebuscar en su interior. Lo primero que saco son un par de vaqueros rasgados y una camisa a cuadros rojos y una blusa de centro blanca. Veo mis pobres converse azules a un lado. Están casi nuevos y es porque los cuido como mi vida. Me costaron un ojo de la cara. Esos y los otros diez pares más en diferentes colores. Pero estos, estos azules tenían un brillo diferente. No como los otros.
No importa que Rosalie traiga un vestido, no es la primera vez que intenta vestirme como una chica normal. ¡No soy una chica normal!
A los veinte minutos bajo peinando mi largo cabello con mis dedos. La tarta está sobre la mesa y el abuelo ha despertado.
—¿Quién eres tú? —Pregunta. No tiene demencia ni Alzheimer. Es un juego que hemos inventado. Lo fulmino con la mirada y me hago la sorprendida, corro hacía él y busco sus costillas. Ríe a carcajadas.
—¡Ya sé, ya sé! ¡Eres mi pequeña ratoncita que come todo a su paso!
—¡Abuelo Gus!
—Ese soy yo.
Me siento en su regazo. La primera vez que me hizo esa broma me eché a llorar. Perder a alguien o que alguien no te recuerde es lo mismo. Perder. Desde ese entonces jugamos a Quién eres. Él es mi abuelo Gus y yo soy su ratoncita. La pequeña ratona blanca que come todo a su paso y que nadie la ve. Es lo que pasa en algunas madrugadas cuando no puedo conciliar el sueño. Se escuchan bolsas y ruidos en la cocina como un ratón estuviese buscando comida.
—Los chicos llegarán pronto. ¿Quieres ir? —Le pregunto por lo bajo.
Él se queda pensando por un segundo en mi propuesta.
—¿Habrá alcohol y mujeres? —Hace la pregunta serio.
—Me temo que no, abuelo.
—Entonces no. No vale la pena.
Pongo los ojos en blanco. Alcohol sí habrá y mujeres, seremos las mismas de siempre.
—Aburrido.
Pero sé que odia salir y más de noche. Cualquier cosa para escaparme de la salida de los chicos en plan cumpleaños. No estoy de ánimos esta noche.
—¡Hola familia! —Rosalie y los chicos.
Jasper trae un arreglo de rosas de colores y muchos dulces. Mis favoritos. Bien pensado para mi amigo casanova que no le regala ni los condones a sus conquistas.
—Pero qué fachas traes, Isabella—Se queja Alice. Mi otra mejor amiga, a esta le llamamos la llorona. Se queja y llora por todo. Espero no haya terminado hoy con su novio, de nuevo.
Rosalie me fulmina con la mirada trae consigo una bolsa que cuelga de su hombro. Claramente un vestido. Vestido que no usaré esta noche.
—Ni siquiera me mires así. ¿Sabes lo que tuve que hacer para robármelo?
—No me digas ¿Alguien te tocó el culo?
Mi abuelo es el primero en reír y mi madre me reprende. Al escuchar a los chicos reír a carcajadas se le pasa. Phil es el último en llegar. Trae una pequeña caja envuelta en papel de regalo azul y un moño azul.
—Azul porque sé que odias el rosa.
—Gracias, Phil. No debiste molestarte.
—Anda ábrelo.
Todos antes de partir la tarta de queso, se sientan a mi alrededor de la pequeña sala. Coloco las flores en el suelo y saco un par de dulces que me los llevo a la boca.
—Ratona—dice mi abuelo.
—Yo diría más bien, termita—le sigue Rosalie.
Comienzo a romper poco a poco la envoltura del regalo de Phil. Es un poco pesado. Así que descarto que es otro vestido. Al momento de abrirlo se me ilumina la cara.
—De parte de tu madre y yo.
Rosalie, Alice y Jasper se ven unos con otros y ponen los ojos en blanco.
—¡Una pulsera! ¡Me encanta!
Sabía que se podía hacer. Pero no tengo idea de cuánto pudo haber costado. Mi propia pulsera con un dije de zapato de tacón plateado. Lo que me recuerda a mi sueño.
—Gracias Phil. Gracias Mamá.
—Y yo que pensé que eran un par de aretes —Dice Alice.—Ten, estos sí son tacones de tamaño real.
No había visto la caja que traía consigo. En efecto son un par de tacones. Hermosos pero no sé cuándo vaya a usarlos. Algo me dice que a Alice le tocaron los tacones y a Rosalie el vestido. Las amo de verdad.
