N/A:

Autora: White Aconite (Kyomi).

Beta: Black Requiem (Anna).

Género: Sobrenatural, misterio, acción y humor.

Rating: +16

Advertencias: palabras altisonantes y algo de violencia (tenemos a Scott _ _; ¿que esperaban?).

Disclaimer: tú y tus abogados me obligan a admitir que Hetalia no me pertenece, sino a la ingeniosa mente de Himaruya-sensei


A veces me pregunto qué pasaría si no hubiera tomado por error aquel camino que conducía a un callejón sin salida tras una presurosa huida… así me sentía: atrapado, empero, no solo de mis perseguidores, sino de mi propia identidad y existencia ¿Quién era yo?

Tal vez si esa noche hubiese tenido cabida en mi mente para la razón, no habría acompañado aquel bruto pelirrojo hasta la habitación 204, sin saber que tras abrir esas puertas mi vida… no, mi propio motivo para vivir cambiaría…

Porque hay cosas que no se deberían saber.

Room 204.

By: White Aconite.

Capítulo 1:

Habitación 204: Shadows Moon.

Sus piernas resentían el esfuerzo hecho y no le extrañaría que ambas se desplomaran con todo el cansancio que cargaba desde el día anterior, sin embargo, la adrenalina en su sistema le mantenía alerta y con energía para continuar su carrera sin derrumbarse.

Su corazón latía desbocado, su rostro pálido se encontraba seguramente rojo por el esfuerzo mientras que sus cabellos áureos se mecían con violencia por la huida, el aire de sus pulmones se transformaba en vaho por la madrugada gélida, mas no podía detenerse ya que escuchaba el eco de los cercanos pasos que le perseguían.

A pesar de que sus ojos esmeraldas buscaban con desespero algún escondite, las altas horas de la noche le dejaba sin opciones de lugares donde guarecerse de sus buscadores y los charcos que se acumulaban sobre el asfalto delataban su ruta sin importar que tan oscuras fuesen las callejuelas que escogía para perderlos. Dio un paso en falso girando hacia ese camino sin salida, su mirada se posó en la mole de concreto que le cerraba el paso acorralándolo entre esas tres paredes y contra los malhechores que obstruían su única vía de escape.

"Huye, Huye, HUYE" le gritaba su mente cada vez más alto a medida que sus buscadores acortaban la distancia que existían entre ellos. No conocía sus motivos o siquiera la identidad de estos, empero, sabía que ellos le regresarían a ese obscuro sitio del cual había escapado apenas el día anterior.

Forcejeo e hizo uso de su complexión varonil para liberarse, sin embargo, no podía compensar la desventaja numérica de sus adversarios. Uno dio una fuerte risotada cuando el rubio fue finalmente apresado por los dos restantes hombres, mas un fuerte golpe cerró la boca al mortal para responder con el mismo en el abdomen sacándole todo el aire.

–A parecer ya se calmó el juguete de la doctora. Sería un incordio que se la pasara resistiéndose todo el camino –manifestó uno mientras el cautivo le escuchaba.

–Nos ha dado suficientes problemas. Ha sido escurridizo evitándonos todo el día –expuso el otro al mismo tiempo en que le arrastraban fuera del callejón asegurándose de sujetarlo bien.

–Ahora la doctora estará tan molesta que este chico no deseará haber escapado –bufó el restante con la intención de atemorizar al joven de ojos jade.

Sin embargo, el mozo no era consciente de las amenazas implícitas que sus celadores mencionaban. Él no podía recordar a ninguna doctora y no lograba enlazar aquel término con sus propias memorias ya que éstas eran confusas y turbias. Aunque quería averiguar el significado de aquellas palabras, su cuerpo ansiaba la fuga hacia un lugar lejos de las manos de aquella misteriosa mujer.

Dígase destino o casualidad, pero aquel encuentro fue pospuesto por cierto incidente que implicaba a un pelirrojo brutal; si no hubiese sido porque le habían pisado cuando el descansaba de su lucrativa noche entre faldas y alcohol, la historia hubiese sido muy diferente esa noche.

–Hey, tú cabrón –siseó irritado por la migraña y la ofensa cometida segundos antes –discúlpate.

Reconoció al extraño como escoses debido al acento con el que hablaba, adicionando que se desprendía de sus prendas un fuerte y viril olor a whisky y a tabaco. Los tres hombres se miraron en complicidad y contrariamente por lo que el misterioso pelirrojo había solicitado, solo le dedicaron una sonrisa de superioridad y burla. Por supuesto, el caballero de cabello bermejo no se lo tomó bien.

