Pareja: Bakugou Katsuki/ Midoriya Izuku
Disclaimer: BnHA no me pertenece.
Resumen: Porque Izuku sabe que él tampoco es eterno.
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En el borde (O de como Spica no es para mí)
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La primera vez que Izuku vio a Katsuki, pensó que era brillante, con la pequeña sonrisa maliciosa que le dio, y demasiada confianza para ese pequeño cuerpo.
Algún día, pensó Izuku antes de caer dormido esa noche, Kacchan traería algo interesante consigo y lo llevaría con él en el intento.
Izuku sabe que existen cosas eternas...
Y que él no es una de ellas.
El medico sonríe condescendiente, e Izuku sabe que está perdido.
No tiene fecha límite, podría ser mañana, podría ser en tres meses, quizás un año.
Algún día, piensa Izuku acompañaría a Kacchan a la montaña, y bajo la mirada de estrellas parpadeantes diría:
—Te amo, Katsuki. —E Izuku no puede predecir la reacción de Kacchan porque aunque lo conozca tan bien, sigue siendo tan inteligible como siempre.
Entonces, juntos, salvarían a muchas personas, tantas que al llegar a casa sentiría el peso del mundo sobre los hombros. Katsuki le daría un golpe en la cabeza, diría—: No pienses tanto bastardo, mañana vamos a la playa.
E Izuku dormiría con la imagen de las olas lamiendo sus talones, el sol cayendo sobre su cabeza, el cabello de Katsuki brillando al son de la arena.
Y soñaría con sus manos, y piernas entrelazadas, día tras día.
Eternamente.
Midoriya sabe, que algo como eso, no es posible que suceda.
Sale por la puerta del hospital. Y decide hacer algo.
—Estas trabajando demasiado —susurra Todoroki—. Descansa un poco, los héroes no son máquinas.
—¡Deku-kun, —exclama Uravity desde lo alto de un edificio— puedes ir hoy más temprano a casa!
Pero Izuku no escucha.
La primera vez que besa a Katsuki no hay ningún tipo de Spica resplandeciendo sobre su cabeza, ni cuidadosa planeación, ninguno dice Te amo tampoco.
E Izuku espera que ese sea el último.
Pero, Katsuki lo besa una vez, dos veces, tres veces.
Kacchan se levanta tarde, le gusta el café hirviendo en la mañana. Deja la ropa mojada a secar en el suelo, y le da un picotazo en la parte de atrás de la oreja antes de salir a trabajar todos los días.
Hasta el día de hoy nunca ha dicho que lo ama.
E Izuku piensa que es mejor así.
Esa noche, las lágrimas de Izuku se desbordan, se acomoda en los antebrazos sobre la figura de Kacchan quien duerme, ajeno al mundo, al dolor y al sufrimiento.
Ajeno a la araña que crece lentamente en algún rincón de su cerebro.
—Te daré mi más grande tesoro... —Murmura Izuku—. El One For All... lo único que tengo.
—Sabes, te daría mi vida entera... —Una lágrima solitaria se desliza por el rostro de Katsuki y se pierde en la tela blanca de la almohada—. Te regalaría cada pedazo que tengo, pero no puedo hacerlo, no alcanzaría nunca Kacchan... Te amo tanto, te amo tanto, que duele...
A la mañana siguiente cuando Katsuki despierta, sus labios tienen un sutil sabor a cobre, piensa que a pesar de que su sueño era feliz. Él podía haber estado llorando.
Entonces recuerda que esto es un espejismo, en cualquier momento, se apagaría como una vela. Caería al igual que una hoja en el otoño y se secaría en el suelo.
Esa tarde empaca sus cosas y decide salir, así el golpe no les dolería tanto, a ninguno de los dos.
Katsuki está leyendo en la sala, tiene un libro abierto en el regazo y cambia de hoja pausadamente. Quizás esta es una de sus facetas favoritas, una de las muchas caras del prisma.
—¿Que estás haciendo, Deku? —Pregunta Katsuki, levantando la vista lejos de las letras, que retumban con cantos de guerra en civilizaciones desconocidas.
—Me voy, Kacchan. —Las palabras le suenan trémulas, vacías.
El libro es olvidado en una esquina de la habitación, descansa en cenizas.
Katsuki se levanta. El sujeta la mano de Izuku, esa que lleva al maleta, esta tan cerca que sus alientos se confunden—. Pero, tu...
—Sabes que tengo que irme, Kacchan —Midoriya intenta alejarse, tomar una distancia segura en la que las piezas de sus corazones se mantengan separadas— No puedo permanecer aquí.
Katsuki toma la maleta, y la otra mano de Izuku es sujetada casi con dureza.
Si Deku no hubiese compartido toda su vida con Katsuki, no podría distinguir las veces en las que estaba siendo amable.
—Esta es nuestra maldita casa Deku, las plantas son tuyas, la cafetera también, los zapatos en el estante. — ¿Por qué Katsuki puede hacer una voz tan suave?... ¿Cómo es que puede terminar las oraciones de una forma tan rota?... Los ojos de Izuku pican, quiere gritar pero su boca esta presionada contra el hombro de Katsuki, y su camisa se humedece en un color más profundo.
—Está bien. Puedes quedarte.
—Kacchan. —Masculla Izuku, lo repite una y otra vez—. Kacchan...
—Quedate aquí, Deku. —Eso es lo último que escucha antes de que la maleta caiga.
Las cosas se desparraman por el suelo, pero es el único lugar en el que deberían estar.
Unas semanas más tarde, es un trabajo fácil.
El villano está huyendo, solo va un edificio adelante, y a medio día es fácil encontrarlo.
Kacchan va a la delantera. Deku lo sigue de cerca, pero las piernas repentinamente no le responden.
La figura de Katsuki se hace más borrosa, cuando nota que son las lágrimas que no lo dejan ver. Cuando se da cuenta de que las manos de Katsuki están llevándolas lejos con la punta de los dedos, cuando siente que no son más sus lágrimas si no que son gotas tibias que le caen en la cara. Y se mezclan con las suyas.
—No llores, Kacchan...
—Lo siento. —Responde Katsuki. —Deku...
—Es mi culpa... Yo...
—¡Está bien...!
Es una palabra lo rompe como el cristal, porque Katsuki sabía.
Cuando por lo beso violentamente por primera vez, y cuando dijo que se quedara, él lo sabía, que no habría ninguna eternidad para ellos dos.
—Te am...
Fue la primera, y la última vez.
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Notas:
Para la KatsuDeku WEEK. Drabble.
Un triste Death-Fic, en el que la felicidad les fue cortada, o quizás todo fue un sueño, no lo sé.
Voy a ir a llorar debajo de mi cama un rato. No me esperen.