—Son un par de locas. Ahora sí a comer pastel para que ese vestido que has traído no me quede.
Tres rondas de cerveza después, una lista de canciones por recordar, unas rodillas débiles que me matan del dolor y las tripas que están haciendo fiesta en mi estómago.
—Tengo hambre—Me quejo—Hemos llegado a uno de nuestros clubs favoritos, y donde venden cerveza barata con un par de cajas de pizza. Los chicos están bailando y pasándola bien, pero mi mejor amiga Rosalie no tiene buena cara.
—Te hubieses visto linda con el vestido.
—Lo sé, pero será para otra ocasión, te lo prometo. Quería sentirme yo, es mi cumpleaños.
Ella rebusca en mis palabras algo de consuelo y por la sonrisa que me da, creo que lo ha conseguido.
—Bien, solamente porque te la estás pasando bomba, no importa lo que uses, eres linda. Solamente que…
—Sé que no te gusta verme con mi overol sucio, por más que intento lavarlo todos los días con ese nuevo detergente que sale en televisión, no da brillo, no el que quiero.
—Isabella, intenta razonar. Eres una mujer talentosa. Te partiste el lomo conmigo en la universidad. Tú estudiando diseño y yo relaciones públicas, trabajar para Cullen Publicity era uno de nuestros sueños, trabajar en una empresa importante. Pero no limpiando suelos y yo siendo la asistente del gerente de imagen.
Creo que ha bebido demasiado. Siempre es el mismo tema. Aunque no lo diga se compadece de mí. De la vida que he llevado los últimos seis años. Desde que mi padre murió perdí mis sueños de ser alguien, y aunque sea una diseñadora empedernida en mi interior y en mi loco cuaderno de bocetos, sé que nunca podré salir de mi overol, gracias a mis hermanastras.
—¿Estás pensando en ellas? —Rosalie lee mi mente—Piensas en tus jodidas hermanas. ¡Qué digo! Leah , Uña y Mugre—Se echa a reír antes de continuar, siempre le causa gracia sus propios apodos—Uña y mugre no pueden tener tanto poder sobre ti, algún día me dirás qué es lo que realmente pasó, Isabella y no estoy tan borracha para no acordarme de esto. ¿Quién jodidos no se acordará de uña y mugre? Gracias a Dios no son mis jodidas jefas inmediatas, aunque a veces me cagan el trabajo y las ideas.
—Tus ideas siempre son geniales—La adulo.
—A veces tú me ayudas, tienes que darte crédito. No eres solamente la chica del overol medio sucio.
—Oh, Rosalie. Será mejor que dejes la cerveza ¿Cuántas te has tomado? ¿cinco? Creo que es lo único que tu cuerpo resiste, mientras tanto yo estoy muriendo de hambre.
—¿Quién dijo comida? —Alice y Jasper vienen con más cerveza y por fin ¡Pizza! La que devoro con muchas ganas y le doy un poco a Rosalie, a quien no le importará romper la dieta hoy, con algo tiene que bajarle la borrachera.
Amo a los chicos, pero por más que intenten hacerme sentir bien este día, solamente puedo pensar en mí, mis sueños, mi martirio y por supuesto, mi padre.
—Creo que hoy tendré sexo con Alice—Me susurra Jasper al oído, luego de darle una mordida a su slide de pizza, se la arrebato de las manos. No es la primera vez que quiere ligarse a Alice.
—¿Alice tendrás sexo con Jasper hoy? —Pregunto en voz alta y mi amigo abre los ojos como platos.
—¡Jasper! —Grita Alice—¿¡Quién te crees!?
Jasper me fulmina con la mirada.
—Dijiste que terminaste con ese novio travesti tuyo—Casi escupo mi cerveza.
—¿Has roto con Ken? —Preguntamos Rosalie y yo al unísono.
Ella se pone a llorar, nosotras ponemos los ojos en blanco porque es típico de Ken. Aunque esta vez parece ser bastante grave.
—Lo atrapé engañándome, de hecho Jasper lo miró primero.
Espera ¿Y Cómo es que milagrosamente Jasper lo miró primero? Rosalie debe estarme leyendo la mente al igual que Alice.
—Nos encontramos el otro día, y tomamos un café—Jasper comienza a decir rápidamente como si no tuviese importancia.