–Si no quieres acabar como perro aporreado, serás tú quien pida disculpas a nosotros por tomar esta vía pública como tu lugar de descanso –se mofó el que parecía el jefe.

El mencionado comenzó a levantarse de su sitio ayudado de la pared donde momentos antes estaba recargado. Metió con parsimonia la mano derecha adentro del abrigo para sacar la caja de cigarrillos y con la otra ubicó el encendedor. Dio una gran bocanada al tabaco y exhalo el humo en un gesto altivo, después dejó que las comisuras de sus labios se distorsionaran en una sonrisa burlesca y arrogante.

-Así que los simios saben hablar –se mofó mientras sus orbes verdes centellaban con provocación. –Si tu forma de pelear es tan pobre como tus insultos, entonces deberías abandonar tu ocupación como matón, imbécil.

-Haré que te comas esa palabras –se abalanzó el más robusto de los tres hacia el pelirrojo que permanecía impávido ante el próximo puñetazo.

El más joven pudo escuchar desde su sitio el ruido de las carnes tras el impacto y se estremeció por el dolor ajeno, mientras sus secuestradores esbozaron una mueca victoriosa. El más fuerte de los tres permanecía con el puño en la mejilla derecha del valeroso e imprudente escoces, por lo que pronto se dio cuenta de que algo no iba bien tras la afrenta.

El pelirrojo le veía indiferente a pesar de haber recibido el choque en su rostro y se limitó a exhalarle la humareda en el rostro del más próximo.

-Tus golpes dan pena, te enseñaré como dar un puñetazo idiota –sus orbes jades chispeaban por el cabreo.

Desde su sitio, apenas pudo vislumbrar como el puño del desconocido se hundió en el estómago, sacando a volar al más grande por los aires.

-¿No conocen modales? No se molesten, me encargaré de enseñarles para que nunca lo olviden –amenazó caminando lentamente hacia los restantes raptores que veían con incredulidad la escena ante sus ojos.

Casi su mandíbula se cae desencajada al percibir la brutalidad de los golpes con los que el escoses recibía a los malhechores. Si pudiese describir el escenario con una palabra, sin duda alguna esa sería salvajismo.

En menos de un minuto había terminado con toda la compañía a manos desnudas sin inmutarse por la insignificante desventaja de no estar armado como lo estaban los otros, sin embargo no sólo logró arrebatarles el arsenal sino también adornó los rostros ajenos con moretones y muchas contusiones. Todo un espíritu rebelde.

Una vez terminada disputa unilateral, el victorioso pelirrojo se acomodó sus ropas y tiró el resto de su cigarrillo a los cuerpos malogrados. Su apariencia seguía siendo desaliñada a pesar de sus esfuerzos por reacomodar la ropa sobre su fornido cuerpo, lo que le proporcionaba una apariencia tosca y ruda -varonil para las damas- sin embargo, eran la soberbia reflejada en sus orbes lo que le hacía relucir como un soberano.

-Cuatro de la mañana –murmuró viendo la hora en su celular –. Es muy tarde, Glen me lo echará en cara –una mueca de disgusto por el eterno sermón de su compañero de habitación no hacía mucho por mejorar su humor. Pronto sus orbes se posaron en el joven que le miraba pasmado a unos pocos metros. – ¿Qué tengo monos en la cara, idiota? –insultó ya que su genio estaba hecho mierda tras la ajetreada noche.

No era cobarde. Era un hombre hecho y derecho, mas no podía negar que aquel sujeto había mostrado pruebas claras de ser mucho más peligroso que sus anteriores raptores, por lo que decidió ser cauteloso para no provocarlo.

–No. Solo quería agradecerte –su voz trataba de ser imperturbable, claro está que ese no era el estado de ánimo para describirse–. Esos hombres me seguían sin conocer la razón.

–Les pegué porque me dio la gana, no para salvar un patético crío –exclamó el otro. Algo le decía que conocía ese rostro en alguna parte pero la jaqueca le imposibilitaba la tarea de recordar de dónde.

–Sé defenderme en un mano a mano –se ofendió el otro –, si no hubiese sido por la diferencia numérica no perdería.

El rubio frunció el ceño y fue cuando un destello surcó la mente del más alto; aquellas cejas tan tupidas y enormes las podría reconocer en cualquier parte.

–Arthur Kirkland –pensó en voz alta.

