-¡NO ME DEJES! -Rugió el castaño mientras intentaba alcanzar con sus cortos brazos la espalda de quien fuera su mejor amigo tiempo atrás. En su rostro se notaba la desesperación que le producía el verlo de esa forma, luciendo el uniforme del Scepter 4, como si fuese otra persona completamente diferente al Saruhiko con el que había compartido los más bellos momentos de su vida.
Mientras más corría en su dirección, más se alejaba el otro, y pronto el aire le comenzó a faltar: Las lágrimas que se derramaban de sus enrojecidos ojos suponían un esfuerzo extra para su pequeño cuerpo. -¡Mono estúpido! ¡He dicho que no te vayas! - volvió a gritar, pero pareció más una patética súplica que una orden. Sin embargo, surtió efecto... su antiguo camarada se detuvo, y comenzó a darse la vuelta para mirarle, mientras el joven y feroz miembro de HOMRA aumentaba su velocidad para lanzarse sobre el cuerpo ajeno, cuyo rostro inexpresivo comenzaba a murmurar algo que no pudo escuchar...
Y todo se volvió negro.
Abrió los ojos, respirando agitádamente. Se incorporó lentamente mientras su mente se veía sacudida por los recuerdos del sueño que acababa de presenciar, y llevó una mano a su rostro en un inefectivo intento de tranquilizarse. Lo que si pudo serenarle, fue el estirar el otro brazo y sentir contra su piel el calor corporal del cuerpo de su amado mono. Miró hacia el lado de la cama donde el otro descansaba, y lágrimas de alivio escaparon de sus ojos, acompañadas de un sollozo entrecortado: "Saru... Saru...", lo que no tardó en despertar al aludido.
-¿Hmm? ¿Misaki? ¿Qué ocu-...? -fue lo primero que susurró el somnoliento Saruhiko, interrumpiéndose al notar que su ser más preciado lloraba sin consuelo. -¿Misaki, qué es lo que ocurre? -Dijo con voz más clara mientras se incorporaba y cubría con su cálido cuerpo la piel desnuda del más pequeño de los dos. En respuesta, Misaki cerró sus brazos en torno a la espalda del peliazul con fuerza, como si no le quisiera soltar jamás.
-Un sueño... -alcanzó a responder entre sollozo y sollozo, para continuar repitiendo el nombre del otro, como si de un hechizo se tratase.
Un conjuro mágico que esperaba, lo mantuviera a su lado para siempre.
Ante la respuesta del adorable castaño, Saruhiko sonrió con una dulzura que existía solamente por y para Misaki. Tomó el rostro de este y lo acercó al suyo, para silenciar el llanto ajeno con un dulce y posesivo beso. -¿Qué eres, un niño todavía? Haciendo un alboroto como este por un sueño insignificante... No me digas que tuviste una pesadilla con el coco, Mi~sa~ki~ - Dijo en su característico tono de voz burlón y altanero en el momento que sus labios se separaron con el único fin de respirar por unos momentos. Notando que el castaño se ruborizaba completamente y tenía toda la intención de responderle, volvió a sellar los labios de ambos en un profundo beso, que sólo separó para aclarar unos puntos más a su ahora amante -No importa qué, yo estaré a tu lado. - y sin nada que más que los dos pudiesen añadir, ambos continuaron demostrando su amor mutuo antes de caer extenuados abrazando el cuerpo del otro.
Misaki olvidó el sueño, y decidió creer en las palabras de Saruhiko, que en aquel entonces no eran más que verdad.
Error.
