Pasar la tarde como niñera de tus primos pequeños puede darte cierta inspiración, sobre todo después de una maratón de películas de Disney.
Algo que se me ocurrió de golpe. Espero que no sea muy largo. Disfrútenlo.
*Ring*
*ring*
*ring*
Nick Wilde extendió su brazo tratando de alcanzar el despertador mientras daba un largo bostezo. Maldijo el día en que aceptó el turno diurno y a la coneja que lo había convencido de ello. Se sentó en uno de los costados de la cama y estiró los brazos tratando de desperezarse. Caminó hacia el armario para buscar su uniforme. Miró el reloj sobre la mesita de noche. 5:00 AM. Malditos policías y su costumbre de hacer todo tan temprano.
Se vistió con pereza y salió del departamento. Fuera del edificio lo esperaba una patrulla y dentro de ella, con una brillante sonrisa, su compañera de trabajo, la oficial Juddy Hopps.
- Buen día zanahorias ¿Te has molestado en venir a buscarme? Que dulce de tu parte.
-Hola Nick- Judy le dedicó una mirada divertida. –No te creas importante, quería asegurarme de que llegas temprano hoy. El jefe Bogo tiene un trabajo para nosotros.
El zorro rodó los ojos y subió a la patrulla. Judy arrancó hacia la comisaria mientras comentaba detalles del que sería su nuevo caso. Nick no la escuchaba realmente, estaba concentrado en el rostro de la coneja, específicamente en la forma en que movía su nariz al hablar. Supuso que el caso que les asignarían debía de ser algo realmente importante, pues Judy solo movía la nariz de esa forma cuando había algo que le preocupaba. Había dos ocasiones anteriores en que el canido la había visto hacer eso. Cuando su padre estuvo en el hospital y aquella vez en el teleférico.
"Aprendí dos cosas ese día. Uno, no volvería a dejar que vieran que lograron herirme, y dos, si el mundo cree que un zorro solo pude ser falso y deshonesto, de nada sirve tratar de ser otra cosa"
El zorro guardaba aquella conversación en lo más profundo de su ser. Lo que había dicho a la coneja era más que una simple confesión. Aquellas fueron durante años sus máximas de vida y nadie nunca había logrado sacarlo de ese camino.
Nadie, excepto Judy.
Nick debía de aceptar que la aparición de la oficial cambió las cosas para mejor. Había abandonado su vida de estafador callejero y se ahora era un respetado policía. Sin embargo, le perturbaba la aparente facilidad con la que Judy penetraba sus sentimientos. Después de todo, fue la única capaz de hacerle sentir más que un embustero y con ello no solo le había otorgado una mejor vida, sino que también le había quitado una parte importante de él.
Hopps frenó en seco frente a la comisaria y Nick despertó de su letargo. La coneja lo miró extrañada.
-¿Estás bien?-
-Si- El zorro sacudió la cabeza tratando de espantar la imagen del teleférico. –Solo estoy algo somnoliento.
-Mas te vale que despiertes rápido, nos espera un día largo- Judy giró y caminó en dirección a la comisaria. –Luego podemos pasar por un café si quieres.
Nick la miró de pies a cabeza mientras repasaba una vez más sus propias palabras en el teleférico.
"Si el mundo cree que un zorro solo pude ser falso y deshonesto, de nada sirve tratar de ser otra cosa"
La coneja ya le había demostrado lo contrario. Había derribado una de sus máximas de vida.
-Un café estaría bien- El zorro la siguió, sin saber que, así como la oficial Judy Hopps había logrado demostrar que él era más que un charlatán, también sería la única capaz de ver esa parte de su corazón que había mantenido escondida tanto tiempo.
