DISCLAIMER: Ni CdM ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de ChiNoMiko.

Bueno, aquí viene el que va a ser el fic que ocupe el lugar que ha dejado Victorian en el orden de subida que suelo llevar. La verdad es que llevaba cosa de un mes dándole vueltas a escribir algo más ligero con tintes de humor y, de paso, forzarme a mi misma a vencer mi bloqueo con algunos temas que me cuesta más escribir (quienes me hayan leído con anterioridad creo que sabrán a que me refiero). Así que dije, ¡vas a superar ese bloqueo mediante una buena terapia de choque! Y aquí me tenéis.


El monótono sonsonete del profesor de literatura clásica estaba haciendo que Diane comenzara a quedarse dormida. No podía evitarlo, siempre que ese hombre cerraba la puerta del aula comenzaba a sentir cierto sopor, el cual iba en aumento conforme él sacaba sus eternos apuntes y comenzaba a leerlos con un sonsonete monótono. Siempre intentaba luchar contra el sueño aunque fuera a base de pellizcos que ella misma se daba, pero al final todo era inútil: acababa perdiendo el hilo de las clases y, casi siempre, debía recurrir a los apuntes de Lysandro para no quedarse atrás. Él parecía inmune a la voz de aquel docente y a su efecto adormecedor.

La verdad era que había sido una suerte que ambos hubieran coincidido en la misma clase en la carrera, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de turnos que había en Filología Inglesa. Ambos se sentían atraídos por la literatura, de tal modo que acabaron eligiendo dichos estudios para cursar en la universidad. Y Diane debía admitir que poder continuar estudiando en el mismo grupo que su pareja era una verdadera bendición.

Llevaban juntos cosa de un año, aunque se conocían desde el último curso de la secundaria. Siempre se llevaron bien, aunque al principio la habitual timidez de Lysandro complicó un poco las cosas. Pero siendo ella como era una chica no muy habladora, acabaron congeniando y, conforme los eventos escolares se fueron sucediendo en los cursos posteriores, fueron pasando más y más tiempo juntos. Hicieron equipo en una carrera de orientación en la cual acabaron perdidos en mitad del bosque, también colaboraron muy cercanamente en una obra de teatro que se representó poco después e incluso cuando el instituto organizó una jornada de arte estuvieron en el mismo equipo (lo cual fue una suerte, ya que su grupo trabajó la escultura en madera y Lysandro pudo arreglar el destrozo que hizo Diane con su parte del trabajo). Todos esos momentos juntos hicieron que su relación fuera evolucionando hasta el punto en el que, el otoño del año anterior, él acabó confensando sus sentimientos, siendo estos correspondidos por la chica. A partir de ese momento, comenzaron a salir.

Notó un leve codazo en las costillas que la hizo alzarse en su asiento como si algo le hubiera picado, logrando evitar que la chica acabara dando con su cabeza encima de la mesa. Diane observó por el rabillo del ojo la sonrisa cómplice de Lysandro, justo a su lado, que parecía haberse percatado de que la joven se encontraba a punto de quedarse dormida.

El chico garabateó algo con su estilográfica en la libreta que usaba para tomar notas (Diane siempre se había sorprendido de que él siguiera usando plumas a bolígrafos, era un detalle que le gustaba. De hecho que fuera alguien tan peculiar había sido el principal motivo por el que se fijase en él, pues no todos los días una se encuentra con alguien a quien le guste tanto una época histórica como para llegar al punto de vestir como en pleno siglo XIX) y luego la giró de tal modo que la chica pudo ver una leve nota al margen de los apuntes que había tomado.

"Luego vendrás pidiéndome ayuda".

La joven sonrió mientras que se apartaba el largo cabello rubio de la cara. La conocía demasiado bien.


A pesar de que ya no estudiaban todos en el mismo centro, el peculiar grupo que se había formado en el instituto seguía reuniéndose de vez en cuando, aunque no siempre todos en común. Si bien Diane seguía viendo casi a diario a Rosalya y a Priya, lo cierto era que a los demás les había perdido un poco la pista. Sabía que Nathaniel y Melody lograron entrar en medicina, que Kentin había vuelto a un entrenamiento militar y que Armin se había metido en la carrera de informática por probar algo.

De quien apenas sabía nada era de Castiel y no precisamente porque no se vieran, sino porque se llevaban igual de mal que el primer día. Nunca se soportaron; Castiel la veía como a una niña impertinente, y ella a él como un chulo anclado en la adolescencia. Pero a pesar de sus diferencias, se toleraban debido a que ambos compartían a Lysandro como nexo en común. De hecho, los dos jóvenes seguían manteniendo el grupo que crearon durante sus días de instituto, reuniéndose aún todas las semanas para ensayar, aunque por suerte ya no lo hacían de forma clandestina en el sótano del centro educativo, sino que aprovechaban una de las salas de uso libre que tenía la facultad para poder practicar. Las salas podían reservarlas los alumnos semanalmente y se encontraban insonorizadas, de tal modo que no molestaban a nadie.

