La caída del ángel
Disclaimer: Los personajes de Digimon no nos pertenecen, solo es nuestra la trama de este fic. Escribimos sin ánimo de lucro.
-Capítulo 1-
*Kari POV*
Todavía podía escuchar en mis oídos los vítores de mis compañeros de clase. El partido había sido realmente intenso y los chicos habían tenido que esforzarse al máximo para ganarlo. Es cierto que todavía les quedaba un largo camino por recorrer hasta llegar a la final del torneo pero cada victoria los iba a acercar un paso más. En un principio, yo no iba a asistir al encuentro pero a última hora fue T.K. el que me llamó para pedirme que fuera a verlos jugar. Ante la petición sentí que mi corazón empezaba a latir, completamente desbocado. Di las gracias interiormente a que no me lo estuviese pidiendo en persona porque así al menos no podía notar la ilusión que me hacía. No obstante, supongo que mi tono de voz me delató igualmente.
Fuera del pabellón golpeé una lata con la punta del pie y la vi rodar un par de metros antes de volver a detenerse. Tuve ganas de golpearla de nuevo pero me contuve ya que sabía que al final acabaría jugando al fútbol yo sola con aquella lata de refresco. Desvié mi atención de la tentadora lata para mirar el reloj, T.K. podía ser muy lento duchándose cuando se lo proponía. Sonreí al pensar en él, seguramente estaría celebrando la victoria con los chicos, se lo merecía.
─¿En qué estás pensando? – alcé la mirada que estaba puesta en mis zapatos y me encontré con sus ojos azules. Me apresuré a negar con la cabeza, agitando las manos frente a mi rostro. ¿Cómo iba a decirle que estaba pensando en él? Me tomaría por tonta.
─En nada, en nada. Solo me preguntaba… – intenté inventarme una buena excusa pero se me quedó la mente completamente en blanco. Él me miró de manera inquisitiva y yo empecé a sonrojarme.
─¡Ey, Kari! – Nunca en la vida me alegraría tanto de ver a Davis como en aquel momento pues su aparición y la del resto de nuestros amigos me salvaron de experimentar un momento realmente vergonzoso. Lo saludé efusivamente con la mano pero creo que me pasé y Davis malinterpretó mi saludo y casi estuvo a punto de acudir a mi lado para abrazarme. Yolei fue la que lo detuvo tomándolo con fuerza por el cuello de la chaqueta.
─No agobies a Kari – lo regañó como si de su madre se tratase. Él bajó y todos reímos, siempre acababa de la misma manera. Una vez todos juntos, Yolei, Davis, Cody, T.K. y yo empezamos a andar para dirigirnos hacia una parada de metro para los tres primeros y a la parada del autobús en mi caso y el de T.K.
─¿Qué te ha parecido el partido? – me preguntó T.K. mientras andábamos hacia la parada del autobús. Yo iba mirando al frente, viendo como Yolei y Davis discutían acaloradamente sobre cualquier cosa mientras que Cody intentaba mediar entre ellos. Sonreí, se notaba que no estaba Ken para calmar el temperamento de aquellos dos – ¿Kari? – reparé en que T.K. me había dicho algo al escuchar su voz por segunda vez.
─Lo siento, estaba un poco distraída – él esbozó una sonrisa amable.
─Te preguntaba que qué te había parecido el partido. Sé que no te gusta mucho ver jugar, prefieres participar – se ajustó la bolsa de deporte al hombro.
─Lo has hecho muy bien – admití con el corazón en la garganta – Realmente bien. Hacía mucho tiempo que no te veía jugar y me ha gustado. Se ve que disfrutas mucho con el baloncesto.
─Hay que ver cómo me conoces. Cada día me sorprendes más, Kari – me acarició el pelo con la mano y me sentí pequeña a su lado porque mi amigo ya no era aquel niño con el que había explorado el Digimundo por primera vez sino que era ya un chico de casi dieciocho años hecho y derecho y que me sacaba una cabeza.