—Es extraño, Ken engañándote, pensé que era un buen chico, y extraño también que Jasper tome café, porque lo odias ¿No es cierto?
—Joder, de acuerdo. Tuvimos una cita—Alice ha dejado de llorar—Pero de amigos, quería darle celos a Ken, pero el tiro salió al revés. Estaba en el mismo restaurante con otra chica.
—La besaba como si fuesen a tener sexo ahí mismo—Agrega mi amiga un poco resentida.
Lo importante de todo no es Ken, es un idiota y Alice no se merece eso, pero llevar tu mierda con uno de tus mejores amigos es aún peor, no me quiero imaginar si se enredan juntos.
—Lo lamento, Alice—Dice Rosalie.
—Lo lamento también, mereces algo mejor. Pero tienes que pensar con la cabeza. No puedes ir solamente a dar el salto con uno de tus mejores amigos. Chicos, hemos sido amigos desde siempre ¿Sexo de venganza? ¡No puedes tener sexo con tus amigos!
—En grupo no—Interrumpe Alice.
—¡No puedes tener sexo con tus amigos! —Gritamos Rosalie y yo—Van a arrepentirse o peor aún, habrá tensión, o ¿Qué tal si uno se enamora?
—¿Qué tal si los dos? —Ahora Rosalie lo arroja contra la mesa y Alice y Jasper parecen asustados.
—Chicos, no me meteré en tu vida sexual, puedes meterla donde quieras, pero piénselo bien. Alice no mereces ser lastimada de nuevo y Jasper no puede sacar provecho de eso — Lo señalo.
—¡Auch! —Dolor dolor.
—Lo digo de verdad, los quiero demasiado para que arribes en una noche. Pero si eso sucede, cortaré las bolas y te suturaré la vagina para que solamente puedas mear. —Ahora señalo a mi amiga.
Es demasiado para una noche. Acabo de hablar como he hecho mi madre en mi caso. Le habría dado un infarto escucharme hablar así. Pero las cervezas y las tripas me ganan.
Así pasó la noche, intentando convencer a Alice. Y mientras hacíamos eso, Jasper la convencía del porqué sí.
Definitivamente es la historia de mi vida.
Hola todos que les parece el primer capitulo, bueno inciamos con una adaptacion nueva bueno ya saben la dinamica esta historia no es mia es una adaptacion solo cambio el nombre y los personajes al final de la historia publicare el nombre original del libro y el nombre de la autor o autora del libro y tambien si saben de que libro se trata porfa no lo comenten, al igual en el blog subire una adaptacion del dejare la sinopsis aqui abajo para que vean de se trata y si se animan a leerla bueno la actualizaciones seran como siempre lunes, miercoles y viernes, bueno nos vemos el miercoles con el segundo capitulo.
"No puedo amarte" actualizaciones en el blog twilight secret love . blogspot . com (Sin espacios)
Isabella
Él me recogió cuando no tenía otro lugar a donde ir.
Él no me utiliza, me lastima o se olvida de mí. No me trata como si no fuera nada, me subestima o me hace sentir insegura.
Él me recuerda, se ríe conmigo y me mira. Él me escucha, me protege y me ve. Puedo sentir sus ojos sobre mí en la mesa del desayuno, y mi corazón late tan fuerte cuando lo escucho estacionar en la entrada después del trabajo.
Tengo que detener esto. No puede suceder.
Mi hermana me dijo una vez que no hay hombres buenos, y si encuentras uno, él probablemente no esté disponible.
Solo que Edward Masen no es el que no está disponible.
Yo soy.
Edward
La llevé, porque pensé que yo estaba ayudando.
Ella cocinaba algunas comidas y limpiaba un poco. Fue un arreglo fácil.
A medida que pasan los días, sin embargo, se está convirtiendo en algo menos fácil. Debo evitar que mi mente se desvíe hacia ella y dejar de contener la respiración cada vez que me tropiezo con ella en la casa. No puedo tocarla, y no debería desearlo.
Sin embargo, cuanto más encuentro mi camino cruzando el de ella, más se está convirtiendo en parte de mí.
Pero no somos libres de ceder a esto. Ella tiene diecinueve años y yo tengo treinta y ocho.
Y el padre de su novio.
Desafortunadamente, ambos se mudaron a mi casa.
Es un romance independiente y contemporáneo apto para mayores de 18 años.