Aquel día, justo después de salir de la soporífera clase de literatura clásica, habían programado una de sus sesiones de ensayo, a la que habían invitado a Diane y a una tal Emilie, una supuesta "amiga" de Castiel, aunque tanto Lysandro como Diane creían que era algo más.

Ambas chicas se encontraban sentadas en el suelo de la estancia, pues la mesa y las sillas que había en la misma se habían aparatado a un lado para que los chicos contaran con más espacio para poder practicar. Las dos jóvenes los observaban en silencio, cada una perdida en sus pensamientos: Diane pasando distraídamente las hojas de los apuntes que tenía en su regazo mientras que Emilie hacía experimentos distraídamente con sus dedos en su pelo moreno. Ninguna de las dos había hablado demasiado con la otra, de hecho eran pocas las veces en las que habían estado juntas, motivo por el cual se trataban con tiento, sin fiarse de la otra persona.

Diane deslizó un dedo de forma ausente por una de las líneas que había escrito aquella misma mañana, mientras que prestaba atención a las canciones que los jóvenes tocaban. Hasta el momento habían ensayado un par de "baladas" más lentas de lo habitual en su tipo de música, pero ahora habían abordado un tema con mucha más fuerza, por decirlo de algún modo.

A fe de ser sincera, Diane no podía menos que sentirse orgullosa de salir con un chico que tenía tan buena voz. Le gustaba el modo en el que Lysandro cantaba, su voz se volvía más profunda y adquiría matices que no solía tener en el día a día. Le daba la impresión de que, cuando cantaba, podía introducir los dedos en su pecho y tocarle directamente el corazón, o al menos eso siempre había sentido cada vez que le escuchaba. Sin embargo, aquella sensación de estremecimiento interno que siempre sentía cuando él cantaba fue transformándose en algo mucho menos agradable conforme el chico iba entonando las diferentes estrofas de la canción.

Esta pasión es como un veneno, necesito sentir tu cuerpo contra el mío...

¡¿En serio pensaban ensayar una de esas dichosas canciones subidas de tono?! Diane sabía que muchos temas que Lysandro había escrito tenían ese toque de picardía que a muchas chicas enloquecía (como era el caso de la dichosa Nina, que aún les seguía como una sombra) pero en lo referido a ella, siempre la hacía sentirse incómoda. Bueno, de hecho incómoda era una palabra demasiado suave para definir el estado al que llegaba siempre que él elegía cantar uno de esos temas. Lo único que quería era taparse los oídos de tal forma que la letra dejara de tener coherencia o, simplemente, marcharse lo más pronto posible hasta que hubieran vuelto a una canción menos traviesa.

Apretó las manos sobre los folios de su regazo, notando que su rostro se volvía más y más ardiente, como si alguien hubiera activado un interruptor en su interior que hiciera que su cara se convirtiera en un brasero. Su reacción no debió de pasar desapercibida, pues la otra chica se giró hacia ella con gesto contrariado.

—¿Te encuentras bien? —inquirió Emilie, mirándola fijamente con sus enormes ojos castaños.

Diane asintió, pero lo cierto era que no se encontraba bien en absoluto. Su respiración se aceleró, como siempre que se sentía especialmente incómoda, hasta tal punto que supo que era insostenible que se quedase allí por más tiempo si no quería acabar hiperventilando.

—Tengo que ir al lavabo —masculló entre dientes mientras se abalanzaba contra la puerta y salía apresuradamente de la estancia. Fue tan precipitada su salida que no se dio cuenta de que Lysandro paraba de cantar y se la quedaba observando con cierta resignación en el rostro. No era la primera vez que ella salía huyendo cuando abordaban esos temas.


Iba a hacerlo más largo, pero he querido dejar esto como introducción para que os quedéis con la intriga de por qué esta chica actúa de un modo tan "infantil" con esos temas (además de que esa actitud va a dar mucho juego en el futuro y muchas situaciones que ya tengo planteadas y que me muero por escribir porque me parecen bastante peculiares). Además, tengo que irme a la ópera en nada y como siga escribiendo me van a dejar fuera XD.

Espero que apoyéis este fic con el mismo entusiasmo que habéis puesto con los demás que he ido publicando en el más de medio año que llevo subiendo de esta temática. Así que ya sabéis, si queréis cap pronto, dadle amor al botoncito de review que tenéis ahí al lado de tal modo que me motivéis para continuar subiendo.