─Supongo que es mutuo – dije yo.
─T.K., Kari, nosotros nos vamos – Cody fue el que se despidió de nosotros antes de perderse en la entrada del metro. Davis y Yolei estaban tan enfrascados en su discusión que ni siquiera se acordaron de que nosotros íbamos caminando apenas a unos metros de ellos. Los dos nos despedimos de Cody y caminamos un trecho más por la acera hasta llegar a la parada del autobús. T.K. se detuvo frente al cartel de los horarios, miró su reloj y dejó la bolsa de deporte en el suelo.
─Creo que vamos a tener que esperar un rato, acaba de pasar uno de los buses hace nada y pasan cada media hora.
─No importa, tampoco es que tenga mucha prisa hoy – respondí. Me pasé las manos por los brazos, con las prisas por salir de casa había olvidado coger una chaqueta y ahora iba a pagar las consecuencias porque al ser tarde empezaba a refrescar. No obstante, no llegué a pagarlas porque una chaqueta de deporte cayó sobre mis hombros. Cuando ladeé la cabeza descubrí que mi amigo estaba sonriendo.
─Eres una despistada, Hikari Yagami.
─Oh, no es necesario que la dejes, estoy bien – hice además de quitarme su chaqueta pero él me detuvo con un gesto que no admitía réplica.
─Si luego te pones enferma, Tai no me lo perdonará y lo sabes – reí al imaginar a mi hermano poniéndose como una furia, siempre tan protector.
─Gracias – dije al final, era lo menos que podía hacer cuando tenía esos detalles tan caballeroso conmigo – Siempre me cuidas mucho – susurré abrigándome, metí los brazos dentro de las mangas y descubrí que éstas me venían muy largas, parecía que iba disfrazada pero me sentía tan bien.
─Estás muy graciosa así vestida – dijo él riéndose de mí. Intenté hacer una mueca de enfado pero no me salió y, al final, terminé riéndome con él. Una fuerte ráfaga de viento nos sacudió poco después e hizo que algunos mechones de pelo me cayeran sobre el rostro pero cuando fui a apartármelos, él se adelantó, echándolos hacia atrás con la punta de los dedos. Rogué por no sonrojarme como me pasaba últimamente cada vez que lo tenía a menos de un metro de distancia y me retoqué el cabello, intentando enganchar algunos de los mechones rebeldes con la horquilla que llevaba.
De repente, vi que T.K. se giraba mirando a su espalda.
─¿Qué ocurre? – pregunté mirando en la dirección en la que él lo estaba haciendo. Tras intentar llamarle la atención un par de veces, le puse la mano en el hombro y fue entonces cuando se giró hacia mí con el ceño levemente fruncido – ¿Estás bien? – pregunté. Bajé la mano hasta su antebrazo y la dejé allí.
─No es nada, solo me había dado la sensación de que nos estaban llamando. He pensado que tal vez sería Yolei o Davis.
─Yo no he escuchado nada – dije yo, extrañada mirando una vez más detrás de nosotros.
─No te preocupes, seguro que son solo imaginaciones mías. Será por el cansancio, estos días me cuesta conciliar el sueño. Patamon estaría harto de mí – dijo él recuperando su tranquila expresión.
─Pero, ¿seguro que estás bien? No estarás enfermo, ¿verdad? – él negó y su mirada me tranquilizó. Nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos durante un momento y en cuanto me di cuenta teníamos al autobús allí esperando a que nos decidiésemos a subir. El conductor, un hombre de mediana edad, nos saludó con una sonrisa, nos cobró y emprendió la marcha. Nosotros tomamos asiento en la parte trasera del autobús cerca de donde viajaba una madre con los que supusimos serían sus hijos pequeños. Permanecimos en silencio hasta que llegó el momento en que había de bajar, a T.K. todavía le quedaban unas cuantas paradas.
