Bajando los prismáticos con los que había estado viendo a la totalidad del Imperio 88 siendo detenido por el Equipo de Respuesta Parahumano, Danny Hebert dirigió su mirada hacia las dos adolescentes que se encontraban a su lado y dijo:

—Lo juro, cuando me hablaste sobre sus poderes no creía que mi hija fuese capaz de hacer eso.

—Pues créaselo, señor Hebert —respondió Sophia Hess con una sonrisa antes de tocar el hombro de Taylor, que se encontraba sentada en el suelo, para despertarla del trance en el que se encontraba—. ¿Te encuentras bien, Taylor?

—Sí, Sophia, aunque si me dieses una botella de agua te lo agradecería —replicó Taylor Hebert antes de que su amiga le pasase la botella.

—¿Sabéis? Lo que encuentro más increíble de todo esto es que tenga que agradecer a los videojuegos por los poderes de mi hija —admitió Danny tras unos segundos.

—Para ser justos, al principio pensábamos que mis poderes solo eran hacerme invisible y lanzar proyectiles o crear armas hechas con luz solidificada —respondió Taylor tras devolverle la botella a Sophia—. Manifestar personajes de videojuegos como proyecciones que cumplen mis ordenes fue una sorpresa para todos.

—Sobre todo para Thomas Calvert —admitió Sophia—. Creo que la única razón por la que no intentó usar su poder para buscar una salida era que estaba demasiado sorprendido por la aparición de Pyramid Head como para reaccionar antes de que lo descuartizase.

—Lo que por poco envía a mi hija a Birdcage —replicó Danny, aún enfadado por el hecho de que su hija tuviese que perder su inocencia de esa manera—. Por otro lado, con los Pupilos, Miss Militia y múltiples agentes del PRT testificando que probablemente fue un accidente por su parte al sufrir un segundo evento desencadenante y perder temporalmente el control de su poder, logramos ganar el juicio.

—No te olvides del poder de Coil, ya que hacía casi imposible encerrarlo en Birdcage o incluso atraparlo si no lo pillabas por sorpresa —le recordó su hija—. Además, terminamos ganando mucho más que lo que perdimos con su muerte.

—Si, cierto —respondió Danny pensando en lo bien que iba su relación con una de las superiores de su hija, Hannah, más conocida como Miss Militia, a quien había conocido tras el juicio—. Aun así, me habría gustado que tú y Emma hubieseis hecho las paces.

—¿Después de lo que nos hizo? —preguntó Taylor—. Ni en sueños.

Aunque le dolía admitirlo, su hija tenía razón. Era muy difícil que perdonase a su antigua amiga después de que, aprovechando que Sophia había sido reclamada por la psicóloga del PRT para una evaluación, esta la hubiese encerrado en una taquilla llena de basura tras descubrir que se había hecho amiga de Sophia en secreto.

Pensando en ello, claramente Emma Barnes no había sido una buena amiga si, de acuerdo con Sophia, había empezado a acosar a Taylor porque se sentía insegura tras ser asaltada por unos pandilleros. En cambio, Sophia había demostrado ser una buena amiga una vez que, poco después de empezar su campaña de acoso junto a Emma y otra chica llamada Madison Clements, había encontrado una afición que compartía con su hija.

Esta había sido los videojuegos, particularmente los de terror, ya que su hija había empezado a usarlos para lidiar con la frustración que sentía tras la muerte de su madre un año antes de que Emma terminase su amistad con ella. No solo eso, sino que también iba semanalmente a un salón recreativo donde un día se cruzó casualmente con Sophia después de clase y, en lugar de atacarla como era habitual, esta había decidido que, si deseaba usar cierta maquina para jugar a un juego importado de Tierra Alep llamado House of the Dead, necesitaba una compañera, por lo que hizo un trato con Taylor para darle un respiro en su acoso, que se había hecho permanente a lo largo del siguiente año, si aceptaba jugar con ella.