– ¿Cómo sabes mi nombre? –preguntó vacilante, planteándose si pasar corriendo por su lado o esperar la respuesta. Una sonrisa surcó los labios del otro lo que terminó por asustar al rubio.

–Es mi día de suerte, he encontrado al gato perdido –el gesto de confusión del más joven le valió un comino al más alto, quien le tomó fuertemente con su mano apiñonada y emprendió marcha con él. –Con esto no tendré que soportar los reclamos de Glen –sonrió satisfecho por haber encontrado salida a lo que sería una tediosa mañana.

– ¡Espera! ¿Dónde crees que…? –las constantes protestas de Arthur eran ignoradas olímpicamente por el escoses que literalmente le llevaba a rastras.

A regañadientes sin oportunidad de zafarse del otro y cansado de maldecir al aire repetidas veces, trató de seguir el paso presuroso del más alto. Agradecía el hecho que fuese todavía de madrugada ya que la escena de un hombre tomando la mano del otro –aunque fuese jaloneado –no se le antojaba mostrársela a otros, sobretodo siendo un distrito tan avivado por los bares, cafés y los pisos compartidos que caracterizaban Queens Park.

Observó el edificio en frente: el lugar que tenían ante sí no era nada lujoso, más bien era un edificio de medio pelo, se notaba desde afuera que los apartamentos eran pequeños… nada que ver con las lujosas y elegantes residencias de Myfair -la zona donde se encontraba su casa.

El mayor subió las escaleras llevándolo a trompicones hasta el tercer piso. Mientras el hombre más alto buscaba algo en sus bolsillos con su mano restante, Arthur solo pudo visualizar el número en la rejilla del departamento.

El cuarto 204.

Rindiéndose ante hallar las llaves perdidas, desconsideradamente toca con tosquedad la puerta sin pensar en que su compañero pudiese estar en pleno descanso. Efectivamente sonaron los pasos del dueño de la residencia provocando un eco similar al que haría un asesino antes de asestar el golpe a sus víctimas.

–Perdón, perdí las llaves –su falsa disculpa sonó tan obvia con aquel tono libre de remordimiento.

No hubo respuesta. Sólo dos orbes oliva que le miraban de forma desenfocada, escrutando el rostro de su compañero para deducir donde había gastado su noche. Luego viró su cabeza al percibir a la inesperada visita que permanece sin aliento tras la agitada caminata a la que fue obligado.

El mencionado solo se limitó a observar al apático anfitrión. Siente recelo y fascinación ante esa mirada despectiva que le examinaban, sin rastro de emoción, ojos tan calmos que pueden dar una agonizante paz. Era apuesto con ese semblante tan imperturbable o quizá era el sentimiento de querer saber los pensamientos que atravesaban la mente el adulto. Sus finos cabellos dorados con un ligero destello cobrizo perfilaban sus facciones embelleciéndolas más. Su complexión era delgada pero atlética y su tez era similar al marfil pero de apariencia firme al tacto.

Desvía la mirada ante el temor de ser inspeccionado por esos esos ojos ya que nunca se había sentido tan desnudo con solo una ojeada. Se sorprendió de la dirección de sus últimos pensamientos mas no podía negar lo apuesto que le parecía, aun siendo hombre.

–He encontrado al sujeto extraviado –se limitó a alzar a Arthur para mostrárselo a su indolente compañero de cuarto–. No tendremos que preocuparnos de la renta de este mes –Glen lo ignoró con tal gracia e indiferencia en sus facciones que provocó que Arthur se preguntará por la singular relación -si es que existía algo parecido- entre los habitantes del cuarto arrendado.

¡No podían ser más diferentes! Uno es un bruto y desaliñado, y el otro calmo y fresco.

Arthur se siente incómodo tras el escrutinio del de ojos oliva y éste, sin dejarle de mirarle en ningún momento, y en silencio, alza levemente una ceja en señal de incredulidad por el logro del holgazán pelirrojo. Si bien formaban un equipo, él la mente y el otro la fuerza bruta, desestimaba que el hallazgo no haya sido más que un accidente y afortunada coincidencia.

–Dime que no lo encontraste como uno de tus conquistas –dijo dejando al par entrar a la residencia.

–No tengo gustos tan malos –respondió el otro mientras dejaba salir un deje de provocación – ¿o me dirás que estabas celoso?

El mencionado ni se molestó en contestar lo que el escoses conocía tan bien, mientras que la pasividad de Arthur relucía por su, ahora, ausencia.