─Nos vemos mañana – le dije. Él movió la cabeza en un gesto de asentimiento, tuve ganas de darle un beso en la mejilla pero no lo hice. Tonta de mí. Bajé del autobús y lo vi pasar frente a mí. Una sensación extraña me recorrió de pies a cabeza y solo cuando el autobús desapareció por la siguiente esquina dejé de sentirla.
*TK POV*
Vi como Kari se bajaba y el autocar se volvía a poner en marcha. Seguí intranquilo, juraría que había oído a alguien decir mi nombre... ¿O acaso me estaba imaginando cosas?
Quedaban pocos pasajeros. Yo no paraba de sentirme observado y eso me incomodaba.
El autobús llegó a otra parada y al abrir la puerta una ráfaga de aire congelado llegó a mí. No sé porqué pero un sentimiento de miedo y pánico se apoderó de mi cuerpo, me seguía sintiendo observado. Uno de los dos niños se puso a llorar y llegamos a otra parada, mi parada.
Me bajé del autocar y, a medida que avanzaba iba acelerando el paso hasta el punto que eché a correr. Subí las escaleras hasta llegar a mi puerta y la abrí rápidamente. Tiré mi bolsa de deportes al suelo y cerré la puerta con un portazo. Avancé por el pasillo hasta el comedor, encima de la mesa se había una nota.
"Takeru.
Me han llamado de la empresa y me he tenido que ir en un viaje de negocios a China, esteré fuera durante un mes.
Cuídate mucho que ya eres todo un hombre."
Natsuko.
''Genial, ahora tendré la casa para mí solo'' pensé mientras me sentaba en el sofá y encendía el televisor. Cambié los canales y al notar que no hacían nada bueno decidí irme a dormir. Me puse el pijama y me acosté, la luz de la luna entraba por mi ventana y, como por instinto, dirigí mi mirada hacia mi antiguo D3 que estaba situado encima del escritorio.
''Patamon te echo de menos'', pensé antes de cerrar los ojos.
─Takeru...– escuché como una voz siniestra me llamaba. Abrí los ojos pero ya no me encontraba en mi habitación, estaba rodeado de oscuridad. Miraba a mi alrededor y no había nada, solo oscuridad...
─Takeru...– otra vez oí esa voz.
─¿Quién eres? – dije buscando con la mirada por todos lados. De repente, me di cuenta de que Kari estaba frente a mí –. Kari... ¿Eras tú quien me llamaba? – pregunté mientras estiraba la mano para tocarla para poder comprobar si lo que veía era real. Kari me golpeó la mano y me miró con odio.
─Takaishi, aléjate de mí, no te quiero volver a ver en mi vida nunca más. Te odio – me dijo con voz fría cosa que me sorprendió viniendo de Kari, ella nunca me había dicho algo así.
─Kari pero que te he... – no pude acabar la frase porque lo que vi me aterrorizó. Kari estaba rodeada de un aura oscura y sonreía macabramente. Empezó a derretirse ante mí y una sombra oscura iba formándose en su lugar.
─Takeru, tú los mataste – me dijo con una voz ronca. En un momento, la oscuridad que me rodeaba empezaba a tomar forma y millones de pantallitas me rodearon. En cada pantalla se podían ver imágenes mías hiriendo o matando a mis seres queridos.
─Tú nos mataste – esta vez mis amigos, mi familia, los Digimons y Kari hablaron mientras se iban acercando hacia mí.
─No... – dije en un susurro mientras me arrodillaba –. ¡No! –grité mientras me agarraba la cabeza.
─¡Tú nos mataste! – dijeron todos cada vez más cerca de mí.
─¡No, yo nunca lo haría! – seguí gritando mientras un fuerte dolor se apoderaba de mi cabeza –. ¡NO! – grité mientras me despertaba. Estaba sudando y unas lágrimas rebeldes se escapaban de mis ojos –. Solo ha sido una pesadilla – susurré mientras ponía un brazo sobre mis ojos. No pude volver a dormir, me quedé despierto toda la noche pensando en lo que había soñado.