Tras ese trato se había hecho habitual verlas juntas, ya fuese en casa en la habitación de Taylor o en el salón recreativo. Fue en este último lugar donde, aproximadamente nueve meses antes, habían conocido a una pandilla de chavales formada por Rachel Lindt, Lisa Wilbourn, Alec y los hermanos Laborn, Brian y Aisha, quienes se hicieron buenos amigos de su hija y Sophia a lo largo de los meses al igual que los miembros locales de los Pupilos, quienes habían decidido investigar en sus identidades civiles qué hacía ese local tan interesante para Sophia.

Esas amistades, y que la presencia de Taylor hacía que Sophia se comportase mejor con otras personas, había ayudado a su hija a lidiar mejor con el acoso escolar, al menos hasta que Emma había decidido hacerle esa «broma» a su hija a principios de año. Sophia, que no se encontraba en el momento en el instituto porque la habían reclamado en el PRT para pasar unas pruebas que demostrasen que nadie la estaba controlando o manipulando mentalmente, había estado furiosa al enterarse del incidente, pero tanto Emma como Alan Barnes, su padre y, dado que esta no deseaba que su familia se involucrase en el peligroso mundo de los superhéroes, el representante legal de Sophia ante el PRT, la chantajearon con hacer pública su identidad secreta si los denunciaba.

En lugar de hacerles caso, Sophia había hablado al respecto con su jefa, la directora local del PRT Emily Piggot, y, tras una serie de juicios a puerta cerrada, Alan tuvo su reputación como abogado arruinada y Emma fue enviada a un correccional juvenil, a donde Sophia también habría ido de no ser porque había sido la denunciante y tenía pruebas de que Emma la estaba chantajeando. No solo eso, sino que Zoe Barnes, la esposa de Alan, se divorció de su marido al descubrir que este había intentado barrer el asunto bajo la alfombra y Anne, su hija mayor, se había ido de Brockton Bay porque no soportaba estar bajo el mismo techo que ambos.

Dos semanas después del incidente, Taylor, justo como Sophia había predicho mientras planificaba junto a Piggot cómo encargarse de los Barnes, demostró haber recibido poderes con la experiencia, lo que hizo que Danny fuese puesto al corriente de la situación y se convirtiese en su representante legal. Sin embargo, aunque le gustaría incluirla en los Pupilos, a Piggot le pareció que ganaba más con la existencia de Taylor no siendo conocimiento público, por lo que en su lugar la ordenó infiltrarse en un pequeño equipo de villanos locales llamado los Undersiders que había aparecido unos meses atrás.

Descubrir que estos eran sus amigos del salón recreativo, excepto por Aisha porque aún no tenía poderes, fue una sorpresa desagradable, aunque, afortunadamente, la situación acabó relativamente bien una vez que ella y Sophia, que actuaba como su contacto en el PRT, lograron convencer a Piggot de que el verdadero problema no eran los Undersiders, sino su patrocinador.

A cambio de limpiar sus expedientes y futuros puestos en los Pupilos y el Protectorado, los Undersiders no dudaron en contar todo lo que sabían sobre el mismo. Sus testimonios dieron comienzo a una investigación interna cuando, al reunir toda la información disponible, el Protectorado y Piggot se dieron cuenta de que el patrocinador posiblemente trabajaba, o al menos tenía contactos con agentes corruptos de la organización, en el PRT, eventualmente revelándole como el comandante Thomas Calvert.

La subsiguiente pelea para capturarlo terminó cuando Taylor, a quien Coil había tratado de matar personalmente tras descubrir que era la responsable de que su tapadera hubiese sido descubierta en lugar de permitir que los mercenarios o los villanos que trabajaban para él y que en ese momento se encontraban distrayendo al PRT y a los héroes se encargasen, usó su habilidad controladora por primera vez y Thomas fue asesinado por la proyección.