Se veía exasperado por ser ignorado por esas inusuales -por no decir perturbadores y de orientación sexual dudosa- personas después de haber sido literalmente arrastrado hasta ese sitio. Habría salido andando con acentuado paso hasta la salida azotando la puerta para mostrar su inconformidad sino fuese porque allá afuera le buscaban.

Carraspeó con el objetivo de hacerles enterar al dúo que seguía ahí y su paciencia se agotaba. –Espero una explicación que justifique que me hayan empujado hasta este domicilio y lo quiero cuanto antes –exigió dado que su orgullo lo pedía.

–Siento la brusquedad de mi compañero y la desmerecida atención a la que le hemos sometido –por la impavidez de su rostro no sabría estimar aquella disculpa como verdadera, empero, decidió escuchar lo que Glen tenía que decir. –Iniciemos presentándonos. Mi nombre es Glen y el de ahí es Scott –señaló al pelirrojo que se refugiaba en la nevera para un refrigerio nocturno–. Ambos llevamos un negocio de autónomos y como mencionó mi compañero, hemos recibido una petición de búsqueda para su persona. Ha estado desaparecido por más de un mes y sus familiares han solicitado su búsqueda a todas las organizaciones existentes con el fin de encontrarle.

– ¡¿UN MES…?! –Interrumpió al rubio sin darle importancia porque se encontraba absorto por el transcurso del tiempo –E-espera… ¡¿Me estás diciendo que ha pasado un mes mientras estuve fuera?!

–Tranquilícese señor –sugirió el blondo apacible a diferencia de la estupefacción del otro–. No sé cuánto tiempo usted supone que se ausentó, pero casi se cumple el mes y su familia tuvo buenas razones para preocuparse –se acercó más a Arthur que seguía con la cabeza entre las manos –sino le molesta, podríamos escucharle.

Arthur vaciló un momento, empero, necesitaba de ayuda en responder a muchas incógnitas que le atormentaban. Por una vez hizo su orgullo a un lado y decidió confesar a sabiendas que posiblemente le miraran como un bicho raro.

–Quisiera saber quién soy –apenas dijo en un deje de murmullo.

Glen miró a Scott y éste le devolvió la mirada de confusión antes de agregar. – ¿Ha perdido la memoria?

–No, no es eso –contestó imaginando ya el escepticismo en los rostros desconocidos. –No sé dónde he estado este tiempo, apenas soy capaz de visualizar un sitio sombrío y húmedo de donde salgo con dificultad a pie tratando desesperadamente de huir sin saber de qué. Después todo es borroso hasta que finalmente me encuentro ayer enfrente a mi casa, sin embargo, cuando me encontraba ante mi amado hogar me sentí perturbado, como si nunca hubiese vivido ahí. Permanecí poco tiempo en las cercanías hasta ver a mis padres salir con mis hermanos mayores… me embargó un sentimiento irreal, me sentía completamente ajeno pese a las buenas memorias que guardo de ellos. Como si estuviese en el lugar incorrecto.

–Una simple crisis existencial –fue desconsiderado el comentario, mas Scott no estaba interesado en el relato del muchacho. Ansiaba poder reclamar la recompensa de esos riquillos que se daban buena vida en la zona más cara de toda Londres y poder así solventar los gastos del mes.

– ¡No es una simple crisis! –Espetó el otro ofendido – ¡Es inquietante ese sentimiento de sustituir el lugar de alguien más!

– ¡Si simplemente te sientes incómodo en tu casa solo necesitas irte de ella y punto!

El otro se mordió la lengua y decidió tragarse su coraje pese al deseo por alguien que le comprendiera ¿Cómo lograrlo cuando ni él estaba bien seguro de lo que ocurría a su alrededor?

–Perdonen las molestias. Me retiro –anunció sin tomarse la molestia de honrar a sus anfitriones y dirigiéndose directamente a la puerta.

– ¿A dónde crees que vas? –Cerró la puerta con su mano mientras acorralaba al más bajo–. Si te marchas no podremos reclamar el botín que piden por ti –ese último comentario mandó a la mierda la paciencia del inglés.

– ¡Qué carajo me interesa que te mueras de hambre, cretino! –Glen enarcó una ceja e hizo un conteo mental esperando la reacción de su compañero.

–Niñato malagradecido… ¡Fui yo quien te salvó el culo de esos tipos!

– ¡Nunca solicité tu ayuda!

