¿No les pasa que cuando más tareas tienen más inspiración sienten? Yo sí, y la verdad, no es muy bonito que digamos, pero en fin. No es muy largo, soy mala para escribir grandes textos Uu espero que les guste~ :3
Y aclaro algo: No es Yaoi.
─ Bucky, soy yo, soy tu amigo... ¡Bucky! ─
Escuchaba una voz masculina a lo lejos, mientras en su cabeza sucedían los pensamientos cuales eran parecidos a una tempestad que acaba de azotar una costa en pleno invierno. Y no sabía por que se sentía así ni porque aquellos gritos se le hacían tan similares, porque su voz hacía vibrar cada fibra de su ser, le hacía sentir bien, casi podría acostumbrarse a oírla aunque algo le decía que así fue durante un tiempo ya lejano, tiempo que tuvo que olvidar demasiado pronto. Porque como decía Zola, los recuerdos son apenas ataduras y él debía deshacerse de estos, pero él los quería, de verdad que los quería, deseaba fervientemente recordar las tardes junto a Steve o los hermanos con los que hizo amistad en el campo de batalla mas un plumazo lo borró todo de golpe, y cuando se miraba al espejo, su reflejo mostraba un cuerpo que no era el suyo. No le gustaba el aspecto de aquel brazo mecánico ni su mirada amenazadora, que incluso a él le asustaba, no, en absoluto aquello era de su agrado, se sentía más como una marioneta cuyos brazos eran manejados por artistas pérfidos que escondían su naturaleza detrás de kilos de maquillaje, y en particular, de un par de hombres de traje y corbata. En ocasiones recordaba que al alistarse, jamás acabó de entender porque le daban tanto valor a un trozo de tela con estrellas y rayas, ni porque un hombre con bigote quería alzarse líder de toda Europa. ¿Por qué luchamos, Steve? Solía preguntarse por entonces pero nunca recibía respuesta.
En aquellos días, el tiempo era confuso, había sido conectado a la horrible máquina más de una vez en la semana sin saber realmente porqué, pero sabía que era obra de los hombres del traje y corbata, volvieron a dejarle libre y en su mente no hubo otro objetivo que el de matar a cierta pelirroja y como no, al fornido rubio de las estrellas y las banderitas.
Pero le vio, y de nuevo, su mundo, o lo que parecía serlo se había desmoronado en varias piezas. ¿Quien era? ¿Por qué no parecía querer atacarle si eran enemigos suyos? ¿Era otra treta de Zola? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Quien era Bucky? Y aunque las voces no se callaran, ninguna estaba dispuesta a responderle.
Volvió a atacarle, sin saber a ciencia cierta porque, quizás por inercia o costumbre, o por todo a la vez, por intentar callar las voces, o satisfacer su deseo de pelea, o calmarse, desahogarse, liberarse, porque quería sentirse vivo de nuevo, ser dueño de si mismo, no matar, no pelear, no luchar, nada, no quería nada, o quizás sí, quizás lo quería todo.
Porque quería llorar, pero los soldados no pueden hacerlo, menos los de invierno, cuyas lágrimas se congelan con el frío.
¿Y bien?