Habían pasado unos dos meses desde entonces y la vida de Danny Hebert había cambiado considerablemente. Los Undersiders, que ahora incluían a Aisha entre su membresía dado que esta había desencadenado tras ser asaltada por un grupo de hombres armados durante un paseo con su padre, continuaban cometiendo robos, pero esta vez solo como encubrimiento o distracción tras convertirse en un equipo secreto de los Pupilos bajo la dirección de Armsmaster. Taylor se había unido oficialmente a los Pupilos bajo la identidad de Gamer, con su disfraz siendo una túnica blanca parecida a la de Panacea y una máscara negra que Sophia le había regalado, y era increíblemente popular entre los jóvenes por su habilidad de manifestar físicamente personajes de videojuegos. Finalmente, él y Hannah se habían comprometido, lo que había hecho muy feliz a Taylor incluso si ambos sabían que la mujer nunca sustituiría a Annette.

Pensando en esas cosas, Danny Hebert recordó por qué razón se encontraba en la azotea de un edificio. Los Undersiders se habían infiltrado horas antes en las instalaciones de la Corporación Medhall, una compañía farmacéutica local, porque el PRT sospechaba que el Imperio 88 la usaba para blanquear dinero. Esto había sido confirmado cuando dos de los guardias se habían revelado como Hookwolf y Stormtiger, forzándoles a solicitar refuerzos y haciendo que Taylor decidiese mostrarle, desde una distancia prudencial, su ataque más poderoso.

Este consistía en proyectar alas de luz sólida desde su espalda y volar por unos segundos hasta que se encontraba a unos cien metros del suelo, momento en que empezaban a aparecer cientos de proyecciones a su alrededor. Entonces se dejaba caer, creando más proyecciones en el proceso, hasta que llegaba al suelo, donde Sophia la agarraba y hacía intangible de forma que pudiese llevarla a un lugar más seguro desde donde pudiese controlar a sus creaciones más eficazmente.

A Danny realmente no le gustaba esa última parte, dado que, hasta que alguien rompía su concentración, Taylor estaba en un trance en el cual no percibía nada de lo que pasaba a su alrededor. Aun así, tenía que admitir estar orgulloso de la paliza que le había visto dar a los neonazis junto a los Pupilos, el Protectorado y los agentes del PRT que habían participado en la operación.

—Muy bien —dijo Danny antes de mirar su reloj —. Mañana tengo que irme a trabajar temprano, así que ¿hay alguna otra cosa que deseéis mostrarme?

Su hija y Sophia compartieron una mirada por unos segundos antes de asentir.

Danny dio un paso atrás al ver la cosa que se encontraba donde antes estaba su hija. Era una criatura enorme, de más de dos metros de alto, con la cabeza cubierta con un capuchón de verdugo, clavos incrustados por todo su, claramente masculino, torso desnudo y una hacha casi tan grande como él en una mano.

A Danny no le costo mucho reconocerlo como uno de los «jefes» de la franquicia favorita de ambas adolescentes, pero admitía que le daba arcadas solo mirarlo dado que no era lo mismo verlo desde la pantalla de un televisor que tenerlo ante él mostrando claramente cómo sería esa clase de criatura si existiera realmente.

—No es una verdadera transformación, sino una armadura —explicó Taylor tras disipar a la criatura—. Además, cuesta mucho mantenerla en existencia, sobre todo cuando está recibiendo golpes por ti.

—¿Eso es todo? —preguntó Danny, consiguiendo como respuesta un asentimiento por parte de ambas. Soltando un suspiro de alivio, añadió—: Muy bien. Taylor, nos vemos cuando termines tu patrulla dentro de un par de horas.

—Si tú y Hannah queréis tener un momento a solas, avisad con tiempo —contestó Taylor, haciendo que Danny se sonrojase al acordarse de cuando, dos semanas antes, su hija los había descubierto desnudos en la misma cama al volver del instituto. La subsiguiente conversación que habían tenido al respecto había sido uno de los momentos más incómodos de la vida de ambos, pero el hecho de que no los juzgase por ello le había hecho sentir muy orgulloso de su hija.