–Y supongo que podías liberarte ¿no? Cejas de azotador.

Solo faltaba la botana porque desde su lugar en primera fila, podía apreciar el tic nervioso que surgía de la cara de Arthur. Claramente, Scott había tocado una vena un poco sensible en el rubio.

-¿ACASO NO TE HAS VISTO EN UN ESPEJO, ESCOSES DE MIERDA?

-¡LAS MÍAS NO PARECEN ORUGAS!

Ningún bando daba su brazo a torcer por lo que era entretenido escuchar los ingeniosos insultos de ambos hasta quedarse sin aire -era eso o aburrirse.

– ¿Estás buscando pelea, estúpido?

– ¡Ja! Como si tus puños de niñita pudieran hacerme algo.

–Verás lo que pueden hacer estas manos de niñita.

–Una abuelita es más amenazante que tú, mocoso.

Finalmente tuvo que intervenir porque una cosa era presenciar una pelea verbal para quitar el aburrimiento, y otra muy diferente era una pelea a golpes donde la integridad del departamento estaba en juego, y él no tenía pensado pasar la mañana ordenando los desastres de los otros; ya tenía suficiente con los diarios desordenes que implicaba vivir con Scott así que no, gracias.

Carraspeó para llamar la atención de esos dos lo que resultó un medio un efectivo porque casi obtuvo esas miradas verdosas de manera instantánea.

–Si usted quisiera podríamos ayudarle con su problema –anunció Glen trayendo a Arthur nuevamente el dilema en que se encontraba.

-N-no, gracias. Resolveré esto solo –por su dignidad, se negó a aceptar la ayuda y dio la vuelta hacia la puerta. Aunque le importaba comino lo que pasara con el pelirrojo, sentía gratitud hacia el otro por escucharle por lo que… –con respecto a la recompensa, me aseguraré de que ustedes sean quienes lo reciban –anunció antes de desaparecer por la puerta.

–Tsk, maldito crío malagradecido –chasqueó los dientes Scott tras la marcha del rubio.

–Tus comentarios estuvieron lejos de ser confortantes.

–Solo dije lo que pensaba –vio esa mirada en el de ojos oliva y distinguió aquel brillo que extrañamente aparecía en sus orbes. – ¿Por qué la curiosidad?

Se tomó su tiempo para contestar ya que era complicado explicar el funcionamiento de sus intuiciones.

–Por lo que mencionó… –hizo pausa –, acerca de ese sitio oscuro y frío que vagamente recuerda y el sentimiento de ser perseguido. Es muy similar… –la mirada del otro se afiló escuchando cada palabra que salía de la boca de Glen.

Estaba de más decir que aquella profesión suya era más que una tapadera que ocultaban las verdaderas intenciones de ambos, y aunque él no podría lograr por su propia cuenta hallar a su objetivo pese a ser un ente casi invencible, era Glen quien podía rastrear el fin de ambos.

–Sería conveniente investigar.

–Con que Kirkland –mencionó en voz alta–. ¿Por qué será que nuestros problemas comienzan con ese apellido?

–Ironías de la vida.

Fin del capítulo...


N/A:

Hola. Espero les haya gustado sino… (se atrinchera) pueden enviar reviews bomba y jitomatazos si así lo quiere…

Si, lo sé, mi musa es caprichosa por andar creando otras historias cuando tengo turbar furiosas por los otros fics… en fin, lo escribí a menos de dos días y espero mi beta haya hecho un buen trabajo con los horrores de ortografía (aunque casi me arroja el manuscrito a la cara por cambiarlo nuevamente)

Algunos se preguntarán el porqué del título y les diré 204 también puede ser leído en japonés como Ingetsu (陰月), lo que significa al español Luna/Mes sombría/o que en ingles se traduciría como Month of Shadows/Shadow Moon. Este también es la manera que se le llama al cuarto mes del calendario lunar y como casi siempre cae en el mes de Abril que es el mes del cumple de Arthur, por lo que guarda algo de significado… suficiente de balbuceo, el punto es que me gustó y carecía ya de ingenio para la imaginación.

Este fic al igual que su similar, también vendrá cada quince días procurando tener pocas palabras para no atrasarme con los fics largos por lo que sean pacientes. No se que tanto me atrase durante la temporada de examenes asi que si dentro de dos semanas siento mi mundo al revés, no creo subir la segunda parte hasta que las aguas estén calmas.

Sugerencias, reviews, críticas son bienvenidos ^^