Mi alarma sonó indicándome que era hora de despertarme, la apagué y me dirigí al lavabo para darme una ducha. El agua caliente relajaba mis músculos y el vapor hacía que mi vista se nublara. Salí de la ducha y me vestí. Volví mi mirada hacia el espejo. Observé mi rostro y me di cuenta de que me habían salido ojeras de no haber dormido.
─Takeru, tú los mataste – me dijo mi reflejo con una sonrisa sádica.
─¡Yo nunca les haría daño! – grité mientras pegaba un puñetazo al espejo provocando que se rompiera.
Sangre... Empezó a salir sangre de mi mano y con una mueca de dolor empecé a arrancar los cachitos de cristal que se habían incrustado en mi mano. Abrí el armarito que estaba situado cerca de donde antes estaba el espejo y saqué el botiquín de primeros auxilios. Empecé a aplicarme agua oxigenada con cuidado, pero no pude reprimir un quejido. Me vendé la mano y me dirigí a la cocina para coger la escoba y la pala para poder limpiar el desastre que había causado momentos atrás en el lavabo.
Empecé a recoger los trozos de espejo y vi mi reflejo en todos ellos.
─¡Tú los mataste, tu les hiciste daño! – me repitió mi reflejo.
─¡No, basta ya! – volví a gritar mientras arrojaba los pedacitos a la basura.
Seguía notando un fuerte dolor en la cabeza, se me habían quitado las ganas de desayunar. Cogí mi bolsa del instituto y salí de mi casa. Andé por las calles observando el cielo azul y pensando en todo lo que me había pasado. ¿Me estaba volviendo loco?
Llegué a la parada del autocar y me senté a esperar a que llegara. Pasaron unos minutos y por fin llegó el autocar. Le pagué al conductor y me dirigí hacia la parte trasera. Me senté y me puse a mirar por la ventanilla.
Estaba tan metido en mis pensamientos que no me di cuenta de donde estaba hasta que una mano en el hombro me sorprendió. Miré hacia arriba y me encontré con el hermoso rostro de Kari sonriéndome.
─Buenos días TK – me dijo con una sonrisa.
─Buenos días, Kari –le dije con una sonrisa algo forzada mientras desviaba mi mirada. El suspiro de preocupación me hizo dirigir mi mirada hacia Kari nuevamente.
─¿Qué te ha pasado en la mano TK? – me preguntó preocupada.
─No ha sido nada, una raspada sin importancia –dije sonriéndole para no preocuparla, entonces Kari agarró mi mano y vio mi expresión de dolor.
─¿Cómo que una raspada? TK esto parece más grave que un simple rasguño. Dime, ¿qué es lo que te ha pasado? – seguía insistiendo con más preocupación.
─Te he dicho que no es nada – le dije secamente y elevando la voz mientras apartaba mi mano bruscamente. Pude observar que en su rostro se reflejaba una mezcla de preocupación y dolor –. Lo siento Kari, es que esta mañana no me encuentro de humor y preferiría que no siguieras insistiendo en eso – me disculpé esperando poder calmarla.
─No te preocupes, ha sido culpa mía por meterme en asuntos ajenos – me dijo con una sonrisa, pero esa sonrisa no era como las que siempre me regalaba, esa sonrisa era forzada.
Este fic está hecho en colaboración con otra autora de la página, EDCGV. La historia está escrita completamente al cincuenta por ciento y he de aclarar que la idea de empezarla fue suya. Cada una de nosotras se meterá en la piel de un personaje, EDCGV escribirá a T.K. y yo a Kari. Solo me queda deciros que espero que os guste el fic que estamos escribiendo con ganas y que nos apoyéis con favs, follows, reviews o simplemente leyéndonos.
Un abrazo a todos
EDCGV y Takari95
